Julio Ortega B.

 

Hace muy poco tiempo, veía en una entrada de Facebook una pregunta formulada por un analista lacaniano, dónde interpelaba al público si podría considerarse posible relacionar al psicoanálisis con la política, la pregunta a estas alturas del partido, me parece un poco absurda, la respuesta la tenemos hace tiempo. Me parece que nuestro colega, olvidaba a los analistas de la segunda generación, jugados por la Sexpol o el freudomarxismo que siguió a esos años, y ¿Por qué no? el pensamiento de Erich Fromm, estemos o no de acuerdo con sus principales ideas, por supuesto es necesario no alejarnos de la política y ver desde el psicoanálisis nuestra realidad, para ofrecer si no respuestas totales, elementos de explicación.  

Es no solo difícil sino casi imposible elaborar un trabajo sobre la situación que estamos viviendo en México, sin caer en la repetición de lugares comunes, que describen el horror de los feminicidios, el abuso del poder y la corrupción política, la narcoviolencia, la confusión entre delincuencia y poder estatal. 

Acaba de salir hace un par de años, un libro muy importante, un ejercicio periodístico colectivo llamado La Ley del Cuerno: siete formas de morir con el narco mexicano . Es un libro escalofriante, que cuesta trabajo leer porque lastima por su dureza, en el primer artículo, Juan Villoro nos describe como el PRI gobernó por 71 años sin perder las llamadas elecciones democráticas perpetuándose a través de camarillas que eternizaban la confusión entre lo público y lo privado, que se traducían en la lógica de: “Si no te fue bien esta vez, tienes que ser paciente, el próximo gobierno te hará justicia”. Esa política de la tenebra, no fue substituida por ninguna de la luz. Terminado el monopolio del PRI, los códigos de la impunidad se disolvieron sin ser substituidos por una lógica más justa. La la supuesta abolición de la corrupción de la que nos hablaba de la 4T no ha llegado más allá de las palabras. Nos dice Villoro; ¡Bienvenidos a la década del caos! A 8 años de alternancia democrática, México es un país de sangre y plomo, al presidente AMLO se le ocurren frases absurdas para afrontar el hecho como: ¡Abrazos no balazos! Pero todos tenemos presentes la captura hace poco más de dos años del hijo del Chapo Guzmán que sólo duró unas horas, puesto que Alfonso Durazo, el secretario de Seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador, ordenó que se le soltara tras la captura de 9 soldados y dos oficiales, que serían ocupados como mondeda de cambio para soltar al delincuente. En el noticiero veíamos decenas de pistoleros con armas de alto calibre abriendo fuego contra policía y el ejército. Demostrando la impotencia de las fuerzas de seguridad frente a la delincuencia. ¿Para qué iniciar una maniobra de tal naturaleza si no van a poder concluirla con éxito? Finalmente se liberó al hijo del Chapo aceptando que en Culiacán no es gobernado por el Estado sino por la delincuencia. 

Uno se pregunta: ¿Cómo pueden haber sucedido estos hechos, y hasta cuándo prevalecerán? Y: ¿Cómo es posible que una sociedad pueda tolerar estos acontecimientos? Hoy podemos decir apenas, algo que callábamos por miedo: El estado ha sido un brazo de la delincuencia desde hace varios años atrás. Hemos y estamos viviendo una sociedad de horror, en la que el sacrificio, a través de la extorsión, el rapto, la violencia en las calles y en todo el territorio es una parte vital del mecanismo de batalla y combate al que nos hemos acostumbrado, asumiendo en silencio, que esa nueva normalidad no podrá ser modificada o abandonada. Nuestros pacientes cuentan cómo llegan tarde a sesión porque los ha detenido un retén policiaco pues se han encontrado cadáveres en diversos basureros de la ciudad.

Todo este horror, obedece a un panorama muy diferente, al que se ofrece en la publicidad política estatal, en la que se habla de un Estado preocupado por defender los derechos de sus ciudadanos, combatir al crimen y borrar las diferencias entre clases sociales. Mejora en el patrimonio nacional, seguridad y democracia son objetivos fallidos o simplemente metas inalcanzables, quizá promesas hechas con la conciencia de que están destinadas a no cumplirse jamás. Las alianzas de poder llevan a acontecimientos inexplicables.

Tomemos por caso, el préstamo del Palacio de Bellas Artes para celebrar el cumpleaños del líder de la Iglesia de la Luz del Mundo Naasón Joaquín García, el  Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) ha clasificado como reservada por un lapso de cinco años toda información relativa al préstamo que se hizo del Palacio de Bellas Artes el pasado 15 de mayo de 2019, cuando se le rindió un homenaje a, líder de esa iglesia, quien hoy se encuentra en una cárcel de Estados Unidos, donde es investigado por presuntos delitos de violación sexual y pederastia. Así pues las alianzas políticas obligan a borrar convicciones y determinaciones regimentales en beneficio de la conveniencia de estrategias de poder que siguen el camino de fortalecer el nacionalismo autoritario caudillista. 

México ha superado según Reporteros sin fronteras, a Irak en número de secuestros y asesinatos de periodistas, vivimos un ambiente de corrupción que abarca todos los terrenos, en dónde no hay límites, y dónde los nombres que figuraban antes como políticos convencidos del PRI, han vuelto a reaparecer poco a poco, pareciera que no hay forma de renovarse, sino que lo único posible es reinventar el edificio priísta con las viejas piedras, cómo en el caso del nombramiento del ex gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel como embajador ante España, o peor aún, Manuel Barlett Díaz, responsable de la caída del sistema en 1988 que desposeería supuestamente a Cuauhtémoc Cárdenas de la presidencia nacional para hacer subir a Carlos Salinas de Gortari, que estará ocupando por quién sabe cuánto tiempo la Comisión Federal de Electricidad. 

Todo esto, porque quizá la forma de autoridad presidencial que hoy tenemos, no deja de tener los mismos vicios de nuestro sistema pri partidista desde la revolución: autoritarismo, despotismo, arbitrariedad, caciquismo, iniquidad, abuso, autocracia.  Se recurre a la misma palabrería política de los sexenios priístas y los usos y costumbres de sexenios anteriores no han cambiado demasiado.

Los cambios que esperábamos del grupo político de MORENA, no han aparecido a la fecha, yo voté por Morena pero no veo transformaciones significativas a los usos y costumbres priístas, treinta años después y a seis años de que concluya la primera concesión de TELMEX, Slim ya tiene virtualmente asegurada la ampliación de esa operación por otros 30 años, mientras que miles de inversionistas de pequeños negocios, no pueden emprender fácilmente su proyecto porque se enfrentan a un alud de trámites burocráticos. México según el informe Doing Business es uno de los países más difíciles para emprender un negocio, pues se requieren al menos 35 trámites que a una persona pueden tomarle 500 días además de que tiene que pagar las ¨mordidas¨ que los empleados públicos exigen para realizar el papeleo. En Veracruz, tengo el testimonio de un amigo, de que a los empleados se les llega  a descontar una parte de su sueldo como comisión por conservar sus empleos.  

Sin embargo, aún hoy hay gente que otorga su confianza a Andrés Manuel, pero no sabemos que seguirá, particularmente siento que su tono de discurso es muy similar a la estructura priista que lo parió, combinada con un lenguaje que lleva la huella de una religiosidad cristiana de marca no católica. Roger Bartra nos dice que probablemente su cristianismo se haya inspirado en las clases de civismo de su maestro Rodolfo Lara Lagunas que en su libro Jesús, líder de izquierda inventa un mesías carismático, dirigente del movimiento de los zelotas, patriota y revolucionario, que luchó contra la oligarquía judía colaboradora del imperio romano en nombre de los más pobres. Este espectáculo moral se reproduce en las infructíferas conferencias matutinas que todos los días nos arroja el presidente, para corroborar la eficiencia de su gobierno, con frases cortas, sabias e incuestionables. Se produce un doble discurso, en oratoria se presenta como un héroe que está de parte de los pobres, pero en acto sus acciones políticas siguen siendo las de un neoliberal conservador originario del PRI del que surgió y en el que aprendió las mañas que ahora ejerce.

Él dice lo que quiere, y calla responder a lo que no le gusta. El problema es que gran parte de sus promesas no se han cumplido, quizá en función de la pandemia, pero el crecimiento socioeconómico no ha alcanzado los límites previstos, se sigue basando la obtención de energía en la obtención de petróleo, la Planta Nuclear de Laguna Verde sigue operando pese a su peligrosidad y yo sigo viendo en las carreteras los camiones de doble remolque tan peligrosos como son rodando sin más, y lo más importante, se prometió sacar al ejército de las calles, y eso no sólo no ha sucedido, sino que cada día se apoya más en el brazo armado para hacer funcionar al estado, lo cual es una maniobra extremadamente peligrosa, cómo se ha demostrado en otros gobiernos latinoamericanos.

Y en el caso de México, habría que considerar cómo el ejército es una escuela de capacitación para la delincuencia, en gran manera, triste pero cierto. El texto La Ley del Cuerno, nos proporciona ejemplos escalofriantes de la manera en que muchos pasaron del brazo armado del Estado, entrenado muchas veces por la CÍA, a la formación de grupos delincuenciales. Y podría agregarse a este complejo panorama la necedad del gobierno por apoyar sus recursos económicos en la inversión petrolera que está en el mundo en declive, recordemos también la promesa del presidente de que la gasolina no subiría sino que bajaría, palabras que no hacen sino probar que la era del petróleo barato ha terminado. 

Bartra hace notar que en nombre de la constitución moral que su gobierno blande, se cometen atropellos sobre la Constitución real. Un ejemplo claro fue cuando MORENA y sus partidos aliados violaron la cláusula de sobrerepresentación para, sin tener el voto necesario de los ciudadanos, alcanzar una aplastante mayoría de representantes en el Congreso, tanto en la Cámara de Diputados como de Senadores. Los principios morales que ellos asumieron, los llevaron a arrollar leyes y avanzar por el retorno al autoritarismo. La supuesta Cuarta transformación es una comedia que elude los aspectos históricos degradantes de cada época referida, la independencia acaba en la entronización de un supuesto emperador, la reforma liberal desemboca en la dictadura de Porfirio Díaz y la Revolución, desemboca en una burocracia autoritaria de la que aún no hemos podido desprendernos.

Agamben ha escrito un libro de nombre Homo Sacer: El poder soberano y la nuda vida, que retoma una figura romana referente a un sujeto que ha sido privado de sus derechos y que por tanto puede ser sacrificado por cualquiera exceptuando el caso de un ritual religioso, la nuda vida sería entonces aquella que cualquiera puede tomar, aquella que vimos en el siglo XX manejarse en los campos de concentración. 

Basándose en las reflexiones sobre Biopolítica de Michel Foucault y los estudios políticos de Hanna Arendt, nos revela que la democracia occidental contemporánea que se precia tanto de ser defensora de la libertad y los derechos humanos, se encuentra en una secreta adhesión con el totalitarismo. 

Retomando a Walter Benjamín, Carl Schmitt, Kantorowicz arroja luz sobre una categoría política que denomina arcana imperii o arcanos del poder ¿Cuál es el interés en hacer esto? Al aplicarse la genealogía al estudio de la política, se nos revela que categorías del poder que antes se ejercieron durante el cristianismo siguen vigentes en muchos sentidos, puesto que nuestro orden jurídico es heredero de un orden político religioso que le precedió. El biopoder que siempre se ha ejercido, desde las ciudades estado hasta los imperios, implica que el ciudadano sufra el poder y el soberano lo ejerza, aunque el estatuto moderno de la democracia acerca al menos en el papel, las dos categorías tratando de empatarlas. 

El paso a la creación de una Nación, ha creado la paradoja de que el ciudadano es no sólo el esclavo sino también supuestamente el amo y tiene que estar sujeto a las leyes al mismo tiempo que crearlas, suspenderlas, modificarlas, convirtiéndose a sí mismo en la justificación de la vida nuda, de la conservación del estado de excepción, que supuestamente garantizará el mantenimiento de la paz, a través de la imposición de una regla que nos hace a todos como sujetos expuestos a la muerte.

La secularización del poder a finales de la baja Edad Media, traerá esta revolución de las normas y conductas de la población. A finales del siglo XVIII se realizó un cambio en el cual el hombre al nacer ciudadano es afectado por un paradigma político en el que se hace sujeto a una condición de vigilancia que politiza completamente su vida y hace improbable su sostenimiento fuera de las reglas de la civilidad. Vivimos todos casi en un campo de concentración, nuestras identidades, deseos, pasos en la calle, son objeto de vigilancia y de cuidado no sólo por el Estado sino por las Industrias que en este país, ejercen el poder tras bambalinas, y para ser sinceros la distinción entre unas y otras es a veces difícil de hacer. Agamben llega a afirmar que el Estado trata al ciudadano como un terrorista virtual. 

Quizá sea por el hecho de que en realidad el dispositivo político social que se opera a en las relaciones humanas en Occidente, sea precisamente de control absoluto, algo que estudiando las sociedades africanas postcoloniales Mbembe conceptualizó como necropolítica., y que no sólo puede aplicarse a ese continente, sino específica y desgraciadamente a la situación que vivimos nosotros. Se trata de una concepción extremadamente original de las relaciones entre el Estado y la ciudadanía, envés de la noción foucaultiana de biopoder, que regula condiciones de dominación, sumisión y tributo que va más allá de la concepción de Foucault, puesto que hace al ciudadano un artículo desechable del que puede disponer en cualquier momento sin importar en absoluto su vida. El estado tiene derecho a la muerte como un medio de supervivencia de su soberanía, sobre todo en situaciones denominadas como estado de excepción, que ha convertido al ejército en una extensión de los servicios de seguridad y vigilancia pública. La Guardia Nacional ha sido uno de los pasos más lamentables en el gobierno de López Obrador, en nombre de la Guerra contra el Narco, se han hecho naturales las detenciones, los registros, el incauto de bienes y el allanamiento de morada. En 2018 La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró constitucional la figura de las inspecciones policíacas sin orden judicial o ministerial, únicamente en caso de sospecha razonable o flagrancia, puntos de vista subjetivos que no pueden cuestionarse por el ciudadano, frente a un arma de alto poder.

Pienso aquí, en la diferencia supuesta que debía existir entre las capacidades de un policía y un soldado, en la que éste último estaría para defender el territorio y la soberanía en el caso de una supuesta guerra y nada más para eso, pues su preparación cívica y capacitación social no ha sido cuidada en el sentido de evitar la violencia, sino en el sentido de reforzar la fuerza, la coerción y la destrucción. Aunque también debíamos preguntarnos: ¿Acaso el policía es un personaje con estatura de honradez y honestidad en nuestro país? Por supuesto no ¿Será por ello que tantas personas prefieren al ejército en las calles que a la policía? Personalmente, pienso equívoca y estúpida la política de Calderón ratificada por Obrador, que sacó al ejército a las calles para establecer un estado de guerra al narcotráfico que no ha hecho otra cosa que alimentar la fuerza de la delincuencia organizada y el estado de terror que vivimos, las armas están prohibidas para el ciudadano común, pero no para el ejército y los delincuentes que están entremezclados y que pueden comprarlas de todo tipo en el mercado negro o en los EUA, dejando entre dos fuegos a la población normal. 

¿Pero cuándo empezó esta situación? Quizá sea exagerado, pero necesario hacer un seguimiento histórico del surgimiento de México como nación, en dónde un grupo de criollos usó a los indios – casi aniquilados por enfermedades desconocidas como la gripe, el sarampión, y sobre todo la viruela después de la conquista – para la defensa y florecimiento de sus intereses, sin hacerles del todo partícipes de los bienes logrados. Y dónde formaron una nación dónde durante siglos el poder ha sido criollo, racista y con la prevalencia de la figura del Amo sobre la del esclavo. 

Esta estructura jurídico política equivale a una dominación de quien posee los bienes sobre el que nada tiene, en una situación en la que la miseria y el terror son necesarias  para la consecución de una opción política que crea desde el principio una clase plutócrata, separada completamente de la población, que solamente suministra migajas a los esclavos, a pesar de que sobre la marcha construye un régimen republicano, que sin embargo, no logra –  pues quizá no es su objetivo – abolir una racionalidad basada en la selección de razas y la prevalencia de un imperialismo tradicional que tiene como apoyo una fe católica que predica a Cristo para los pobres, pero defiende a Dionisio para los ricos. Por supuesto, no puede hacerse una simplificación nunca de los procesos históricos, el desarrollo de un país no es lineal ni sigue siempre los mismos caminos y formas, tampoco hay avances sin retrocesos. Juárez y la Reforma son una excepción a este movimiento general del que hablo, pero este camino liberal, fracasa en la instauración de una política más justa que pudiese haber logrado la soberanía del pueblo sobre la de los intereses criollos. De hecho, a esta época siguió la dictadura de Santa Ana, y la pérdida de más de la mitad de nuestro país, a manos de la naciente potencia norteamericana. 

La revolución mexicana, primera en su género en el siglo XX, surge de estas diferencias y resalta como un verdadera protesta social, en contra de esa clase blanca que añoraba ser europea y bailaba el vals a ritmo de Strauss en los salones porfirianos, promoviendo el positivismo en el proyecto educativo nacional, al tiempo que esclavizaba al indio, y no olvidemos que esa misma clase, ha puesto en Orizaba una estatua al dictador – máxima paradoja social que hizo al indio defensor de los intereses blancos – en 2015, y pretende poner otra, en el Puerto de Veracruz. 

El Estado mexicano moderno, y su denominada democracia, nada tiene que ver con el pueblo, no lo representa. La actual clase política nacional ha surgido del fracaso de los ideales de la Revolución mexicana, la instauración del caudillismo en el siglo XIX y XX, amén de la estandarización de reglas que hasta ahora han hecho todo lo posible para impedir al ciudadano común acercarse a la política. Los partidos políticos se alimentan de las subvenciones estatales, ser político es pertenecer a una clase social pudiente, favorecida, poderosa, profesionalizar la mentira y la estafa, y sobre todo defender los intereses de la burguesía y las trasnacionales. Convertirse en gobernador de un estado, es de alguna forma ser un virrey, cómo llamaban a Javier Duarte, quien representa el superlativo de la corrupción dentro un partido político específico, pero que no se diferencia demasiado del estilo político general de todos los partidos. No hay izquierda ni derecha, hay intereses encontrados y tendencias diversas, que no toman nunca la forma de una ideología política total, las ideologías han cedido el paso a conveniencias. La forma de nuestra colectividad ha sido y sigue siendo piramidal, sin promover para nada la circularidad en las relaciones comunitarias. Primaria, secundaria, preparatoria y universidad, burocracia y empresa privada, son los espacios sagrados dónde se aprende la religión de la obediencia, nada debe escapar a este orden disciplinario que se hace carne e identidad en nosotros. 

Pero quizá no del todo; dónde hay una presión y una fuerza, siempre surge un impulso contrario. Porque la violencia social y la delincuencia que hoy nos invaden, hablan de una rebelión sangrienta en contra de ese orden que está compuesto por múltiples dificultades para crecer, educarse y llevar una vida decorosa, puesto que se basa en la exclusión no sólo del indio sino quizá también del naco. Aunque este último término nos llevaría a otras reflexiones, puesto que de alguna manera sus características y lenguaje, han invadido lenguaje y acciones de la sociedad en general. 

Se trata de una revolución caótica y sin ideales, más bien un saqueo y un amotinamiento en contra del mal gobierno, una reivindicación salvaje no sólo de clase, sino hasta de raza,  un descerraje de los candados de poder a través de la violencia más extrema. Se trata de una rebelión en contra del ojo y del brazo opresor, en la que un sector de la población que normalmente no tendría acceso a los resortes del poder, accede por debajo del orden manifiesto, y tranza con el poder político hasta hacer casi indiferentes discrepancias y acciones, llegando a difuminar y confundir el poder productivo económico corriente, de aquél generado por la delincuencia en el lavado de dinero, la corrupción y las tranzas entre políticos y particulares, todos son delincuentes a final de cuentas. Por supuesto, se tratan y respetan entre ellos como iguales. 

La vida cotidiana está, gracias a estas combinaciones y enfrentamientos de intereses: militarizada. Los comandantes militares tienen en las localidades que les son asignadas libertad para combatir o no el crimen, reprimir a la población, y en suma conceder la vida o la muerte a quien les plazca. Muchos de estos militares alimentan después de su servicio, los grupos paramilitares, capacitando a las tribus delictivas, como si fuese una extensión de su misma vida de batalla. Más que guerras territoriales, la estrategia de estos grupos delictivos es la de guerra de nómadas, según Zygmunt Bauman, lo que los caracteriza es su extrema movilidad, su rapidez de movimientos, su capacidad para viajar sin equipaje y su habilidad para surgir de la nada. 

En esta nueva era de movilidad global, el derecho de matar ya no es monopolio único del Estado y frente al ejército regular aparecen diversos grupos que ejercen violencia por encima de los grupos establecidos y los límites territoriales. Un cártel tiene conexiones e influencia internacional, comercia no sólo con droga, coerción o secuestro de personas, sino que interviene en la economía de mercado de los países con los que está involucrado reservándose el intervenir políticamente o con operaciones de terror. Surgen también ejércitos privados, que ejercen sin obstáculo y sin culpa, la violencia. Los integrantes de estos grupos se convierten en figuras ideales para la población menesterosa que anhela tener esa fuerza y ese poder. Esos mismos habitantes los defienden y en ocasiones, los solapan, muchos súbditos han cambiado los ideales revolucionarios y las reivindicaciones sociales por la venganza bruta.  No es una vida feliz para el delincuente del todo que sufre persecución, hambre, sed, mala vida, pero es una vida guerrera que desafía los límites impuestos por la desigualdad social, la palabra muerte no existe en su lenguaje. Si hay riesgo, pero también lo que existe a la vez, es búsqueda de riesgo, juego con la muerte, porque estas personalidades tienen una posición particular en la que la muerte no aparece como un destino definitivo, y la satisfacción inmediata de sus impulsos destructivos y autodestructivos está por sobre cualquier consideración racional. Este tipo de sujetos delincuentes protagonizan con su perfil series de televisión privada en la que aparecen como héroes y figuras ideales, cuando han sido caracterizados en la criminología por su posición narcisista, su engañosa inafectividad, el establecimiento de conductas esquemáticas y recurrentes, su baja tolerancia a la frustración, su explosividad agresiva que se expresa física y verbalmente, su inestabilidad, todo esto no necesariamente se contradice con su inteligencia, amén de que pueden comprar con dinero, abogados, administradores, contadores, oficiales y poderes públicos. Llegan a constituir un Estado alterno, que en ocasiones se vuelve más importante que el poder del Estado el cual, por otro lado, es una mercancía que también se puede adquirir. Se manejan bajo el modelo de Feudo, pero constituyen una industria completa del crimen y gozan la característica de poder ejercer la fuerza de manera inmediata, recuérdese que Canneti hacía una diferenciación entre fuerza y poder. Se refería a que la fuerza es más física más coercitiva e inmediata que el poder. La fuerza llega de pronto y es irrevocable, violenta. El poder como en el caso del Estado es más general y vasto, no tan dinámico. 

En México, coexisten una serie de realidades múltiples que combinan la absoluta precariedad, la sociedad del bienestar económico total, la explotación de los trabajadores obreros e intelectuales, y la existencia de grupos paramilitares delincuenciales, en un estado que adopta al capitalismo como religión, y la lógica del Estado colonial como disciplina. 

En este panorama infernal, que no apunta a ser más justo o equitativo en el futuro, nos podemos calificar de sobrevivientes, estamos en pie frente a muchos muertos. Como diría Canetti: la única forma en que hemos logrado sobrevivir es justamente a través de matar, metafórica, imaginaria, y a veces realmente.  Me dirán algunos de ustedes que no son asesinos y que no han cometido nunca un delito, pero tolerar la injusticia y callar frente a la injustica es promover el crimen. Somos todos enemigos de todos, y entre ese montón de caídos levantamos nuestra figura. Indefensos yacen los muertos, nosotros nos sentimos elegidos, hemos dado prueba de sí, nos aceptamos fuertes y creemos invulnerables, sucede así siempre desde la percepción de nuestro miserable Yo.  

Otra cuestión que no puedo eludir en este análisis, es el fanatismo que ha provocado la figura de AMLO, los mil y un aplausos que provoca en ciertos sectores de la población, tal vez debamos recordar Psicología de las masas y análisis del yo texto escrito en 1921 dónde Freud, en pocas palabras, nos hace evidente que a través de la identificación formamos dioses, los necesitamos para adorarlos y sentirnos seguros sin dudas de que vamos progresando hacia un futuro resplandeciente, protegidos por una figura paterna con la que nos identificamos. Y también tengamos en cuenta que poco antes había escrito Más allá del principio del Placer, dónde había expuesto su descubrimiento de la pulsión de muerte como un hilo que recorre todo nuestro ser, más allá del instinto de supervivencia y la búsqueda de la felicidad. Por último, les recuerdo que Freud escribe su texto sobre el Análisis de las masas y el Yo, poco antes del ascenso del nacionalsocialismo, una ideología que tiene un gancho firmemente atrapado en el populismo, al punto de que pueden establecerse relaciones de parentesco cercano. 

.1Almazán Alejandro, Osorno Diego Enrique, Turati Marcela, Villoro Luis. La ley del Cuerno. Ediciones Punto Cero.CDMX, 20162https://bbc.in/3oqARBv3Conseción de Telmex en manos de AMLO. Revista Proceso. 3 de oct. de 2021. 4Bartra Roger. Regreso a la jaula. El fracaso de López Obrador. Penguin Random House Grupo Editorial México5Almazán Alejandro et al. La ley del Cuerno. Ediciones Punto Cero. CDMX, 20166Bartra Roger. Regreso a la jaula. El fracaso de López Obrador. Ídem.7Agamben Giorgio. El poder soberano y la nuda vida. Ed. Pre –Textos. Valencia, 1998. 8Mbembe Achille. Necropolítica seguido de Sobre el Gobierno privado indirecto. Ed. Melusina. España 2011. 9Y cuando hablo de raza, se comprenderá que es un concepto imaginario, pero que cumple con eficiencia la clasificación de supuestas diferencias en los seres humanos.10Bauman Zygmunt. Wars of the Globalization Era. European Journal of Social Theory. Vol. 4. No. 1. 2001. P.15. 11Canneti Elías. Masa y poder. Muchnik Editores. España, 1977. P. 277.12Canneti Elías.Op. Cit. P. 224.13Freud Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. Amorrortu Editores, S.A. cuarta reimpresión 1992.14Freud Sigmund. Más allá del principio del placer. Amorrortu Editores, S.A. cuarta reimpresión 1992