Las batallas ambivalentes en el intento de suicidio.

Alma Leticia Paz

Un primer paso para adentrarse en las batallas que se libran en el intento de suicidio es ubicarlo dentro de la clínica. Para ello parto de la propuesta freudiana establecida en Duelo y melancolía.

 
“El cuadro nosológico de la melancolía destaca el desagrado moral con el propio sopor encima de otras tachas quebranto físico, fealdad, debilidad, inferioridad social, rara vez son objeto de esa apreciación que el enfermo hace de sí mismo; sólo el empobrecimiento ocupa un lugar privilegiado entre sus temores y aseveraciones.[1]
 
 
El desagrado contra el propio yo muestra ya la puesta en marcha de una batalla que tiene en el yo al enemigo. Porque es contra él que se dirige la fuerza aniquiladora. Esto se puede encontrar
 
“Si con tenacidad se presta oídos a las querellas que el paciente se dirige, llega un momento en que no es posible sustraerse a la impresión de que las más fuertes de ellas se adecuan muy poco a su propia persona y muchas, con levísimas modificaciones, se ajustan a otra persona a quien el enfermo ama, ha amado, amaría… Así se tiene en la mano la clave del cuadro clínico si se disciernen los autoreproches como reproches contra un objeto de amor, que desde este han rebotado sobre el yo.” [2]
 
 
 
El reproche que rebota en el yo y que se origina contra el objeto de amor, muestra la elección de objeto narcisista, la cual tiene en el ello al actor principal por ser el reservorio de la libido. En el ello-yo todavía no diferenciados el yo llegará a ser aceptado o no como objeto de amor, el intento de suicido señala una de las formas en que el yo no ha sido aceptado por ello. Es decir no hay fijación de la investidura del ello en el objeto, por esto es que lo ubicamos como un proceso melancólico con determinantes narcisistas.
 
La confusión entre el yo y el objeto nos muestra la identificación melancólica en donde “es remplazado el investimento del objeto perdido por una identificación a la imagen del objeto pedido”[3] Una de las dificultades de esta identificación es la de diferenciar investidura de identificación en los primeros tiempo, tal vez por esto es que en la melancolía “La identificación del yo con la imagen total del objeto representa una regresión a un modo arcaico de identificación en el que el yo se encuentra en una relación de incorporación al objeto”[4]
 
La regresión al modo arcaico de identificación nos ubica en la complejidad del narcisismo primario, más específicamente al modo de satisfacción de tipo narcisista, esto se produce cuando el aparato psíquico no puede defenderse de la angustia, probablemente la represión falla o no se puede llevar a acabo por resistencia. Al regresar se busca la satisfacción por medio de la omnipotencia, la megalomanía, y el autoerotismo que son propias del narcisismo primario.
 
Es decir, que con la regresión se encuentra con el funcionamiento del proceso primario que rige en el sistema inconciente por esto es que “A estas batallas parciales no podemos situarlas en otro sistema que el Icc, el reino de las huellas mnémicas de cosa sachliche Erinnerungspure (a diferencia de las investiduras palabra)”[5]
 
Para que una huella mnénica advenga como tal, es necesario que la percepción sea investida. Sin embargo el reino de las huellas mnémicas de cosa se refiere al sistema inconsciente a diferencia de las de palabra cuya investidura las ubica en el sistema Prec-conciente.
 
Continuando con la regresión tenemos entonces que el modo de satisfacción narcisista que consiste en la acción específica del Otro-materno registrada como huella de vivencia de satisfacción, o como de insatisfacción; la diferencia se establece a partir de la investidura presente en la primera y ausente en la segunda.
 
También hemos de tener en cuenta que cuando hay vivencia de satisfacción se abre la vía al autoerotismo, es decir al placer, que como principio no llega solo, sino a manera de polaridad placer-displacer. Este Principio organiza la vida psíquica y “Es heredero del principio de Nirvana. Este último aspira a la abolición total de tensiones, a su reducción al nivel cero, es decir al silencio afectivo total.”[6] Como lo que encontramos en el intento de suicidio.
 
El principio placer-displacer lo vemos actuar como pivote entre el amor y el odio que son elementos propios de la ambivalencia desde el narcisismo primario.
 
La identificación narcisista con el objeto está determinada por efecto de las investiduras, que desde lo originario inconsciente de la madre deja como enhuellado, pues tras este se esconde la identificación primera con el padre prehistórico y el No de la prohibición del superyó. Este largo proceso se organiza desde el narcisismo materno y su inconciente reprimido.
 
La represión propiamente dicha con la instauración previa del ideal del yo, permite que la mezcla pulsional sea regulada. Todas aquellas aspiraciones del ello han sido sofocadas, por la emergencia del ideal, como sustituto del objeto perdido. Es decir que el narcisismo, como el tiempo placentero debe a su término resignarse a perder esta condición de funcionamiento, dejar la omnipotencia, por el no del superyó que promueve la castración, a partir del cual el deseo se instaura.
 
Cuando no se produce tal resignación el sistema entra en un proceso melancólico, a partir del cual; el yo identificado con la imagen del objeto perdido, lo que llamamos identificación melancólica.Es por esto que el yo recibe sobre sí todos los reproches y castigos superyoicos, por estar confundido con ese objeto.
 
En el intento de suicidio como proceso melancólico encontramos que el proceso de duelo es patológico, y su curso nos muestra que “La investidura de objeto resultó poco resistente, fue cancelada, pero la libido libre no se desplazó a otro objeto sino que se retiró sobre el yo.”[7]
 
Así, el yo denigrado se identifica con el objeto perdido, es decir acepta no ser el objeto amado, entonces al no soportar tal afrenta emprende la retirada y la regresión se produce. Las batallas ambivalentes se inician, con la regresión, entonces tenemos que la fuerza del ello avasalla al yo identificado con el objeto.
 
Si el amor por el objeto –ese amor que no puede resignarse al par que el objeto mismo es resignado- se refugia en la identificación narcisista el odio se ensaña con ese objeto sustitutivo insultándolo, denigrándolo, haciéndole sufrir y ganando en este sufrimiento una satisfacción sádica.[8]
 
La fuerza del superyó derrota al yo, frente a un superyó hipersevero, que busca la satisfacción sádica al que no logra complacer, ENTOCES el yo se escinde pero aun así, teme su castigo de desamor. Así vemos que la identificación directa con el padre de la preshistoria. “Que es más temprana que cualquier investidura de objeto.”[9] Deja al yo en el lugar de un objeto extraño al que hay que aniquilar.
 
Podemos suponer que en la melancolía la noción de perdida dentro de la vida pulsional se refiere a una perdida de afecto, es decir de una parte de la representación amor o más específicamente perderse como objeto de amor. Si tenemos en cuenta que “La angustia de muerte de la melancolía admite una sola explicación, a saber, que el yo se resigna a sí mismo porque se siente odiado y perseguido por el superyó, en vez de sentirse amado. En efecto vivir tiene para el yo el mismo significado que ser amado: ser amado por el superyó que también en esto se presenta como subrogado del ello.” [10]
 
 
Con estos datos pasemos a la clínica donde podemos encontrar las estrategias metapsicológica del intento de suicidio y encontrar algunas respuestas a la pregunta ¿Qué pasa con los afectos en el intento de suicidio?
 
En un de los primeros trabajos freudianos encontramos algunas pista. “El afecto correspondiente a la melancolía es el del duelo. O sea la añoranza de algo perdido. Por tanto, acaso se trate en la melancolía de una perdida, producida dentro de la vida pulsional. … La melancolía consistiría en el duelo por la pérdida de la libido” [11]
 
Si el proceso melancólico es ubicable en el sistema inconciente, es decir que la investidura narcisista de objeto, aquella que ha perdido el yo al identificarse con el objeto, hace que la libido no este ligada a la representación palabra, sino a la de cosa, el duelo como afecto por el objeto perdido no es posible, es decir el trabajo del duelo esta bloqueado en tanto afecto, y podríamos suponer ¿Que el yo-cuerpo queda como representación cosa, al ser desinvertido?
 
La desinvestidura del yo se debe a que ha colapsado en un proceso melancólico donde el yo identificado-confundido con la imagen del objeto muestra la escisión del yo, pues él mismo se ataca. La desmezcla pulsional se presenta porque “La ambivalencia que caracteriza a esas investiduras de objeto alcanza al Yo. El odio ataca al Yo. Como atacaría al objeto perdido.”[12]
 
 
Podemos suponer que en la melancolía la noción de perdida dentro de la vida pulsional se refiere a una perdida de afecto, es decir de una parte de la representación amor o más específicamente perderse como objeto de amor.
La pérdida en el yo, promueve la herida narcisista por esto “La lucha del melancólico se produce alrededor de las representaciones de cosa en el inconsciente, las cuales son apuestas del conflicto: el amor por el objeto manda conservarlas pese a la pérdida, el odio por el objeto exige deshacerlas”[13]
 
Antes de continuar tenemos que situar a los afectos en la vida pulsional, es en la clínica donde podemos encontrar a los afectos ingobernables que no encuentran las palabras y pasan a ser actuados sin sentido. Tenemos entonces que el afecto es una de las dos partes de la pulsión o aquella energía psíquica que inviste la percepción, es la parte cualitativa de la pulsión que corre el riesgo cuando ocurre el intento de suicidio pues “El afecto es identificado con la investidura torrencial que rompe los diques de la represión, sumerge las capacidades de ligazón y de control del Yo. Se convierte en una pasión sorda ciega, ruinosa para la organización psíquica.”[14]
 
 
Tal vez, en este punto podemos señalar las dificultades por las que atraviesan los afectos entre el odio y el amor, pasando por la vergüenza, la culpa, el miedo, y la ira. Enfrentados por las batallas ambivalentes, que ponen en riego la vida, que rompen los límites establecidos por la represión que falla.
 
Para nuestra sorpresa Freud dejó algunas líneas sobre el tema que nos ocupa, En el caso de la joven homosexual hay un intento de suicidio, cuyo análisis nos permitirá ampliar este desarrollo.
 
El intento de suicidio de la joven homosexual se presenta después de un encuentro en plena calle con su padre. Ella va acompañada de una dama de no buena reputación, a quien ella admiraba. El padre pasa junto a ellas y le arrojo una mirada furiosa.
 
Más tarde, la joven homosexual le ha “confesado a la dama que el señor que las había mirado tan fieramente era su padre, quien no quería saber nada de ese trato. Y la dama entonces, se encolerizó y le ordenó que la dejase en el acto y nunca más la aguardase ni le dirigiera la palabra”.[15]
Tras esto la chica se precipito dice Freud a las vías del ferrocarril, aunque cabe también decir que se arrojo.
 
Aunque en este trabajo Freud esta elaborando la psicogénesis de la homosexualidad femenina, en su trabajo encontramos líneas muy precisas sobre el tema.
 
“El intento de suicidio fue, como cabía esperar, además de eso otras dos cosas; un cumplimiento de castigo (autopunición) y un cumplimiento de deseo. En cuanto a este último, significaba la consecución de aquel deseo cuyo desengaño la había empujado a la homosexualidad, a saber, el tener u hijo del padre. …La relación con la autopunición se debe a
“La identificación con la madre, que habría debido morir en ese parto del hijo que le había arrebatado (a la hija), este cumplimiento de castigo es, empero otra vez un cumplimiento de deseo.”[16]
 
El manejo de las identificaciones preedípicas de tipo narcisista evidencian “El conmovedor amor parental, tan infantil en el fondo no es otra cosa que el narcisismo redivido de los padres”[17] el narcisismo de la chica homesexual y sus dificultades en la resolución edípica muestra las de sus padres. Por que también el deseo de ellos esta en juego
 
 
Si como dice Freud la sombra del objeto cayo sobre el yo, en el intento de suicidio, la elección de objeto narcisista y la regresión a una época arcaica hace que la castración no pueda ser sostenida, pues para eso tendría que haberse establecido la represión y el ideal como su condición, es decir que el yo ideal narcisista, para el cual la energía es de tipo libre y no ligada. No alcanzó la representación y por lo tanto tampoco la percepción de la prohibición que encarna la castración, como uno de los efectos de la resolución edípica. De tal manera que se desmiente la falta.
 
Lo que queda del yo también es la sombra, la desinvestidura le ha degradado porque “el combate del amor y del odio que gira alrededor del objeto, es esencial para la supervivencia o la muerte del Yo”[18]
 
En la joven homosexual la identificación con la madre, como señala Freud, es con la imagen del objeto, que desde el Edipo no ha resignado el objeto parental, no deja al padre, ni a la madre, se confunde con ellos.
 
En las líneas del caso encontramos que “En la motivación expuesta por la muchacha, el padre no aparece; ni siquiera se menciona la angustia frente a su cólera. En la motivación colegida por el análisis, a él le toca el principal papel.” [19]
 
El duelo por el narcisismo perdido parece que no se resigna, la resolución del complejo de Edipo queda en duda, pero además hay un narcisismo exacerbado que a pesar del tiempo o tal vez a contra corriente de este no se resigna a perder el objeto narcisista con que se identificó.
 
Podemos suponer que la joven homosexual se encuentra en un proceso melancólico y que en su relato al no aparecer el padre, o como dijera Freud el que tiene el papel principal, la chica se identificó en acto. Es decir: la hija actúa la ausencia, que en el intento de suicidio la ausencia del no del superyó que aportan los padres; provoca la ausencia de ella misma.
 
Entonces la mirada furiosa (del padre) recae sobre el cuerpo desinvertido, desafectado, sin valor para el yo, que ejecuta la acción sancionadora desde el superyo, que ordena y toma la fuerza inconsciente del ello. Entonces el yo sucumbe ante la desmezcla pulsional, y la pulsión de muerte con su acción muda tiene efecto.
 
Cuando el intento de suicidio, como la exacerbada añoranza por el padre de la prehistoria original se lleva a cabo durante el análisis, considero que la transferencia puede ser el lazo que permita de algún modo el restablecimiento de las investiduras, es decir del afecto; a partir del cual la percepción, el pensar, el trabajo de los duelos pendientes desde el Edipo, puedan empezar a tramitarse. Amén de la identificación con la imagen que conlleva la confusión especular.
 
El amor de transferencia con su aspecto libidinizante, será un tema a trabajar arduamente, pues se enfrenta como siempre y no precisamente por el antecedente del intento de suicidio, a la reacción terapéutica negativa.
 
 
 
BIBLIOGRAFIA
 
 
FREUD SIGMUND
Duelo y melancolía Tomo XIV. Obras Completas Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1976.
Introducción del narcisismo. Tomo XIV. Obras Completas. Ed Amorortu. Buenos Aires .1976.
Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina. Tomo XVII. Obras Completas Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1976.
Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Manuscrito G Melancolía. Tomo I. Obras Completas. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1976
El yo y el Ello. Tomo XIX. Obras Completas. Ed. Amorrortu. Buenos Aires. 1976
Nasio J. David. Enseñanza de 7 Conceptos Cruciales del Psicoanálisis. Ed. Gedisa. Barcelona. 1991.
Green Andre Discurso Vivo. Ed. Promolibro. Valencia .1998.

 


[1] Freud, Sigmund. Duelo y melancolía. P.245.
[2] Freud. Sigmund. Duelo y melancolía. P.245-46. (el subrayado es mió)
[3] Nasio Juan, D. Enseñanza de 7 conceptos Cruciales del Psicoanálisis. P.171.
[4] Op Cit. P. 70.
[5] Freud. S. Duelo y melancolía. P. 253-4.
[6] Green. A. Dicurso Vivo. P.295.
[7] Freud, Sigmund. Duelo y melancolía. P.246.
[8] Freud. Sigmund. Duelo y melancolía. P.249.
[9] Freud, Sigmund. El yo y el ello. P.33.
[10] Freud, Sigmund. El yo y el ello. P.58.
[11] Freud Sigmud. Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Manuscrito G Melancolía. P.240.
[12] Green Andre. Discurso vivo. p.175.
[13] Op. Cit. P.176.
[14] Op. Cit P. 298.
[15] Freud, Sigmund. Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina. P.154-55
[16] Ibid. P.155.
[17] Freud, Sigmund. Introducción del narcisismo. p. 88
[18] Green Amdre. Discurso vivo. P.176.
[19] Freud, Sigmund. Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina.p.156.