Los 450 euros de Freud.

Una fabulación aritmética.

 Henri Roudier

DOS CÁLCULOS: 450 € O 25 US$
 
El procedimiento que, à priori, permite evaluar el valor relativo de una cantidad de dinero del año 1926 utiliza un “convertidor” que, como otros tantos, se encuentra en Internet. Dichos convertidores (denominados calculadores de inflación o measuring worth calculators), se basan en estimaciones del aumento de los precios año por año; la tasa de inflación acumulada durante varios años se deduce sin dificultad: el cálculo es sólo una serie de multiplicaciones basadas en porcentajes.
 
Sabemos que a partir de 1926 él recibe solamente cinco pacientes al día y cobra $25 dólares por la sesión de una hora. [1]. Podemos considerar la conversión del dólar de 1926 en francos de aquel tiempo y luego aplicar a este monto la tasa de inflación cumulada de 1926 a 2009, para convertirlo en euros: en 1926 el dólar vale 30AF (francos antiguos), la sesión cuesta entonces 750AF. Como la inflación acumulada en Francia es de 39000% (de acuerdo a la mayoría de calculadores), la conversión en euros es igual a 445€. [2]
 
No obstante, es más coherente tomar al dólar como base de cálculo, moneda que no se devaluó al mismo ritmo que las monedas europeas. El mismo procedimiento, basado en la depreciación del dólar, convierte primero los dólares de 1926 en dólares del 2002 y luego en euros. Según los criterios considerados, la tasa de inflación acumulada del dólar varía entre 800% y 1100%. Los 25 dólares de 1926 dan un monto que va de 225 a 300 dólares (en el 2009); una tasa acumulada de 900% es equivalente a 250 dólares (es decir 175€ en 2009).
 
Tratar de evaluar las cuarenta coronas que cobraba Freud por una consulta en Viena antes de la guerra de 1914 [3] aportaría resultados menos significativos.
Estos cálculos nos sorprende [4], porque durante el período 1926-2009, la conversión de dólares de 1926 en francos y luego de francos en euros por un lado, y por otro la conversión de dólares de 1926 en dólar en 2009 no da el mismo resultado. A este respecto podemos citar la observación encontrada en uno de los sitios de conversión estadounidenses, que tras varias observaciones alertan sobre el uso abusivo de este tipo de cálculo: « These considerations do not stop the fascination with these comparisons or even the necessity for them ». [5]
 
El procedimiento utilizado da, en el mejor de los casos, una vaga idea del orden de magnitud [6] y pierde todo carácter significativo porque en una relación de 1 a 3, es muy fácil hacer que varíen los resultados. Existen otros medios para demostrar que estos cálculos son algo aventurados. De todas formas queda en entredicho la idea de que el valor de un objeto o de un servicio sería un invariante (de tiempo o de lugar), el cambio de moneda sólo corresponde a un simple cambio de unidad. En otras palabras, si el metro o el kilómetro son unidades diferentes con las que se mide la distancia entre dos puntos (independientemente de la unidad elegida), las cosas son más complejas cuando se trata del aumento de los precios.
 
Podríamos decir que sería mejor aplicar los $25 dólares de Freud a los salarios o ingresos de aquel tiempo. En 1926 un obrero estadounidense que entra a trabajar en la fábrica de Henry Ford, gana buen dinero: 7 dólares al día. En ese mismo período, un anciano, conocido en todo el mundo, arruinado como todos los vieneses tras la gran guerra y quien lucha estoicamente contra un cáncer, gana en un día de trabajo 17 veces más que el obrero de Ford. ¿Es esto escandaloso?
 
También podríamos orientarnos hacia la literatura. Las novelas son verdaderas fuentes de información para quien se interesa en la economía de la vida diaria. En los años 30 Marlowe, el detective privado héroe de Chandler, cobra 25 dólares al día (más gastos), y vive modestamente en Los Ángeles [7].
 
 
INFLACIÓN, ALSA DE PRECIOS Y VALOR DE LA MONEDA
 
Veamos ¿qué miden los convertidores: el alza de precios, la inflación, el valor relativo del dinero? ¿La diferencia entre estos resultados es debida a las devaluaciones y a la inflación que va de par con la economía europea durante un siglo? ¿O al hecho de que los calculadores se basan en el alza de los precios? Vamos a limitarnos a las observaciones siguientes:
· Según las épocas, la devaluación de una moneda no responde necesariamente a las mismas necesidades.
· De acuerdo con el INSSE (Instituto nacional de estadística y estudios económicos), “se debe diferenciar la inflación del aumento del coste de la vida… Para evaluar la tasa de inflación se utiliza el índice de los precios del consumo [que no se debe confundir con], un índice de coste de la vida”.
· En el siglo veinte, los conceptos de la inflación evolucionan con los sistemas monetarios [8]. Hasta 1914 estos se fundan en la convertibilidad oro-billetes de banco: la inflación se diferencia entonces del alza de los precios. Con la desaparición de este sistema, el concepto cambia : la inflación se entiende como un desequilibrio económico entre la oferta y la demanda global, que se refleja en el aumento de los precios. El año 1945 marca de nuevo un cambio conceptual: la inflación se define como un alza general de los precios, debido solamente al exceso de la demanda. Luego se concibe la idea de que es el funcionamiento del propio sistema económico lo que explica la inflación. Se pasa entonces de la idea original de inflamiento de la masa monetaria a la de regulación del sistema económico. El funcionamiento de la moneda en una economía no se puede comprender de la misma forma en 1914 que en 2009 [9].
· Por consiguiente, encadenar los cálculos del alza de precios durante 80 años esperando obtener así la evaluación de una suma de dinero en el tiempo equivale a confundir la inflación, el alza de los precios y el valor de la moneda. Equivale a olvidar que la economía de lo cotidiano no queda al margen de la historia. Observaremos con J. F. Larribau (artículo “Dollar”, de la l’Encyclopedia Universalis), que “es (….) en términos del poder adquisitivo que se debe apreciar el valor real del dólar. Desde este punto de vista, estimado en base al índice de los precios al por mayor desde finales del siglo XVIII, el poder adquisitivo a conocido una degradación que marca una tendencia muy débil (…): a finales de 1977 y en base a 100 en 1967, el valor del dólar sólo era 20% más bajo que en 1792.”
· Los historiadores de la economía desconfían, por consiguiente, de ese tipo de transposiciones porque se trata del paso de un régimen económico a otro. Aún hoy, el índice de los precios depende de varios factores cuyo peso respectivo no es el mismo de una economía a otra [10].
 
 
CONCLUSIÓN
 
Llevar a cabo un estudio sobre los medios de existencia de una categoría social en une período dado, exige los recursos de la historia cuantitativa. Además se necesitan escalas de ingresos complicadas par los autónomos. También se podría estudiar la cuestión del dinero en la cura analítica, situándola en el marco de una historia general de los pacientes [11]. Aunque esta historia no se haya escrito aun , no obstante, contamos con datos cualitativos al respecto [12].
En términos de esta demostración por lo absurdo, dejaremos las conversiones en el reino de los fantasmas. Y, para volver a Freud, me atendré a los escritos de Henri Ellenberger en su Histoire de la découverte de l’inconscient (Historia del descubrimiento del inconsciente): “La vida de Sigmund Freud ofrece el ejemplo de ascensión social progresiva, desde la clase media inferior a la alta burguesía. Tras los años difíciles de Privat-Dozent, se convierte en uno de los médicos más célebres de Viena, provisto del título envidiable de profesor extraordinario. Los pacientes con los que emprende sus estudios neurológicos formaban parte de las capas inferiores de la población, pero su clientela privada, sobre la cual reposa su psicoanálisis, estaba compuesta de enfermos de las capas más altas de la sociedad. A eso de los cincuenta años, se encontraba a la cabeza de un movimiento cuya influencia no cesó de ampliarse en toda la vida cultural del mundo civilizado, tanto es así que a los sesenta años gozaba de una celebridad internacional. Cuando murió exiliado en Inglaterra, nos gustaba proclamarlo como el símbolo de un combate de la libertad contra la opresión fascista”.
 
Notas 
[1] En este período, Freud no siempre trabaja seis días por semana, ya tiene setenta años y el cáncer hace que interrumpa, algunas veces por largo tiempo, su trabajo. La suma de $25 parece elevada pero, hasta ahora, no suscita ninguna objeción y, a menudo, incumbe a los pacientes provenientes de Estados Unidos. De hecho, Freud nunca teorizó sobre el pago en la cura y aunque sólo hace de este una necesidad económica, afirma que lo ideal sería poder hacer curas gratuitas.
[2] En 1927 el dólar vale 25 AF. Un cálculo análogo da como resultado 371€; si nos atenemos a la tasa de cambio de 1934, se obtiene 235€. Vemos así la inanidad de estos cálculos, al menos que queramos evaluar el coste de la sesión de Freud al 30 de junio, al 7 de julio, al….
[3] Según Jones.
[4] El cálculo en base al chelín austriaco aportará, seguramente, resultados análogos.
[5] La anécdota siguiente también lo expresa. Al entrar una mañana en mi sala de clase, veo el tablero cubierto de cálculos extraños. Mis alumnos, en clase preparatoria científica, leen El Avaro de Moliere y se empeñan en convertir los diez mil escudos de Harpagon en euros.
[6] Existen varios criterios de reevaluación de una moneda en el tiempo. Según los criterios utilizados, los resultados distan mucho los unos de los otros.
[7] Sería mucho más interesante dirigirse a los novelistas de este período.
[8] Cf. artículo de la Encyclopedia Universalis «Inflation et déflation» (Inflación y deflación) de Pierre Biacabe , del cual extraigo las observaciones.
[9] Recordemos las discusiones actuales sobre el euro.
[10] Un historiador que se preocupe por las « cuestiones sociales » y no del dinero, encontraría estos cálculos no sólo sin mucho sentido, sino además sin gran interés. Por el contrario, sería interesante saber cuales son los honorarios de un médico de renombre en Viena hacia el 1926.
[11] Jones ya aportaba informaciones interesantes al respecto, pero hacer de él un hagiógrafo no es para nada serio. Cierto es que Jones escribió una historia « oficial » ; su política de « salvamento » del psicoanálisis en la Alemania nazi fue catastrófica. Pero el que no haya demostrado tener mayor clarividencia con relación a la mayoría de los dirigentes políticos de aquel tiempo, no hace que su obra carezca de interés.
[12] Cf. las obras de Henri Ellenberger, Carl Schorske, William M. Johnston o Jacques Le Rider