La formación psicoanalítica

Después de poco más de 100 años que se formó el primer Instituto de Psicoanálisis en el seno de la International Psychoanalytical Association (IPA), existen diversos modelos que pueden dar cuenta del paso por la experiencia del inconsciente en transferencia.  Es menester decir que en este momento del psicoanálisis hay un resquebrajamiento de las unidades teóricas que imperaban a inicios del siglo pasado y es inevitable el reconocimiento de la coexistencia de discursos teóricos múltiples. Si bien es cierto que la institución puede hacer las veces de obstáculo en el análisis mismo, también es cierto que ha habido necesidad de establecer ciertos estándares formativos dada la diversidad existente en cuanto a la teoría y el objeto del psicoanálisis.

En esta diversidad, donde hay muchos saberes,   aparecen como saberes acabados,  y terminan por ser es saberes fragmentados que favorecen la idealización de uno u otro sistema de ideas. No hay un pensamiento unitario, hoy es raro encontrar líneas teóricas puras, la teoría psicoanalítica no tiene la función de un texto religioso ni es igualable a la función de la concepción de una teoría en ciencias básicas; son “andamios” decía Freud, que irán permitiendo armar redes significativas de palabras con cada paciente, o entre analistas.

Por ejemplo, en la IPA, existen tres modelos, que, con sus variantes, convergen en la articulación base para la formación, a saber: el análisis personal, la formación teórica y la práctica supervisada. De qué forma se dan estas variantes, es lo que da la diferencia entre estos modelos.

La experiencia analítica central es una experiencia del inconsciente en transferencia, y ella solo puede darse en situaciones de intensidad analítica, la cual implica una alta frecuencia, sin decir exactamente cuántas sesiones. Pero me parece que alguien que se va a dedicar a trabajar con el inconsciente, esto sería lo deseable, si bien es cierto que las reglamentaciones existentes no necesariamente están vinculadas a buenas experiencias, pero dan un marco referencial a partir del cual pueden darse diversos recorridos posibles para que cada quien arme su trayectoria singular y diferente dentro de lo homogéneo de las reglas.

Es cierto que la experiencia del inconsciente en transferencia puede quedar aplastada por una excesiva reglamentación. Cualquier regla que se quiera implementar encontrará su explicación teórica, y de eso no se trata. Sabemos que muchas formalizaciones hacen más de obstáculo que de promoción de la producción de un sujeto. Hay situaciones de análisis en condiciones difíciles, que cuando menos en mi caso, han sido experiencias valiosas y no hay que ignorarlas.

Lo que correspondería a un instituto de formación que reconoce el trabajo realizado es valorar, a grandes rasgos, si alguien está en condiciones de llevar adelante un análisis, a partir de su práctica supervisada y de sus presentaciones clínicas.

Un instituto de psicoanálisis debería ofrecer las mejores condiciones para que alguien pueda formarse como psicoanalista, transitando a su modo la aventura del psicoanálisis, la teoría y la clínica supervisada. Me parece importante no perder esta esencia del psicoanálisis, porque dada la exigencia del estado para ejercer la clínica, podría diluirse este trípode, ofreciendo solo seminarios teóricos, o sólo técnica sin marco referencial, pero que al terminar, cuando egresan los alumnos,  se presentan como psicoanalistas; cuando muchas veces ni siquiera han tenido práctica clínica alguna, mucho menos visto pacientes o analizandos, o no sabiendo con qué marco referencial trabajan, sin poder en un caso o en otro, hacer una integración teórico-clínica, que abone a su experiencia práctica.

Ofrecer lo central del recorrido y aporte teórico freudiano como núcleo fundante del conocimiento y formación del psicoanalista, así como el paradigma de la creación de conocimiento;  ofrecer seminarios que introduzcan el conocimiento y la experiencia delas grandes líneas posfreudianas; ofrecer las articulaciones teórico-clínicas realizadas por Freud en sus historiales y las de otros autores desatacados. Acercar a la problemática de las grandes estructuras psicopatológicas para hacer frente a la transacción entre los deseos y las defensas. A la vez que se experimentan prácticas clínicas con analizandos y con el propio análisis personal, lo cual, al paso por el instituto, cristalizaría de forma singular esas experiencias.

La formación de un psicoanalista no consiste en un entrenamiento técnico, insisto, es una articulación entre la transmisión teórica, el análisis personal y la práctica clínica supervisada. Ninguna escuela, por más monoteórica que se pretenda, puede asegurar la formación de un tipo de analista y el ejercicio de un psicoanálisis. El encuentro de trabajo con analistas de diferentes formaciones es estimulante y se pueden reconocer dinas singularidades en la búsqueda a nuestro objeto común.

El tema del encuadre no es desligable de la posición de cada analista y con cada paciente, pero todos podemos estar de acuerdo, en que un análisis de alta frecuencia de sesiones es una buena condición para analizarse, más no podemos desvincular esta idea de la concepción de transferencia dependiendo de la referencia que cada quien tenga, no sería lo mismo un keliniano que un lacaniano, por ejemplo.

El que otras disciplinas, como antropología, historia, psicología, medicina, artes plásticas, etc.  se hayan enriquecido con los aportes del psicoanálisis hace que puedan tomar seminarios teóricos o posgrados en teoría psicoanalítica, cuyo objetivo no es formar psicoanalistas, sino abrir horizontes teóricos y prácticos en cada una de estas ramas del conocimiento y en un momento dado también ha abierto intercambio fructífero, lo cual ha nutrido al psicoanálisis.

Para finalizar, he de decir que frente a la demanda de posgrados, es un aspecto que no podemos aún sortear, el psicoanálisis no puede ser un posgrado y no puede ser puesto en paralelo con ninguna enseñanza de ningún tipo. Hay gente muy joven llamados a ejercer un trabajo en el área de salud, por ejemplo, psicólogos o médicos, y ellos aún no disponen de formación para lo que tienen que hacer. Ellos requieren de los que tenemos experiencia y conocimientos vinculados a las prácticas que desarrollarían. No podemos negar ni darle la vuelta al asunto: es un área de formación que requiere ser formulada para que responda con cabalidad las exigencias de la sociedad, pero claramente diferenciada de la formación psicoanalítica.

Griselda Sánchez Zago.