Homenaje a Marcelo Pasternac. Un estilo de transmisión.

Lucía Rangel H.

 
Este Homenaje¹ está dedicado al recuerdo de Marcelo en cada uno de nosotros, a lo que él nos dejó y a lo que él puso de sí en su enseñanza.
Mi primer recuerdo sobre esto data de mis años universitarios en Monterrey. Leíamos algunos artículos del libro que se volvió un clásico, Psicología, ideología y ciencia editado por siglo XXI, cuya primera edición había salido en 1975. En ese texto Pasternac se abocaba al problema de los métodos en psicología para distinguirlos del método psicoanalítico. La lectura de sus artículos cuestionaba todo lo que habíamos aprendido en otras materias en las que el discurso de la ciencia imperaba. El edificio del saber se me venía abajo, había sido mordida por una lectura distinta y un quiebre se había producido para mí.
Corría el año de 1984 cuando un grupo de jóvenes ¾ algunos aquí presentes ¾ nos reuníamos en el sótano de la Clínica San Rafael para seguir un seminario a cargo de Marcelo Pasternac. Se trataba de un espacio de reflexión, de lectura, de supervisión, algo muy distinto a lo que se ofrecía en las universidades. Se respiraba aire fresco, circulaban las dudas y se planteaban interrogantes nuevos. Fueron años muy fructíferos ya que dieron lugar al desmoronamiento de todo un discurso académico alrededor de los textos de Freud, a un acercamiento a la enseñanza de Lacan, al compromiso ineludible de la propia experiencia analítica, a discusiones apasionadas y a formar lazos de amistad que hoy en día aún perduran.
La presencia de Marcelo funcionaba como un punto de referencia, un faro que, en medio de la oscuridad, permitía orientarse.
Él me invitó a trabajar a Epeele, la editorial de la école lacanienne de psychanalyse en México que él dirigía, y ahí pude observar de cerca que el abordaje del análisis sobre un texto consistía en dejarse atrapar por los significantes, en leer entrelíneas, en deletrear lo leído, en escuchar las entonaciones y exclamaciones propias de un discurso, en hacer caso de los sin-sentidos, y en desechar el discurso del amo. Pero aún más importante comprendí, gracias a él, que la determinación de un momento no era la conclusión ni de una obra ni de una vida, ya que el saber se va inventando y decantando con el tiempo.
Su compromiso y su tenacidad iban tan lejos como para sostener un proyecto editorial “a fuerza de tracción” —como él mismo decía— en el sentido de que en Epeele trabajábamos mucho, y sin remuneración económica. Se publicaron durante su dirección más de 20 libros. Este hecho lo hacía sentir orgulloso, y no era para menos. Su trabajo de director no sólo se limitaba a la tarea de lector, revisor o traductor, sino que incluía labores por de más anodinas o terrestres. Aún lo recuerdo llevando y trayendo libros a la Gandhi o al FCE o a seminarios, haciendo cuentas del precario estado financiero de la editorial, convocando a reuniones para discutir tal o cual cosa y por supuesto -como algunos de ustedes lo recordarán- distribuyendo información sobre los títulos de la editorial y sus precios durante los seminarios de l´école lacanienne de psychanalyse en México.
Marcelo Pasternac era un hombre sabio y generoso. No se podría pensar en la transmisión del psicoanálisis lacaniano en México sin sus valiosas aportaciones. Su vasta producción escrita, ya sea en la Editorial Psicoanalítica de la letra que él mismo dirigía o en revistas tales como artefacto, Litoral o me cayó el veinte refleja su larga trayectoria y da cuenta de sus preocupaciones en torno al psicoanálisis.
Marcelo Pasternac hizo de la experiencia de la traducción una dimensión esencial del propio psicoanálisis, porque si algo marcó su enseñanza fue la seriedad con la que siempre tomó la tarea de traducir, transcribir y transliterar.
Gracias a su labor como traductor —junto con su esposa Nora y su hija Silvia— contamos desde 1993 con la traducción del francés al español de Letra por letra Transcribir, traducir, transliterar de Jean Allouch, editada por primera vez por Edelp en Argentina, y recientemente revisada y publicada en México por Epeele.
Prueba de su rigurosidad es la ardua tarea de revisar la traducción al español de los dos tomos de los Escritos de Lacan por Siglo XXI, que dio por resultado la publicación de su libro 1236 errores, erratas, omisiones y discrepancias en los Escritos de Lacan en español (2000). Posteriormente la aparición de otro libro, en coautoría con su esposa Nora, llamado Comentarios a neologismos de Jacques Lacan (2003). Textos imprescindibles para captar esas sutilezas del pasaje de lenguas con el que siempre jugó Lacan. Dos libros que no pueden faltar en la biblioteca de aquellos que se precien lectores de Lacan en español.
A estos trabajos, que bastarían para quedar inscripto en la historia del psicoanálisis lacaniano en lengua española, habría que agregar su libro Lacan o Derrida. Psicoanálisis o análisis deconstructivo, que en el año 2000 fue fundamental para dilucidar las críticas y la confusión que había levantado Derrida frente a lo que consideraba “el problema de la resistencia al yo del psicoanálisis”.² Así era Pasternac, un lector que levantaba la voz, que no podía dejar pasar los errores, omisiones o discrepancias ya sea en traducciones o en interpretaciones, y que en esta ocasión discutía con el Derrida que sostenía el “axioma de interminabilidad del psicoanálisis o su referencia a lo que sostiene, contra Lacan, como una indefinida o infinita partición de la letra, en su comentario sobre el Seminario de ❛La carta robada❜”.³
Pero Marcelo también levantaba la voz cuando estaba en desacuerdo con alguna de las publicaciones de l´école lacanienne de psychanalyse. De las más fructíferas fueron las discusiones que se dieron entre él y Allouch, a propósito de Foucault. Ya que el diálogo, algo que se estableció siempre entre ellos, ponía sobre la mesa una problematización y una mirada distinta frente a un texto. Me voy a remitir exclusivamente a una discusión sobre “el plus-de-gozar” que se dio en el año 2001, pero que ilustra perfectamente el estilo siempre tan preciso de señalar alguna cuestión de Pasternac.
 El artículo al que voy a hacer referencia, es el que se titula “La articulación ❛intensificación del placer-deseo-plus-de-gozar-goce❜”4, trabajo que fue expuesto en el seminario “Para introducir el sexo del amo” a cargo de Jean Allouch en febrero del 2001 en la Ciudad de México. Este trabajo de Marcelo fue elaborado como réplica al artículo de Allouch “La intensificación del placer es un plus-de-goce”.5
El diálogo comienza en el momento en que Allouch lanza una provocación, que Pasternac recibe, y que consiste en la afirmación que dice: “el psicoanálisis será foucaultiano o no será”, a ello Pasternac responde: “sí, pero No-todo Foucault”.
El psicoanálisis —dice — puede suscribir el Foucault de Vigilar y castigar que denuncia una mirada normativizante que “compara, diferencia, jerarquiza, homogeneiza y excluye”, la cual efectivamente haría que el psicoanálisis sencillamente desaparezca como práctica. Para Pasternac:
 
El psicoanálisis a-valorativo será estrictamente singular, se regulará en torno a la emergencia de la particularidad del deseo subjetivo … o no será ni foucaultiano, ni lacaniano, ni psicoanálisis, a secas.6
 
Ese era el psicoanálisis que practicaba Pasternac. Sin embargo, el punto de desacuerdo gira alrededor de lo que Allouch ha llamado el “rasgo distintivo” de Foucault, a saber “la intensificación del placer”.7 Este “rasgo distintivo” es, según Allouch, el correlato de lo que Lacan llamó, el 13 de noviembre de 1963 en el seminario De un Otro al otro, el “plus-de-gozar”, que en realidad no era más que otra manera de nombrar el objeto a.
Entonces, mientras Allouch afirma la “equivalencia” o el “correlato” entre el plus-de-gozar y la intensificación del placer, Pasternac es mucho más cauteloso al plantear que existe una “articulación”, más no una equivalencia de término a término. El Diccionario de la Real Academia define “articulación” como la “Unión entre dos piezas rígidas que permite el movimiento relativo entre ellas” o también como “la unión de distintos elementos que forman un conjunto ordenado”. Y define equivalencia como la “Igualdad en la función, el valor, la potencia o la eficacia de dos o más cosas distintas entre sí”. En esta sutileza entre la “igualdad en la función” o la “unión de distintos elementos que permite el movimiento” es que discrepan los autores.
El argumento principal de Pasternac para descartar esa equivalencia que plantea Allouch entre Foucault y Lacan a ese respecto, consiste en que lo que Foucault llama placer o deseo no corresponde necesariamente al discurso psicoanalítico. Y, por tanto, básicamente estaría ahí el problema de igualar lo que no es comparable. Digamos que este es el primer señalamiento de Pasternac: diferenciar el uso de términos de manera coloquial, de la dimensión estructural y conceptual8 a la que alude el psicoanálisis cuando se habla de placer o de deseo.
Critica asimismo cuando Foucault atribuye al psicoanalista y al filósofo de manera generalizada afirmar que lo “importante es el deseo, y que el placer es nada”.9 Pasternac reacciona de manera enérgica para decir: “no hay tal oposición”. Es más -nos dice- “desde el punto de vista psicoanalítico, el deseo moviliza la búsqueda del placer”. Es decir, deseo y placer, que son elementos distintos, se conjugan para dar el movimiento que se requiere para la búsqueda de nuevos placeres. En sus propias palabras precisa:
 
La relación deseo/placer no se sitúa en un sistema de oposiciones sino en niveles distintos de promoción, de determinación, de impulsión […] El deseo, en sentido conceptual, no empírico –defecto de la designación- está en la base de lo que mueve la vida del sujeto, incluso y sobre todo en la búsqueda del placer, y en la invención de nuevos placeres reclamada por Foucault.10
 
Por tanto, el hecho de que se diga que el deseo “está en la base de lo que mueve al sujeto” no implica que ello sea más importante que el placer, sino que son “niveles distintos” y que no se pueden desarticular. Rechaza asimismo el imperativo “debemos” que Foucault sugiere cuando menciona que
En lo que debemos trabajar, me parece, no es realmente en liberar nuestros deseos, sino en volvernos nosotros mismos infinitamente más susceptibles de placer (escapando a las fórmulas consabidas del puro encuentro sexual y de la fusión amorosa de las identidades).11
 
Marcelo le rebate esa postura al decirle que más bien ocurre que “Como tenemos deseos, ellos impulsan a la creación de placeres nuevos… siempre que los hayamos liberado de sus ataduras y que no les hayamos introducido otras de un modo valorativo”.12
Sin embargo, sobre esta oposición entre placer y deseo que Foucault le atribuye al psicoanálisis, tanto Pasternac como Allouch coinciden en que ambos términos no se excluyen el uno al otro. Lo que los hace verdaderamente discrepar radica en hacer equivaler el término “placer” de Foucault con lo que Lacan designa como “goce”.
Pasternac señala que primero habría que diferenciar el “plus-de-gozar” del goce, para luego “articularlo” con el deseo y con el placer.
El plus-de-gozar no es el goce sino “un resto”, “un efecto del discurso” y resulta de una pérdida del goce. Además su escritura tan particular con sus consabidos guiones –nos dice Marcelo- evita el riesgo del uso coloquial y acentúa su “carácter conceptual”. Se apoya, para sostener lo anterior, en el hecho de que Lacan lo emparenta con el término “plusvalía” de Marx. Pero sobre todo en el hecho de que ambos términos señalan que se efectúa una pérdida del goce de un “modo imperceptible”, ya sea al entrar al mercado del trabajo en el caso de la plusvalía, o como efecto de la subjetivación, en la que la dimensión del significante introduce el efecto de esa pérdida. Entonces, una cosa sería el concepto –que no es un observable como tal- y otra muy distinta sería lo relativo a los efectos visibles que produce dicha pérdida.
Entonces ¿cómo comparar un concepto “plus-de-gozar” con un fenómeno sensible a nivel del cuerpo como el del placer? Parece preguntarle Marcelo a Allouch.
Ahora bien, respecto a la pérdida del goce, ambos concuerdan básicamente en que la primera experiencia de goce marca una distancia respecto a las posteriores. Es decir, entre la experiencia buscada y la obtenida hay una pérdida de goce. Por tanto, cada intento por recuperar lo perdido sería infructuoso ya que cada repetición evidencia que el goce que se experimenta no es tan gozoso como el primero. De ahí que se hable del goce como masoquista.
 Sin embargo, Pasternac recurre a una cita de Lacan para dejar más claro este asunto: “Es justamente por ser percibido en la dimensión de la pérdida que algo se necesita para compensar […] Es solamente esta dimensión de la entropía la que hace tomar cuerpo a esto de que hay un plus-de-gozar a recuperar”.13
Pero ¿qué se recupera en ese plus-de-gozar? El mismo Marcelo ofrece una respuesta:
Me interesa subrayar [dice MP] esa pequeña frase [de Lacan]: esa dimensión de pérdida “vino a golpear” y resuena como “goce, y goce a repetir”, hay pues un plus-de-gozar que hay que recuperar … ¿Recuperar? ¿Cómo? Pues, buscándolo, impulsado por el deseo instaurado por la pérdida.14
 
De esa pérdida resulta una “animación feroz” que para Marcelo es “lo más afín con la idea de la “intensificación impulsada por el deseo”. Entonces, Lacan no dejo de lado el goce para ocuparse exclusivamente del deseo, sino que elaboró como dice Marcelo “una cadena que va del goce al placer pasando por el plus-de-gozar, objeto a”.
Ciertamente queda mucha tinta en el tintero, pero sólo me interesaba mostrar cómo al levantar su voz Marcelo, uno comprendía que ahí había algo que faltaba precisar.
¡Ay Marcelo, la luz del faro se apagó!, ¡Cuánta falta nos va a hacer escuchar tu voz!
Para terminar escuchemos, de viva voz15, una estrofa de una canción que él cantó durante el seminario L´amour Lacan de Allouch en 2008 que tenía como objetivo esclarecer la demanda de un amor no místico:
 
Amor, amor, amor, y más amor,
si tú me dieras amor, amor, amor y nada más,
si me vas a besar corazón, bésame ahora,
si me vas a querer corazón, quiéreme hoy,
yo necesito tu querer para adorarte más y más
y para darte amor, amor, amor y más amor.
 
Si me atrevo a hacer esta payasada es porque creo [aplausos] que están ahí varios aspectos de los que se dijo, por un lado, el condicional “si tú me dieras”, está la insatisfacción de la reciprocidad insuficiente, me parece que la canción dice eso, en el amor no místico está la demanda “si tú me dieras”, además en condicional, “más y más”, y además el periodo de la prueba, “si me vas a querer bésame ahora”. Y así sucesivamente.
 
 
 
 
 
 
 
 
Notas
 
[1] Homenaje a Marcelo Pasternac, 15 de diciembre 2011 en el TEC de Monterrey, Campus Ciudad de México.
2Marcelo Pasternac, Lacan o Derrida. Psicoanálisis o análisis deconstructivo, Epeele, México, D.F., 2000. El subrayado es de MP.
3 Ibídem.
4 Marcelo Pasternac, “La articulación “intensificación del placer-deseo-plus-de-gozar-goce”, me cayó el veinte Nº 4: La dimensión de la pérdida, México D.F., otoño 2001, pp. 11-26.
5 Jean Allouch, “La intensificación del placer es un plus-de-goce”, en El sexo del amo. El erotismo desde Lacan, tr. Silvio Mattoni, Litoral, Epeele, México D.F., 1999, pp. 197-214.
6 Marcelo Pasternac, “La articulación …”, op. cit., p. 12.
7 Jean Allouch, op. cit., p. 200.
8 Marcelo Pasternac,“La articulación …”, op. cit., p. 20. Nota 18. “En su seminario del 22 de enero de 1964, Lacan dice: “La concepción que nosotros nos hacemos del concepto implica que éste es siempre hecho [fait] en una aproximación que no carece de relación con lo que nos impone, como forma, el cálculo infinitesimal, a saber: que si el concepto se modela por una aproximación a la realidad, a una realidad que él está hecho para aprehender, no es sino por un salto, un pasaje al límite, como se acaba al realizarse…” (Los fundamentos del psicoanálisis, versión J.L., estenotipia, p. 5. traducción de Marcelo Pasternac). Es decir que el concepto para Lacan, y no sólo para él, no está en la dimensión fenomenológica de la realidad sino en la producción de lo que permite la aprehensión de esa realidad fenomenológicamente abordable”. El subrayado es de MP.
9 Michel Foucault, “À propos de la généalogie de l´éthique: un aperçu du travail en cours” en H. Dreyfus y P. Rainbow, Michel Foucault: un parcours philosophique, París, Gallimard, 1984. Citado por Marcelo Pasternac, “La articulación …”, op. cit.
10 Marcelo Pasternac, “La articulación …”, op.cit., p. 19. El subrayado es de MP.
11 Michel Foucault, Dits et Écrits, p. 165. Citado por Marcelo Pasternac, op. cit., p. 17.
12 Marcelo Pasternac, “La articulación…”, op. cit., p. 18. El subrayado es de MP.
13 Jacques Lacan, seminario El reverso del psicoanálisis (1969-1970), sesión del 14 de enero de 1970, citado por Marcelo Pasternac.
14 Marcelo Pasternac, “La articulación …”, op. cit., p. 22. El subrayado es de MP.
15 Grabación durante el seminario de Jean Allouch.