El imperio de la fortuna

Editorial

 Julio Ortega Bobadilla

 

La noticia del día en septiembre en México fue el impedimento del informe presidencial de Fox por la oposición política que representan los llamados partidos de izquierda: PRD, PT y Convergencia.

El diario El País (03/09/06) – que algunos amigos pensarán hago mal en leer, pero cito pues entre más vivos son los acontecimientos, es conveniente siempre agregar una mirada de afuera – destaca en su primera plana: Obrador agrava la crisis que vive México al boicotear el discurso de Fox en el parlamento. Y agrega para sostener esta afirmación las opiniones de Roger Bartra, dónde afirma que la izquierda se va a dividir y distanciar de su actitud anticonstitucional.

La verdad es que ninguno de los acontecimientos sucedidos, estaba fuera de lo previsible. Pese a que los locutores a sueldo en los medios, afirmaban una y otra vez que el hecho era inédito y que la actitud rijosa de los legisladores de oposición había llegado a límites inexplicables de ofensa a la nación.

En realidad, el espectáculo que ofrecieron ese día las fuerzas políticas fue de carnaval. Vimos por los medios un presidente incompetente (mi mujer me apunta: evento sin precedente y sin presidente) que convertía su debilidad en medalla. Digno final para un mandatario de opereta cómica que fue en esta ocasión más divertido que en su discurso durante el homenaje nacional a Chespirito en el que no lució como debiera. Porque su confesión de que ve todas las noches “El chavo del Ocho” no levantó carcajadas ante ese público oficioso.

Ha logrado que revaluemos al Dr. Zedillo a quien consideramos bruto en más de una ocasión, como uno de los más juiciosos y decentes presidentes que ha tenido nuestro país. Después de todo, él no accionó la maquinaria del poder a favor de su partido, permitió elecciones limpias y dejó a la nación en un estado de derecho y sin mayores conflictos sociales.

También pudimos observar a un López Obrador rayando en el delirio, mandando al “diablo las instituciones”, luchando por imponer nuevas entidades más acordes a sus sueños y hablando en nombre de todos los mexicanos. Pensaba – como muchos lo hicieron – que iba a arrasar en la elección y se aferró a esta creencia, pero los hechos demostraron el poder de los medios de comunicación sobre la gente común y la juventud de nuestra defectuosa democracia. Aunque el avance de los gobiernos de izquierda en Latinoamérica – grande y creciente – demuestra un rechazo a la política intervencionista de los Estados Unidos, no tenía por qué suceder exactamente lo mismo en México y menos después de una campaña con tantas artimañas de la derecha.

Obrador quiere elegirse ahora ante su auditorio cautivo, sus seguidores fervientes, como presidente alternativo del país (a un costo de más de un millón de pesos mensuales para él y su original gabinete) , en un ejercicio que será todo lo que se quiera que sea, pero que no lo veo democrático, sino la puesta en escena de otra manipulación de masas al estilo de su antiguo partido el PRI, ó peor aún, del activismo de los brigadistas estudiantiles de izquierda que ese día fueron a patear las barricadas de la policía y a tirar piedras hasta pelearse entre ellos mismos, esgrimiendo una bandera con Benito Juárez enfundado en una gorra del Che Guevara.

Fuera del slogan Voto por Voto y Casilla por Casilla, la verdad es que la llamada izquierda no supo estar a la altura de las circunstancias en la elección. Primero, no previó que la elección pudiera ser tan apretada; segundo, jugó con reglas que no le permitirían ganar (pero al fin y al cabo las aceptó); tercero, impugnó judicialmente menos distritos de los que pide ese slogan se cuenten; presentó pruebas no concluyentes de una elección tramposa; cuarto, actúo en contra de las mismas leyes que promovió en la ciudad de México; y finalmente quinto punto, ahora está porfiada por tomar el poder haciendo una revolución a fuerza de desplantes histéricos y amenazas que no podrá cumplir ¿Qué diría Lenin de estos revolucionarios pequeñoburgueses: felices de saltar y gritar en el podium del Congreso como niños en el Brincolín? ¿Es ésta la izquierda que va a transformar nuestro país? Más que un ejército sin fusiles, parecen chamacos en el relajo. Están contentos de hacer irritar a los adultos, si es que así pueden llamarse a sus contrincantes del PAN, que como único rasgo de su mayoría de edad han blandido su falta notable de sentido del humor.

No parece ser ésta la izquierda que va a estar a la altura para discutir con la implacable Josefina Vázquez Mota, para oponerse a las agresivas iniciativas de ley que se están aplicando a la educación, el patrimonio cultural, la reforma económica a favor del capital y la globalización. Sería como enfrentar un martillo de goma a uno eléctrico.

Aunque hay coincidencias. Sufren de los mismos defectos de la derecha: intransigencia, intolerancia, necedad, creencia en soluciones mágicas a la realidad sórdida de los pobres, y candidez total ante los reales problemas que nuestro país enfrenta.

Las tropas de López Obrador van a la lucha cantando: ¡A parir mujer latina! Y ¡Venceremos! (no es broma). Su lógica es la de los grupos de izquierda de los años 70’s que soñaban con la dictadura del proletariado y el castigo de los burgueses en la plaza. Enternece ver en el frente de la manifestación de apoyo, a la viejecita de más de 70 años gritando tan fuerte como puede: ¡Obrador presidente! Pero la verdad es que a todos ellos les mueve más el rencor social que cualquier otra cosa ¿Por qué no se decidió a esperar seis años para capitalizar su apoyo social? Quizá habría tenido una nueva y mejor oportunidad que ahora está quemando aceleradamente.

Por otro lado, Felipe Calderón no tiene seguidores en la calle, nadie comulga lo suficiente con sus ideas para dar semejante paso. La mayor parte de la gente que votó por él, lo hizo por miedo ó ignorancia, por prejuicio ó simpleza. Su equipo no tiene ideales ni convicciones porque es un staff que parece producto de un live show como el de Donald Triumph. Nuestro país será ahora dirigido por un equipo de empresarios y administradores egresados de universidades particulares y de los grupos de Toast Masters, que saben más de estadística, computación ymarketing, que de historia, filosofía, economía ó ciencias sociales. No nos hemos movido ni un milímetro de los sueños del modernismo que pretenden que el industrialismo y la inversión global traerán consigo un bienestar común. Nada de eso es seguro, porque hoy como nunca, los contrastes sociales se acrecientan y la guerra imposible del Estado contra el narcotráfico nos arrastra a una situación cada vez más precaria.

Así las cosas, estamos en un momento interesante de nuestra novela social. Las especulaciones sobre el futuro inmediato pueden ser infinitas. Puede salir ganando de este baile de máscaras, la tercera fuerza política en México ahora tan callada. Parecería que lo mejor que puede hacer el PRI para sus intereses es seguir guardando silencio y dejar que se golpeen con todo lo que tengan, la llamada izquierda y la derecha. El panismo ha demostrado su debilidad y necesitar de su máquina social, de sus tecnócratas y de sus políticos, también de las fuerzas de seguridad que los gobiernos revolucionarios alimentaron. Por todas estas razones y acontecimientos, su misma forma de gobierno autocrática, déspota ilustrada, puede aparecer para algunos como un paraíso perdido ¡Paradojas de la historia!
Hay una última reflexión que quisiera hacer y de la cual me hago individualmente responsable, sé que a muchos no va convencer, en realidad no se trata de convencer a nadie, sino de pensar en voz alta: ¿Pueden calificarse muchas de las acciones de López Obrador como imprudentes? Sí la respuesta es afirmativa: quizá suframos de otros males, pero por lo menos, nos hemos librado de un presidente insensato.