Actualidades de la lectura de Lévi-Strauss del “Ensayo sobre el don” de Marcel Mauss

Eleazar Correa González

“Las naciones y los individuos deben saber oponerse sin masacrarse y darse (donarse) sin sacrificarse los unos a los otros, ese es uno de los secretos permanentes de su sabiduría y de su solidaridad”.

Mauss

«En el dominio de la naturaleza sólo se da lo que se recibe; en el dominio de la cultura el individuo recibe siempre más de lo que da, y al mismo tiempo da más de lo que recibe”.

Lévi-Strauss

  1. Introducción

El trabajo que presento en este coloquio hace referencia a un momento del pensamiento de Lévi-Strauss, a un autor al cual él hace referencia, a un tema y a un texto en particular. El momento histórico es 1950, el autor es el etnólogo y sociólogo francés Marcel Mauss, el tema es el don y el texto es la introducción que hace Lévi-Strauss al conjunto de ensayos integrados en el libro conocido por el título “Sociología y Antropología” de Mauss [1] . El objetivo es en primer lugar resaltar las ideas que Lévi-Strauss desprende del texto donde Mauss habla del don y que tituló: ‘Ensayo sobre el don’ y enseguida, extraer de dichas ideas algunas líneas de pensamiento que permitan diseñar posibilidades de reciprocidad en nuestra sociedad contemporánea.
¿Qué aporta pensar el don –no el altruismo- en un mundo caracterizado por una tendencia a la ruptura del lazo social, por una crisis de lo simbólico, y por acumulación rapaz de los bienes comunes por parte de algunos capitalistas y sus cómplices?, ¿qué ideas se pueden desprender de la lógica del don para diseñar las bases de una política actual orientada por la reciprocidad y la solidaridad humana y social?
Recurro a varios pensadores para articular una respuesta: Mauss como antecedente para pensar en una sociedad solidaria a partir del don, Lévi-Strauss como el articulador de los argumentos estructurales de la reciprocidad e intercambio y además como el honorado en este coloquio por su obra y sus 100 años, pero Freud y Hegel también se ven convocados de manera breve en este texto, como aquellos que explican la parte de negatividad que subyace a la reciprocidad y también la lógica estructural de la acumulación obsesiva.
La organización del texto comienza con la presentación de algunas ideas de Lévi-Strauss que subyacen a su concepción de intercambio y reciprocidad. Destaco las ideas centrales sobre el don en Mauss, (apartados 2 y 3) posteriormente inicio una discusión sobre el alcance de dichas ideas para pensar la actualidad social (apartado 4), enseguida, presento una serie de pensamientos de Freud y Hegel que me permiten dimensionar el alcance del don y de la reciprocidad (apartado 5) y finalmente, algunas conclusiones (apartado 6).
Palabras clave: don, reciprocidad, simbólico, desequilibrio, estructura, sociedad.

  1. Lévi-Strauss y el intercambio

Lévi-Strauss, después de configurar su propio pensamiento a partir de varias lecturas (entre las cuales figuraban las ideas del lingüista ruso Jakobson, del antropólogo alemán Boas, de los filósofos alemanes Hegel y Marx, del vienés Freud y sobre todo las del etnólogo francés Marcel Mauss) pasó a darle primacía al lenguaje para entender lo social, pero al lenguaje en su dimensión inconsciente. Con esta perspectiva, fue inevitable la confrontación del antropólogo estructuralista con el psicoanálisis; y lo hizo comenzando por criticar aquella idea de un inconsciente individual. El inconsciente tendría que -según él-, ser explicado desde una perspectiva histórica y no individual, no se trataría del inconsciente como individual sino el inconsciente como social e histórico. Así que más allá de que el deseo, la reproducción y el instinto de vida obedecieran a una función biológica y primitiva del hombre, se trataba de entender al inconsciente y su deseo, desde lo social, la historia y el lenguaje.
De igual manera, las pulsiones sexuales y el complejo de Edipo tendrían que ser explicadas a partir de las diversas formas de lo social y constitutivas estas, de las representaciones simbólicas del mundo. Es decir, aunque reconocía al psicoanálisis el mérito de proponer hipótesis explicativas que vinculaban los comportamientos individuales tanto al inconsciente individual como al fenómeno cultural y colectivo, (como fue el caso del texto Tótem y Tabú de Freud) [2], había que explicar los comportamientos permitidos y prohibidos a partir de las leyes sociales y culturales:
las obligaciones sociales, positivas y negativas, no se explican, ni por su génesis ni por su persistencia, ni por el efecto de las pulsiones o de emociones que reaparecen con las mismas características, en el curso de los siglos y milenios, en los individuos diferentes… los hombres no actúan en tanto miembros del grupo, conformemente a eso que cada uno resiente como individuo; cada hombre vive y experimenta en función de la manera que le es permitido de conducirse
Es decir, las obligaciones o restricciones sociales que el inconsciente impone no deben explicarse por el efecto de unas pulsiones o emociones absolutamente y permanentemente incambiables, sino por la presencia de los hechos sociales, es decir, por la manera como un hombre experimenta lo permitido o lo interdicto. No es la historia personal sino lo social lo que permite explicar la naturaleza del inconsciente.
Sobre estos antecedentes Lévi-Strauss afirmó que la cultura es un conjunto de elementos, lenguaje, artes, distracciones, creencias, lazos de parentesco… que unen a una sociedad y regulan su armonía. La cultura abarca dos aspectos:
Por un lado, abarca todo el saber y poder-hacer que los hombres han adquirido para gobernar las fuerzas de la naturaleza y arrancarle bienes que satisfagan sus necesidades; por el otro, comprende todas las normas necesarias para regular los vínculos recíprocos entre los hombres y, en particular, la distribución de los bienes asequibles [3] .
Lo que es necesario retener es que es la cultura la que con sus normas regula los hechos sociales y concretamente los intercambios. ¿Pero cómo consolidó esta idea? ¿Qué influyó en su interés por la reciprocidad? El breve recorrido que hemos hecho es para ver el trasfondo del intercambio desde la perspectiva de Lévi-Strauss, la cual supone una original visión de la relación entre sociología y psicología, relación iniciada por Mauss la cual ponía el acento no en la conducta individual explicada o descrita desde el mismo individuo sino en una explicación de la conducta individual desde lo social, desde los símbolos de un sistema social, así una conducta como el don, expresa ante todo un hecho social total, es un acto simbólico.
Mauss sin lecturas de Freud, planteó ideas que Lévi-Strauss retomó para articularlas con disciplinas como la lingüística y el psicoanálisis y darle una proyección fundamental al don para entender la estructura de lo social humano y aportando conceptos y principios muy importantes para explicar nuestro mundo contemporáneo.

  1. El Don en Mauss y la reciprocidad en Lévi-Strauss

En 1950 Lévi-Strauss escribe el prólogo a Sociología y Antropología que integraba varios textos de Mauss, escritos desde 1902 (Esquisse d’une théorie général de la magie) hasta 1938 (Une catégorie de l’esprit humain: la notion de personne celle de ‘moi’). Esta “Introducción a la obra de Marcel Mauss” es el texto que para muchos es el manifiesto estructuralista de Lévi-Strauss. En el destaca que el ‘Ensayo sobre el don’ es un texto monumental, de una erudición inspirada y de un poder extraordinario, incluso de un carácter ‘revolucionario’ por introducir el carácter simbólico y significante del don.
Essai sur le don [4] es un texto que había aparecido publicado por Mauss por primera vez en la revista L ’Année Sociologique, en 1924, y publicado como texto en 1925, su título completo es “Ensayo sobre el don. Forma y razón del intercambio en las sociedades primitivas”. El tema trata de la universalidad y complejidad de los dones que en ‘teoría son voluntarios’, pero que ‘en realidad son obligatoriamente donados’ y ‘devueltos’ o mejor dicho re-donados. Ahí se distinguen dos tipos de don: agonísticos y no agonísticos. Él se ocupó de los primeros, entre los que se incluyen los dones (equivalentes) y por el otro, los contradones competitivos. De entre los primeros resalta como ejemplo el potlatch de los indígenas Kwakiutl.
El segundo tipo de don, (don no agonístico) (Prestation totale) es aquel en donde la gente intercambia sus bienes, servicios ‘equivalentes’ como parte de un conjunto de transacciones dispersas en el tiempo y en el espacio. Sobre este tipo de don, Mauss no escribe nada más que la idea de un dualismo que hay en la sociedad, es decir, dos mitades que intercambian. Y esto fue lo que le interesó de manera particular a Lévi-Strauss, los intercambios de dones equivalentes. Intercambio que da cuenta de una interacción entre dos personas y que constituye un lenguaje que puede ser descifrado como cualquier otro lenguaje. En este tipo de don se basó para explicar las relaciones de parentesco, para decir que lo primero es la alianza, es eso lo que asegura el intercambio de mujeres entre los hombres por los hombres.
Mientras el etnólogo Marcel Mauss se había lanzado a investigar una problemática social, a saber, el fenómeno de los intercambios bajo la figura del don, al mismo tiempo, enunciaba los hilos que iban de la sociología a la psicología; por su parte Lévi-Strauss fue quien avanzó la idea de la existencia de una estructura simbólica que incluye lo social y lo psíquico individual a partir de lo que Mauss había identificado como “fenómenos sociales ‘totales’ ” [5] cuyo carácter común y específico de tales fenómenos sería para aquel, el inconsciente.
Si Mauss desde 1902 se anticipaba a muchos en ver en la magia ciertos ‘fenómenos semejantes a los del lenguaje’, también hacía lo suyo Lévi-Strauss en 1950 quien enunciaba que la magia y los fenómenos mentales tienen que ver con la estructura: “los fenómenos que condicionan la vida mental y determinan sus formas más elementales, se sitúan en la base del pensamiento inconsciente”. Por estas ideas que Lévi-Strauss reconocía, se preguntaba cómo Mauss no había escrito más que un ensayo o fragmento de lo que pudo haber devenido el novum organum de las ciencias sociales, y es que en efecto, él reconocía además en los trabajos de Mauss “en ciertos dominios esenciales tales como el parentesco, la analogía con el lenguaje […] han podido permitir descubrir las reglas precisas según las cuales se forman, en cualquier sociedad, ciclos de reciprocidad…” [6] , de esta manera, mientras Durkheim se había preocupado por hacer abstracciones de hechos sociales desligados de su contexto y buscando las estadísticas del suicidio, Mauss, su sobrino, por su parte investigaba ‘hechos sociales totales’ como el don.
Lévi-Strauss aprendió de Mauss y con ayuda de la lingüística estructural esas ‘reglas de reciprocidad”, por lo cual no nos sorprende que él destaque la importancia del intercambio, el don pasa a ser una expresión de los intercambios, y es eso lo que quizás Lévi-Strauss esperaba de Mauss y que él mismo decidió continuar. Encontró una ‘certeza lógica’ sobre el don en el texto de Mauss y por ahí continuo su camino pero por la vía del intercambio o de la estructura, cuya noción dice Lévi-Strauss sólo se relaciona a la realidad empírica en tanto que de ella se desprenden como modelo construido. (“Le principe fondamental est que la notion de structure ne se rapporte pas à la réalité empirique, mais aux modèles construits d’après celle-ci”).
La importancia del don para Lévi-Strauss, entendida como intercambio fue tal que a la prohibición del incesto, -interdicción que subyace al intercambio- le llamó “la regla del don por excelencia” [7] , y decir esto es reconocer que su tesis supone las de su predecesor y maestro, saldó así su deuda con Mauss quien había visto en el don, más allá del intercambio de cosas, la circulación de símbolos, “el carácter relacional del pensamiento simbólico” [8] escribía Lévi-Strauss. Este, revaloró el carácter simbólico del intercambio a partir de “inspirarse en el precepto de Mauss de que todos los fenómenos sociales pueden ser asimilados al lenguaje” [9] , y así leyó el don, el intercambio y la reciprocidad: como una lógica simbólica que resume las leyes del lenguaje.
Para Lévi-Strauss fue fundamental el tema del intercambio. En Las Estructuras Elementales del Parentesco expone los principios que fundan y organizan las leyes del mismo, aparece la noción de estructura como sistema de relaciones, y la reflexión sobre el pasaje de la naturaleza a la cultura, esta última considerada en una dimensión económica: intercambio de bienes materiales, mujeres y signos. Intercambio marcado siempre por los símbolos.
En este texto incluye un capítulo titulado: “El principio de reciprocidad”, y esta importancia que Lévi-Strauss daba a la reciprocidad en las sociedades encontraba un antecedente en Durkheim, pero quien no la consideró como una categoría central ni fundamental, como si lo hizo Mauss. Este, al inició de su Ensayo precisaba el rumbo de su proyecto de trabajo entre los indios del noroeste americano y los aborígenes de las islas Trobriand en el Pacífico: “las transacciones (transactions) humanas en las sociedades cercanas a las nuestras o que recientemente nos han precedido… describiremos las fenómenos de intercambio [echange] y de contrato” [10] . El intercambio, escribía Mauss, comienza mediante la práctica ceremonial del don, la cual obliga a los participantes que reciben los regalos a realizar otra fiesta en la que se retribuirá ampliamente lo recibido. El don pone en juego no tanto el valor del objeto sino sobre todo su circulación. El don pone en circulación dones, antes que cosas. Es un acto que propicia la circulación de otros dones [11] .
Mauss señaló que en las sociedades primitivas el intercambio se presenta no tanto en forma de transacciones sino como dones recíprocos, “no son los individuos sino las colectividades que se obligan mutuamente” [12] a intercambiar ‘cosas útiles económicamente’. Intercambio que además tiene el carácter de ser individualmente voluntario aunque se insiste en el carácter obligatorio o de lo contrario habría guerra.
Un elemento esencial del don en el que insiste Mauss es el hecho de que el que dona, obliga al que recibe a responder con un don también. Existe así una obligación de donar, otra de recibir y otra de re-donar. Una ‘teoría de una obligación’ es perfilada por Mauss en la práctica del don, también llamada en su texto ‘Institution de la prestation total’ y que la ejemplifica en la experiencia del Potlatch. No se trata de devolver lo que se recibió, existen ‘tres obligaciones’: donar, recibir y redonar. Mauss pone el acento en la ‘obligación de recibir’, ya que en las cosas donadas hay ‘algo de la esencia espiritual de la persona’ que dona, la cosa misma lleva el alma, y no aceptar es una ofensa, como también no redonar –de la parte de quien recibe- implica asumir las consecuencias tanto de la guerra como de los efectos mágicos y religiosos (un pecado) de la cosa donada que incluso dichos efectos pueden ser peligrosos y mortales.
Mauss insiste en el carácter de ‘estar forzado’ a la práctica del don, se trata de una institución, en el sentido de expresar un ‘régimen social, una mentalidad definida’ un ‘hecho social total’. Está en Mauss presente la idea de que un acto como el don, es un acto que no debe reducirse a un acto individual sino que es la expresión de una norma social. En la base se trata de un hecho social que se encarna en una experiencia individual y antropológica, y un hecho social no hace referencia a un hecho colectivo sino a un hecho que tiene historia, tradición, lenguaje, costumbres, un hecho social está siempre cargado de pasado [13] . Es hecho social total porque todos los tipos de instituciones, religiosas, legales, morales y económicas, encuentran expresión simultánea en él, es más, el don es un hecho “que pone en movimiento… la totalidad de la sociedad y sus instituciones” [14] , otra forma de decirlo es que el don y los fenómenos del intercambio son considerados por Mauss como actos jurídicos, económicos, religiosos, estéticos, morfológicos.
Fueron seguramente estas ideas que hemos retomado del texto de Mauss sobre las que Lévi-Strauss se lanzó a afirmar que “la prueba de lo social no puede ser otra que lo mental”, idea que conlleva otra, para que lo social tenga una expresión en lo mental individual se requiere pensar en una estructura, de esta manera aparece el inconsciente como una estructura, así, el inconsciente es lo que le da la estructura a los hechos sociales totales tales como el don o el intercambio, el inconsciente sería como la bisagra de una puerta, une dos elementos que su funcionamiento deviene interdependiente en tanto constituyen una estructura, Lévi-Strauss lo enunció así: “el inconsciente sería el término mediador entre yo y el otro” [15] . El inconsciente sería el vínculo estrecho entre lo social y lo individual y permite comprender el don como un hecho social que sólo se comprende en su totalidad [16] , digamos, en sus tres obligaciones como una estructura.
Es necesario tener presente que el don es un concepto que parte de la abstracción de lo que sucede en una relación social concreta en donde existe un objeto material que circula de un individuo a otro o de un grupo a otro. Don es una ‘expresión de la relación existente’. Comprender tal relación a partir del don es suponer un “sistema simbólico”, así, el don es un intercambio que tiene una lógica simbólica, lo que se intercambian son símbolos, y ese es el verdadero carácter del don, y el elemento revolucionario que Mauss supo comprender.
Pero este carácter simbólico no debería conducirnos rápidamente a una sociología simbólica o a un simbolismo social, sino que tenemos que entender que el sistema del don (en sus tres momentos y tres obligaciones: donar-recibir-redonar, o don y contra-don como también se le suele llamar) en tanto supone la lógica del lenguaje, el don implica que lo que se dona son símbolos y no lo que ellos simbolizan, es decir, significados, ya que “el significante precede y determina el significado” [17] . En tanto lo que se intercambian son significantes y estos son propios al orden del lenguaje, estamos en condiciones de formular que el don es fundamentalmente simbólico, y esto tiene una consecuencia en la concepción del principio de intercambio en el seno de la cultura. Lévi-Strauss concibe ahí un desequilibrio estructural: «En el dominio de la naturaleza sólo se da lo que se recibe; en el dominio de la cultura el individuo recibe siempre más de lo que da, y al mismo tiempo da más de lo que recibe». Esta idea tendrá una fuerte influencia en el pensamiento de Lacan quien radicalizará esta idea en la experiencia del amor, señalando que:
   “Lo que interviene en la relación de amor, lo que se pide como signo de amor, es siempre algo que sólo vale como signo y como ninguna otra cosa (…) No hay mayor don posible, mayor signo de amor que el don de lo que no se tiene (…) pues lo que establece la relación de amor es que el don se da, digámoslo así, por nada [18]
Sólo queremos resaltar que para Lacan la concepción del don muestra entre muchas otras ideas muy importantes y fundamentales para la clínica, que el amor es la experiencia donde se puede evidenciar el carácter radicalmente simbólico del don, en tanto aparece bajo el principio de la gratuidad, pues ahí de lo que se trata prácticamente es que se da o dona algo de forma gratuita, sin esperar nada, pero si perdiendo mucho.
El don es pérdida, dar algo de lo mucho o poco que se tiene no es don sino pasa por el sacrificio. Donar no es dar lo que se tiene, sino justo aquello que no se tiene, es decir que le falta al sujeto y que tiene que exigirse más de si mismo, endeudarse consigo mismo. Lacan lo dice así: “tras [de] lo que se da, está todo lo que le falta [al sujeto]”, (“c’est pour autant qu’un Sujet donne quelque chose d’une facon gratuite, que pour autant que dérrière ce qu’il donne il a tout ce qui lui manque”) [19] , y por eso mismo, tiene que sacrificar algo más. No hay entonces don si no hay un sacrificio, no hay don sin pérdida para aquel que da. Si en la relación amorosa no hay sacrificio del otro, no vale como signo. Pero aun a pesar de su valor de signo no significa que la relación amorosa esté garantizada.  ¡Terrible desequilibrio estructural, buen reto!
Permítaseme dar algunos ejemplos cotidianos, sobre por qué se afirma que el don es dar lo que no se tiene, y que en el amor se da hasta lo que no se tiene. En las canciones se expresa de esta manera: “…Si te he dado todo lo que tengo, hasta quedar en deuda conmigo mismo, y todavía preguntas si te quiero… ” [20] , el sujeto sabe que da más de aquello que tiene, que comete excesos en su constante dar y frente a los cuales poco puede hacer. Otra canción expresa esta situación así: “…Estoy estacionado en los fracasos, y hoy voy a remediar la situación, será que siempre he dado demasiado, y en el exceso siempre salgo dañado…” [21] . Excesos que muestran el sacrificio y que junto con el daño hay un goce en el sujeto. Esta misma situación pero dicho en otros términos es aquella que el artista intuye desde algún punto de su ser que: “… lo que te falta, te abandona menos…” [22] .
En otras palabras, el don, en el fondo, en su forma negativa, expresa la falta que subyace a lo que se da, esa falta es el enigma y el motor del mayor don y por ello mismo, probablemente el don que puede causar una relación más ‘estrecha y eficaz’ entre DOS sujetos. Se trata entonces de pensar a la relación sostenida en la falta reciproca. Es en este sentido que el desequilibrio estructural del intercambio anunciado por Lévi-Strauss aparece en Lacan además de desequilibrio, como un intercambio entre DOS sostenido en la falta, lo social y su relación con un tercero en la política, parece tener entonces otras implicaciones, es decir, el don como un fenómeno político-social y no sólo entre dos personas, obliga a incluir otras coordenadas teóricas.

  1. Discusión de la importancia del don y la reciprocidad en las sociedades contemporáneas

Es el momento de señalar la importancia de la preocupación por el tema del don, sobre su importancia, sobre la enseñanza que nos aporta, el alcance que tiene para comprender la subjetividad de nuestra época y de nuestras sociedades. De hecho ese fue el interés inicial de Mauss, no fue acercarse a sociedades que no tuviesen nada que ver con las sociedades contemporáneas, sino que su exigencia fue encontrar respuestas a “algunos problemas que supone la crisis de nuestro derecho y la crisis de nuestra economía” [23] , pero aun más, en sus conclusiones respecto de las sociedades actuales insiste en revertir el ‘egoísmo de nuestros contemporáneos y el individualismo de nuestras leyes’ y reencontrar una revolución que implica no un ‘exceso de generosidad ni comunismo’ sino una reestructuración del derecho y la ‘moral grupal eterna’ que está en el seno de toda sociedad. Él insistió en que “la sociedad quiere reencontrar la célula social, […] donde se mezclan los sentimientos de derechos, sentimientos puros: de caridad, de ‘servicio social’, de solidaridad” [24] . He ahí la preocupación de Mauss no sólo por sociedades primitivas, ni por una práctica particular, sino que el don supone la estructura social de lo humano que tiene un alcance en las leyes y en la vida política de las sociedades contemporáneas, es decir en todas aquellas instituciones culturales que aseguran la convivencia humana.
Si el don le interesó a Mauss y a Lévi-Strauss fue porque en esa práctica desarrollada en Melanesia o en Polinesia ellos encontraron -cada uno desde un tiempo y una posición diferente- la coherencia de diferentes sistemas sociales, pensaron sobre los elementos lógicos de dichos sistemas desde la idea de una unidad, por ejemplo el don, cuya unidad supone donar-recibir-redonar. A partir de esta idea, argumentaron la idea de una estructura, una idea que suponían podían aplicar para entender a la sociedad moderna. Lo más importante es que hicieron del don un paradigma de la vida social, o través del don se buscó “alcanzar un fundamento coherente desde un punto de vista lógico” [25] .
El don sirvió para la sociología y la antropología y- quizás para otras disciplinas también- como el performador arquetípico, es decir el modelo o la matriz simbólica universal de la alianza entre los individuos y entre los grupos. Partieron del don para hacer teoría social del vínculo y lo proyectaron en una dimensión macrosocial, universal, y eso no es una cosa simple, tiene infinitas implicaciones. Por mencionar sólo alguna, está el proyecto actual de Alain Caillé que pretende llevarlo hasta la dimensión macrosociológica de la política, una versión interesante del don llevada a la política [26] , pero claro, las críticas no se hacen esperar:
Caillé purifica el don de sus partes malditas, él sustrae al don de la economía general de la disipación del excedente de derivación señalada por Bataille, para reciclarlo como fundamento de la lógica edificante y voluntarista de la asociación y de lo político [27] .
Podemos percatarnos de lo resbaladizo que es el problema o el enigma del don, uno de los riesgos principales me parece que es hacer del don una suerte de práctica donde no hay pérdida, donde habría una perfecta armonía que expresaría una supuesta bondad natural del hombre o de las sociedades primitivas, pero no, Mauss encontró en su investigación y plasmó en sus conclusiones no sólo la lógica de un hecho social total en su dimensión positiva, sino también insistió en dimensión, digamos, ‘maldita’ del don. Es decir, que en el don –como lo constató en el caso de la comunidad de los Trobriand– no se trata de un “intercambio puramente libre y gratuito, pero tampoco de la producción y del intercambio únicamente interesados por su utilidad, se trata de una suerte de híbrido” [28] , en el don se trata de una alianza de donde se saca un provecho (‘alliance profitable’), hay un interés de poder sobre los otros, poseerlos, transformarlos en mercancías o en servicios o que en su momento devienen monedas, incluso hasta poder pensar en una circulación arcaica de las riquezas.
El don supone una jerarquía, a través de él se expresaría una superioridad social de unos sobre otros. Pero conviene recordar que Mauss distinguió sin dificultad la lógica del don de aquella lógica del capitalismo, en el primer caso, la riqueza es un medio de prestigio, en el segundo, un medio para la utilidad y de interés. El don para Mauss supone una economía por la circulación de las riquezas, pero es una economía ‘relativamente amorfa y desinteresada’ a diferencia de la ‘economía individual y del puro interés, gobernada por el racionalismo económico’[29] .
Y en efecto, hoy vivimos bajo la lógica de tal racionalismo económico. Dos lógicas están en la discusión, dos realidades y dos épocas diferentes. El problema es complejo, pues si bien el don tenía una lógica en una sociedad y en un tiempo específico, no creemos que sea tan sencillo intentar establecer un paralelo en nuestra sociedad y promoverlo de una manera simple, pues un riesgo es despojar la estructura del don de su originalidad, intentar ‘purificarlo’ conduce a una lógica y estructura diferente, quizás a un altruismo o benevolencia que no escapan a otros intereses o a una lógica sacrificial.
En todo caso, habría que ir comenzando por distinguir la significación que han adquirido las palabras o términos como don, donador, donatario… en el derecho occidental actual. Ya no podemos hacernos para nuestras sociedades aquella pregunta que Mauss hacía “¿qué es eso que hace que en todas las sociedades, en tantas épocas y en contextos diferentes, los individuos y/o los grupos se sienten obligados no solamente a donar o cuando se les dona, de recibir, sino también se sienten obligados, cuando han recibido de redonar por lo que han recibido -sea la misma cosa o su equivalente- sea algo más o mejor?”, a diferencia de Mauss nosotros requerimos no sólo esa pregunta sino también muchas más, pues tenemos un nueva subjetividad.
En nuestras sociedades no se práctica más el don, pero sí apenas otras formas de intercambio, pero la tendencia a caracterizar el mundo moderno es con la bandera del individualismo. El sacrificio implícito en la reciprocidad del don en las sociedades arcaicas y tradicionales suponía no un hecho contingente sino un hecho que obedecía a una lógica institucional y que hoy en las sociedades bajo el régimen de la modernidad es difuminado. La generalización del poder y del dinero así como el desarrollo del Estado abstracto han contribuido fuertemente a transformar o aun a pervertir el sentido del don y de la deuda.
Y si bien el don no tiene lugar en nuestra sociedad de manera generalizada, si se practica en el orden de lo privado, y si no es de manera generalizada como antaño, si adquiere nuevas formas, sobre todo una forma de intercambio aunque no siempre sea recíproco, es decir, el don se presenta en la sociedad individualista pero bajo la forma de su negación, así, en tanto al don se le espera y se le añora, al mismo tiempo se le afirma.
No porque no se practique como lo observó Mauss, no me parece arriesgado afirmar que los sujetos hoy viven más que la dimensión del don y del intercambio, viven en el sacrificio continuo. Podría incluso decir que la acumulación de la riqueza, rompió la posibilidad del don, dando salida a una cultura sacrificial y cerrando así, a través de los sacrificios, la insaciable voracidad de un gran Otro, que exige consumo e impone sus ideales.
La reflexión sobre la importancia del don nos aporta para pensar la lógica actual de nuestra sociedad, no con un afán de nostalgia del don, o de una promoción confortable como se hace hoy en día llegando incluso a confundirlo con la caridad, se trata más bien de restituir no el don mismo sino su proyección. Quizás convenga insistir en la reflexión de los hilos subjetivos del don que nos ayuden a construir una nueva subjetividad como resistencia o alternativa frente a esa lógica del individualismo y de la voracidad de clases políticas y de élites burguesas.
Insistir en la importancia del don es insistir en la estructura que le subyace, y eso implica encontrarse con la dimensión del sacrificio. Es gracias a Freud pues es él quien hizo notar la dimensión de la culpa, de la deuda originaria y mítica de todo sujeto con respecto a los padres. Lacan acentúa y redimensiona la deuda como deuda simbólica con relación al lenguaje y que pone al sujeto en los desfiladeros del sacrificio. En breve, el don nos permite encontrar en su base, la dimensión humana de la deuda, del pacto y del sacrificio.

  1. Hegel, Freud y Mauss

En nuestra reflexión sobre el don queremos convocar a las figuras hegelianas del Amo y del esclavo. Si para Mauss la estructura del don da cuenta de la organización de la sociedad, para Hegel la organización social está dominada por la lucha entre el amo y el esclavo. Si pensamos el don maussiano en la lógica hegeliana muchas sorpresas pueden aparecer. La lógica del amo consiste en su tendencia a captar y poseer en el esclavo ese objeto que lo hace un semejante (aunque su posición sea disimétrica), a saber, se trata en términos de Marx de la plusvalía. Los que están en posición de amos han dispuesto una sociedad en ciertas condiciones estructurales así como ciertas condiciones materiales de vida para los esclavos, donde los amos se mantienen apropiándose y privatizando la plusvalía, ese objeto que le pertenece al esclavo; y no sólo eso, los amos además construyen ‘su sociedad aparte’, los bienes que se podían considerar ‘comunes’ tales como la salud, la educación, el trabajo, la cultura, etc. ya no son un bien común:
La sociedad de los amos es una sociedad muy particular porque en ella ya no hay bien común; entre los amos sólo hay competencia, ya no hay solidaridad, no hay reconocimiento del otro como semejante y, para esta sociedad de amos, ya no hay ley. Por otra parte, están los excluidos, los excluidos de la comunidad, los excluidos de lo que era un bien público, es decir, aquellos cuya humanidad es denegada [30] .
Esta disposición de la sociedad, ha encontrado en la historias, distintas formas de resolver dicha disimetría, Melman considera que en la lengua –entendida como un bien común- se pudo crear un espacio en el que a través de ella todos los sujetos fuesen semejantes e idénticos. Quizás con esta idea, podamos suponer la idea de que Mauss encontró en el don, en la circulación de bienes y riquezas una suerte de reciprocidad y generosidad común; es decir, la lengua como la práctica del don garantizarían una humanidad compartida, una semejanza e identidad. Sin embargo habría razones actuales suficientes para mostrar lo contrario, y es en algunas ideas de Lacan donde encontramos el argumento. Lengua y don son dos prácticas que no escapan al análisis de lo que Lacan denominó Discurso.
Lengua y don son dos formas sociales y humanas que establecen una forma de vínculo social y posicionamiento subjetivo, vínculos o posiciones de donde el sujeto no puede liberarse fácilmente. Es decir, en lo que respecta al don maussiano –desde una lectura apoyada en ideas psicoanalíticas- era la puesta en práctica de un discurso de amos, de una ley que aseguraba un orden social, la cohesión de determinado sistema social. Desde esa lectura me es posible también abordar el individualismo actual como efecto de un discurso capitalista que promueve otro tipo de ‘intercambio’ o mejor dicho de relación mercantil.
Pensar a la sociedad a partir de las figuras hegelianas me parece que reduce el alcance que pueda tener todo proyecto político de reciprocidad social, de economía solidaria e incluso de democracia, el don maussiano respondió a una época con el Otro de su época, con sus amos que exigían sacrificios y goce, pero que era un Otro que se ganaba el respeto, quizás les vaya bien la palabra filantropía. Los amos modernos igualmente siguen exigiendo dones pero que en realidad se trata más bien de un altruismo que se regocija en el narcisismo. Y muchas son sus formas modernas: caridad, sponsoring, patronatos, una solidaridad partidista o un populismo, el chantaje televisivo que promueven con sus ‘ayudas humanitarias’, el teletón vinculado a la perversión de los sentimientos, las donaciones en cifras y records, sacrificios. Se trata todo ello de la exigencia del sacrificio de un goce que asegure la disposición de la sociedad en los términos que ellos lo deciden, la del sometimiento de los esclavos. Estos amos son patéticos y rapaces.
Ahora bien, esta organización social supone a nivel de cada sujeto la pérdida originaria de un objeto primario y una búsqueda eterna de objetos ulteriormente fabricados; amos y esclavos tras la búsqueda y la apropiación del objeto perdido, pero también la del objeto plusvalía.
Llegamos a la idea de que el don no puede pensarse sin la lógica maussiana, sin la estructura levistraussiana, pero tampoco podemos eludir en tal reflexión, el hecho de que la sociedad está organizada en amos y esclavos. Tampoco podemos hacer de lado, que la condición de ser sujeto supone una pérdida, si en lo que concierne al sujeto, no hay pérdida no habrá intercambio social, no habría en nuestra organización psíquica la pasión por los objetos que nos caracteriza como humanos, la pérdida es desde donde se puede organizar el deseo, y el deseo no tiene lugar sino es una red de deseos humanos. La pérdida es también condición para que tenga lugar los intercambios y/o la lógica del don.
Sobre la pérdida, -entendida como un proceso psíquico que tiene lugar en la constitución del sujeto-, Freud decía que la condición para que tenga lugar la realidad social en el bebé (la prueba de realidad) es que se hayan perdido los objetos que anteriormente habían aportado una satisfacción real [31] . La necesidad de la pérdida del objeto primario es la condición de que el sujeto se lance a una búsqueda posterior de objetos, esa búsqueda es lo que organiza tanto al deseo como a la inteligencia [32] . Un niño que no ha perdido dicho objeto originario no podrá organizar ni su inteligencia ni su deseo. Mas que el objeto es la falta de objeto lo que estará en la causa de la búsqueda del objeto perdido que se pretende reencontrar.
La figura del amo sabe bien capitalizar dicha búsqueda del objeto con su propuesta infinita de objetos gadgets y/o fetiches, asegurando así su posición de dominio; y mientras el esclavo queda atrapado en toda suerte de lógicas de intercambios, el amo busca apropiarse de ese objeto del esclavo (la plusvalía). El esclavo se mueve por los objetos que comandan su deseo, su falta y su búsqueda, el esclavo en esta búsqueda crea y produce siempre nuevos objetos: productos, cosas y saberes. El amo se mueve por la lógica de acumular dichos objetos y la plusvalía, Melman escribe:
  “Él [esclavo] sabe cómo transformar la materia, él sabe cultivar la tierra, él sabe construir. Por lo tanto este objeto es también el del saber, del cual se quiere apropiar el amo. Se dirá entonces: si el valor está del lado del esclavo, incluido el saber, ¿tiene el amo algún valor? Hay diversos tipos de amo. No siempre fueron los mismos. Había amos antes del desarrollo del capitalismo que lo único que poseían era el haber acaparado las insignias de la dignidad humana. En ocasiones hasta eran pobres. Pero habían acaparado la insignia de la dignidad humana y por esa razón, sin duda, el siervo llegaba a respetarlo. El amo capitalista es muy diferente: se burla de la dignidad humana, ya no la necesita para ser un amo, le basta con haber acumulado todos esos objetos que constituyen el capital. ¿Por qué obedece el esclavo? ¡Porque necesita vivir! Y digo también: ¿Qué le queda? ¿Qué puede inventar?” [33]
Con esta larga cita, Melman muestra la difícil tarea que le queda al esclavo, el reto que tiene de mantener una lucha, de exigir un reconocimiento, de reinstaurar un nuevo pacto simbólico, de rebelarse contra todo sometimiento. No es por la vía de la ética del sacrificio que supone un altruismo narcisista, sino por la vía del don donde se comparte, y desde donde habría quizás una salida para inventar algo, quizás la idea del don en toda su dimensión radical y subversiva. La cual se trataría de una vía, que a mi parecer tiene lugar en la clínica psicoanalítica, y que consistiría en donar nuevas palabras, palabras malditas, ese chiste, grosería o esa maldición donde no se distingue de la poesía que libera y nos reinventa, nuevos significantes para la lucha y la esperanza. Esto en teoría parece posible, pues finalmente nuestra condición humana es la de ser sujetos que no quedamos completamente atrapados en la malla de significantes o estructura simbólica, y he ahí nuestro carácter de siempre estar proyectándonos en un futuro. Y si no es por esa vía de la sesión psicoanalítica, al menos se puede pensar en otra vía, que es la construir un proyecto de sociedad guiado por el principio de la reciprocidad, o quizás del compartir.
Lévi-Strauss no sólo nos compartió su pensamiento, sino también la desesperación y la tristeza, que no solo la expresó en su libro de ‘Tristes trópicos’ y ‘El Hombre Desnudo’, sino también a sus 97 años cuando dice “Lo que yo constato… es que la especie humana vive una suerte de régimen de envenenamiento interno… yo me refiero a este presente y a este mundo en el cual estoy terminando mi existencia” [34] . Él nos compartió que se puede vivir pero no sólo esperando, porque el esperar es la muerte, no se trata de vivir para esperar algo, sino porque hay algo que hacer, ya que lo contrario de la esperanza no es la tristeza sino el ánimo, el tener el coraje, la determinación.

  1. Conclusión

Mauss trató el problema del don, su carácter simbólico y obligatorio sirvió de plataforma para el impulso de muchas disciplinas, Lévi-Strauss insistió en su carácter estructural y cultural, pero centrándose en el desequilibrio estructural inherente al principio de intercambio en la cultura. De los dos resulta la idea de que el principio del lazo social se constituye en el intercambio simbólico.
De tal aproximación varias lecturas se desprenden, una de ellas ha insiste en ver en el intercambio de los bienes un medio eficaz de resolver el antagonismo fundamental que hay en la sociedad, idea nada sencilla cuando uno se lanza a conciliar tal idea con algunas hipótesis centrales en las perspectivas teóricas de Hegel y Freud.
Tarea compleja, pero nuestra realidad social se ve amenazada en su existencia y exige transformaciones pues los anteriores significantes amos han desaparecido para dejar lugar a otro significante que es ese de lo útil: es necesario que algo sirva y deje ganancia, que el beneficio sea mayor al costo, en breve al imperio de las relaciones utilitarias y mercantiles. El reto es no sólo de pensar al don como una modelo de comunicación o como un modelo utópico, pasado, sino como un elemento constituyente de la sociabilidad primaria, es decir, el eje alrededor del cual se levanta y sostiene el vínculo social al interior de cada comunidad o sociedad.
Julio 2008. Wiesbaden, Alemania.

Bibliografía

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Bibliografía de apoyo.

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  3. Hegel, G. W. F. Fenomenología del Espíritu. Edit. FCE. México, 1966.
  4. Weber, Florence. Préface à l’édition ‘Quadrige’ du 2008. Du livre de Marcel Mauss. « L’essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les sociétés archaïques ». P. 9.

Audiovisuales

  1. Lévi-Strauss, C. Entrevista en la TV francesa. 2005. Disponible en URL: www.youtube.lévi-strauss.com
  2. De Vita, Franco. Autor de la canción “Tu de que vas” Album: Stop. 2004.
  3. Fato. Autor de la canción: “Por mujeres como tú” (Interprete Pepe Aguilar).
  4. Rodríguez, Silvio. Canción «Habana y bolero». Autor e Intérprete: Silvio Rodríguez. Álbum: “Oh melancolía”. 1995.