James Herrerías

RELOJ DE SOL

Hora extraña. No es

el fin del mundo

sino el atardecer. 

La realidad, 

torre de Pisa, 

da la hora

a punto de caer.

Gabriel Zaid

He de comenzar con una confesión, a menudo —con más frecuencia de la que me gustaría aceptar— me propongo trabajar un tema que me parece interesante, o debo decir más bien seductor, y con el desarrollo, un sesgo eclipsa la temática original. Esto me recuerda lo que algunos metodólogos de la investigación han insistido en indicarnos: “El nombre de un trabajo es lo último que se escribe”; por las circunstancias de nuestro encuentro en que el nombre es solicitado con anterioridad, uno querría articular respecto a cierto tema y hasta se atreve a poner títulos curiosos y elocuentes, pero ya sabemos en psicoanálisis lo que significa querer y creer, o más bien dicho, al menos sabemos lo que no significa…

De esta manera, cuando fui invitado a participar en este encuentro sobre el texto lacaniano que remite al tiempo lógico, di con el presente título sobre el cual me veo obligado a referir que la condición trans referida en él apuntaba a impactar provocadoramente, a sabiendas que sería debatible en torno a las posibles concepciones temporales en psicoanálisis. La propuesta parcialmente traicionada del título ahora corregido, remite en su origen a un más allá, pero también al otro lado, detrás de o incluso a través de. Según refiere el diccionario panhispánico de dudas respecto al prefijo trans, la n seguida de s, tiende a relajar su articulación y así se da una simplificación castellana, hemos dado con que el uso en la mayoría de las palabras a las que afecta este prefijo se conserva sólo el tras y ya no el trans de origen latino (una notable excepción es transexualidad que ha ocupado un lugar privilegiado en los círculos más diversos en los últimos tiempos). 

 

Pero entonces justo en la partida y después del trans que he propuesto, emerge la pregunta ¿Qué es entonces el tiempo? Desde luego comenzamos con las referencias de la RAE que nos remite a: época, secuencia de sucesos y duración; al mismo tiempo sabemos que su etimología viene fonéticamente del tempus latín, forma de traducir el Chronos griego (Tal vez sea pertinente mencionar aquí que nos es advertido no confundir Chronos con Crono, el primero dios de las Edades, personificación del tiempo y el segundo el rey de los Titanes, padre de Zeus). Chronos es compañero de Ananké —la inevitabilidad—, cuyo nombre nos resuena en psicoanálisis, y juntos dieron génesis al universo ordenado de tierra, mar y cielo, al separar el huevo primigenio.

 

Por su parte María Moliner en su magnificente Diccionario de uso del español, refiere que el tiempo es: 

Magnitud en que se desarollan los distintos estados de una misma cosa u ocurre la existencia de cosas distintas en el mismo lugar. Se le da con mucha frecuencia un valor patético, como sucesión de instantes que llegan y pasan inexorablemente y en los que se desenvuelve la vida y la actividad, reflejado en el lenguaje con verbos como «acosar, acuciar, aguijar, aguijonear, apremiar, apurar…»

Podemos sobre esta base indicar la posible coexistencia de distintos tiempos: un tiempo psicológico, uno biológico, uno físico; sin embargo en una óptica minuciosa, sería extremadamente tirante su unicidad, José Ferrater Mora se refiere así a estas distintas aproximaciones del tiempo: 

No es fácil, caso que sea posible, agrupar sistemáticamente las concepciones e investigaciones sobre el tiempo y alcanzar una «concepción unificada» que valga igualmente para las intuiciones del sentido común, la experiencia común del tiempo, los experimentos biológicos y psicológicos, las concepciones físicas, los análisis epistemológicos y ontológicos, las especulaciones metafísicas, los cálculos lógicos, etc. Parece especialmente difícil «unificar» aspectos de la noción de tiempo tan diversos como la experiencia (psicológica) de la sucesión temporal y los conceptos físicos.  

 

Según Ernst von Dobschütz hay una diferencia en el modo en que los hebreos y los griegos piensan. Los primeros son fundamentalmente temporales y los segundos intemporales. En el pensamiento hebreo se pone el acento en el pasar y en el segundo en el estar, en los primeros se organiza en función del futuro y en los segundos en función de un presente. En consecuencia, los hebreos conocieron el tiempo, lo determinaron y lo midieron, por su parte los griegos conocieron el tiempo en base al movimiento de los cuerpos celestes y tendieron a otorgarle un carácter cíclico, es decir, repetible. Una linealidad que está inscrita dentro de ciclos, remitiendo así en esa serie a un conjunto de presentes. 

En esta categorización, podemos referir que el psicoanálisis freudiano pertenece a la línea griega, según sabemos Freud caracterizó a su Inconsciente como atemporal, lo importante de esto es que según nos aclara, eso inconsciente determina y modifica a veces de manera contundente y otras ocasiones discretamente hasta los actos más racionales de la cotidianidad del sujeto, entonces tenemos que, si lo inconsciente no distingue edades, la experiencia del sujeto se ejerce en un eterno presente, en un conjunto de presentes que no por ubicarlos en el calendario de manera más o menos lejana, pierden fuerza o vigencia, todo lo contrario, es una perpetua reactualización, de sostenerse esto, regresamos a su concepción griega del tiempo, pues los eternos presentes pertenecen a una serie de movimientos circulares, a la repetición, ¿nos sería lícito agregar: compulsiva?. 

El tiempo, según advierte Aristóteles, es determinable por el movimiento, lo expresa así: el tiempo es el número [la medida] del movimiento según el antes y el después [lo anterior y lo posterior]. El tiempo según Aristóteles es una gran paradoja, y así pone en tela de juicio su existencia “Es difícil concebir que participa de la realidad algo que está hecho de cosas que no existen”, pero en fin se concluye que a pesar de eso el alma garantiza la realidad del tiempo. San Agustín, un aristotélico, dice que el tiempo es: un fue que ya no es, también un ahora que no se puede detener y que tan pronto se indica, ya no es, y —agrega— es un será que todavía no es. No tiene dimensión y en el intento de asirlo, se desvanece y sin embargo, nos dice, yo sé lo que es el tiempo, pero lo sé, sólo cuando no tengo que decirlo “cuando no me lo preguntan lo sé; cuando me lo preguntan, no lo sé.” Lo anterior remite a dos líneas de larga tradición dentro de las concepciones del tiempo, esto es: el absolutismo, bajo el que se concibe el tiempo como una realidad completa en sí misma y el relacionismo, que estima que el tiempo no es una realidad en sí misma sino una relación. San Agustín trata el tema de la relación entre el tiempo como algo interior, es decir anímico y algo exterior; esto es dependiendo si la medida se encuentra dentro o fuera del alma. En apoyo de lo anterior podemos decir que no siendo el tiempo una cosa perceptible por los sentidos, parece apuntar a un continente vacío, o bien una relación o un orden de existencias de cosas no simultáneas. Dentro de este relacionismo, entre las tendencias filosóficas contemporáneas tenemos al primer Heidegger con su Sein und Zeit (así, sin artículos), con quien sabemos que Lacan ha tenido intercambios textuales puntualizados pero sobre todo no declarados; según nos refiere Ferrater Mora, le acompañaron a Heidegger un grupo de filósofos menores especialmente en Alemania que trabajaron la estrecha relación entre el tiempo y el ser, dentro de estos, podemos destacar a Neuhäusler con una fórmula que nos regala para ser cavilada desde el psicoanálisis “Die Zeit ist die Unruhe des Seins”, esto es: “El tiempo es la inquietud del ser.” 

Además de referir las concepciones sobre el tiempo desde los puntos de vista metafísico, ontológico, histórico y epistemológico, psicológico y físico, encontramos todavía dos referencias temporales: el tiempo biológico, que connota entre otras cosas los ritmos de los procesos orgánicos (podemos en este punto hacer referencia al tiempo en que acaece con la Verwerfung, por ejemplo). El otro es el tiempo pensado a partir de la lógica, en lo que ha sido llamado la lógica temporal o lógica de los tiempos o lógica cronológica entre cuyos exponentes, contemporáneos de Lacan, están: Jósef Maria Bochénski, Benson Mates, Jaakko Hintikka y Nicholas Rescher, los cuales plantearon problemas respecto a las nociones de: lo actual, lo posible y lo necesario con base en el llamado argumento dominante, el cual fue arrojado por el filósofo griego de nombre sugerente: Diodoro Cronos.

A manera de addendum, al comenzar a redactar estas líneas, fue inevitable la remisión a un libro temporal, el texto al que hago alusión es La subjetividad como clepsidra de José Eduardo Tappan. He tenido con este libro varios diálogos, mas allá de los que he tenido con su autor y es que en este momento doy con proponerlos como distintos, hay una brecha entre el que suscribe un texto, al que podemos regresar una y otra vez y por el otro con el que articula espontáneamente, el que elabora intentando exponer o asentar algo sin poder pensárselo detenidamente, pues la escritura y la charla espontánea, ambas de gran riqueza, se mueven en distintos tempos. 

Ya desde su título, nos es lícito establecerlo como un escrito temporal, en la clepsidra el libro remite al tiempo, recordemos que la clepsidra (de las que por cierto hay de muchos tipos) es un mecanismo que utiliza el flujo de un líquido para medir el tiempo. Refiere José Tappan en su texto temporal que “El Psicoanálisis que inventó Lacan se despliega en un análisis sincrónico que opera sobre la lógica simbólica que constituye al sujeto (en tanto sujetado o producto del deseo) y su subjetividad, y que, por lo tanto, da cuenta de operaciones, relaciones, instrucciones, agentes y funciones. Es decir, un conjunto de reglas y ordenamientos que actúan con cierta independencia […]” y establece una relación necesaria entre las dimensiones temporales para su abordaje psicoanalítico: “La manera en que el plano sincrónico de la estructuración del sujeto se relaciona con el plano diacrónico, relación entre lo contingente y lo necesario, es esencial para comprender que el Sujeto Psíquico es poroso, y no refractario a sus circunstancias […]”

Entre la lectura que transita en recovecos inesperados de la subjetividad, hago referencia al capítulo: Tiempo lógico, cronológico y memoria en donde Tappan pone en relieve el paso que da Lacan sobre las propuestas temporales de Freud, esto es que “[…] el psicoanálisis cambia de eje, del diacrónico con Freud al sincrónico con Lacan, de la temporalidad cronológica a la lógica, de las concepciones históricas a las estructurales, de los personajes a las funciones […]”

Revisitando a Freud, José Tappan demarca con precisión el interés historicista en Freud y su tendencia diacrónica, sin omitir distintas lecturas posibles de otros asertos freudianos, al mismo tiempo que despliega de manera puntual el devenir temporal del psicoanálisis a partir de las elaboraciones de Jacques Lacan. 

El texto del que hablo tiene una gran riqueza, está nutrido de preguntas cuyas respuestas no están cerradas, y posee una orientación crítica que incita a dialogar y argumentar, diría incluso que el texto invita al lector a generar y pensar asuntos más allá de su temática explícita. 

Al proponer Transtemporalidad en psicoanálisis, puede colegirse de manera automática que esta propuesta se relaciona con el tiempo lógico de Jacques Lacan, sin embargo, a partir de la invitación implícita de Tappan, indico una sincronía en Freud y una diacronía en Lacan. En cuanto a la sincronía en Freud, además de lo asentado anteriormente respecto al eterno presente de la experiencia del sujeto freudiano, podríamos añadir en la clínica, en la interpretación; cuando le dice a su analizante: ha dado usted un mal paso, interviene sobre la sincronía, hace con ello una captura. Por el lado diacrónico, Lacan en el estadio del espejo requiere un momento de cristalización del algo que implica un momento que da lugar a una cierta producción, hay un antes y después que es cronológico, también diacrónica es la concatenación de la estructuración psíquica (que en el caso según decíamos podría involucrar hasta determinaciones biológicas) e incluso la cuestión del sinthome, algo que se produce, se engarza y que sostiene lo que antes estaba desanudado. 

 

  • Dasein es un ser allí, pero en cada ocasión, una reactivación y reorganización perenne, pero diacrónica al fin y al cabo. 
    • La escucha del Dasein. 
  • “el tiempo es una cuarta coordenada o, mejor dicho, espacio y tiempo son coordenadas en un universo y tetradimensional. Se ha dicho que ello representa una «espacialización del tiempo», pero debe tenerse en cuenta que la «fusión del tiempo con el espacio» no ha significado en dicha teoría que el tiempo sea concebido como si fuera espacio; en rigor, el universo tetradimensional es más bien un universo de tres más una dimensiones.”