Transmisión analítica, universidad y epistemes

 Martha G. Aguilar, Ramiro Ortega Pérez

El 21 de septiembre de 1939, Sigmund Freud hace de su “Más allá del principio de placer” un pasaje: del sino a la decisión, del lugar a la posición, del sufrimiento a la dignidad. Dos días después desaparece físicamente.

Sesenta y seis años después, hemos de dar cuenta si nuestra relación con el psicoanálisis ha dado lugar a un pasaje peculiar, una singularidad que produce una torsión en el modo de inscripción al lazo social, o simplemente hemos recorrido un camino plagado de sustituciones referenciales, virajes epistemológicos o juegos de lenguaje en el escenario de una casa de los espejos.

I.- Epistemología y lógica del fantasma:

La historicidad del discurso epistemológico nos hace necesario reconocer, al menos tres giros presentes en este ámbito de discusión: el primero, es el que lleva al planteamiento de lo que podemos llamar las grandes epistemologías y que bajo la rúbrica de los “ismos” (Positivismo, Marxismo, Estructuralismo, post …) hizo posible tres formas de análisis en la relación filosofía –> ciencias [1]: el análisis directo, el análisis formalizante e inclusive el genético. El segundo, es el que permite inscribir bajo las denominadas epistemologías regionales [2] discursos que proponen formas novedosas y particulares de legitimación en ámbitos concretos de cientificidad. Los casos de la física o la biología en las ciencias naturales, de la matemática en las formales y de la antropología en las Ciencias Sociales dan una idea bastante clara de lo que se encuentra en juego. Posibilidades propias de fundamentación, en que no sólo se invierte la relación, ahora en términos de Ciencia ->Filosofía; sino que, las ciencias muestran alcances epistemológicos de gran envergadura. El tercero, móvil y diverso, permite caracterizar entrecruzamientos, dinámicas, inclusiones y exclusiones. Sin propósito de exhaustividad podemos, al menos, caracterizar la incorporación de las teorías de la complejidad que hacen posible introducir una nueva imagen de la naturaleza caracterizada por la movilidad no lineal, el ordenamiento caótico y el azar; las lógicas paradojales y paraconsistentes que movilizan los discursos hacia formas multirreferenciales, a veces, jugadas en compatibilidades epistémicas o, en otras, en simultaneidades discursivas no reduccionistas ni asimilables entre sí; las propuestas post-estructuralistas [3] y las recuperaciones de las utopías históricas y sus consecuencias en términos de conciencia posible [4].

Lugar y posicionamiento:

Dos puntos de anudamiento son posibles ante este complejo panorama epistemológico; por una parte la historicidad social, regional e institucional de los portadores/constructores de discursividad y, por otra parte, la existencia singular de los epistemólogos como efecto/agente subjetivo.

Paralelamente, una interrogación, ¿qué relación del psicoanalista con su, o sus, episteme (s)?

Anudamientos:

A diferencia de contextos regionales y universitarios, donde, a pesar de que algunos imaginarios jueguen a caracterizar el discurso universitario como un envés estático del discurso analítico [5], es palpable la existencia de un magma de significaciones [6] en la que los sujetos pueden producir y consolidar diversos estatutos discursivos; existen otros universos caracterizados por un tipo de consolidación del modelo neo – liberal en que la dignidad de una cultura se sustituye progresivamente por esos no lugares tan bien descritos por el antropólogo Marc Augé y, en concordancia, con el avance del pensamiento único, críticamente planteado por Cornelius Castoriadis.

En estos universos, donde en 2003 se conmemoraron, en la “Marcha de la Amnesia”, 147 años de Freud nonato. En esos lares, decir epistemología, no es simplemente recurrir a cuestiones de fundamentación, de vecindad, o incluso de legalidad. No se trata pues de los elementos, digámosles laterales, a la lógica del fantasma , < y > (mayor que y menor que), en que generaciones enteras de filósofos y analistas buscaron las garantías de cientificidad que no eran las correspondientes a la propia praxis analítica [7]

Implica ahí, introducir una posibilidad de histerización, ante un S1 que, por estructura, no puede hacer de la diferencia más que su propia y peculiar ignorancia. No hay, pues, una forma de colmar las particularidades disciplinarias introduciendo la reflexión epistemológica por cuatro vías: la historización de los saberes, la localización de sus raíces (panorama de las epistemologías clásicas), la ausencia de fundamentación de sus particularidades (epistemologías regionales) e incluso en sus estatutos argumentativos pre-modernos (que en su conservación de lo adquirido no parecen dar acuse de recibo a las nuevas imágenes de la naturaleza producidas por la física moderna).

Posibilidad que se inscribe, en nuestro juego de la lógica del fantasma más en un vector de v (disyunción) que en una fantasía compensatoria.

Singularidades

Tomando distancia de las intervenciones silvestres, la relación castración – discurso, hace posible mediante una peculiar singularización el lugar subjetivo de las cosmovisiones.

Singularizar a los portadores de epistemologías permite así la escritura de genealogías, de localización de los sujetos ante sus propios dichos.

Hace posible, entonces, anudar las lógicas subjetivas en los dichos de los portadores. Identificar los tipos de saber a partir de los cuales se producen formas particulares de incorporación/expulsión tanto en la dimensión del acontecimiento [8] como del encuentro con lo inesperado.

Incorporar, en la práctica cotidiana, en que los “efectos de estructura” permean, matizan o determinan, las diferentes formas de aproximación al saber. ¿desde dónde se habla y qué lógicas se producen, con y a pesar, de los sustentos epistemológicos explícitos?.

En la concretud de un ejemplo, de una vivencia contada, ante una emergencia de lo cotidiano o ante un pasaje teórico/reflexivo se identifica el punto de sostén subjetivo en el que el hablante da cuenta del carácter de la relación que ha construido y que, a la vez, lo determina, tanto con los textos como con su propio texto.

Se puede, v.g., afirmar que la lógica freudiana es binaria, que Lacan con su ternario hace posible un verdadero “desplazamiento” del psicoanálisis; afirmar también, incluyendo un notable rigor teórico, que las “fórmulas de la sexuación” hacen obsoleto el edipo freudiano. Y todo ello, sin haber construido el pasaje lacaniano de edipo, al nombre del padre, a los nombres del padre, al matema y a las fórmulas de la sexuación. Es decir, sin tomar nota ni de la construcción analítica que la soporta, ni por supuesto de las consecuencias que ello tiene, sobre todo, en dos direcciones: la formación de los analistas y las condiciones de un final de análisis.

Si este pasaje implica, auténticamente, la posibilidad de la destitución subjetiva; entonces, será factible que los efectos de saber y en el saber tengan un tipo particular de relación con la transmisión.

En un texto reciente sobre Foucault, Raquel Capurro anota la posición del autor ante dos efectos producidos por el texto escrito: efectos de opinión y efectos de saber.

La lección de Jacques Lacan en Radiofonía no consiste, así, en un juego lógico de oposiciones o de puestas en circulación de lo verdadero de un dispositivo contra lo falso de otro. Realiza, más bien, una producción en que significante y goce se encuentran en tensión, en formas de imposibilidad; pero, también, y fundamentalmente, consisten en una puesta en juego de la interrogación en torno al “poder de los imposibles” ante lo real del goce. [9]

Analistas:

De este modo, si bien es cierto que la impotencia del discurso universitario consiste en la producción de sujetos ubicables en el lugar del amo; también es cierto que ni los analistas en la universidad se sostienen en una mera distinción de otros lugares y mecanismos formativos (¡como si estos lugares soportaran per se el discurso analítico!); ni, por mucho, la producción de una episteme analítica está exenta de efectos de transmisión. ¿De qué?, del lugar del sujeto y su relación con el psicoanálisis.

Si el analista encarna un nuevo destino de la pulsión cabe preguntarse si su transmisión, su des/sustanciación misma no puede dejar de tener efectos en su propia relación con el quehacer intelectual; con su posicionamiento ante los textos.

Los propios mecanismos de formación puestos en juego por Jacques Lacan no indican vías o simples enveses de los dispositivos burocráticos, científicos o totalitarios, implican toda una lógica y la ubicación de un agente de la producción discursiva.

¿No podemos decir, por ejemplo, que el dispositivo del pase da lugar a una temporalidad en la que un pasaje, su transmisión, su formalización y sus efectos pueden testimoniarse en un “decir otro”?.

Saber alegre por recrear un modo de existir, de des/ser auténtico en el acto analítico y que tiene consecuencias en lo prosaico de lo cotidiano.
Posicionamiento sin reservas, sin el ocultamiento o distancias obsesivas, ante los otros discursos o ante las formas de satisfacción que están fuera o no hacen lazo social.

A modo de cierre (para charlar…)

“… El amor al saber y el deseo de saber son dos cosas bien distintas. El amor al saber implica que no hay deseo de saber. El horror al saber queda así escondido tras el amor al saber …” [10]

La epistemología, entonces, no recubre; su lógica es fantasmática; sin embargo, y pese a todo, su lugar no es fijo ni unívoco. Puede movilizarse, también, como uno de los nombres de la castración. Para ello, es menester, ese punto especial, subjetivo que en lugar de clausurar moviliza. Lugar del sujeto, e interrogación de lo imposible.

Digamos también, episteme, que, se quiera o no, atestigua un tipo particular de producción. ¿Quién habla y para qué?. ¿Qué lo anima?. No basta la filiación, es menester producir el registro de una implicación … la propia.

Notas

[1Bien descritos por Jean Piaget en su Tomo 1, del Tratado de Lógica y Conocimiento Científico. Ed. Paidós.

[2Canguilhelm, Bachelard y Focault son muestras destacadas de ello. Sin embargo, y desde otra vertiente también podemos inscribir las consecuencias e los trabajos de Oliver Sacks y otros científicos e historiadores de las ciencias.

[3Martín Jay. Campos de Fuerza. Ed. Paidós.

[4Notable la construcción que realiza el Mtro. Hugo Zemelmann, del Colegio de México.

[5Lectura evidente en diversos trabajos donde Universidad (SEP incluida) funcionan como lugar de imposibilidad de transmisión analítica, consagrada ésta a los espacios de “seminarios y análisis personal” (sic).

[6Tomo prestada la figura de la obra de Cornelius Castoriadis, particularmente, de su trabajo el “Ascenso de la insignificancia” publicado por EUDEBA.

[7Con todo y los anatemas proferidos, no es cualquier cosa comenzar la lectura de los seminarios por el número 11 publicado por Miller.

[8Doble construcción, de autores como Marc Augé en el campo antropológico, y de la contingencia en el analítico.

[9Eric Laurent y otros. Lacan y los discursos. Ed. Manantial.

[10Oscar Zack. “Discurso analítico – Comunidad analítica”. Ibid, p. 129.