Sobre Hermenéutica, Analogía, metáforas del significante y Subjetividades contemporáneas

 Ricardo Blanco Beledo

Sobre Hermenéutica, Analogía, metáforas del significante y Subjetividades contemporáneas .

“En tant que formation particulière de l’inconscient,
il (le smptôme) n’est pas une signification, mais
une relation à une structure signifiante qui le determine” (Lacan, 1957, 441).
J. Lacan, La psychanayse et son enseignement, 1957, in Écrits. p. 441

Ce premier temps est essentiel por démarquer la thèorie lacanniene du symptôme de toute hermèneutique ou thèorie comprèhensive – de type jaspersien : “Gardez-vous de comprendre!” (Lacan, 1956, 471) avertit Lacan …
J. Lacan , Situation de la psychanalyse et formation du psychanaliste en 1956, in Ècrits p. 471

Cela rompt avec une psychologie clinique du signe et de la singularitè,
comme avec toute hermèneutique,
qui’il va jusqu’a dèsigner comme “une obscénité universitaire”.
(Assoun, 2003, 90)

El Problema Hermenéutico.

Creo que podemos estar de acuerdo con J. Lacan en lo que expresa en las frases citadas como epígrafes, cuanto con la síntesis que hace Assoun acerca del lugar de una hermenéutica de corte jaspersiana aplicada al psicoanálisis y a la psicología que dependan de los modelos positivistas.
Tanto el psicoanálisis como la filosofía, específicamente la antropología filosófica y la ética, así como las teologías contemporáneas, necesitan de herramientas de interpretación que puedan operar dentro de los nuevos desafíos teóricos y acordes con el reconocimiento a la formación de nuevas subjetividades que se presentan como interlocutores de su trabajo.
La Hermenéutica analógica, en particular, parece ser un medio para resolver, o aportar a la resolución, de las aporías con las que se encuentran las posturas más habituales en el campo de las disciplinas psicológico-psicoanalíticas. Esto es, una tendencia a la búsqueda de soluciones únicas o a la dispersión incontrolada de las interpretaciones.
Al ser el psicoanálisis, y la psicología en general, ciencias que interpretan los datos, y/o construyen sus objetos de investigación, a partir de las pistas clínicas detectadas en el trabajo con los seres humanos, la propuesta de herramientas teórico-metodológicas que tengan por centro a la interpretación por si misma es un requisito para la solidez de sus discursos o conclusiones.
El llamado principio de analogía modula las afirmaciones al ofrecer al mismo tiempo un reconocimiento del referente (empírico, ideal, conceptual, constructo, etc.) y la posibilidad de predicación tanto desde/para, la similitud cuanto desde/para las diferencias, incluso privilegiando las diferencias. El enmarcamiento dentro de límites pre-fijados de discurso alcanza un tono de proporcionalidad básica que remite al acceso del decir sobre el fragmento, cuanto a la sospecha de un posible todo, que no desdeña la posibilidad de un marco ontológico débil pero suficiente.
Heidegger, citado por Abbagnano (1963), decía que “La interpretación no es el tomar conocimiento de lo comprendido, sino el desarrollo de las posibilidades proyectadas en el comprender”. No se pretende “comprender” unívocamente, ni negarse a “comprender” absolutamente cayendo en el marasmo de la imposibilidad misma de locución acerca de algo. La Hermenéutica Analógica permite decir y callar, acceder y limitarse, balbucir cuasi comprendiendo sin creer que tiene la unicidad del saber, y al mismo tiempo abrirse aproximadamente a un amplísimo mundo de abordajes evitando caer en la mudez del discurso a que la llevaría un infinito de interpretaciones deslimitado.
Es verdad que en la tradición Talmúdica la hermenéutica pretende llegar a devolver al texto sagrado la infinitud de interpretaciones, para devolver así a la divinidad el infinito que perdió al crear al hombre y su ser libre. Pero aun en ese caso el “Pardés” pone límites al quehacer de los interpretantes.
La labor de interpretación remite a la hermenéutica; por eso es que podemos decir que en el campo de la clínica y “la meta-psicología psicoanalítica consistiría en un sistema de reglas para volver-a-narrar las historias de la vida, procedentes de historia no contadas o inhibidas y transformarlas en historias efectivas que la persona puede hacer suyas y dejar que formen parte de la identidad personal” [Ricoeur 1987]
Quizás las estructuras psíquicas antropológicas permanezcan como referentes, como al menos se apuesta en muchos casos. O tal vez, las mismas estructuras o los modos de reflexión sobre ellas, deban ser considerados desde otros ángulos, desde los cuales se descubra una plasticidad de las mismas que aún no hemos considerado.
No se propone un “fijismo” que ya no se sostiene, ni un equivocismo que no es materia de conocimiento. Parece que, en estos momentos, tanto para el camino de la Filosofía, como del Psicoanálisis ó de las Ciencias de las religiones, es una Hermenéutica Analógica la que puede darnos un margen mayor de aprehensión y acceso a la realidad cambiante de una humanidad que se reorganiza en subjetividades posmodernas-neoliberales-globalizadas. Ciertamente el planteamiento hermenéutico analógico rompe con algunos parámetros reduccionistas, propios de expectativas positivistas, y aunque ajena al modelo cientificista tampoco se vuelca al campo del relativismo absoluto.
Aproximación.
Una buena aproximación a la visión hermenéutica analógica de la interpretación nos la puede proporcionar el ejemplo de la lectura/escucha de un discurso, “texto”; escrito, oral, acción o padecimiento humano.
Para que la lectura/escucha de algo sea posible es necesario que ese discurso, “texto”, no esté cerrado sobre sí mismo. Leer/escuchar es una actividad que permite y provoca producir nuevos discursos conjugables con el discurso del texto escrito, escuchado, actuado.
El lector/escucha/interpretante de un “texto” ha de reelaborar los sentidos de aquello a lo que accede y para que esto sea posible, el “texto” ha de tener en sí la característica, imprescindible, de apertura al otro. Análogamente, y en el sentido demostrado por Ricoeur, el discurso producido en la sesión psicoanalítica es un texto sujeto a procesos de elaboración y reelaboración de sentidos; tanto por parte del analizante cuanto del analista.
Toda conducta humana es inteligible, limitadamente, en tanto podemos considerarla como texto a ser descifrado en la multiplicidad casi infinita de significantes con los que se encadena.
Hoy, con la formación de nuevas subjetividades pro-vocadas por los múltiples factores económicos, sociales, políticos y mediáticos, posmodernos-neoliberales-globalizados; escuchamos/leemos nuevos “textos” pero no hemos descubierto aún, ni creo que se sea posible lograr algo así, la “Piedra Rosseta” que nos guiaría en nuestro trabajo. No obstante podemos trabajar con la herramienta interpretativa, dentro de un marco analógico, para no solamente, percibir su existencia sino también iniciar intentos de una limitada aunque necesaria comprensión relativamente relativa.
Propuesta
La herramienta hermenéutica analógica puede ser de utilidad para el estudio de diversos tipos de problemáticas humanas; antropológicas, psicológicas, éticas, sociales, religiosas, etc. En todos los casos se realiza un trabajo elaborativo, deconstructivo/constructivo de los actos humanos que son inevitablemente “lenguajizables”; sea por parte del actor o del oyente/lector. Es más, todo tipo de acceso a algún modo de comprensión, aunque parcial, de la realidad, depende de la capacidad para que esta realidad, del orden que sea, pueda ser simbolizada; esto vale para todas las ciencias, sea la física, la matemática, la poética, etc.
Lo humano es acción significante, texto, las interpretaciones posibles sobre las subjetividades contemporáneas han de ser realizadas “desde” ese mismo texto y desde su contexto. El análisis de nuestra situación actual implica no solamente sensibilidad histórico-crítica para la ubicación longitudinal; además, para el estudio de la influencia de los medios, y sobre todo desde esta, la nueva realidad posmoderna-globalizada-neoliberal, la existencia de una postura crítica en el corte sincrónico.
En este momento cabe preguntarnos; ¿estamos condenados a ser solamente la presencia reflejante de la situación social?, ¿Podemos proponer algo diferente a la oferta del momento: un proyecto, por más transicional que este sea?
A muchos preocupa el vacío que se ha generado, y por ende, la tendencia del humano a la nada, al sinsentido provocado por el pasaje de un modelo de Estado Nación al de un modelo de “Estado – Mercado”. Las reglas actuales en y para la conformación de las estructuras individuales y colectivas están aun en proceso; algo conocemos de las anteriores, fruto de la modernidad, pero aun no tenemos capacidad de aprehender de las móviles reorganizaciones contemporáneas.
Existe, no obstante, otra subjetividad contemporánea, y es la de todos aquellos que no tienen acceso a la satisfacción ni de sus necesidades indispensables, mucho menos a medios de consumo, cualquiera que estos sean; esos grupos padecen la marginación del sistema y son un producto del mismo, grupos de personas que crecen exponencialmente al ritmo de la acumulación de riqueza en unas pocas manos, sólo tienen acceso a la ira.

La aparición de nuevas subjetividades.

Mejor que renuncie (a su práctica)
quien no pueda unir a su horizonte
la subjetividad de su época”
(Lacan, 1995)

“Les doy una definición posible de subjetividad,
formulándola como sistema organizado de símbolos,
que aspiran a abarcar la totalidad de una experiencia,
animarla y darle su sentido.
¿Y qué es lo que aquí estamos tratando de realizar,
si no una subjetividad?
Las direcciones,
las aperturas sobre nuestra experiencia y nuestra práctica,
que aquí aportamos
están destinadas a inducirlos
a proseguirlas en una acción concreta”.
(Lacan, 1954)

Un nuevo problema para las disciplinas que abordan la realidad humana, tales como el psicoanálisis, la filosofía, las ciencias de las religiones y los posibles diálogos entre estas disciplinas es la constitución contemporánea de nuevas subjetividades.
Existen formas novedosas de armado de la subjetividad, esto es, del: “sistema organizado de símbolos, que aspiran a abarcar la totalidad de una experiencia, animarla y darle su sentido” (Lacan). Este fenómeno, cuyo nacimiento podemos remontar a la década de los setenta en el siglo XX, ha sido definido por su relevancia y extensión como una verdadera revolución antropológica por autores como Lipovetsky (Lipovetsky, 1998).

Si consideramos en entorno más amplio del fenómeno, podemos ver como a partir de la Segunda Guerra Mundial se aprecia un desplazamiento de mayores consecuencias; del Estado-Nación, paradigmático de la modernidad, nos hemos trasladado hacia la construcción paulatina de un Estado-Mercado, propio de las fuerzas en juego en el neoliberalismo y la globalización. Este fenómeno socio político ha sido acompañado por las correlativas consecuencias en la constitución de las subjetividades de las poblaciones, acción promovida por los agentes económicos sociales que gobiernan las relaciones humanas, y evidentemente a su servicio.
El Estado – Nación, propio de la modernidad, promovía y suscitaba por todos los medios a su alcance, la formación de sujetos que se adhirieran a sus expectativas de racionalidad, conciencia nacional, sentido del trabajo socialmente significativo, familia tradicional, valores de identificación / identidad que podríamos llamar prototípicas de la modernidad.
En la modernidad tardía, o posmodernidad, se unen los movimientos y medios de globalización, de la economía, la tecnología y los medios de comunicación, enmarcados en el proceso de economía neoliberal; esto lleva a un pasaje, a una transición a lo que podemos hablar del armado de lo que denominamos “Estado Mercado”.
En este momento las decisiones para la marcha de las naciones están tomadas de acuerdo a las necesidades de los corporativos internacionales y sus intereses económicos, en y para la ordenación de las nuevas formas de proceder para el acceso al mercado global. De acuerdo a estos intereses se promueve, también y por tanto, la constitución de una nueva subjetividad acorde con las necesidades de funcionamiento de esta tríada globalización, posmodernidad, neoliberalismo.
El psicoanálisis nació dentro de las expectativas y conceptualizaciones de lo que podríamos llamar salud o normalidad afines a la positiva valoración de la conciencia crítica, la razón, el trabajo significativo, las relaciones amorosas y familiares estables; todas ellas propias del pensamiento de la modernidad. También la reflexión psicoanalítica desde los años 60 y posteriores del siglo pasado ha ido desplazándose y se ha hecho eco de lecturas armonizadas con rasgos de la expectativa del nuevo “sistema organizado de símbolos, que aspiran a abarcar la totalidad de una experiencia, animarla y darle su sentido” (Lacan).

A efectos de una primera aproximación a este problema de los cambios contemporáneos en el armado de la subjetividad podemos notar que, luego de un primer intento casi univocista, propuesto por el correlato ideológico a una concepción de Ciencia exclusivamente unida al Positivismo, y sus ramas sucesivas, hasta llegar a la Filosofía Analítica, o a los intentos casi conductuales para las formulaciones teóricas psicoanalíticas en algunos autores norteamericanos o alemanes; posteriormente se acuña una línea casi, prácticamente, equivocista y relativista en la cual márgenes, límites, códigos, quedan adheridos a la simple cadena de asociaciones metonímico – metafóricas de una verbalización que habla pero no sabe lo que dice, aunque formule, formalice, topologice.

Algunos rasgos
El lenguaje y sus connotaciones van cambiando; las mismas palabras que se usaban antes, ahora tienen cargas y sugerencias particularmente disímiles y complejas. Por ejemplo, el vocablo “libertad”, en términos de significado para una tradición como la judía tiene implicaciones que hacen referencia a lo sagrado, a la fidelidad con la palabra dada, expresada en términos de pacto.
Actualmente esa misma palabra, libertad, está definida en términos de anarquismo, y se contextualiza en un discurso bizarro de posibilidades de valor de cambio.
Aquí pues, tenemos un problema de interpretación evidentemente grave. Para el comentario de este tipo de ejemplo conviene una reflexión sobre lo que las subjetividades contemporáneas determinan en un ámbito ético – antropológico.
Dice Francisco Ferrara (2001) que “frente a la caída de los imaginarios precedentes es posible advertir la entronización de ideas, conceptos, nociones que, lentamente, van ocupando su lugar en el dispositivo de matrizamiento de las nuevas subjetividades”. Es decir, las nuevas generaciones construyen a partir de esta carencia su estructura, su identidad y su lenguaje, tales que presentan las siguientes características descritas por el mismo Ferrara en el siguiente listado:
● Aumento de la valoración de lo privado frente a lo público
● Crecimiento de la importancia de los objetos como fuente de satisfacción
● Pérdida correlativa de la importancia de la relación entre personas
● Descreimiento en las instituciones y en la política
● Aumento del individualismo
● Creciente ausencia de proyectos colectivos

Estas características las vemos descritas también en autores como Mirta Zelcer (2002), que define la situación actual dirigida por el eje de la consumición, “todo se trata de consumir o ser consumido”.
Es aquí donde encontramos el problema del que hablábamos al principio; estos cambios en la constitución de la subjetividad contemporánea son tales que, como dice Zelcer, no sólo carecemos de modelos teóricos para dar razón de ellos, sino que además carecemos de la organización perceptual para reconocerlos.
Hasta donde nuestros antiguos esquemas para la representación nos lo permiten, categorizamos con verbalizaciones antiguas, “modernas”, algunas características de esta nueva subjetividad. Habría pues que hacer el intento de pensar esta nueva y extraña subjetivación, ajena al lenguaje precedente. Zelcer lo hace describiéndola a partir de la observación de los comportamientos en niños y adolescentes actuales y que presentan las siguientes características:
- Incremento de la crueldad (sadismo) – inescrupulosidad
- Implosión de impulsos violentos verbales o corporales, o bien destrucción concreta de materiales
- Falta de registro del daño o del sufrimiento de los semejantes
- Falta de asunción de responsabilidad por lo actuado
- Corte del pensamiento lógico entre lo que se hace y los efectos de los propios comportamientos (hecho que, precisamente, corta el encadenamiento lógico hacia la responsabilidad)
- Incapacidad de disculparse, ya que no existe sentimiento de culpa alguno
- Afán de poder absoluto
- Acoso moral y físico

“Es evidente que la descripción de la subjetividad en la niñez coincide con la de los actores sociales de deberes y derechos plenos. Asistimos de este modo al traslado dentro de la normalidad de lo que se solía llamar una sociopatía: esta perversión es ahora sintónica con los lazos sociales laborales requeridos por el mercado. En las prácticas sociales, algunas entidades psicopatológicas se han deslocalizado” (Mirta Zelcer. 2002).

Reportes procedentes de Brasil y Chile reafirman sus aseveraciones.
En Brasil la Dra. Rache [2001] dice:
“Entonces, ésta es la población infantil que llega al consultorio: niños consumidores, carentes de recursos simbólicos, atrapados en algunos paradigmas propios del discurso de un estereotipo. Como reflejo de esa situación, el juguete no representa más la posibilidad de simbolización, de juego, más bien el juguete deviene una mercancía en la línea del consumismo. Estos niños opinadores y consumidores no saben jugar, porque (no pudieron construir este espacio) este espacio no se les fue introducido […] La muestra de nuestros pacientes sigue, con aquel que opera según el modelo de ‘su majestad el bebé’ dando órdenes a sus padres o a cualquiera que ocupe el lugar de la autoridad: pedagogo, maestro, pediatra, psicoanalista, etc. Otros niños tipo -adulto fueron tan estimulados cognitivamente que deviene hipermotrices presentando cuadros de autonomía precoz o descargas no simbólicas […] La observación clínica cotidiana parece mostrar una cada vez más franca prevalencia de ideales narcisistas [yo ideal] sobre los ideales simbólicos que conforman el ideal del yo; un empobrecimiento del campo elaborativo de las situaciones conflictivas que se procuran desmentir por diversos caminos (mentales, químicos, quirúrgicos) y un avance de creencias primitivas que encuentran un canal de expresión más representativo en la acción que en el pensamiento o la palabra”

Información de la Universidad de Chile (http://csociales.uchile.cl/publicaciones/thesis/03/ponencias/pon20-3.html), expone que:
“[…]el alto índice de niños diagnosticados con síndrome de déficit atencional (31.3% de los niños entre 5 y 16 años, ingresados al Servicio de Cirugía en Santiago en 1994 fueron diagnosticados con SDA. 12.7 % de niños de primer año básico del área occidente de Santiago fueron diagnosticados con SDA en el periodo 1992-1993. (Ministerio de Salud, “Las enfermedades mentales en Chile, Magnitud y Consecuencia, 1999) y quizás la dificultad para abordar dicha problemática al interior de la disciplina tenga relación con la emergencia de nuevas subjetividades en las que el yo ha perdido su capacidad de sintetizar, jerarquizar, y responder a un modo unitario no fragmentario a la realidad”.

Si seguimos los resultados anteriores descriptivos de la subjetividad contemporánea encontramos que tiene las siguientes características fundamentales:
1. La pérdida de la capacidad de interactuar – Individualismo.
2. Estereotipos dirigidos sobre el eje del consumo.
3. Una subjetividad con características de tipo infantil que en términos reales es equivalente a una sicopatía, pero que en la actualidad se a generalizado al grado de convertirse en sintónica
4. Carencia de recursos simbólicos
5. Prevalencia de ideales narcisistas

Conclusiones, por el momento.
Llegado este momento podemos decir que hemos mostrado análisis y características de la presentación de subjetividades contemporáneas. Y esto nos remite a la preocupación que manifestábamos al enfrentar el problema y que mencionábamos al principio de este texto; podemos aceptar que no solamente carecemos de los modelos teóricos para organizar el material sino que, siguiendo a Zelcer, ni siquiera tenemos, en estos momentos, la estructura perceptiva para organizar los datos de la experiencia y capturar las estructuras conductuales, o en el campo de la fantasía, que se conforman en la actualidad en nuestros jóvenes, niños y también en los adultos contemporáneos. Seguimos percibiendo, y pensando lo percibido, con nuestros esquemas – modelos modernos.
El reto para el psicoanálisis, para la filosofía, para las ciencias de la religión, y para un posible diálogo entre estas disciplinas, está en estos momentos precedido por la percepción-reflexión acerca de los cambios y constitución de las nuevas subjetividades y la interpretación, no solamente de nuevos lenguajes, sino de nuevos sentidos de los lenguajes.
Creemos que la Hermenéutica Analógica, como se ha descrito al inicio de este texto, puede ser una herramienta, limitada pero suficiente, para abrir los esquemas tanto de nuestros modelos teóricos cuanto del campo perceptual, para permitir describir, comprender y analizar la novedad de las reconfiguraciones de las subjetividades contemporáneas.

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