Narcisismo en la mujer, anticipaciones de Nietzsche.

 Elena Bravo Ceniceros.

 

En Introducción del narcisismo (Freud,1914), Freud distingue dos tipos de elección de objeto: por apuntalamiento (que sería el pleno amor de objeto) y la elección narcisista (que tomaría al propio yo como objeto). En este texto, deja claro que hombres y mujeres muestran diferencias en su forma de amar. El pleno amor de objeto sería característico del hombre.

[1]

Ahora sabemos que siempre habría un componente narcisista incluso en el denominado: amor de objeto. Cada sexo parece buscar, a través del otro, un reencuentro con una parte de sí mismo que consideraría como perdida, una parte de su pasado. Sin embargo, centrándonos en este texto de 1914, Freud sostiene que es particularmente el amor en la mujer el que posee un acentuado componente narcisista. La explicación de Freud indica que, debido a la envidia del pene y a un sentimiento de inferioridad inicial en la mujer, existen varios intentos de compensación tardíos, que apuntarían a resarcir esa herida narcisista.

Freud desarrolla en varios lugares la idea de que la diferencia anatómica entre los sexos tiene consecuencias psíquicas. Entre ellas, aquello que determina la angustia de un sujeto varón y un sujeto femenino. En el hombre, dirá, la angustia predominante es la angustia de castración. En la mujer, la angustia es causada ante el temor a la pérdida del amor del objeto. Desde ahí, la mujer, en particular la histérica, buscaría la confirmación continua de ser amada.

Freud no es el único que trata este tema. Resulta muy interesante constatar, que mucho antes que él, Nietzsche, con su peculiar estilo, también ha resaltado este narcisismo femenino. La obra en la que Nietzsche aborda este tema del narcisismo femenino, con ideas muy semejantes a las que sostendrá Freud, es Humano, demasiado humano. Un libro para pensadores libres (Nietzsche, 1878). El primer volumen de esta obra fue publicada en 1878.[2] Es decir, 36 años antes que Introducción del narcisismo. El séptimo de los nueve capítulos se titula “Mujer e hijo”. Ahí están reunidos la mayoría de los aforismos a los que aquí nos referiremos. Además, hay algunas de estas ideas expuestas en Así habló Zaratustra, en La Gaya Ciencia y en Ecce homo.

En Nietzsche encontramos una marcada ambivalencia hacia las mujeres: de repente leemos su desprecio a partir de un tono claramente desdeñoso y agresivo hacia la mujer. Pero en otros momentos vemos una disimulada admiración por la fuerza y la astucia de éstas.

Subrayaré ahora cuatro aspectos de este narcisismo femenino en donde Freud y Nietzsche coinciden:

 

  • Necesidad de ser amada
  • El amor al ideal, a lo que ella querría ser.
  • La sustitución del falo faltante por el hijo.
  • Solución de compromiso entre narcisismo y masoquismo

 

1) Necesidad de ser amada:

 

Una de las ideas que ambos exponen es que para la mujer la necesidad de ser amada está por encima de su necesidad de amar. Freud lo dice en estos términos:

 

“En particular, cuando el desarrollo la hace hermosa, se establece en ella una complacencia consigo misma que la resarce de la atrofia que la sociedad le impone en materia de elección de objeto. Tales mujeres sólo se aman, en rigor, a sí mismas, con intensidad pareja a la del hombre que las ama. Su necesidad no se sacia amando, sino siendo amadas, y se prenden del hombre que les colme esa necesidad”[3].

 

Nietzsche se había adelantado a Freud en la idea de que la mujer buscaría en primer lugar ser amada que amar, llevándole a ella misma a creer que ama:

 

“La idolatría que las mujeres practican con respecto al amor es en el fondo y originariamente una invención de la sagacidad, por cuanto mediante todas estas idealizaciones del amor acrecientan su poder y se presentan a los ojos de los hombres como cada vez más apetecibles. Pero en virtud de la exagerada estimación secular del amor, ha sucedido que han caído en su propia red y han olvidado ese origen. Ellas mismas están ahora más engañadas que los hombres y sufren, por tanto, más del desengaño que casi necesariamente en la vida de toda mujer siempre que tenga fantasía e inteligencia suficientes para poder ser engañada y desengeñada.”[4]

 

El placer sexual es para ella secundario, cuando no inexistente. Si es deseada pero no amada, se siente poco valorada y experimenta un gran dolor. Ya Lacan, entre otros psicoanalistas, han señalado lo bien tolerada que resulta la frigidez para la mujer. Sin embargo, la frustración de no sentirse amada resulta insoportable. La confirmación de ser amada, de ser reconocida y deseada por otro, parece tener los mismos efectos de una sustancia embriagadora de la que le resultaría inaguantable prescindir. Recurre para conseguir eso que busca al conocido “histrionismo” histérico, a la conversión en el cuerpo, al disfraz de las enfermedades que atrapan la mirada de los médicos. En la misma línea, Nietzsche había dicho: “Las mujeres se convierten enteramente en aquello como lo cual viven en la representación de los hombres por las que son amadas”[5].

 

  1. El amor al ideal, a lo que ella querría ser.

 

En este sentido, Nietzsche dice en los siguientes tres aforismos que la mujer buscaría en un hombre todo lo que pueda realzar su propio brillo social y satisfacer su vanidad.

 

“Las mujeres aman la mayoría de las veces a un hombre importante de tal modo que quieren tenerlo para ellas solas. Con gusto lo recluirían, si su vanidad no les disuadiese: ésta desea que también aparezca importante ante otros.”[6]

 

“Las mujeres le notan a un hombre fácilmente si su alma está ya cautiva; quieren ser amadas sin rivales y le reprochan las metas de su ambición, sus tareas políticas, sus ciencias y artes, si es que tiene pasión por tales cosas. A menos que por éstas brille: entonces esperan ellas, en caso de unión amorosa con él, un incremento, al mismo tiempo, de su propio brillo; si es así, alientan al amante.[7]

 

“Si, en la elección de su cónyuge los hombres buscan ante todo un ser profundo, sensible, pero las mujeres un ser sagaz, con presencia de ánimo y brillante, en el fondo se ve claramente cómo el hombre busca al hombre idealizado, la mujer a la mujer idealizada, es decir, no complementación, sino remate de las propias excelencias”.[8]

 

En este último aforismo, Nietzsche incluye el narcisismo como un componente amoroso presente también en la elección de objeto del hombre.

 

  • El hijo.

 

En Introducción del narcisismo (Freud, 1914), se plantea que hay un camino para la mujer que lleva al pleno amor de objeto. Se trata del hijo, en el cual “se les enfrenta una parte de su cuerpo propio como un objeto extraño al que ahora pueden brindar, desde el narcisismo, el pleno amor de objeto”[9]. Entonces, una forma de continuación de este amor narcisista encuentra su vía por el amor de un objeto que funja como sustituto del falo faltante en la mujer: el hijo. Esto sigue un proceso: primero el anhelo de conseguir del padre el pene que la madre le ha negado. Luego, el deseo de tener un pene pasa vía equivalencia simbólica al deseo de tener un niño, primero del padre, y ante la imposibilidad, de otro hombre. Vemos ahora cómo Nietzsche lo plantea con sus propias palabras, lo que quiere una mujer es, igual que para Freud: un hijo: “¿Se ha oído mi respuesta a la pregunta sobre cómo se cura a una mujer, sobre como se la «redime»? Se le hace un hijo. La mujer necesita hijos, el varón no es nunca nada más que un medio, así habló Zaratustra.”[10]

Sin embargo, Nietzsche nos adelanta que este amor materno tampoco se escapa de su componente narcisista: “Las madres tienen fácilmente celos de los amigos de sus hijos cuando éstos tienen particular éxito. De ordinario una madre se ama más en su hijo que al hijo mismo.[11]

Otra sentencia de Nietzsche, que subraya el mismo punto, dice lo siguiente: “Muchas madres tienen necesidad de hijos felices y honrados, muchas de desgraciados: de lo contrario no puede mostrarse su bondad como madres”[12].

 

 

 

  • Narcisismo y Masoquismo.

 

El tema del masoquismo femenino ha sido ampliamente desarrollado por muchos psicoanalistas. Sin embargo, una de las aportaciones más interesantes de la psicoanalista Helene Deutsch (Deutsch,1952) fue asociar el masoquismo con el narcisismo femenino. Lo que ella subraya es cómo una de las formas de gratificación del yo es el sacrificio, la abnegación, la exposición a privaciones, sufrimientos y peligros.

En la medida en que algunas mujeres se perciban a sí mismas y logren hacerse percibir frente a otros como sufrientes, abnegadas y sacrificadas, más podrían lograr un “falso heroísmo” que es otra posibilidad de gratificar al yo. De esto dice Helene Deutsch lo siguiente: “Así, se crea una posibilidad de compromiso entre el daño a uno mismo y el amor a uno mismo, es decir, entre masoquismo y narcisismo”[13]

En cuanto a esto, Nietzsche dice que esta abnegación, este sufrimiento y aparente debilidad es otra de sus astucias:

¿Quién sufre más? Después de una desaveniencia y altercado personales entre una mujer y un hombre, una de las partes sufre sobre todo por la idea de haber hecho daño a la otra; mientras que ésta sufre sobre todo por la idea de no haberle hecho a la otra suficiente daño, por lo que se esfuerza, mediante lágrimas, sollozos y semblantes conturbados, por apenarla también después”[14]

 

“Todas las mujeres tienen el refinamiento de exagerar su debilidad, mas aún se las ingenian para inventar debilidades, con el fin de aparecer en un todo como frágiles adornos que el más leve polvillo daña: con su existencia pretenden hacer consciente al hombre de su torpeza e introducírselo en su conciencia. Así se defienden de los fuertes y del “derecho del más fuerte”.[15]

 

Después de todo lo revisado hasta ahora, nos queda preguntarnos: ¿A qué se deben estas semejanzas?, ¿A un pensamiento de una época que más a menos comparten?, ¿A una agudeza de percepción e interpretación de dos autores?, ¿Se deben a que Freud leyó estas ideas en Nietzsche?

 

Nietzsche nace en 1844, apenas doce años antes que Freud. Aunque su elaboración teórica no es contemporánea, Nietzsche desarrolla su teoría entre 1869 y 1889, mientras que Freud realmente inventa el psicoanálisis hasta 1899 con la Interpretación de los sueños, precisamente el mismo año en que Nietzsche muere.

 

Sin embargo, es innegable que arriban a conclusiones semejantes en varios temas. Freud fue confrontado sobre este parecido, pero repite una y otra vez que evitó leer a Nietzsche para evitar influencias de él.

 

Nietzsche obviamente no leyó a Freud, pero dijo una frase que tal vez anticipará al padre del psicoanálisis:

 

Espero todavía que un médico filósofo, en el sentido excepcional de la palabra —uno al que incumba dilucidar el problema de la salud colectiva del pueblo, época, raza y humanidad— tendrá algún día la valentía de llevar al extremo mi sospecha y aventurar la tesis de que en todo el filosofar nunca se ha tratado de la “verdad”, sino de algo muy diferente, digamos, de salud, porvenir, crecimiento, poder, vida.[16]

 

Dejo un eje abierto que posibilita seguir elaborándolo. Otros temas se han abordado comparando el pensamiento de Nietzsche con el de Freud: tal es el caso de la relación entre Eros y Dionisios; la interpretación de los sueños, la teoría de la culpa, la deuda, la moralidad, la religión, la compulsión a la repetición y el eterno retorno, por nombrar algunos.

Creo que quizá porque se ha tachado demasiado rápido a Nietzsche de misógino, no se ha sabido leer algunas de sus aportaciones al tema de la feminidad, en particular del narcisismo femenino, tema que Freud nos dejó también para seguir trabajando precisamente en el texto al que hoy rendimos homenaje (Introducción del narcisismo).

 

[1] En “Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre”, escrito en 1910, dentro de laF. s “Contribuciones a la psicología del amor” se había dedicado ya a mostrar distintas modalidades del amor en el varón.

[2] A éste le siguieron dos continuaciones posteriores, en marzo y diciembre de 1879 respectivamente: Opiniones y sentencias varias y El caminante y su sombra. Estas dos secuelas fueron recogidas posteriormente, en 1886, en un único tomo, como segundo volumen de Humano, demasiado humano.

[3] Freud, S. “Introducción del narcisismo” (1914), en Obras Completas, volumen XIV, Buenos Aires: Amorrortu, 1996, pp. 85-86.

[4] Nietzsche, Humano demasiado humano, Volumen I (1878), Tr. Alfredo Brotons Muñoz, Madrid: Akal, 2007, aforismo 415.

[5] Nietzsche, F. HDM, 400.

[6] Nietzsche, HDM, 401

[7] Nietzsche, F. HDM, 410.

[8] Nietzsche, F. HDM, 411.

[9] Freud, S. “Introducción del narcisismo”, op. cit, página 86.

[10] Nietzsche, F. Ecce Homo, Madrid: Alianza, 2005, pp. 71-72.

[11] Nietzsche, F. HDM, 385.

[12] F. Nietzsche, HDM, 387.

[13] Deutsch, H. La psicología de la mujer, volumen I, Buenos Aires: Losada, 1952, p. 254.

[14] Nietzsche, F. HDM, 420.

[15] Nietzsche, F. La gaya ciencia, Madrid: Akal, 2001, aforismo 66.

[16] Nietzsche, F. La gaya ciencia, Prefacio a la segunda edición, op. cit, pag. 32.

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Deutsch, Helene. La psicología de la mujer, volumen I, Buenos Aires: Losada, 1952.

Freud, Sigmund. “Introducción del narcisismo” (1914), en Obras Completas, volumen XIV, Buenos Aires: Amorrortu, 1996, pp. 85-86.

Nietzsche, Friedrich. Humano demasiado humano, Volumen I, Tr. Alfredo Brotons Muñoz, Madrid: Akal, 2007.

Nietzsche, Friedrich, La gaya ciencia, Madrid: Akal, 2001.

Nietzsche, Friedrich, Ecce Homo, Madrid: Alianza, 2005.