LETRA POR LETRA: UNA CLINICA DEL ESCRITO

Clara Yáñez Contreras

Veinticinco años después de la primera edición de Letra por letra, Jean Allouch nos dice: “Hay pequeñas historias que, por locales, triviales y anodinas que sean, siguen siendo portadoras de una enseñanza. Así ocurre con el camino recorrido por el manuscrito Lettre pour Lettre…1_/

Convencida de esa enseñanza, que no sólo me parece vigente, sino incluso pertinente, intento pensar la clínica y la doctrina psicoanalítica con las tres operaciones propuestas por Allouch: traducción, transcripción y transliteración, las cuales retoman en el plano operatorio los registros de real, simbólico e imaginario.

La clínica psicoanalítica es una clínica de lo escrito, de lo escrito en el inconsciente y, cuyo texto, si hay un lector, en transferencia, permite pasar a otra escritura. Lo escrito se regula por dicha triada, operando de manera articulada y no aislada, aunque en algún momento, cada una de las operaciones tome la delantera sobre las otras, definiendo distintos modos de lectura.

¿Cómo es que Allouch define cada una de estas operaciones?

La traducción está ubicada en el registro imaginario y privilegia el sentido único, además de permitir buscar decir “lo mismo” con otras palabras o en otra lengua. Es esta operación la que se ha privilegiado en la práctica analítica, haciendo una clínica del sentido, pero el riesgo es que en ella, el analista, al traducir, ponga en juego aspectos de su propia subjetividad y que se aleje de la lectura del deseo a la letra.

La transcripción, no se apoya en el sentido, sino en el sonido. Está ubicada en el registro real. Con esta operación se pasa de un sistema de caracteres a otro de manera literal, haciendo intervenir elementos fonéticos. Por ello, la idea esencial en la transcripción, es que ya no sólo importa el sentido, sino también como suena, es decir “un sonido por letra, una letra por sonido” 2_/.

Tomemos como ejemplo el nombre del escritor austriaco Leopold von Sacher-Masoch, autor de la novela “La venus de las pieles”. El escribió su obra en alemán y la diferencia de sonido entre alemán y español conduce a dificultades en la transcripción, muestra de ello es que, en el apellido Sacher-Masoch la ch se pronuncia como jota en alemán y en español con el sonido sh, de ahí que mucha gente pronuncia Sacher con el sonido de la ch y no con el de la jota. Por ello, existe el problema de no nombrar a Sacher-Masoch tal como se pronuncia su apellido.3_/

La transliteración, tercera operación que regula el escrito, no se apoya ni en el sentido, ni en el sonido, sino en la letra y por ello está ubicada en el registro simbólico. Es ésta operación a la que Allouch le da énfasis y sostiene que el ejercicio del analista es la de una transliteración, es decir, ir más allá de la letra, para pasar de un modo de escritura a otro.

La práctica analítica se relaciona con la lectura de los textos de cada una de las formaciones del inconsciente, aquello que de inscribirse no cesa de no inscribirse y, la lectura que de ello realiza el analista constituye a su vez escritura.

En la transliteración, lo que se escribe pasa de una manera de escribirse a otra. Es esto lo que sucede en el sueño y en cada formación del inconsciente. El sueño translitera, escribe en figuras elementos literales. Es un texto cifrado que Freud compara con la escritura de los jeroglíficos y por lo tanto, debe leerse como una escritura ideográfica, es decir, tal y como se leen los jeroglíficos egipcios.

Allouch nos dice que “trans-literando el sueño escribe y al escribir, el sueño lee y, antes que todo lee lo que en la víspera no pudo ser ligado, es decir, no pudo ser leído, y leído como un escrito”. 4_/

Tomemos como ejemplo, un sueño ficticio señalado por el psicoanalista argentino Michel Sauval 5_/ en el que un soñante escucha: “una serie de notas sueltas, mientras lee una revista Ñ, donde figura la publicidad de las tres barras y un artículo que comienza con una letra A grande”. (LAMINA 1)

La interpretación en función de asociaciones del soñante podría ser “Notas añadidas”, en la medida en que dicho texto escriba aquello que en la víspera no pudo ser leído.6_/

La imagen de la “Revista Ñ, no viene más que a traer la letra ñ y las tres barras solo “traducen” la marca Adidas para aportar ese significante a la composición de la palabra “AÑADIDAS”.

Es posible observar, con este ejemplo, el uso de la traducción en el desciframiento, el cual aporta significante a la transliteración por la vía de la homofonía, es decir, por la identidad de sonido.

Una escucha analítica, sensible al surgimiento de alguna homofonía, es la que permite producir la transliteración y con ello el significante, cuando la lectura le concede una voz. Veamos ahora un ejemplo citado por el psicoanalista argentino Daniel Rubinsztej 7_/

Analizante: “Me gusta ir en el coche y que me digan piropos”.

Analista: ¿Por qué le gusta Irene?

Analizante: “Irene fue mi amiga de infancia algo mayor que yo, fue ella la que me avivó, manteníamos juegos sexuales”

El significante que se produjo de la transliteración es Irene. Podemos ver que entre literalidad, o leer a la letra y homofoniá existe consubstancialidad, es decir, la misma sustancia. La homofonía es la dimensión donde la letra se manifiesta en el inconsciente. De allí la propuesta de Lacan de tomar, leer, el deseo a la letra.

Tomemos ahora otro ejemplo de un analizante de Lacan. Se trata de Gerard Haddad, psicoanalista francés, que escribió la experiencia de su análisis en el libro El día que Lacan me adoptó. El relata que: “había concurrido al consultorio de Lacan luego de una noche particularmente penosa, dividida entre sueños agitados y horas de insomnio. Por eso, dice, mi sesión del día siguiente comenzó con estas palabras:
‘¡Pasé una de esas noches!’ (J’ai passé une de ces nuits!)

Lacan le contesta:-¿Qué? ¿Cómo? ¿Usted está con leucemia? (Vous avez la leucémie?).

Lacan pronunció esas palabras como si hubiesen sido arrancadas de la somnolencia de su tarde. ¿Qué bicho le habrá mordido? ¡Yo nunca había hablado de leucemia! Protesté.
‘¡Bueno, hasta mañana!’, lo despidió Lacan.
Haddad cuenta que salió aturdido de la sesión. Se le imponía la idea “tengo leucemia”. Como estaba cercano a uno de los exámenes cruciales en su carrera de médico, se metió de lleno a estudiar hematología y más específicamente, las leucemias. Unos días más tarde se dirigió a rendir el examen sin haber estudiado prácticamente otra cosa, y para gran sorpresa le tocó en el sorteo concurrir a darlo en el servicio de hematología. Aprobó con soltura el mismo y fue a lo de Lacan a comentarle lo ocurrido.
“‘¡Sabe, me tocó leucemia, me tocó leucemia en las pruebas clínicas. Es magia! Lacan dejó entonces su mutismo para soltar estas pocas palabras que para mí permanecerán para siempre enigmáticas”, dice Haddad: “No se trata de magia sino de pura lógica” 8_/

Esta lógica a la que alude Lacan es la que encadena los significantes en forma de saber, pero solo aquellos que representan a un sujeto para otro significante.

En este caso, observamos que la homofonía de “de ces nuits” (de ce nui) (de esas noches) y “leucémie” (leucémi) (leucemia), permite la transliteración e introduce un significante nuevo: leucemia. El azar del sorteo, resignifica este significante abriendo un nuevo campo de significación.

Cabe destacar, sin embargo, que este ejemplo en el medio psicoanalítico sigue siendo muy perturbador, pues: ¿Cómo explicar la confluencia entre sus significantes y lo que ocurrió objetivamente? A Lacan eso no le sorprendió pero: ¿Cómo es que la “lógica” subjetiva confluye con el evento objetivo? No es el objetivo de esta exposición profundizar en ello, pero es un tema para pensar.

Hasta aquí, entonces, podemos, observar esta forma de hacer clínica en la que no se privilegia la traducción o búsqueda de sentido o una interpretación del analista. Es la lectura del texto, su transliteración y el deseo a la letra.

Veamos ahora otro ejemplo de la intervención de Lacan con una de sus analizantes. 9_/

Ella, “…médico especialista, había escogido abandonar su profesión, en cierto momento de su análisis con Lacan para instalarse como psicoanalista”.

Algún tiempo después de la puesta en acto de su decisión, anuncia a su psicoanalista que va a participar esa misma noche, en una reunión de la Escuela Freudiana:

Respuesta.

-No aparezca más (ne paraissez plus) en la escuela.

Está completamente perturbada ¿Habría cometido un error al comprometerse como lo había hecho? ¿Lo había hecho prematuramente?… No fue sino seis meses más tarde cuando la iluminación le llegó.

Lacan, aquel día, le había dicho:

-No holgazanee (ne paressez plus) más en la escuela” 10_/

Hay varios aspectos de este caso que me interesa mencionar, uno de ellos, es el de la autorización del analista.

Cuando Lacan hace su intervención, provoca que se despliegue: Ne paraissez pluz a Ne paressez plus. La homofonía permite la transliteración “no holgazanee” más.

No es lo mismo “aparecer” que “no holgazanear”. Es decir, pasar de una posición pasiva a una posición activa. La transcripción se da en el cuerpo de la analizante. Ella está completamente perturbada y ahí se despliegan sus preguntas, que, desde mi punto de vista tienen que ver con su autorización como analista. La traducción, la hace ella misma, cuando tiene el efecto de la iluminación (efecto de sentido- pas-de-sens) y lo lee como una indicación. Ella lee su propia huella… en las palabras de Lacan y entonces cambia de posición, autorizándose efectivamente. Los significantes del analizante también pueden ser enunciados por el analista.

Dentro de los aspectos señalados por Allouch, también se encuentra la transliteración del nombre propio. El nombre propio intranscriptible, pero también no traducible como tal, despliega su literalidad con la transliteración. La transliteración del nombre propio le toma la palabra a la fonía o la voz. El siguiente ejemplo es de una intervención de Lacan con uno de sus analizantes:10_/

“J.M. Ribettes, menciona, en ocasión de su primera entrevista, una fobia suya de animales.

Lacan:

-Es un hecho: las bestias (bettes =bêtes) que lleva su nombre no le hacen reír (ri)”.

Observamos cómo con la transliteración que hace Lacan del nombre propio, puede leer que en el significante del Nombre-del-padre, en el apellido, está el objeto de la fobia.

En Psicopatología de la vida cotidiana Freud va a conceptualizar el acto fallido como una de las formaciones del inconsciente, se trata, al igual que el síntoma y el sueño, de una escritura, ahora en acto, del sujeto. El fundamento del acto es significante y escritural. Veamos su desciframiento en un ejemplo:

“Un colega de edad avanzada a quien no le gusta perder a las cartas desembolsó cierta velada una gran suma sin lamentarse, pero con un talante curiosamente envarado. Una vez que hubo partido, descubrió que había dejado sobre su asiento casi todo cuanto llevaba encima: anteojos, tabaquera, pañuelo. Esto pide la evidente traducción: “¡Eh, ustedes, ladrones! Me han desplumado bonitamente.11_/

En este ejemplo, la escritura en acto es haber dejado todo lo que llevaba encima y que no quiere decir más allá de lo que translitera: “Dejar sobre su asiento casi todo cuanto llevaba encima”, cuya traducción es haber sido desplumado.

Pasemos ahora a ver cómo se articulan estas operaciones en la lectura de un caso clínico. Una clínica de lo escrito se apega al caso. La primacía del caso tiene que ver con la misma exigencia formulada por Freud a propósito de la interpretación de las imágenes del sueño. Así como estas imágenes deben ser tomadas una por una, de la misma manera se procede con el caso.

Me interesa comentar cómo es que Allouch, como lector de Lacan, nos va mostrando el análisis del “pequeño Hans”. No es el objetivo de este trabajo desplegar toda la riqueza del mismo, sino el modo en que, en su lectura, se articulan las operaciones de traducción, transcripción y transliteración.

Lacan leyó el testimonio doblemente indirecto de este caso, es decir, el del padre de Hans y el de Freud e hizo una lectura literal del testimonio del “pequeño Hans”. Lo siguió huella por huella y casi día por día. Puso en una continuidad, cronológicamente ordenada las fantasías del “pequeño Hans” y fue puntuando el texto de su análisis. Distinguió en él elementos que son a su vez conjuntos de elementos y nombró a cada uno.

Su lectura se inscribió en un tiempo de su enseñanza en la que introdujo la triada castración/frustración/privación y renovó la problemática de la “relación de objeto”. La resolución del Edipo y acceso a un objeto heterosexual, sabemos que, implica la puesta en juego de las operaciones de: castración simbólica, frustración imaginaria y privación real.

En el “pequeño Hans” hay crisis porque no es tomado como metáfora del amor de la madre por el padre, sino como metonimia de su deseo de falo y no hay un padre real que pueda hacer don de su castración.

La fobia suple la falta de un padre que no está en posición de arriesgarse a la castración y que no se comporta como es debido con su mujer. El riesgo del “pequeño Hans” es ser devorado por esa madre.

El objeto fóbico introduce una fractura en el universo del “pequeño Hans”, porque se constituye con una metonimia, es “a causa del caballo”, según recuerda en la sesión del 9 de abril, estando en Gmunden, cuando “le dio la tontería”, o sea la fobia.

Hans le dice a su padre que el caballo proviene de su primer libro de figuras, del dibujo de un caballo que herraban. Ese dibujo es un significante.

Lacan en su forma de leer este caso, primero le da una vuelta en la que da un cifrado conceptual. Después, en una segunda vuelta, introduce el mito con las coordenadas definidas por Lévi-Strauss en su artículo de 1955 “La estructura de los mitos”, en el cual define al mito como “modelo lógico para resolver una contradicción”.

Con la propuesta de Lévi-Straus, Lacan hace una transcripción del listado de las fantasías del “pequeño Hans” y recorta cada una de ellas en calidad de un “elemento alfabético” y, en una tercera vuelta de lectura, escribe lo que liga unos con otros a esos elementos alfabéticos, utilizando una serie de fórmulas, cada una de las cuales corresponde a un recorte dado de la fomentación mítica del “pequeño Hans”.

De los tres niveles de lectura hechos por Lacan, Allouch nos muestra la articulación de las tres operaciones:

  1. El cifrado conceptual en el nivel de la traducción.
  2. Una transcripción de las fantasías del “pequeño Hans” en una serie, de elementos alfabéticos, ordenada temporalmente.
  3. Una transliteración de cada uno de esos elementos, tomados uno por uno, y formalizados en otra escritura,

Cabe destacar que, es la transliteración la que da cuenta del surgimiento de la fobia y del tiempo en que cae en desuso y la que permite situar la función del síntoma.

Allouch se lamenta de que este abordaje de la clínica psicoanalítica no haya encontrado resonancia y que no exista un trabajo que haya hecho suyo el modo de la lectura puesto en práctica en este caso.

Consideraciones finales

Del recorrido hasta aquí realizado, se refrenda lo ineludible de la puesta en práctica en la clínica psicoanalítica del ternario propuesto por Allouch, particularmente la transliteración, sin menoscabo de las otras dos operaciones, sino puestas en operación en el caso por caso.

Aquí me remito a aspectos fundamentales de la trans-formación del analista. El fin de análisis que implica una transformación subjetiva y con ello, como analista, la posibilidad de dejarse caer y estar abierto a la escucha del deseo a la letra.

¿Qué es la salud mental? le pregunta un amigo a Allouch y éste contesta “pasar a otra cosa”, es decir, escribir sus modos de relación con el Otro y su tachadura y, en algún momento, también nos recuerda que “El psicoanálisis opera a partir del hecho de que, basta que un ser pueda leer su huella, para que pueda reinscribirse en un lugar distinto de aquel donde la ha tomado”, pero, la pregunta que hace, también es absolutamente pertinente. ¿qué se necesita que sea esta lectura para que se produzca una reinscripción del ser hablante en un lugar distinto?: poder leer a la letra, en transferencia, para su desciframiento y que ello tenga efectos de escritura.

En el síntoma, el cuerpo deviene textual, su textura está hecho de letra.12_/ El sueño también es texto, un texto cifrado que se lee, se descifra. Los lapsus, los chistes, los actos fallidos, los olvidos, también son escritura que deben leerse a la letra y la lectura que de ello realiza el analista constituye a su vez escritura

 

Citas:

1_/ Allouch, Jean. Letra por letra transcribir, traducir, transliterar. Ed. EPEELE. México, D.F., 2009, pág.9.

2_/ Ibíd, pág. 68

3_/ De la Mora Espinosa, Rosa Imelda. Abordaje clínico psicoanalítico del caso Sacher-Masoch. Tesis. Universidad Autónoma de Querétaro. Doctorado en Psicología y Educación (2010), pág. 33.

4_/ Allouch, Jean. Letra por letra transcribir, traducir, transliterar. Ed. EPEELE. México, D.F., 2009, pág.69.

5_/ Sauval, Michel. La letra invisible de la cultura digital. http://www.sauval.com/articulo/digital.htm

6_/ Ibid.

7_/ Rubinsztejn, Daniel. Negro sobre Blanco. www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=128

8_/Del Carril, Alejandro. El día que Lacan me adoptó de Gerard Haddad (Letra Viva, 2006) http://imagoagenda.com/articulo.asp?.

9_/ Allouch, Jean. Hola… ¿Lacan? Claro que no. Ed. EPEELE. México, D.F., 1998, pág. 117.

10_/ Allouch, Jean. Hola… ¿Lacan? Claro que no. Ed. EPEELE. México, D.F., 1998, pág. 99

11_/ Freud, Sigmund. Psicopatología de la vida cotidiana. Obras completas. Vol. Vi. Ed. Amorrortu. Buenos Aires, 1998, pág.209.

12_/ Allouch, Jean. Letra por letra transcribir, traducir, transliterar. Ed. EPEELE. México, D.F., 2009, pág.24.

13_/ Bercovich Hartman, Susana. Las escrituras del sujeto. En compilación Escritura y psicoanálisis. Coloquios de la Fundación. Ed. Siglo XXI, pág. 33