Introducción del narcisismo una propuesta económica.

 José Eduardo Tappan Merino

El ensayo de Freud se llama introducción del narcismo, no al narcisimo, por lo que el interés gravita en mostrar la manera en que el narcismo irrumpe en la vida psíquica y la forma se introduce en la subjetividad, no es una introducción al tema del narcisimo. Sin embargo, presenta un conjunto de consideraciones sobre lo que es su noción de narcismo despojándola de sus antiguas connotaciones, para ir articulándolas con su propuesta teórica.

El presente artículo sigue el uso que se le ha dado por las traducciones a Freud entendido como Introducción del narcisismo.

 

En el universo freudiano, el narcisismo en un fenómeno complejo, podría decir que se trata de un continente aún por descubrir, es más lo que ignoramos que lo que conocemos.

 

Freud considera que el psicoanálisis se hermana con los procesos de conocimiento que emplean los métodos conjeturables más que con los estrictamente empíricos, por eso no es una ciencia de la conducta sino de los resortes que la gobiernan. Se trata de crear hipótesis y modelos que permitan visibilidad sobre los fenómenos de la vida que antes no podían comprenderse, que muestren las operaciones inconscientes. El psicoanálisis busca la inteligibilidad, es una perspectiva esencialmente crítica a los irracionalismos. Arma su propuesta a partir de varios criterios teóricos que orientan el análisis y la posibilidad de intervenir la subjetividad. Debemos comenzar con lo que se conoce como teoría tópica, que a su vez presenta dos consideraciones: la primera es la de comprende el psiquismo a partir de tres clases de operaciones: inconscientes, preconscientes y conscientes (1900-1920), y la segunda que articula a tres instancias: el Ello, el Yo y el Superyó (1920 en adelante). La segunda propuesta es dinámica, aquí presenta esencialmente la teoría de las pulsiones: parciales, de meta inhibida, yoicas, sexuales, de muerte etc, además del Ananké entendiendo a esa fuerza imperativa que empuja a la sobreviviencia. La teoría económica (energética) que es el caso del presente trabajo, muestra la manera en que la subjetividad va dando importancia y restándosela a los diferentes fenómenos que intervienen en la vida anímica: objetos, circunstancias, el cuerpo o la propia persona. Finalmente la propuesta estructural permite la articulación de sus consideraciones teóricas con las prácticas, es decir con la comprensión dinámica en la casuística clínica.

 

Pero… ¿Cómo pensar el narcisismo? Lo distingue en dos clases: El narcisismo primario y el secundario. El primario es «el complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación» (Freud p. 72) El narcisismo secundario la libido se dirige a los objetos, a partir de esto, aparece una nueva operación psíquica que constituirá el yo, investido libidinalmente como el resto de los objetos y éste a su vez puede investir o reinvestir otros objetos.

 

Pero regresemos sobre la idea de ese «complemento libidinoso del egoísmo» que constituye el narcisismo primario ¿El egoísmo puede ser pensado en un animal que lucha por su sobrevivencia? Creo que no, para que exista egoísmo es indispensable un ego. Por ello, podríamos decir que al ser el complemento libidinoso, lo que genera propiamente es la separación del antiguo orden autoerórico, para crear la instancia psíquica llamada «el yo» y hace que sea relevante, que tenga una importancia que no tenía antes, eso genera un egoísmo. Ese distanciamiento con una condición anterior en que el cachorro humano se encontraba confundido, indiferenciado crea un sentido de existencia, ahora propia y autónoma. Es egoísta el que piensa en sí mismo, el que no comparte, el que se separa del rebaño. Por lo tanto, ese complemento libidinoso es lo que transforma al ente de su condición anónima a un ser transitivo, que puede ser siendo en y por su egoísmo. Teniendo conciencia de su existencia a partir de ese egoísmo. Aunque habría que agregar a nuestra mezcla requerida para el surgimiento de nuestra singularidad: la identificación y la agresividad, para reunir algunos de los ingredientes propuestos por Freud en la constitución de nuestro egoísmo fundante, cómo condición de posibilidad del surgimiento propiamente del yo.

 

«Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales; por tanto, algo que tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya» (Freud p. 74)

 

Tarea a la que Lacan dedicó algunos esfuerzos y escribió El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica, tema temprano en sus problematizaciones, pero que adquiere su forma conclusiva en 1949. Podemos pensarlo más como un complejo que como un estadio, ya que la idea de estadio nos conduce a una serie de ideas equivocadas: etapa, desarrollo y/o maduración, tiempo cronológico, personajes (la madre y su vástago) etc. Se trata de una operación de carácter simbólico, que aparece en un momento lógico, en la que operan diferentes funciones sostenidas por al menos tres agentes, uno que será el soporte de la mirada deseante, otro que se transforme en soporte de esa mirada y un tercero que realice la operación del juego de miradas, para tomar al soporte con extrañamiento y agresión, para posteriormente identificarse con el, transformado ahora en su imago. Como el mito de Narciso, ahora en esta operación el Sujeto se ahoga en su imagen, se abisma en ella, que es de lo que reviste al yo de su brillo seductor, ahora articulando las funciones del moi con el je. Entonces el yo se constituye como una instancia que busca pacificarnos frente a un mundo que parece sin sentido (al principio era el caos), busca detener la angustia frente a las incoherencias de su experiencia inmediata la vida, por lo que siempre encuentra respuestas, siempre encuentra o fabrica sentido, es por eso que es el recinto de la alienación.

 

La imago, como esa imagen arquitectural, que construye el nosotros mismos (moi), a partir del momento de haber cumplido con su encomienda de apuntalamiento del yo (je), resultará ominosa, esa operación del desapego de la imagen, el extrañamiento con ese otro que somos nosotros mismos, se representará en el doble mitológico que nos amenaza y persigue desde entonces, de ese odio a esa imagen que identificamos primero como otro, proviene la agresión esencial a la función del yo, desde los orígenes mismos de nuestra singularidad, de nuestra condición humana es que ese otro que somos nosotros mismo, aparece representado como el gemelo, el doble que proyectamos sobre los orígenes de la humanidad, del que se construyen infinidad de mitos y leyendas.

 

El narcisismo anida en el yo, pero ese no es el único objeto en el que reside, la libido narcisista se encuentra en otros objetos por lo que nos reconocemos y regodeamos en ellos, los poseemos, los coleccionamos, los codiciamos etc. Esta propuesta económica nos ayuda a comprender la manera en que entran en la subjetividad diferentes instancias y los distintos pesos e importancia que le vamos otorgando, así como los soportes de los que se sirven. Las operaciones económicas solo son discernibles por sus consecuencias, por sus manifestaciones. ¿Cómo son discernibles esas operaciones desde una propuesta conjetural?.

 

«Por cierto, representaciones como las de libido yoica, energía pulsionanal yoica y otras semejantes no son aprehensibles con facilidad, ni su contenido es suficientemente rico; una teoría especulativa de las relaciones entre ellas pretendería obtener primero, en calidad de fundamento, un concepto circunscrito con nitidez. sólo que a mi juicio esa es, precisamente, la

Rss u diferencia entre una teoría especulativa y una ciencia construida sobre la interpretación de la empeira.(…) en nuestros días vivimos idéntica situación en la física, cuyas intuiciones básicas sobre la materia, los centros de fuerza, la atracción y conceptos parecidos están sujetos casi a tantos reparos como los correspondientes del psicoanálisis». (Freud p. 75)

 

En realidad de lo que habla Freud en este ensayo es del conjunto de operaciones necesarias para constituir la realidad, es decir el mundo y a nosotros en el. Todo lo que va constituir el mundo, lo será a partir de que sea cargado de libido, al ser investido cada elemento de nuestro entorno aparecerán en la subjetividad, no existe absolutamente nada más allá de esta realidad psíquica, más que la Cosa (categoría kantiana). Los perros, los gatos, las nubes, el alma, también los objetos admirados y denostados por nosotros, así como el yo, el ideal del yo, el yo ideal, Las fantasías, las alucinaciones, los delirios, las ideas etc. No existe un mundo material y otro ideal, son uno mismo. Esa idea, de algunos lacanianos, de un real que irrumpe y avanza por la fisuras del tejido simbólico, es simplona, toda fisura del orden simbólico no permite más que aperturar la angustia, e intuir algo de la presencia de la Cosa que no puede ser conocida, es inefable, irrepresentable, no tiene sombra, porque no es de este mundo.

 

El principio económico elaborado por Freud nos ayuda a comprender por que podemos percibir que el mundo es dinámico, envuelto en un juego dialéctico, los objetos de nuestro entorno varían de importancia e incluso de significado constantemente, lo mismo que nuestro yo, en ciertos momentos podemos sentirnos grandiosos y en otros totalmente derrotados. Cada cabeza es un mundo, nada es mas auténtico que eso, sin embargo no es arbitrario y además de alguna manera hace lazo social, tenemos la ilusión de que es consensuado por nuestra comunidad cultural. Es verdad que se comparten un conjunto de ordenamientos simbólicos, culturales, morales, religiosos etc. que hace que los miembros de una comunidad se sientan identificados y que se encuentran a su vez diferenciados de los otros, a los que llaman extranjeros o simplemente los otros, pero en realidad cada cabeza es un mundo.

 

La dinámica de la realidad o de aquello que llamamos mundo, como decíamos, varía de una persona a otra, de un momento a otro, ya que los parámetros, los sistemas de clasificación y jerarquía con los que nos relacionamos y creamos el mundo cambian debido a nuestra experiencia, estados de ánimo, circunstancias familiares, laborales, sociales, por nuestra salud, género, preferencias sexuales, inhibiciones, angustias, edad, etc. Lo que colocamos en cada uno de los objetos, representaciones, instancias psíquicas, síntomas, varía, por esos montos libidinales Freud descubre que son esencialmente sexuales, sin embargo una vez investido el yo, éste es el único de los objetos que al mismo tiempo puede redirigir sobre otros objetos la energía libidinal. Cargarlos y hacerlos relevantes, o quitársela y hacerlos menos importantes, sin embargo esa libido apuntalada en los objetos y la libido narcisista se entremezclan, se pasan de un objeto a otro, como decíamos y comandando ese proceso narcisista se encuentra el yo, redirigiendo la libido a la masa identitaria asía sí mismo, al yo que está constituido por el je y el moi, pero tembién a los ideales el ideal del yo, el yo ideal, que constituyen el superyo. Pero al tratarse de operaciones de carácter lógico y no cronológico, es que la libido se dirige o se retira a lo que es en un momento dato dado, a lo que fue, a lo que querría haber sido, a lo que debería haber sido; a la historia y al futuro que son construidos en el presente. La relevancia de cada suceso y cada objeto irá cambiando a partir de cada momento. Por eso es que la historia nos determina en tanto que la determinamos a partir de la libido depositada en esos hechos, en esas vivencias; en otras palabras podríamos decir que la historia se construye a partir de operaciones de carácter lógico y económico. Es necesario subrayar que la libido es una ficción teórica de la que se sirve Freud, para pensar una dinámica psíquica, por lo tanto es por entero un elemento esencial de la lógica simbólica, no se trata de una energía de carácter biológico.

 

De esta manera como si se tratara de operaciones bancarias, los montos destinados a alguna inversión pueden ser trasladados a otra, ya sea una parte o toda. El sistema, mantiene una cantidad constante por lo que para que algo se convierta en importante requiere de la libido que fue trasladada de otro objeto u objetos. Debieron prestar esas cargas, por lo que las perdieron; para que algo sea relevante al menos otro objeto debe dejar de serlo, lo que gana uno es lo que pierde otro, el mundo es un sistema en el que todos los objetos, de alguna manera, se encuentran conectados, relacionados unos con otros, por lazos de contigüedad, de libido compartida, en su papel significante etc.

 

El mundo se mantiene y es administrado por la libido que es retirada y depositada, gracias a nuestros sistemas que ordenan y clasifican, los diferentes objetos (representaciones) y sucesos en nuestra realidad, les dan jerarquías y sentidos a cada uno de los objetos dentro del sistema relacionando los unos con los otros. Con lo que se nos muestra que toda realidad es psíquica, aún lo somático se encuentra gobernado por la subjetividad. Realidad y mundo son construcciones que gobernamos por las leyes inconscientes que comandan el universo simbólico, pero los objetos son en realidad representaciones, propiamente los objetos son las producciones simbólicas que nos distancian de la Cosa, que se sobreponen a la misma; pero lo que investimos es propiamente a las representaciones que tenemos de los objetos. Lo que existe en nuestra realidad psíquica son las huellas de las hullas que constituyen nuestro mundo, como la caverna de Platón.

 

Entendemos a la eficacia simbólica, como al efecto placebo muestran que tienen la capacidad de crear o revertir problemas somáticos, cánceres, enfermedades consideradas incurables etc. Curar por la intermediación de la fe y de prácticas rituales o mágicas, que no son otra cosa que la posibilidad de dar dirección en el sentido deseado del conjunto de operaciones y normas que regulan la acción simbólica, y encaminarlas a la constitución o en la solución del problema somático. Esto sería una operación en la que a partir del narcisismo redirigimos las cargas libidinales narcisistas, y las colocamos a otras representaciones. La eficacia simbólica conlleva un reordenamiento del mundo.

 

Generalmente consideramos una personalidad narcisista a la que se se sitúa a sí mismo en el centro de su mundo, como el objeto más importante en el. Como si las cargas libidinales otrora apostadas en objetos se retiraran de éstos y se apuntalaran en su yo, en su cuerpo, su persona sin embargo como hemos dicho la constitución del mundo es esencialmente narcisista, una persona puede ser una gran samaritana, una ecologista aguerrida, una luchadora por las causas sociales incansable, un mecenas y pueden ser todas estas acciones entendidas en algunos casos como esencialmente narcisistas, ya que están haciendo todo eso porque se quieren decir a sí mismas lo buenas y lindas que son, verse como héroes o heroínas. Si el sacrificio resulta la moneda de cambio para lograr el reconocimiento Superyoico pues se sacrificarán para obtener esos aplausos que esperan a si mismas. Nadie se encuentra libre de buscar el reconocimiento propio y por otros, sin embargo, lo que es distinto es lo que cada quien está dispuesto a hacer para obtenerlos, y la instancia que se busca se crezca por nuestros actos, ya que para el Superyo siempre estaremos cerca, pero nunca lograremos el éxito, siempre nos hará falta un esfuerzo extra, en el caso del yo, será el triunfo del idiota, el éxito soso, -¡ya lo obtuve! … ¿y ahora?-; sin embargo, si se visibiliza que ese aplauso siempre es una trampa, entonces se puede buscar la vía del deseo, la satisfacción de obtener eso que nos compete, que nos hace sentirnos vivos, algo que está mas cerca de la satisfacción que del aplauso, esa verdad que sólo se devela por el deseo y que puede sorprender al yo, una verdad que les es íntima y desconocida.

 

El narcisismo puede ser pensado como una fuerza gravitacional que atrae a los objetos sobre su yo o que los expulsa, en la medida en que el mundo se constituye a partir de dinámicas de atracciones y expulsiones, es decir de intercambios libidinales, podemos decir que es una condición que es la que articula y da proporción, simetría, dimensión y jerarquía a los objetos del mundo, relacionando a los unos con los otros, eso es lo que nos crea una realidad, y que a lo que podemos acceder de esas operaciones libidinales, tienen que ver con sus efectos dentro de un espectro en el que es posible que nos sean más evidentes, mientras que on otros momentos pasarán desapercibidas.

 

Entonces el narcisismo no es otra cosa que la constitución de un mundo y de una persona situada en el, actúan sin que lo percibamos, cómo si el mundo fuera independiente de nosotros, con los parafrénicos «el delirio de grandeza y el extrañamiento de su interés respecto al mundo exterior (personas y cosas)» (Freud. p. 72) y en la psicosis, en el caso Schreber «… la explicación de Freud es que el enfermo pasa a una economía esencialmente narcisista.» (Lacan p.149). Es que las operaciones narcisistas pueden ser más claras. El amor y la homosexualidad como las propone Freud, son otro ejemplo de narcisismo en que lo que realmente está en juego no es buscar una pareja del mismo sexo, sino no poder aceptar la diferencia sexual, no es que le gusten las personas de su mismo sexo, sino que no soporta a las del otro.

 

 

Todos nos encontramos en el centro de nuestro mundo, cualquier relación con otra persona es a partir de nuestro mundo y del suyo, constituyendo burbujas impenetrables, como la pizarra mágica que es un ejemplo que emplea Freud, para señalar que nuestra percepción del mundo está intermediada por una barrera (capelo), por lo que la son las huellas de la realidad las que tocan ese capelo nunca entran en contacto directo con nuestra subjetividad, sino sólo a través de esa separación, nuestra subjetividad toma contacto con representaciones de los objetos, nunca con los objetos, y mucho menos la Cosa. Sin embargo, de alguna manera en la neurosis y en la perversión puede saberse que no es la realidad en si con la que intercalamos, lo que conduce a un cuestionamiento a dudar de nosotros; aquellos que no dudan y se encuentra llenos de certezas, se colocan en extremo del espectro narcisista, son lo que propiamente identificamos como narcisistas.

 

Por eso el contraste o su extremo estridente son necesarios para visibilizar y explorar el narcisismo, podemos hacerlo a partir de las posiciones en el mundo que no fluyen, que resultan distintas con respecto al resto de las personas, que muestran un mal-estar. Entendemos de esa manera por que un pequeño ratón o una araña al fóbico puede despertarle un sentimiento tan intenso, mientras que a otros no, el fóbico no tiene idea del desplazamiento que hace para que ese animal le sea tan abominable, supone que esos sentimiento son naturales y que cualquier persona debería sentir lo mismo, el asunto es que por la reacción de los demás es que infiere que la suya es exagerada, o bien cuando contrastamos la manera en que se estima la omnipotencia infantil y lo simétricamente opuesto que supondría una intervención divina o mágica para que todo salga mal. El amor, como decíamos, es otra forma de observar con claridad como los sapos se hacen príncipes y las ranas princesas y una vez que desaparece el encanto (la libido se dirige a otro objeto) uno descubre al batracio del que estuvo enamorado,el amor además es esencialmente narcisista también en le hecho que señala Freud de que se ama al otro en tanto espejo de a uno mismo, o bien ama al otro por que lo ama, amo que me amen.

 

De esta manera es que nuestra construcción del mundo, que es lo que llamamos realidad, se monta sobre sistemas de clasificación y jerarquía, como si así fueran las leyes de la naturaleza y la cultura y la subjetividad no tuvieran nada que ver, se revierte la creación sobre el creador generando una ilusión de autonomía e independencia. Un ejemplo de esto es que queremos pensar que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, cundo revisamos a los diferentes dioses vemos que cada uno se parece mucho a su pueblo: Zeus, Atón Ra, Anú, Zoroastro, Odín, Wotan, Changó o como el Dios de los judios, los cristianos y los musulmanes que si bien es el mismo es diferente, cada uno proyecta su cultura, su idiosincracia y por su puesto, cada pueblo se piensa que es su pueblo más querido.

 

El narcisismo se despliega en una espectro amplio, constituido por los objetos que han sido dotados de la libido: fantasmas, extraterrestres, brujas, cosmogónicas, panteones, hechizos, himnos o banderas, personas, mascotas, sentido de vida, el más allá, el más acá, el significado de la muerte etc. El tiempo en el que se despliega el narcisismo es esencialmente lógico y no cronológico por lo que conviven de manera simultánea nuestra infancia y nuestra condición adulta; lo que fuimos, somos y seremos, lo que hicimos, lo que hubiéramos querido hacer y lo que deberíamos haber hacho, incluso lo que simplemente no hicimos, se relacionan con nuestros sueños, miedos, inhibiciones, traumas, angustias, logros, satisfacciones, cada uno de los objetos que puebla nuestro universo real y fantástico etc. Nuestro mundo y nuestra realidad es esencialmente narcisista, está conformada de manera compleja, las opciones sobre las que elegimos determinan con cada paso lo que somos.

 

Bibliografía citada.

Freud Sigmund. Introducción del narcisismo. Obras completas. Vol. XIV. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 2001

Lacan Jaques. Seminario 3. Las psicosis. Ed. Paidós. Barcelona 1981