Freudismo Contemporáneo en México.

Susana Rodríguez Márquez

 Freudismo Contemporáneo en México.

El impacto del freudismo en México sobre el pensamiento contemporáneo es muy grande. En su época, Freud sacudió la Psicología, pero hoy en México aparece con más influencia en las ciencias sociales y en las humanidades que en el propio campo psicológico.

La Teoría Psicoanalítica es el componente principal y hasta cierto punto fundacional de ese conjunto de teorías de la «psicología profunda». En México su objetivo, ha sido inspirado en razones teóricas, terapéuticas y políticas.

En realidad, el freudismo en México es sólo una palabra; no es una temática, ni una idea: es una hipótesis de trabajo, que tiene las resonancias ideológico-políticas.

En general, el pensamiento de los intelectuales en México suele ser presentado en forma desvinculada de sus fuentes, como si fueran grandes ideas aisladas.

En México no puede entenderse bien a Freud sin tener alguna idea del trabajo preparatorio que hizo el pensamiento occidental implantado en México, para acceder a esa «psicología de las profundidades». Estas fuentes del pensamiento van desde las ideas de estudiar el llamado «mal histérico» por Bartolache; la «frenología» presentada por José Ramón Pacheco, «la patogenia de la locura» de Porfirio Parra, hasta la «el carácter del Mexicano» de Ezequiel Chávez.[1]

Estas ideas fueron abonando el conjunto de teorías provenientes desde los remotos atisbos de Paracelso,[2] pasando por los trabajos de Mesmer sobre «magnetismo animal» con todas sus tergiversaciones,[3] con los aportes de la Escuela de la Salpêtrière, con Charcot y sus trabajos sobre hipnotismo y sugestión,[4] hasta el método catártico o las teorías energéticas de Pierre Janet.[5] Sus ideas allanaron el camino al freudismo en México, aun si Janet tuviera un fuerte desacuerdo con Freud. Estos personajes han desarrollado la psiquiatría, la psicología y la psicoterapia cambiándolas. Los destinos del Discurso se han invertido, la fama y el éxito del psicoanálisis Freudiano funcionaron paralelo al olvido y al “largo purgatorio” de Janet, pero ahora, ante el auge de las neurociencias, el “renacimiento” de su trabajo coincide con el ataque del psicoanálisis como explicación teórica para la subjetividad.

Ha sido ineludible esta resumida y seguramente parcial muestra de las ideas que dieron fundamento a las de Freud en México, para entender la implantación de su pensamiento.

El freudismo en México tiene valor heurístico, capacidad de sugerencia, de apertura y de ampliación de líneas de investigación. Creemos que al estudiarlo, todos apreciamos la estimulación de un pensamiento vigoroso, que se atreve a señalar las cosas de formas nuevas, que nos interesa y se opone a la vez, que nos presenta al sujeto y a la vida bajo aspectos que con frecuencia nos chocan, pero en las que también observamos persistentes realidades y siniestros avances de la catástrofe contemporánea. Podemos estar o no de acuerdo con sus teorías, pero hay en la historia de la ciencia contemporánea un antes y un después de Freud, que a nuestro juicio está marcado por la incorporación sin cuestionamientos de la dimensión psicológica profunda -lo emocional, lo irracional, lo inconsciente- en todos los estudios de lo humano.

“En la historia de la psiquiatría dinámica, se llama freudismo a la escuela de pensamiento fundada por Sigmund Freud. El freudismo incluye el conjunto de las corrientes que se basan en él, sean cuales fueren sus divergencias. La historia del freudismo y su identificación teórica, sociológica y política, se confunde entonces con la historia de las interpretaciones sucesivas de la doctrina original estructurada por Freud.”[6]

En nuestro país los que se dicen herederos, a quienes se denomina «freudianos», han modificado estas ideas en por lo menos cuatro generaciones de pensadores, comentadores, intérpretes, terapeutas o jefes de escuelas, agrupados o no en diversas instituciones, entre las cuales la más antigua y de lejos la más poderosa es la Asociación Psicoanalítica Mexicana APM. Desde su creación en 1956, la que fue denominada por Santiago Ramírez como “la CTM del Psicoanálisis en México”, ella se asignó la tarea de redefinir las tareas de la enseñanza teórica y de la formación llamada didáctica de los terapeutas denominados psicoanalistas, con independencia de su otra formación (médica, psiquiátrica, profana).[7]

Como sistema de pensamiento, el freudismo en México ha influido sobre las artes y sobre los ámbitos del saber preexistentes a él, en la psicología, la psiquiatría, la filosofía, la historia, incluso en la religión, la literatura y la pintura entre otras; también sobre todos aquellos que se constituyeron al mismo tiempo que él, planteándose interrogantes comparables, como en la antropología, la sexología, la criminología y la lingüística. Habiendo atravesado el siglo XX, el freudismo se cruzó por otra parte con la historia de dos grandes corrientes de pensamiento que se desarrollaron a la mexicana y dieron forma a movimientos: el marxismo y el feminismo.

En tanto que escuela de pensamiento que realiza la alianza de un saber clínico con una teoría y un movimiento institucional, el freudismo en México como en otros países ha producido una historiografía oficial basada en la idealización de sus orígenes, con cierta idolatría del maestro fundador, y un abierto dogmatismo. Por las mismas razones, debido a la diversidad de sus escuelas y sus corrientes, suscitó en su propio seno las condiciones para una crítica de ese dogmatismo. Es por ello que la historiografía del Psicoanálisis en México aún no logra ser un registro escrito de la historia de los Psicoanalistas, de su producción y su acción, es sólo en algunos casos la memoria de sus Asociaciones fijada por su propia comunidad psicoanalítica, con la escritura de su propio pasado.

Esta práctica no es aún, una ciencia que estudie el pasado del psicoanálisis, cuestión en que la mayoría, pero no todos los autores concuerdan; la memoria de los Psicoanalistas y del Psicoanálisis se tiene que someter al método científico, que aunque no pueda aplicársele en todos los extremos de las practicas del mismo, sí puede hacerlo a un nivel equiparable a las llamadas historias de las ciencias.

En mi tesis de doctorado, llevé a cabo la integración de una síntesis, crítica, sobre la implantación del Psicoanálisis en tierras Aztecas. En ese trabajo utilicé relatos orales, pistas arqueológicas, fuentes documentales además de relatos escritos, para poder suplir la ausencia de una rigurosa «producción historiográfica» y la limitada «documentación histórica» relativa al Psicoanálisis.

En este sentido lo que pretendo a través de este texto, es un ejercicio de escribir una primera Historia de la historia del Psicoanálisis en México. La propuesta es llevar a cabo un balance de los trabajos contemporáneos que existen sobre la historia del psicoanálisis en nuestro paìs. Estos escritos, que empiezan a darse a conocer con una cierta regularidad, a partir de las últimas dos décadas , constituyen hoy día un corpus documental importante gracias, sobre todo, a la aportación de los mismos psicoanalistas o bien de historiadores .

El análisis de los trabajos más importantes publicados sobre esta cuestión permite establecer las características de cada uno de ellos y analizar los puntos comunes y las divergencias entre las distintas interpretaciones y representaciones de los autores. Se pueden identificar así varias corrientes historiográficas, entre las cuales las nacidas en el seno del mismo movimiento psicoanalítico tienen una especial relevancia, ya que son reveladoras del modo en el que los diferentes grupos escriben su historia. Asimismo, es posible hacer el balance de las cuestiones o de los períodos de la historia que han sido objeto de un estudio detenido, y que podrían constituir en el presente una nueva aportación a la historiografía del psicoanálisis en nuestro paìs.

Se ha dicho que cada generación tiene derecho a reescribir la historia.[8]

Sin embargo esto no puede ser historia con pretensión científica sino el relato con uso político de la Historia, cosa que por otra parte es vicio común entre las comunidades Psicoanalíticas. Aparece así el psicoanálisis como sujeto del discurso histórico, como sujeto del lenguaje, que reposiciona el problema del anacronismo, tal como ha sido en la resistencia historiográfica ante el saber freudiano.

La historia siempre se ha usado como arma en la transformación social, y los medios psicoanalíticos no son una excepción. En historiografía del Psicoanálisis, es muy difícil ver si nos encontramos ante un cambio de paradigma, como los que estudió Thomas Kuhn para las ciencias experimentales, si existe una historia de las revoluciones psicoanalíticas, fundamentalmente porque nunca hay un consenso tan universalmente compartido como para entender que la desviación del pensamiento original sea una revolución o torcedura.

REPRESENTACIONES DEL FREUDISMO EN MEXICO. 

Una gran parte de los escritos y libros sobre el psicoanálisis, sobre las sociedades o las instituciones psicoanalíticas han sido elaborados desde el interior de una teoría con sus propios conceptos o a partir de diferentes posiciones teóricas, políticas e ideológicas. Es innegable que estas investigaciones han iluminado parcialmente la importante problemática sobre la historia del psicoanálisis y la formación psicoanalítica, pero desde otra perspectiva permanecen sin critica de la ideología y el poder donde se inscribieron.

En general, los diferentes relatos que se han hecho sobre la historia del psicoanálisis en México poseen un común denominador : se caracterizan por una visión muy parcial y local.

Cada grupo reduce la historia del psicoanálisis a la dinámica de su propio grupo, ignorando, deformando, difamando, borrando y devaluando a los otros. Esta historia se escribe como si México se aislara del mundo psicoanalítico internacional, sin considerar las coyunturas nacionales e internacionales, que se desarrollaron por la aparición de las distintas asociaciones o varias posiciones psicoanalíticas.

Algunas historias del psicoanálisis en México que se escribieron idealizaron a los personajes de cada asociación “olvidando” hacer la crítica heurística, así como el contexto histórico, para aportar una visión más completa de los acontecimientos. A partir del enfoque histórico social, es posible incluir cuáles son las circunstancias que se produjeron para hacer surgir el descubrimiento del inconsciente en México, en qué momento histórico se desarrollaron y bajo qué condiciones sociopolíticas.

Los distintos relatos sobre el movimiento psicoanalítico en México, nos han hablado así de forma familiar, respondiendo a las preguntas de la historia desde su particularidad. Los relatos sobre la historia del psicoanálisis en México son también relativamente recientes y no son bastante numerosos.

Ahora bien, una de las grandes polémicas sobre la historiografía en Psicoanálisis a nivel Internacional que ha hecho eco en México, vino con el centenario de Freud. Autores de tendencia de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API), cercanos a Alain de Mijolla, sintetizaron los estudios de las décadas de 1970 y 1980 en lo que pretendía ser un nuevo paradigma interpretativo alternativo al pensamiento Lacaniano, que había dominado la historia del Psicoanálisis durante ese periodo a través de E. Roudinesco, F. Roustang—entre otros . Esta re-actualizaciòn del Psicoanálisis también produjo algunos escritos, que ante la falta de un método histórico y por tanto, procediendo pseudo-científicamente, como lo haría, lo que se denomina de forma peyorativa «revisionismo historiográfico», cuyo ejemplo actual son los trabajos de impostura académica contra Freud y el Psicoanálisis, libros escritos por Michel Onfray (El crepúsculo de un ídolo) y El libro negro del Psicoanálisis de J. Benestau. Polémica que actualmente está en boga en el medio francés intelectual, debido a la denostación que se promueve contra Freud a partir de su origen judío.

Escribir el Psicoanálisis en México.

Es de destacar la labor efectuada, también en México, por las editoriales de gran tiraje, Siglo XXI, cuyos libros distribuían el pensamiento de Freud y Lacan en toda Latinoamérica, así como de algunas otras ya tradicionales que distribuyen el pensamiento Psicoanalítico y Freudiano, en México el Fondo de Cultura Económica, y en Argentina Amorrortu y Paidos.[9]

En la producción textual o figurativa de la historia e historiografía del Psicoanálisis, que es una representación, tienen sin embargo lugar procesos identificatorios y transferenciales irreducibles a la experiencia subjetiva de cada autor, pues surgen en contextos institucionales, políticos, intelectuales y culturales, que exceden al campo más próximo del historiador.[10]

La noción de representación, en la que se destaca la autonomía relativa de dicha producción simbólico-imaginaria, no problematiza adecuadamente la ambigüedad constitutiva de todo artefacto cultural sometido a la transferencia, como es el caso de la Historia de Psicoanálisis, sea en el momento de su producción o en su lectura. Precisamente allí la sobredeterminación de lo imaginario por lo simbólico y viceversa: hace aparecer la fisura de lo simbolizable por momentos de clivaje imaginario de la narración histórica, lo que instituye un forzamiento de toda deriva inmanente de la interpretación historiográfica.[11]

Es importante tener claro esta sobredeterminación, principalmente cuando sabemos que todo relato que cuenta lo que pasa o lo que pasó, funda algo real que no existía, en la medida en la cual se da como representación de una realidad pasada, y por lo tanto nos dice que la historiografía adquiere este poder en tanto que presenta y le da interpretación a los hechos, entonces mas vale ser fiel a ellos.[12]

Una gran parte de los escritos y libros sobre la Historia del Psicoanálisis, sobre las Sociedades o las Instituciones psicoanalíticas han sido elaborados desde el interior de una teoría con sus propias nociones o a partir de sus diferentes posiciones teóricas, políticas e ideológicas. Es incuestionable que estas investigaciones han esclarecido de forma parcial, importantes problemáticas sobre la historia del Psicoanálisis, sobre la formación así como, sobre transmisión psicoanalítica, sin embargo otras cuestiones han permanecido en la penumbra de los prejuicios, de la ideología y del poder donde se inscribieron.

En general, los diversos relatos sobre la historia del psicoanálisis en México, poseen un denominador común: se caracterizan por una visión parcial y local de los acontecimientos.

Cada grupo reduce la historia del Psicoanálisis a la dinámica de su propio grupo, ignorando, deformando, difamando, borrando y desvalorizando la de los otros. Esa historia está escrita como si México se encontrara aislado del mundo psicoanalítico internacional, sin considerar la complejidad de las coyunturas nacionales y extranjeras, en que se desarrollaron las diferentes asociaciones o la diversidad de posiciones psicoanalíticas.

Algunas de las historias del psicoanálisis en México que han sido escritas han idealizado a los personajes de cada asociación “olvidándose” del sentido crítico así como de considerar el análisis del contexto histórico, para aportar una visión más global de los acontecimientos.

A partir de la aproximación histórico-social es posible comprender cuáles fueron las circunstancias que se produjeron para hacer surgir el descubrimiento del inconsciente, en qué momento histórico se desarrolló y bajo qué condiciones socio-polìticas.

Los distintos relatos sobre el movimiento psicoanalítico en México.

Como ya he señalado, los relatos sobre la historia del psicoanálisis en México son relativamente recientes y no son bastante numerosos. Podemos indicar de forma general, a los principales autores : Alfonso Millan (1965), Ramon Parrés(1966) (1987), Santiago Ramirez (1966) (1979), Amapola Gonzalez de Gaitan (1980), Marcelo Salles (1987), David N. Lopez (1987), Raul Páramo Ortega (1988)(1992), Fernando M. González (1989), Marco Antonio Dupont (1991) (1997), Víctor Saavedra (1994), Guadalupe Rocha (1998), Rosaura Martinez Ruiz (1998), Roberto Castro ( 2001), Fanny Blanck-Cereijido (2002), Esmeralda Ramirez (2003), Rodolfo Alvarez del Castillo (2006), Mario Campuzano (2006), Juan Litmanovich (2007) y Juan Capetillo (2008), por citar algunos.

Sin pretender ser exhaustivos, presentamos aquí los relatos de los principales autores que integran esta muestra historiográfica; trabajos documentales que hemos seleccionado debido a que de forma explícita enuncian su propósito de analizar “ el desarrollo de las instituciones psicoanalíticas”, escribir una “ historia del psicoanálisis ”, realizar una “reseña histórica” , llevar a cabo “un ajuste de cuentas”, hacer “algunas notas sobre la historia” o puntualmente “más sobre los 30 años del psicoanálisis”. Lo cierto es que la intención o propósito de hacer reflexiones sobre la situación del Psicoanálisis en México está presente en cada uno de estos materiales documentales, hasta dónde los autores logran su propósito y cuáles son los medios metodológicos que los sostienen, es parte del análisis de este ejercicio historiográfico

La primera fecha que ubicamos data de 1965, cuando Alfonso Millán, psiquiatra, uno de los primeros psicoanalistas frommianos en México, establece una descripción general de la Sociedad Mexicana de Psicoanálisis (SPM) [Sociedad Psicoanalítica de México]. En primer lugar alude al fracaso de haber organizado una Asociación Psicoanalítica Mexicana única en ese momento, la cual incluiría frommianos y «ortodoxos» y que en su opinión, éstos últimos se negaron a integrarla por mantener su afiliación a la Asociación Psicoanalítica Internacional.[13]

Líneas después, el texto se convierte en una experiencia muy específica de la Sociedad frommiana y de su relación con la Universidad Autónoma de México (UNAM), en la Facultad de Medicina. Millán menciona que la participación de la Sociedad Mexicana de Psicoanálisis en la creación de la Confederación Internacional de Asociaciones, contribuye a mantenerse independiente de la burocracia psicoanalítica de la API.

Después, en 1966, fue el turno de Santiago Ramírez y Ramón Parres, ambos psiquiatras y psicoanalistas por la APM, para presentar una versión descriptiva de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) [Asociación Psicoanalítica Mexicana.[14] Los autores empiezan a mencionar la necesidad de establecer normas en la formación y la enseñanza del psicoanálisis. Ellos analizan el desarrollo del movimiento psicoanalítico internacional, pero sobre todo, establecen el vínculo entre la situación del psicoanálisis en los Estados Unidos y la API. El texto menciona la importancia de los psicoanalistas mexicanos que fueron los pioneros del movimiento en nuestro país.

Los autores ofrecen otra versión diferente de la Millán, sobre las tensiones existentes entre los psiquiatras que buscaban su formación en el extranjero («ortodoxos») y lo que permanecieron en México (frommianos), situación que no permitió la creación de una sola Asociación Psicoanalítica Mexicana.

Posteriormente, en 1971, Santiago Ramírez retoma el mismo texto, en el VI Congreso Nacional de Ciencias Neurológicas y Psiquiátricas, manteniendo la preocupación por las reglas en la formación psicoanalítica, sin embargo, describe ampliamente la presencia de APM en el contexto institucional de la API y, en particular en América Latina, con la COPAL. Es interesante resaltar que Ramírez no hace referencia a la sociedad frommiana a pesar de que ésta ya existía: Ramírez hace hincapié en la influencia que el movimiento psicoanalítico en México imprimió al desarrollo de la psiquiatría.[15]

En general, estos primeros relatos sobre la historia del psicoanálisis en México son escritos por los propios miembros de las distintas Sociedades y a Asociaciones mexicanas y son en su mayoría publicados bajo los auspicios de los órganos oficiales patrocinados ya sea por la Sociedad Psicoanalítica Mexicana (SPM), publicados en su Revista de Psicoanálisis, Psiquiatría y Psicología, o bien, por el Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) en su propia revista Cuadernos del Psicoanálisis. Es notorio que, a casi diez años después de la organización del movimiento, los psicoanalistas mexicanos inician su interés por este tema; los textos se redactan más como un informe de trabajo que como un ejercicio retrospectivo. Los discursos son descriptivos y con una tendencia apologética en el análisis de la fundación y organización de cada institución. La interpretación del movimiento psicoanalítico es parcial y privilegia el modelo de una historia oficial. Los dos últimos textos de Ramírez y Parres, presentan, en general, una visión legitimista del movimiento sujetándose a los designios y formalidades de la API.

En 1979, con la publicación del libro “Ajuste de Cuentas” Santiago Ramírez, inaugura otra forma de escribir la historia del psicoanálisis en México. Después de años de silencio y de exilio en la ciudad de Cuernavaca, después de treinta años de pertenencia a diferentes asociaciones, Ramírez abandona toda afiliación institucional y habla de la burocracia y la lucha de poder que existe en el medio psicoanalítico de México.[16] Por primera vez en un texto, se hace una descripción crítica del movimiento psicoanalítico, incluyendo los comentarios sobre la situación que guardan -«ètat de lieu» dirían los franceses- las asociaciones existentes en ese momento. Ramírez denuncia que las asociaciones se han convertido en sindicatos todavía más cerrados. Ramírez habla sobre sus pasiones intelectuales: Freud y México, el mexicano y el psicoanálisis, pero sobre todo se permite hablar de la crisis que vive el psicoanálisis.

El gran psicoanalista critica la estructura de las asociaciones, pero además no está de acuerdo con la formación psicoanalítica que se imparte en los institutos de esas asociaciones.

En respuesta a su opinión cáustica, antiguos colegas de Ramírez lo atacan atreviéndose a descalificar su propio análisis terapéutico.

El mérito del texto, al mismo tiempo que su limitación es que se trata de una visión crítica surgida del interior de la experiencia vivida por el autor con sus propias contradicciones frente a su afiliación institucional. Ramírez no logra romper y desatarse para contar su propio destino. Sin embargo, el texto es una lectura esencial para comprender la descomposición del medio psicoanalítico de México en ese momento. El libro es el testimonio de Ramírez durante la entrevista que dos filósofos le hicieron.

Podemos decir que la historiografía crítica y disidente, en México, nacía no sin despertar la controversia y el rechazo entre los sectores más conservadores del medio psicoanalítico.

En 1980, Amapola González Gaitán, médica y psicoanalista de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM) (Sociedad Psicoanalítica de México), fundó la revista Gradiva con un artículo, muy específico sobre el funcionamiento y la organización del SPM en el cual esboza las contradicciones que son la fuente de la segunda escisión del movimiento psicoanalítico en México.[17] Ella narra que como efecto del desacuerdo profundo con la política interna en la APM, 14 de sus miembros renunciaron en bloque para crear dos grupos no reconocidos por la IPA, una de ellas la SPM.[18] El artículo establece un cierto lado apologético de los fundadores de esta sociedad y denunció «la campaña de desprestigio impulsada por algunos miembros de la APM.

Durante el verano de 1988, Raúl Páramo-Ortega psicoanalista mexicano formado con Igor Caruso y co-fundador del Circulo Psicoanalítico Mexicano (CMP) concluye una tesis escrita en alemán, Freud en México obra que hasta el día de hoy no se ha traducido en su totalidad al español.[19] Una de las principales propuestas en este trabajo es que el desarrollo del psicoanálisis en México es el resultado de un trasplante cultural. Él establece el principio del psicoanálisis en los años 20´s años a partir de un texto de José Torres Orozco.[20] Páramo-Ortega hace una interpretación crítica de las instituciones psicoanalíticas en México, su rechazo hacia la IPA está presente cada vez que el autor evidencia el control y la uniformización en la práctica del psicoanálisis en México.

El texto tiene una gran cantidad de información interesante, ya que incluye el testimonio y la consulta de los archivos que el autor hace en su investigación. Cabe señalar que esta es la primera obra que realiza un ejercicio de histórico de síntesis, ya que analiza desde la recepción de las ideas freudianas en México hasta la organización institucional del movimiento psicoanalítico y subraya la importancia de considerar la implicación de los factores sociales y culturales en el análisis histórico. Consideramos que este trabajo amerita reconocerle a Páramo-Ortega un lugar muy importante entre los primeros psicoanalistas que se interesaron de una manera rigurosa, en escribir la historia del psicoanálisis local, pero sobre todo hace una historia no oficial del movimiento, que ha suscitado algunas opiniones de rechazo entre los psicoanalistas de la IPA.

Fernando M. González, psicoanalista por el Circulo Psicoanalítico Mexicano (CPM) , de herencia carussianna, analizando de Páramo-Ortega y María Langer, entre otros, escribe el artículo «Notas para una historia del psicoanálisis en México”, donde él explica: «la forma en que una serie de actos institucionales ocurridos en el espacio psicoanalítico, especialmente en los años 70, produjo la desintegración de la relación de fuerzas que sostienen la hegemonía y el monopolio ejercido por la Asociación Psicoanalítica Mexicana (Asociación Psicoanalítica Mexicana) y la Sociedad Psicoanalítica Mexicana (Sociedad Psicoanalítica de México), freudiana y frommiana respectivamente.[21]

El autor propone su propia «biografía psicoanalítica» para mostrar de qué madera está hecho, como una muestra de transparencia, de forma que el lector comprenda de dónde provienen sus críticas y comentarios. Él escribe sobre las rupturas institucionales, divisiones, disensiones, la apertura de formaciones inéditas en el psicoanálisis. González establece que en los últimos años 70 cambiaron las propuestas de formación, la forma de obtener legitimidad, así como temas de investigación; en resumen, él plantea cuestionamientos sobre la nueva estructura institucional del psicoanálisis en México, particularmente entre los grupos lacanianos. Si bien su título no es ambicioso (Notas para la historia del psicoanálisis en México), el texto proporciona mucha información y abre preguntas fundamentales para la investigación crítica de la situación psicoanalítica.[22]

La referencia al contexto político e histórico de la época, así como la relación particular de las instituciones psicoanalíticas mexicanas con la IPA no se consideran en el artículo. Sin embargo, la labor de explotación de las fuentes periodísticas es importante, así como las entrevistas para obtener testimonios. El texto de González es el más conocido y más ampliamente distribuido en el medio psicoanalítico y, sobre todo entre los académicos en México. Es de lectura obligada para todos los estudiosos del psicoanálisis y la psicología. Cabe señalar que el artículo fue publicado en un libro en homenaje a Armando Suárez, en la colección de las importantes ediciones Siglo XXI.

En 1987 Ramón Parres, uno de los co-fundadores del movimiento psicoanalítico y analista por la APM, establece un texto en el que hace un balance de los treinta años de psicoanálisis en México, en donde habla de la crisis de 1970 al interior de la APM y que concluiría en su segunda escisión.[23] Parres, narra este incidente no como una denuncia ni como una crítica, sino más bien con un tono dramático. «En 1970 comienza a aparecer la sombra de la tragedia, por hechos del poder y por la acumulación del mismo (poder)(sic) en el Comité de Formación.

«… 14 (miembros) se han ido en busca del paraíso, espero que lo hayan encontrado. El autor también expresa su respeto y agradecimiento al apoyo de la API en el comienzo de la APM, en particular, a B. L. Boyer, A. Garma y K. Menninger, pero al mismo tiempo, revela casi como una maldición divina la expulsión del paraíso perdido los rebeldes.[24] Parres hace su historia desde una mirada oficial de los acontecimientos en el campo psicoanalítico en México, siempre comprometida con las políticas segregacionistas de la IPA.

Como podemos ver a partir del libro «Ajuste de cuentas» de Santiago Ramírez, algunos psicoanalistas se «dan el permiso», “se autorizan” para hablar sobre los conflictos y divisiones internas que importunan a la vida institucional. Es interesante señalar que en esta década los trabajos historiográficos (excepto el de Parres) tienen una mirada crítica en donde la historia no oficial gana un lugar en la comprensión de la situación del psicoanálisis en México. Estos trabajos permiten comenzar a re-trazar la historia del freudismo en México.

Años después en 1991, A. Dupont, psicoanalista por la APM, escribió un texto para el XXXVII Congreso de la IPA en Buenos Aires.[25] El afirma que a partir de los años 20 a 30, los pioneros europeos llevan el psicoanálisis a los Estados Unidos. El artículo menciona datos interesantes sobre la fundación de diversas asociaciones y grupos psicoanalíticos en los Estados Unidos y América Latina. El autor señala que la expansión del movimiento psicoanalítico se inicia desde el norte del continente hacia el sur, después esta expansión se mueve hacia el centro de América hasta México y es debido a este recorrido que era inevitable, según Dupont, que el psicoanálisis arribara tarde. Él considera que Santiago Ramírez comenzó con la expansión hacia la psicoterapia psicoanalítica a través de la promoción en 1965 de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica (AMPP) (Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica) y que continúa con 8 instituciones diferentes de psicoterapia derivadas de la APM en varias ciudades del país. El texto, a pesar de su referencia a hechos históricos y políticos, menciona lo social como una variable màs a considerar y no como una determinante fundamental en el proceso de implantación de las ideas freudianas en México. En este texto el autor, evidencia claramente su posición como un historiador del psicoanálisis con un punto de vista oficial del movimiento.

En el año de 1994, aparece el libro “La promesa incumplida de Erich Fromm”, el cual produce un especial revuelo en el sector de los psicoanalistas frommianos, que hasta ese momento había permanecido en silencio perdiendo espacios que otrora habían sido muy importantes para la institucionalización universitaria del saber freudiano. Este grupo, después de la partida de Erich Fromm fué marginalizandose y desdibujándose de la escena, frente a las diferencias que se produjeron entre los discípulos frommianos.

El Dr. Víctor Saavedra es quien lo escribe, analizante y discípulo de Fromm, realiza un análisis crítico de las relaciones al interior del grupo frommiano.[26]  Antes de la aparición del libro de Saavedra el lado oscuro del autor de El arte de amar era desconocido. Los testimonios de los pacientes y analistas mexicanos a quienes Fromm agredió, aparecen particularmente referidos en los capítulos finales y son muy interesantes.[27]

Algunos años después (1997), Dupont escribió un libro como parte del homenaje a los fundadores de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) en XL aniversario de la institución.[28] El objetivo es «hacer realidad la historia intitucional a través del contexto narrativo de cada uno de los fundadores instituyentes”. El autor realiza entrevistas en varias ocasiones a los 12 psicoanalistas pioneros de la APM, el texto se basa exclusivamente en fuentes orales en lugar de archivos, casi todos los interlocutores tuvieron la oportunidad de re-leer sus textos, para corregirlos o modificarlos. Es por ello que Dupont considera su trabajo más cercano de una biohistoria de la instituciónque la historia de su fundación.

El libro es el resultado del esfuerzo y de la admiración de Dupont frente a algunos de estos psicoanalistas importantes (de hecho, el libro está dedicado a José Luis González, uno de sus psicoanalistas). [29]

Cabe señalar que este es el primer estudio que desarrolla una aproximación biográfica de los personajes, que contiene valiosa información y fotos apreciadas por todos los interesados en la historia del psicoanálisis en México. Vemos que el libro se ha convertido más bien en un documento muy importante de referencia más que en un modelo para la escritura de la historia. Creemos que esta aproximación biográfica, oscila en ocasiones, con una mirada apologética de los hechos. El autor ha dado voz a los participantes y muchas de las anécdotas y de los hechos del medio psicoanalítico emergen, permitiendo a los lectores construir una interpretación a partir de las versiones diferentes de los acontecimientos.

El libro es emotivo porque los psicoanalistas hablan de sus raíces familiares, de su encuentro con el psicoanálisis y de sus propios deseos en tanto, profesionales de una materia en expansión.

En otro momento posterior, Guadalupe Rocha, psicoanalista, finalizaba en 1998 su tesis de Maestría en Grupos e instituciones en la Universidad Autónoma de Metropolitana Xochimilco, en la Ciudad de México.

La autora establece que el tema central de su obra son los mecanismos de regulación instituídos para la formación de los analistas y su posible articulación con las causas que inciden en las escisiones que se han producido en las instituciones psicoanalíticas.

Rocha supone que esta cuestión toca la cuestión institucional del Psicoanálisis y cuestiona el problema de la autorización para ejercer la práctica misma. Ella elige como punto de referencia dos instituciones en la ciudad de México, la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM) y el Círculo Psicoanalítico Mexicano (CPM). La autora plantea algunas preguntas acerca de la transmisión del psicoanálisis: «… quiénes son los» verdaderos psicoanalistas «? ¿Cómo es que se convierte uno en «psicoanalista realmente? [30]

El trabajo describe los acontecimientos anteriores a la organización de la primer institución psicoanalítica, el panorama en el que aparecen los grupos freudianos, en la Ciudad de México. La dirección de la investigación lleva a Rocha a analizar especialmente, la intervención de algunos psicoanalistas en el monasterio benedictino de Santa María de la Resurrección así como la descripción de lo acontecido allí. Hay trabajo de archivo y la obtención de testimonios.

Como aspirante a devenir psicoanalista, la autora describe su propia experiencia psicoanalítica en el Círculo Psicoanalítico, en la que ella no fue reconocida como un miembro activo, a pesar de que ya había terminado su formación y concluído los procedimientos establecidos por dicha institución. Rocha denuncia los bemoles de las escisiones y deserciones de los grupos psicoanalíticos, desde su propia exclusión institucional, ella desafió la maquinaria burocrática de la formación psicoanalítica y los recursos de poder en el medio psicoanalítico.

Este trabajo historiográfico es importante porque interroga de forma directa, el tema tabú de la formación de los analistas. Al mismo tiempo que hizo un análisis profundo del proceso histórico del psicoanálisis en México. Podemos decir que es una obra de la historiografía disidente en el sentido que la designa Elisabeth Roudinesco. [31]

En 1998, Rosaura Martínez terminó su licenciatura con la tesis sobre «La participación del Dr. Santiago Ramírez en la introducción del psicoanálisis en México». El propósito de este escrito es claro, estudiar la vida de Ramírez desde 1945 hasta 1989 para analizar la introducción del psicoanálisis, utilizando el recurso biográfico para describir las primeras décadas del psicoanálisis en nuestro país.[32] La autora propone que «la biografía será considerada como una metáfora del proceso cultural». El trabajo establece sus principios metodológicos en una interpretación biográfica e histórica, inspirado en las obras de Thomas Kuhn y Agnes Heller. Martínez tiene la hipótesis de Páramo Ortega sobre la llegada de las primeras ideas de Freud en México a través de los escritos de Torres Orozco y de Samuel Ramos. [33]Analiza el comienzo de los primeros grupos de estudio hasta la institucionalización y legitimación del movimiento freudiano en México, las divisiones, las diferencias administrativas y políticas así como la consolidación académica del psicoanálisis en la Universidad Autónoma de México, de la experiencia vivida de Santiago Ramírez. La autora ha hecho la consulta del archivo personal de Ramírez y también recibió el testimonio de los estudiantes, amigos, colegas y algunos miembros de la familia de este gran psicoanalista. Hay algunas cuestionesa señalar sobre este texto: la autora conoció desde su infancia a Santiago Ramírez y su director de tesis, José Cueli, fue analizante de Ramírez durante algunos años. Pensamos que en tanto ejercicio biográfico, existen ciertas limitaciones para capturar los elementos del contexto político y cultural de la época y por lo tanto, la relación entre la IPA y el movimiento psicoanalítico en México no se analizan.

En el año 2001 durante el mes de julio en la ciudad de París, tienen lugar Los Estados Generales del Psicoanálisis (Les Ètats Generaux de la Psychanalyse), que varios psicoanalistas organizan comandados por René Major y Elisabeth Roudinesco entre otros, quienes inspirados en una consigna derivada de la Revolución francesa basada en la tolerancia, diversidad y quehacer crítico de la política hacen un llamado a la organización de los psicoanalistas del mundo. En este contexto, participará Roberto Castro quien es psicoanalista didáctico de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, con un trabajo[34] a cerca de la situación del psicoanálisis en México, es un texto muy importante ya que aporta elementos para reconstituir el arribo de las ideas freudianas a través de la obra literaria de diversos escritores mexicanos e inaugurando así esta vía de análisis para considerar en la historia del psicoanálisis en tierras aztecas.

Posteriormente, Fanny Blanck-Cereijido, psicoanalista de APM, Argentina, exiliada en México desde 1976, escribió un ensayo «Del Exilio. Psicoanalistas Rioplatenses radicados en México”. Es una obra que describe, desde su experiencia, la llegada de los psicoanalistas argentinos durante la dictadura militar en la década de los 70 a la sociedad mexicana.[35] Blanck-Cereijido habla de las diferentes situaciones y motivaciones que determinaron el exilio de psicoanalistas de América del Sur argentinos-uruguayos- a causa de la represión y el terror desplegado por los militares en su país en esa época. Ella narra la llegada de los psicoanalistas argentinos a México a partir de 1974; personajes como Marie Langer, Bertha Bloom, Juan Carlos Pla y Esperanza, Horacio Scornik Ignacio Maldonado, Diego García Reynoso Gilou Néstor Braunstein, Frida Saal, Marcelo Pasternac, entre otros, se integraron en diversos grupos freudianos, lo bien, en instituciones educativas que recibieron a los nuevos inmigrantes. Blanck-Cereijido calcula que llegaron casi 40 exiliados entre psicoterapeutas y psicoanalistas y pone de relieve sus diferentes orígenes (disidentes Asociación Psicoanalítica Argentina, Escuela de Graduados de la Escuela Argentina de psicoterapia o bien, de formación lacaniana). Señala que algunos psicoanalistas mexicanos emigraron a la Argentina en los años 50 para su formación psicoanalítica y posteriormente fueron los fundadores del movimiento psicoanalítico en México. La autora hace algunas reflexiones muy interesantes sobre el exilio, y su condición siempre como extranjero, lo extraño (Unheimlich) en la cultura que lo adopta.

En 2006 Rodolfo Alvarez del Castillo, psicoanalista del Círculo Psicoanalítico Mexicano y profesor de la Facultad de Psicología de Monterrey, publicó el artículo Psicoanálisis en México: Una triple genealogía. Fromm, IPA, Caruso. Este es un resumen del libro que está escribiendo sobre «Los orígenes del psicoanálisis en México». [36]El autor analiza los orígenes institucionales de los primeros grupos que se organizan, así como las líneas genealógicas psiconalítica de los fundadores de estos grupos, sus conceptos teóricos y su marco institucional y científico hasta mediados de los años 70 antes de la llegada de psicoanalistas sudamericanos. Según Álvarez, «el psicoanálisis en México tiene una genealogía psicoanalítica de origen muy diverso. Esta diversidad ha producido un principio que podríamos caracterizar como esquizo paranoide, porque cada institución encontraba entre los otros la encarnación de desviaciones, el revisionismo y la falta de rigor en los procesos de formación. «

Este riguroso trabajo propone una interpretación original del tema, la hipótesis de la genealogía triple es interesante a seguir. Con el testimonio de psicoanalistas notables obtuvo valiosa información para construir su estudio histórico. Desde los años 70, Alvarez del Castillo hace una extensa recopilación de documentos, fotos y archivos, y ahora gracias a su dedicación y trabajo, consideramos que los archivos y registros que posee se encuentran entre los más grandes y más ricos en el medio psicoanalítico de México.

En este mismo sentido de seriedad metodológica, aparecerá publicado en el año 2008, el trabajo de Juan Capetillo quien pretende “establecer algunos de los nexos existentes entre la psiquiatría practicada en México a finales del siglo XIX y principios del XX con la aparición

de las ideas freudianas en este país.” [37] Es un buen esfuerzo por sistematizar un período mal conocido y polémico en la historia de la Psiquiatría que ha pesado en sus derivas dentro de los estudios de la salud mental.

A manera de conclusión provisoria, puedo señalar que en este recorrido por la mayor parte de las fuentes documentales que trabajamos sobre el psicoanálisis en nuestro país, presenta ya un perfil más definido.

Desde la perspectiva historiográfica, la producción sobre la historia del psicoanálisis nos ofrece una tríada de interpretaciones, de esta manera es posible establecer tres tipos de historiografía freudiana en México: a) De 1965 a 1970 lo que llamaremos historiografía oficial, una historia de bronce, en donde los discursos son descriptivos y apologéticos, lo que podríamos denominar una visión legitimista. b) De 1979 a 1987 una historiografía crítica, que se enfoca a la denuncia tanto de los mecanismos de control como a la uniformización de los psicoanalistas. Y c) de 1988-2000 a la actualidad está en ciernes una historiografía seria, con rigurosidad en el método y un manejo de archivos abundante y profesional.

Es notorio que durante esta década entre el año 2000 a 2010 la producción de textos históricos sobre el psicoanálisis en México ha proliferado, creemos que las investigaciones, por lo general son escritas con un vínculo relacionado con las universidades porque la historia del psicoanálisis ya se ha constituido como un objeto de estudio. Y los profesores y estudiantes, no necesariamente tienen afiliación institucional psicoanalítica. Entre algunos de estos autores existen investigaciones rigurosas en sentido metodológico ya que han consultado archivos, intentando alejarse de los intereses ideológicos y de intereses de poder en las asociaciones, es decir pretenden mantener una mirada crítica de su objeto de estudio, que sería la historia del psicoanálisis. configurando hoy día un corpus documental importante gracias, sobre todo, a la aportación de los mismos psicoanalistas.

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NOTAS

[1] Sobre la historia en México de este proceso, véase: Rodríguez Márquez, Susana Historia de la Psicología en México. Tesis de Maestría Facultad de Psicología. Universidad Autónoma de Querétaro. Querétaro, Junio de 1997.

[2] Durante el siglo XVI y XVII aparecieron una serie de intelectuales brillantes que se opusieron a la visión de la demonología dominante, ofreciendo un enfoque más humanista de los enfermos mentales. Es Paracelsus a quien le debemos su aproximación a la modernidad al estar contra la idea que entonces tenían los médicos de que la cirugía era una actividad marginal relegada a los barberos y contribuyendo en gran manera a que la Medicina siguiera un camino más científico, propiciando que se alejase de las teorías de los escolásticos. Véase : Debus, A. G. (1993). Paracelsus, Five Hundred Years. Paracelsus and the medical revolution of the Renaissance. Bethesda, Maryland: Hahnemann University Library, National Library of Medicine y la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington. p. 4.

[3] Franz Anton Mesmer, médico vienés, quien proporciona un empuje clave a lo que después será la psicoterapia. Su aportación básica consistió en explicar la enfermedad mental como derivada de una causa natural y no del diablo. Defendió, apoyado por la ciencia de su tiempo en boga de la electricidad, el magnetismo y la astronomía, sostenía que las personas tenían un fluido en el cuerpo, reminiscencia de la tradición de los cuatro humores hipocráticos, de carácter magnético que cuando se desequilibraba hacia enfermar a la persona. Es Mesmer, quien descubrió lo que él llamó magnetismo animal y otros después llamaron mesmerismo. La evolución de estas ideas practicadas por Mesmer hicieron que el escocés James Braid (1795-1860) desarrollara la hipnosis en 1841. Véase: Mémoire de F. A. Mesmer, Docteur en Médicine, Sur ses découvertes. Nouvelle édition, avec des notes DE J. L. Picher Grandchamp. Paris 1826. Digital Edition: Copyright 2005 ISI-CNV of Dr. Paret. http://www.pnl-nlp.org/download/mesmer/

[4] Un momento dominante en la historia de la psiquiatría ocurrió durante el tiempo que Charcot enseño en el Hospital de La Salpêtriere. Cuando sus estudios en histeria e hipnotismo se desarrollaron, el considerado fundador de la neurología, inspiro el trabajo de dos de sus alumnos: un breve visitante vienés Freud y un medico francés Janet, ambos interesados en la disociación de la personalidad. Aun cuando ni uno ni otro, era originalmente Psiquiatras, sus trabajos respectivos permitieron conocer el campo de la neurosis, que entonces pertenecía a la medicina interna, para pasarlo al de la psiquiatría. Las vidas paralelas de estos enemigos, quiénes serán tratadas diferentemente por la fama, serán desarrolladas dentro de un entorno cultural y científico muy complejo. Por lo tanto, es necesario considerarlos junto con otros médicos, algunos de los cuales son mucho menos conocidos hoy en día, y que han tenido de una forma u otra la influencia de Charcot. Véase: Pérez-Rincón, Héctor «Pierre Janet, Sigmund Freud and Charcot’s Psychological and Psychiatric Legacy». in Bogousslavsky J (ed): Following Charcot: A Forgotten History of Neurology and Psychiatry. Front Neurol Neurosci. Basel, Karger, 2011, vol 29, pp 115–124.

[5] Janet, Pierre (1859-1947), consiguió ingresar en la Escuela Normal Superior en Paris, estudiando en la misma generación que Durkheim y un año después de Bergson, quien fue su amigo. En 1897 ocupo la cátedra de psicología experimental de Théodule Ribot en el Colegio de Francia en el cual, gracias al apoyo de Bergson, permitió que lo prefirieran en 1902 en lugar de Binet. Janet esta en el origen del método catártico descrito por J. Breuer, aunque Janet fue el primero en practicarlo. La noción de debilidad psicológica lo llevó, desde 1901, al análisis descriptivo de la otra «gran neurosis», construida «según el modelo de la epilepsia y de la histeria», «la psicastenia«, término creado por él para sustituir el de neurastenia, lo que fue objeto de una obra importante, Les obsessions et la psychasthénie, publicada en 1903. El déficit básico es aquí el de «la función de lo real» por abatimiento de la tensión psicológica que permite la aparición de ideas obsesionantes, cuyo carácter consciente opone a las ideas fijas las subconscientes de la histeria. A partir de 1909, Janet emprendió en el Colegio de Francia la síntesis de sus teorías, cuyo primer esbozo fue De l’angoisse à l’extase, aparecido en 1926. Sistema de ideas extremamente complejo, cuya infraestructura está representada por las tendencias constitutivas del espíritu, término que prefiere al de instintos para designar las «disposiciones a la acción«. Los principios terapéuticos de Janet, expuestos en 1919 en Les médications psychologiques, y después, en 1923, en La médecine psychologique, se derivan de sus teorías energéticas: utilización de la sugestión y la hipnosis para buscar y modificar los recuerdos patógenos, balance de las economías psicológicas que permite hacer una elección entre las terapéuticas estimulantes o, por lo contrario, los métodos de economía a base de sueño y reposo. Sus ideas allanaron el camino al freudismo en México, aun si Janet tuviera un fuerte desacuerdo con Freud. En el Congreso internacional de Medicina de Londres, en 1913, Janet criticó severamente las doctrinas psicoanalíticas, en particular en lo que concierne al simbolismo de los sueños y el origen sexual de las neurosis, a la vez que reivindicaba, con un apasionamiento que no era habitual en él, la prioridad del descubrimiento del método catártico, que consideró el desarrollo natural de su propia teoría de las ideas fijas subconscientes. Cuando, veinticinco años más tarde, el yerno de Janet, Édouard Pichon, trató de organizar en Viena un encuentro entre los dos hombres, Freud se negó a recibir a su antiguo adversario. Véase : Girard, R., «Pierre Janet, la psychopathologie et la psychothérapie des névroses», Confrontations psychiatriques, núm. II, 1973, 55-82.

[6] Roudinesco, E. Y Michel Plon. Dictionnaire de la psychoanalyse. Ed. Fayard. Paris 2000. Pag. 377

[7]S. Ramírez, Ajuste de Cuentas, Editorial Océano, México, (1976) 1996, Ibíd., P. 202.

[8]En el ámbito académico, la revisión de las formas de entender el pasado es parte de la tarea del historiador profesional. Con un intento de revisión que se plantea científicamente, como un falseamiento de las certidumbres anteriormente establecidas (Karl Popper) y no pseudocientíficamente, como lo haría, lo que se denomina de forma peyorativa «revisionismo historiográfico«, cuyo ejemplo actual son los trabajos de impostura académica contra Freud y el Psicoanálisis: Véase Roudinesco, E.

[9]Existe ya una producción de la Historia del Psicoanálisis en Latinoamérica en donde destacan algunos compañeros de Brasil, Argentina y México. Por citar sólo algunos autores latinoamericanos, referimos a los trabajos de Emilio Rodrigué, Hugo Vezzeti,  Jorge Balán, Angel Garma, Lucía Valladares y Durval Macondes. En esos años algunos Psicoanalistas provenientes del exilio, donde se habían mantenido como referentes de una forma de hacer Psicoanálisis no sometida a censura, como es el caso de Braunstein, Bleichmar, Sladogna y Perrés, preocupados por la reflexión del pensamiento Psicoanalítico desde Latinoamérica, a la vez que mantienen una postura militante en política. Las posiciones paterna y materna que constituían los términos de referencia del esquema edípico freudiano, son subvertidas en su traducción lacaniana: las instancias de lo simbólico y lo imaginario, instituyen un campo conflictivo donde se tramita la relación fundamental con el otro.

[10] El psicoanálisis, decía Freud, «nos enseña (…) que lo insustituible eficaz dentro de lo inconciente a menudo se anuncia mediante el relevo sucesivo en una serie interminable, y tal, es justamente, porque en cada subrogado se echa de menos la satisfacción ansiada». La transferencia de los apegos primitivos censurados hacia otros objetos es el nudo primario de una «causalidad» psicoanalítica en la historia intelectual puesto que la producción intelectual no podría emanciparse absolutamente de este condicionamiento. Véase: Freud, S. (1910), Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci [Eine Kindheitserinnerung des Leonardo da Vinci]. En Obras completas, traduc. J. L. Etcheverry, Buenos Aires, Amorrortu, t. XI, p. 163.

[11]A partir de la postguerra, Lacan propuso un entendimiento de lo subjetivo bajo el tema de la «lógica colectiva», donde lo decisivo era la configuración de posiciones estructurales establecidas entre sujetos, en la que se anudaban alteridad, pasado y expectativa. En la Historiografía del Psicoanálisis, como en el terreno de la historia intelectual, esta torsión teórica tiene consecuencias capitales. Por una parte supera el marco familiar como instancia de socialización, modulando su eficacia subjetiva en el orden de la cultura. Pero al mismo tiempo elimina la relación de causación entre autoría y obra. Vease: Lacan, J. (1945), Le temps logique et l’assertion de certitude anticipée. Un nouveau sophisme. En Écrits, París, Seuil, 1966.

[12]Certeau en el inicio del capitulo cuatro de su clásico trabajo, nos dice que se da una lucha entre la misma historia,»la historiografía occidental lucha contra la ficción. Esta guerra intestina entre la Historia y las historias se remonta a muy lejos. Es una disputa familiar que, de entrada, fija posiciones. Véase: Michel de Certeau. «IV. La historia, ciencia y ficción«, en Historia y psicoanálisis entre ciencia y ficción. México: Universidad Iberoamericana. Departamento de Historia Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. 1984

[13]A. Millán «El Desarrollo de la Sociedad Psicoanalítica Mexicana (SPM) y del psicoanálisis Instituto Mexicano de (IMP)», en Revista de Psicoanálisis, Psiquiatría y Psicología, FCE, 1965.

[14]R. Parres, S. Ramírez, “Historia del Movimiento psicoanalítico en México «, en Cuadernos del psicoanálisis II, 1966.

[15]S. Ramírez, «Historia del Movimiento psicoanalítico en México«, en Revista de Neurología Neurocirugía – Psiquiatría, Vol.12, Número 4, 1971

[16]S. Ramírez, Ajuste de Cuentas, Editorial Océano, México, (1976) 1996, Ibíd., P. 202.

[17]Gaitán González, A. «Reseña Histórica de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM)», Revista «Gradiva», Número 1, Vol. 1, 1980.

[18] Ibíd., P. 10

[19] R. Páramo-Ortega, Freud Mexiko, Quinta Essenz, Munich, 1992. Cabe señalar que Páramo-Ortega completó su doctorado en 1988 y su texto no fue publicado sino hasta 1992.

[20]J. Torres Orozco, “Las doctrinas de la mente. Patología Freud«, en José Torres Orozco, Obras Completas, Tomo IV, Ediciones de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1985.

[21]F. M. Gonzalez., «Notas para una historia del psicoanálisis en México” en Psicoanálisis y Realidad, Suárez, Armando, Siglo XXI, México, 1989.

[22]Ibíd., P. 75

[23]  R. Parres, «Conferencia Magistral “Más sobre los Años Treinta del psicoanálisis en México«, en Cuadernos del psicoanálisis, vol. XX: 1-2, enero-junio de 1987.

[24] R. Parres, Ibíd., P. 17.

[25]A. Dupont, “ Breve historia del Movimiento psicoanalítico en México«, en Cuadernos del psicoanálisis, vol. XXIV, 3-4, 1991.

[26]Saavedra, Víctor, “ La promesa incumplida de Erich Fromm”, Siglo XXI, México 1994.

[27] Agradezco al Dr. Saavedra el haberme permitido la consulta de sus archivos historiográficos personales.

[28] A. Dupont,  Los Fundadores, Asociación Psicoanalítica Mexicana, (APM), México, 1997.

[29] Ibíd., p. 1.

[30]Rocha, Guadalupe. Las Instituciones psicoanalíticas en México. Un Análisis Sobre la Formación de Analistas y Sus Mecanismos de Regulación, Tesis de Maestría, Universidad Metropolitana-Xochimilco Estética, México, 1998.

[31]Ver E. Roudinesco y M. Plon, Diccionario de Psicoanálisis, Fayard, París, 1997, p. 458.

[32] R. Martínez, La Participación del Dr. Santiago Ramírez en la Introducción del Psicoanálisis en México, tesis de maestría de la Universidad Autónoma de México, 1998.

[33]  R. Martínez, Ibíd., P. 21.

[34]Castro, Roberto. Apuntes breves sobre el psicoanálisis en México, en: Espectros del Psicoanálisis, Núm. 4, primavera de 2001, México.

[35]Fanny Blanck-Cereijido, «Del exilio. Psicoanalistas Rioplatenses radicados en México «, en Pablo Yankelevich (Coordinador), México, refugio País. La Experiencia de los exilios en el Siglo XX, Valdés INAH-Plaza y, México, 2002. Una versión anterior de este artículo apareció en Del Tiempo y de las ideas las, libro en honor de Gregorio Weinberg, Buenos Aires, p. 92-109, 2000.

[36] R. Alvarez del Castillo, Psicoanálisis en México: Una triple genealogía. Fromm, API, Caruso en «Revista Carta Psicoanalítica, N ° 8., 2006.

[37] Capetillo, Juan., Cuerpos sin Historia. De la Psiquiatría al Psicoanálsis en México (1810-1920), FRENIA, Vol. VIII-2008, 207-220,