El factor sujeto como mediador de la pretensión científica de la psicología

Una aportación psicoanalítica

 Jesús Manuel Ramírez Escobar

PROEMIO

El presente trabajo versa sobre la constitución de la categoría de Sujeto dentro del psicoanálisis y de su aportación al sustrato científico de la psicología, debido a que la mayoría de las veces, dentro de la historia de las ideas de ésta, se encuentra una demarcación de las prácticas que entorpecen la ética de la escucha, quedando bajo la discrecionalidad de las pericias terapéuticas que se han cifrado bajo el paradigma de una higiene social. De esta manera, se considera necesaria la reflexión epistémica orientada a la distinción de los métodos y abordajes teóricos de cada disciplina para diferenciarlas en la práctica clínica, con la finalidad de poder hablar de una propuesta teórica que permita clarificar el abordaje del psicoanalista partiendo de la teoría establecida por Freud, hecho donde la revisión epistemológica tendrá voz principal al encarar la difícil tarea de confrontar a la psicología y al psicoanálisis desde un sustrato científico mas no cientificista. Del mismo modo, se buscará realizar una crítica sobre los baches en los que puede caerse al realizar una instrucción teórica con “orientación psicoanalítica” (pero sin despegar los pies de la tierra psicologicista), para dar realce a la formación básica de un analista que logra clarificar su objeto de intervención, y sobretodo, cuestiona su propio saber en aras de obtener una ruta de liberación del discurso frente a una ideología que, con el paso del tiempo, busca la erradicación de la subjetividad bajo diversas metodologías del borramiento que van de la mano de la técnica. Será bajo este tétrico panorama que el aporte del psicoanálisis, vía la categoría de Sujeto, primeramente en lo teórico y luego (tras la clarificación de este conocimiento), en el ambiente clínico, que se pretenderá fundamentar el paso de futuras modificaciones en el operar de varios psicoanalistas en formación que cuentan con una matriz psicológica y que dada la pobreza reflexiva de ésta, se encuentran aislados de la epistemología psicoanalítica.

Para iniciar, es conveniente mencionar que a lo largo de la historia de la psicología se destaca el acercamiento de esta disciplina al orden de la ciencia, ya sea por medio de la cuantificación, de la verificación; mediante el empirismo de sus propuestas o de la construcción de leyes que supediten a los seres humanos a conductas adaptativas conforme la sociedad lo estipule según la ideología imperante. Por lo que uno de los problemas que aún se manifiesta en las reflexiones de los investigadores se refiere a la consideración de la psicología como ciencia. La concepción de las ciencias se ha visto identificada con el paradigma positivista, el cual se caracteriza por ubicar una construcción teórica cuyo fin es conceptualizar lo empírico. Ante esto, Didier Deleule (1972) [2] menciona que la psicología se ha enfrascado en una determinación ideológica propia de todas las ciencias, sin embargo, aquella operaría dentro de un proceso de auto constitución como ciencia cuyo contenido se agota en una determinación ideológica, mientras que disciplinas científicas como la física y la química, por mencionar algunas, sólo poseen un fundamento ideológico debido al inicio de la conceptualización dentro de ellas, el cual ha sido superado por la reflexión teórica de sus orígenes. De esta forma, la psicología se orientaría a la importación de métodos y técnicas que difieren de su objeto de estudio basándose en ideales cientificistas derivados del paradigma positivista.

Una muestra de lo anterior, se observa en el autor anteriormente citado, quien al hablar del behaviorismo como la primera concepción coherente de la psicología moderna con vocación científica, extrae unas palabras de Watson:

El interés con que el behaviorista mira las acciones de los hombres es algo más que el interés del espectador, lo que él quiere es controlar las reacciones humanas al igual que los físicos quieren controlar y manipular cualquier otro fenómeno natural. La tarea de la psicología del comportamiento consiste en ser capaz de prever y controlar la actividad humana. Para llevar a cabo este cometido deber recoger los datos científicos con la ayuda de los métodos experimentales [3]

A esto se le suman las palabras de Canguilhem en su texto “¿Qué es la psicología” (1956) donde menciona:

La psicología, es una filosofía sin rigor porque bajo el pretexto de objetividad es ecléctica; es una ética sin exigencia porque asocia experiencias distintas sin ninguna crítica y, por último una medicina sin control ya que funda su hipótesis en la observación de enfermedades que nunca llegan a ser inteligibles, las enfermedades mentales”. [4]

Así, el surgimiento del psicoanálisis tendrá un papel relevante en esta pretensión científica, pues para Freud, esta disciplina teórica se constituye como una infraestructura, o inclusive el fundamento de la práctica psicológica. Esto conlleva a la reflexión de los preceptos teóricos de ésta, para poder establecer una relación entre psicología y psicoanálisis frente a la apuesta científica de la primera, para lo que en este trabajo, se tomará la noción de Sujeto como una aportación que permita elucidar los sinuosos caminos orientados al debate filosófico por el cual se ha buscado comprender la apuesta psicoanalítica como una teoría de la subjetividad. Por consiguiente se hace pertinente la aclaración del término Sujeto, con el que se trabajará a lo largo de este escrito.

LOS ORÍGENES DE LA CATEGORÍA “SUJETO”

Comencemos mencionando que este término es identificable, primeramente, en el pensamiento filosófico, desde donde se establecerá como categoría, dando paso a su estudio en diferentes periodos como lo muestra la historia de la filosofía, desde los que se puede orientar una búsqueda desde la epistemología

Pereyra (1979) [5] realiza una aclaración rigurosa del término Sujeto refiriendo que de acuerdo a la etimología latina significa “lo que está puesto debajo” o “lo que se encuentra en la base”, por lo que se explica una cierta relación del término con la idea de sustancia. A esta noción se le distingue del significado ontológico, desde donde se buscará ubicarlo como el ente que está en la base sustentando la realidad que dependerá del mismo. Así, también puede encontrarse una definición epistemológica partiendo de la oposición del sujeto al objeto, entendiendo al primero como la base de las relaciones activas con el segundo quien tendrá un papel de pasividad.

Tras observar lo anterior, se pueden desprender ciertas ideas con respecto a la noción de Sujeto, pues siendo éste el representante de la actividad en cuanto a la relación con el objeto, puesto que da paso a una especie de sostén de la realidad, entonces puede ubicarse su definición como una categoría del pensamiento filosófico que sustentará la realidad misma a partir de su alejamiento con la sustancialidad, contrariamente a la utilización de la categoría de Hombre bajo la que se fundan las ciencias humanísticas, situando un ente sustancial entroncado con el Yo que da forma de receptor de la racionalidad.

Tomando como punto de partida lo anterior, y de acuerdo con Escobar (1999), en la historia actual de la filosofía se tomará como referencia inicial la figura del cogito cartesiano, la cual desde la modernidad, busca vislumbrar un pensamiento que se piensa a sí mismo y que en su pensar reconoce su existencia. Lo anterior, entonces, dará paso tanto al movimiento racionalista como a lo impensable que parece regir la presencia misma, abriendo un camino a un “más allá de la razón”. [6]

Será en este proceso en donde el psicoanálisis encontrará importancia para este estudio, pues busca mostrar los límites de la categoría de Hombre, en aras de revelar que la imagen del Yo en la que se sostiene el Hombre en cuanto empiricidad, ha de desvanecerse dando libre pensamiento al terreno sobre el cual el Sujeto, como categoría, se funda, logrando una escisión entre el Yo y el Sujeto.

De este modo, el psicoanálisis, podría ubicarse en una posición crítica con respecto a las ciencias humanas, situándose en un punto de discusión de la noción de Sujeto y con ello en un cuestionamiento de una duplicación empírico trascendental heredada de Kant bajo la moderna figura del Hombre, donde puede buscarse una aproximación científica en tanto proveniente de los impensados de la ciencia, pero en oposición a la misma al orientarse a la explicación sistemática de los procesos psíquicos que se apartan de la racionalidad.

De acuerdo con esto, la modernidad que inaugura Descartes, conlleva a una nueva concepción de la subjetividad, en la cual el Yo queda reducido a mera res cogitans, a mera “sustancia pensante”. De manera obvia para este autor y la tradición que le seguirá, en la subjetividad no existen elementos no conscientes. La crítica de esta idea clásica de subjetividad alcanza en Freud, y posteriormente en Lacan, un lugar no superado por ninguna filosofía posterior.

Así, se fundamenta el hecho de que las ideas de Freud hayan llegado a convertirse en una verdadera aportación al estudio de la subjetividad, justificando las repercusiones de esta corriente en el terreno filosófico del siglo XX, y en particular en los autores postestructuralistas, dentro de los que destacan nombres como Michel Foucault y Louis Althusser, por mencionar algunos. Por lo que, gracias a esta reflexión filosófica, se pondrán a la luz los diferentes problemas de la psicología al llamarse a sí misma “ciencia”. Lo anterior puede abordarse a través del análisis de factores comunes entre las diversas escuelas que conforman la disciplina psicológica, las cuales, en la búsqueda por la unificación, se someten a preceptos cuantitativos tratando de dar cuenta de un objeto clarificado, más no abordado, en comparación con las aproximaciones psicoanalíticas sobre su objeto de estudio, la conformación del aparato psíquico.

De esta forma, al hablar del sustrato teórico de la psicología, se observará su relación con la filosofía desde la epistemología clásica, entre la división sujeto- objeto, la cual se alejará del psicoanálisis en la primacía de la categoría de Sujeto.

Bajo lo antepuesto, es pertinente la aclaración de la utilización de “sujeto” con minúscula cuando se hable de esta epistemología dual, en oposición al manejo del término “Sujeto” con mayúscula cuando se haga alusión a los postulados provenientes de una reflexión rigurosa de dicho término al pasar al rango de categoría filosófica, proveniente de las ideas mantenidas por la epistemología francesa de los sesenta partiendo de la aproximación estructural.

Lo que se propone es entonces la clarificación del entramado teórico de la psicología, bajo ideales basados en términos epistemológicos clásicos, desde donde se apuntará a la emergencia de la categoría Sujeto como una apuesta desde el psicoanálisis, siendo éste, un campo teórico que si bien parte de una premisa contraria a la psicología, pues no comparte la idea de un universalismo, permite una profundidad en el estudio de la formación de la conducta, objeto de estudio de la psicología, desde las nociones de implicación, causalidad y relación con el lenguaje.

Así mismo, la clarificación de la apuesta científica del psicoanálisis como proveniente del discurso científico es denotada por Lacan con base en el surgimiento del Sujeto de la ciencia y su oposición al Sujeto del Inconsciente, relación que procura la clarificación y explicación de ambas.

RE-FLEXIÓN DE LA APUESTA PSICOLÓGICA : LA SUBJETIVIDAD EN PSICOLOGÍA

Dentro del campo de estudio de la psicología existen conceptualizaciones vagas acerca de los fundamentos que la soportan como una ciencia, al grado de proclamarse como tal sin necesidad de una reflexión sobre su propia constitución.

De entrada aspectos como el objeto de estudio, el método de abordaje, la diversidad de escuelas dentro de la misma disciplina, la formación de una teoría que explique el objeto, el acercamiento a un paradigma científico que limita el acercamiento al objeto de estudio (paradigma positivista), además de concepciones como causalidad e implicación, causan un bache teórico dentro de la psicología, alejándola de sus pretensiones científicas.

Nociones importadas del pensamiento filosófico como la categoría de Sujeto, soportan en sí mismas una reflexión previamente autorizada en cuanto a su aplicación dentro de diversos esquemas teóricos mencionados anteriormente. Por lo que, de esta manera, se trata de mostrar que por la carencia de ésta categoría, pueden producirse efectos nocivos en la elaboración de una determinada teoría psicológica, para así terminar con la propuesta de extraer desde el psicoanálisis el re-planteamiento de la subjetividad para mostrar su funcionalidad en las tendencias científicas de la psicología, no sin antes repensar la concepción de cientificidad desde otro enfoque igualmente teórico que observe, desde otro punto, el acercamiento a un problema de la antigüedad como lo es la relación sujeto (yo) – objeto, en contraposición a la llamada epistemología crítica francesa en su abordaje de la historia de las ciencias.

Cómo se ha mencionado anteriormente, la categoría que pone el énfasis en el Sujeto, es decir, desde donde se conocerá (no “hacia” donde se conoce) es la llamada subjetividad en el sentido estricto de una noción partida de la filosofía que refiere a un constructo teórico, pero que también por la clínica que se pueda hacer de la misma será, a su vez, concreto.

Si el discurso objetivo apunta al conocimiento del objeto en forma neutral y verificable, el discurso subjetivo surge desde lo afectivo del investigador (por ello la subjetividad es importante en el contexto de descubrimiento, y la objetividad en el contexto de justificación). Mientras por un lado, un cierto discurso científico, busca destacar la importancia de la objetividad en la ciencia, P.K. Feyerabend (1992) [7] , destaca los aspectos subjetivos del científico, como creencias, ilusiones, deseos, etc.

En la subjetividad no se explica, se pretende explicar, y las tesis filosóficas que le subyacen son: el subjetivismo, el idealismo y el empirismo de Berkeley, por mencionar algunos. Dentro de la psicología, se encuentran por ejemplo a Scheler, Jaspers, Brentano y el mismo Freud, desde donde se partirá hacia la búsqueda de una conceptualización de la subjetividad.

En una ruptura con algunas visiones unilaterales de la mayoría de las perspectivas psicológicas, la teoría psicoanalítica trata de ver a la subjetividad como producto o síntesis de todos los factores (orgánicos, sociales y psíquicos) que participan en su construcción. En el caso de Freud ello puede verse en su noción de “series complementarias” (la vinculación entre aspectos hereditarios, constitucionales, infantiles y actuales), y la lectura que muchos psicólogos hacen de su obra en general en cuanto a postulados de la clínica, así como de sus trabajos llamados sociales, como: Psicología de las masas y análisis del yo (1921), El malestar en la cultura (1929) y El porvenir de una ilusión (1927) [8] . De esta lectura surgirán diferentes variantes que pueden verse en perspectivas tan diferentes como el freudomarxismo de Wilhelm Reich y otros, el psicoanálisis culturalista (Sullivan, Fromm, Horney), el etnopsicoanálisis, el esquizoanálisis (Deleuze y Guattari) e incluso teorías de la personalidad como el humanismo (Maslow y Rogers), la teoría Gestalt (Perls), el cognoscitivismo (Piaget) y las diferentes facetas de la psicología social (Moscovici).

Ante esto, Canguilhem (1956) comenta que la extensión de los estudios de psicología amenaza con imponer una teoría del sujeto similar a la cartesiana, es decir la del Sujeto de la ciencia: un Sujeto pensante, calculador, analítico y racional: “La teoría del sujeto de la psicología es una falsa teoría del sujeto pensante” [9] . Por esto, privilegia el papel de la teoría freudiana desde el estatuto de una subjetividad con una teoría del Sujeto alterna, es decir, sin rayar sólo en el subjetivismo y adecuando la categoría filosófica de Sujeto de modo que pudiera entenderse el entramado de prácticas que rodean su construcción.

Por otra parte, para Lacan (1966) en “Ciencia y Verdad” [10] , el cogito cartesiano inaugura la vía de la ciencia moderna, por lo que ha sido necesario este paso para el surgimiento mismo del psicoanálisis, en tanto que el Sujeto sobre el que éste opera es el de la ciencia. Esto puede parecer una paradoja, pero se trata de pensar que el psicoanálisis opera sobre el deshecho subjetivo que la ciencia excluye, pero que sin embrago da paso a su nacimiento.

De esta forma se emprenderá un acercamiento dentro de la relación del psicoanálisis con la práctica científica, a fin de clarificar la emergencia de éste en la psicología, con la idea de buscar una aproximación con los postulados de las que se menciona portadora. 

EL PSICOANÁLISIS Y SU RELACIÓN CON LA CIENCIA

Al hablar sobre las posibles relaciones entre el psicoanálisis y la ciencia en general, el resultado es una trama amplia de debates que generan una extensa polémica, en particular si se contrasta al primero con las ideas provenientes de la psicología, que como se trató anteriormente, se autoproclama dentro del orden de las disciplinas científicas.

Al respecto puede existir una aparente disparidad y alejamiento entre los postulados de las psicologías y los provenientes del psicoanálisis, sin embargo Freud desde los inicios de la teoría psicoanalítica nunca quitó el dedo del renglón al hablar de éste como una parte complementaria de la psicología, siendo que el objeto de estudio es la conciencia vía la conducta. Las palabras escritas dentro de la conferencia 35 de las Nuevas Lecciones de Introducción al Psicoanálisis (1933), otorgan testimonio:

Su contribución a la ciencia (de parte del psicoanálisis) consiste precisamente en la extensión de la investigación al terreno psíquico. Sin una tal psicología, la ciencia sería ciertamente muy incompleta. Pero esta incorporación de la investigación de las funciones intelectuales y emocionales de los hombres (y de los animales) a la ciencia no modifica en modo alguno su posición general, pues no trae consigo nuevas fuentes del saber ni métodos nuevos de investigación” [11]

De esta forma el psicoanálisis aportaría un procedimiento que permite estudiar la conciencia a través de procesos inconscientes reguladores desde el interior del Sujeto para así producir los efectos conocidos como comportamiento. Braunstein (1975) al hablar sobre la psicología en su relación con la ciencia menciona lo siguiente:

¿Por qué dicen que todo este trabajo de la mejor psicología académica no es científico?”(…)”porque carece de los conceptos explicativos, sistemáticamente estructurados, que podrían dar cuenta de los hechos observados, de las leyes deducidas y de los modelos producidos. Fundamentalmente, porque da por presupuesta la existencia de un sujeto más o menos homogéneo que se enfrentaría con un medio exterior a él con el que puede o no entrar en conflicto y en el que debiera producir una conducta adaptativa”. [12]

En relación con lo anterior, es amplísima la gama de problemas que el cruce con la ciencia genera ya sea en tanto la ciencia se acerca al psicoanálisis para plantearle exigencias, ya sea por cuanto el psicoanálisis, en función de la problemática que trata, no deja de interrogar a su vez a la ciencia, y de paso a la psicología, de múltiples formas y con diversos grados de intensidad en el mayor sentido filosófico.

Por ello, el psicoanálisis parte ante la ciencia con una hipótesis que interroga directamente el reinado del sujeto de la razón, en beneficio de un estatuto inconsciente invisible e indemostrable en sentido empírico; sin embargo, por otro lado, se erige como un saber con conceptos sistemáticos, ostentando la calidad experimental por medio de la práctica clínica.

En palabras de Lacan (1964):

“…con respecto a esa ciencia (La ciencia única) hemos de situar al psicoanálisis. Y sólo podemos hacerlo articulando al fenómeno del inconsciente la revisión que hemos hecho del fundamento del sujeto cartesiano”. [13]

Por lo anterior, el psicoanálisis se ofrece así como blanco, debido a que su discurso sobre lo psíquico lo podría encasillar como una versión esencialista, cuyo sustrato material no es claramente visible, perdiendo sus características de demostrabilidad, falsación y objetividad. Desde este punto se entendería entonces al psicoanálisis como un antagonista del procedimiento científico mientras su principal sustrato se encuentro del lado de lo inmaterial y alejado de la conciencia ligada a la razón.

La reacción de los teóricos del psicoanálisis ha sido diversa, por una parte, algunos de los apegados a la letra freudiana sostienen que la práctica psicoanalítica se desarrolla por entero conforme a los postulados de la ciencia. Por otro lado, otros teóricos han preferido delinear rutas alternativas, como es el caso de Michel Tort (1987) [14] quien unifica al psicoanálisis con la práctica científica a través de la unión del primero con el materialismo histórico, hecho que es mostrado por Braunstein, Saal, Beneditto y Pasternac en Psicología, Ideología y Ciencia (1975) [15] , quienes otorgan una muestra de la sustentabilidad de este acercamiento al proponer una ligadura entre los aparatos ideológicos provenientes de la teoría de Althusser con los procesos de sujetación (vía las formaciones del inconsciente) que se verían explicados por el psicoanálisis. Así, la emergencia de la construcción de la categoría de Sujeto en el psicoanálisis se hace indispensable para lograr una comprensión de la manera en que la ideología interpela a los individuos y los constituye como sujetos. Bajo esta postura se tratará en adelante de proponer una relación entre el psicoanálisis y la práctica científica, partiendo del paso del Sujeto de la ciencia, proveniente del cogito, al Sujeto del psicoanálisis, desprendiéndose de la teorías de Freud y Lacan.  

EL SUJETO DE LA CIENCIA

Einstein reconoció en su momento la verdad de los descubrimientos de Freud sobre la naturaleza de lo humano y solicitó su opinión para encontrar alguna solución al estallido de la guerra, como lo demuestra en la carta escrita y publicada en las obras completas de Freud bajo el nombre de El por qué de la guerra (1933) donde éste menciona:

Es bien sabido que, con el avance de la ciencia moderna, este ha pasado a ser un asunto de vida o muerte para la civilización tal cual la conocemos; sin embargo, pese al empeño que se ha puesto, todo intento de darle solución ha terminado en un lamentable fracaso” [16]

Pero, cuando la ciencia ha tenido un lugar significativo en los procesos sociales, ha logrado ubicarse respecto de ellos con atención a la razón, dejando a un lado los efectos que ésta logran sobre los sujetos, quienes se ven movidos por las pasiones. Es por eso que resulta importante considerar el desconocimiento en materia de psiquismo tanto de aquellas disciplinas que están del lado de lo exacto (física, química, biología), como de las ciencias llamadas humanísticas (antropología, sociología, la misma psicología). Resulta casi impensable sostener la disociación entre la ciencia y la noción de Sujeto ya que ello toca aspectos procedimentales cuando de aplicación de los conocimientos científicos se trata.

Partiendo de que el objeto de investigación para el psicoanálisis es el psiquismo, y que allí radican las razones profundas que mueven a ciertos hombres en aplicaciones aventuradas dentro del proceso científico, se puede entonces afirmar que la ciencia se ve observada por el psicoanálisis. Desde este punto, vale decir que el poder de la ciencia para poner en práctica sus descubrimientos deberá considerar a su vez el efecto psíquico que se puede ejercer sobre los humanos, así como el mismo efecto de creación y descubrimiento dentro de la misma se verá también sometido a consideración.

Ahora bien, de todo el abanico de disciplinas que estudian la subjetividad, el psicoanálisis se ubica en el centro mismo del problema ya que aborda la actividad psíquica desencadenada por las pasiones. Por su parte, parece que la ciencia idealizándose a sí misma, da la espalda al único problema que merece ser abordado, es decir, determinar el puesto del Sujeto de la ciencia en una concepción total del Sujeto construido en la psique.

El problema radica en que el Sujeto de la ciencia se considera depositario de un saber verídico, indivisible y determinado por la razón, por lo tanto no habría posibilidad alguna de poder emitir un juicio digno sobre esta categoría, a menos que se le anteponga el orden de lo contrario, un Sujeto con un saber alejado de lo escindido y alejado de la razón por las pasiones, colocándose en una posición más allá de la ciencia, pero sin embrago, partiendo de ella. Así, la noción de Sujeto en el psicoanálisis ubica su posición alrededor del discurso científico tratando de explicar su proceder mediante los modos de funcionamiento psíquico, ya que a la ciencia éstos le son ajenos a pesar de que sus construcciones teóricas parte de estos puntos.

A lo anterior, se le puede anexar el comentario de Lacan en el seminario de la Lógica del Fantasma en la clase del 12 de abril de 1967 [17] donde propone que la misma ciencia da paso a la creación de la idea del inconsciente, pues es a partir del vacío que ésta genera por medio del lenguaje, es que el inconsciente hablará desde ese sitio, entendiéndose que la ciencia al expulsar al Sujeto, lo relega a una función que sólo por medio de considerarse efecto del lenguaje es que podrá dar cuenta de su existencia como efecto de ese vacío. Por lo que puede concluirse, desde este punto, que el efecto de la ciencia es alejar el espacio inconsciente de su práctica al privilegiar la unificación de la conciencia, la razón y la individualidad, pero es a través de su anverso que puede comprendérseles. Por consiguiente la noción de Sujeto de la ciencia sólo encuentra validez al contraponérsele la categoría de Sujeto del Inconsciente quien da cuenta de aquella y de sí misma.

A su vez, la teoría lacaniana con fundamento en Freud clarifica la estructuración del Sujeto del Inconsciente. Evans (1997) menciona dicho término en Lacan es tratado desde diferentes puntos de vista. En los primeros ensayos, éste teórico adoptaría una equivalencia con el ser humano, para posteriormente, en 1945 optar por la noción de Sujeto, ligada al orden de la singularidad, la cual se constituiría mediante un acto de auto afirmación, proceso que daría lugar a la distinción entre el Yo y el Sujeto, entendiendo al primero como parte del orden de lo imaginario mientras al segundo se le concede un estatuto simbólico orientado por el lenguaje: cimiento de lo inconsciente. [18]

A la par, puede verse que la pretensión de plantear una teoría de la estructuración subjetiva se fundamenta en la falta que ocasiona el lenguaje, así también como la relación con el Otro que permitirá la subjetivación, pero sobretodo, se aborda el surgimiento del vocablo Sujeto bajo la idea de (como mencionara Lacan en el Seminario XI) un término que se aleja de la sustancia viva, que se aparta de la idea de sustancia y del saber propio del pathos  y el logos, bajo una ramificación del Sujeto cartesiano que da paso a la ciencia, la cual surge por un reconocimiento de la incertidumbre. [19]

En un momento de la enseñenza lacaniana (1965-1966) el punto principal recae sobre la definición de las características que tendrán que formularse para poder hablar de una categoría filosófica como lo es la de Sujeto, para esto Lacan se valdría de una conceptualización creada por él mismo, el Sujeto de la Ciencia devenido del cogito cartesiano.

Lacan al hablar de la necesidad científica de partir del Sujeto de la ciencia y de su objeto dentro del Seminario XIII El Objeto del Psicoanálisis en la clase del 8 diciembre de 1965 anuncia:

Tal estructura es necesaria para que un corte determine el campo por una parte del Sujeto, tal como es requerido como Sujeto de la ciencia y por otra parte, el agujero donde se origina un cierto modo de objeto, el único a retener, aquel que se llama objeto de la ciencia”. [20]

Posteriormente tocaría el tema de la cientificidad de la noción de Sujeto del inconsciente partiendo del efecto de vacío que se da por el lenguaje en su Seminario XIV sobre La Lógica del Fantasma en la clase del 12 abril de 1967:

Lo que ocurre no es que la ciencia obvie al sujeto, es que lo saca del lenguaje, lo expulsa. Crea fórmulas de un lenguaje vacío de sujeto. Parte de una interdicción sobre el efecto de sujeto de lenguaje, esto no tiene más que un resultado: demostrar que el sujeto no es más que un efecto de lenguaje, pero que es un efecto de vacío”. [21]

A la par de lo anterior, Lacan en el mismo seminario, partirá de la categoría cartesiana de cogito otorgando al Sujeto del Inconsciente el carácter de científico dado su origen contrario a la racionalidad imperante en la ciencia. Procurando a su vez, el paso no a la conciencia sino a la hendidura del Sujeto en tanto dispuesto a allegarse a un saber que lo complementaría. Así nace el Sujeto del Inconsciente, tratando de vislumbrar aún más esa falta originaria dentro de él.

Eidelsztein (2001) agrega que deberá existir una cierta delimitación entre las concepciones de ciencia y saber. Este autor maneja la posibilidad de un acercamiento de la ciencia como una maniobra sobre el saber, acentuándolo en cuanto a la necesidad que se despierta sobre el saber. [22]

Según este autor, podría originarse una definición del conocimiento, explicándolo bajo una relación directa entre el sujeto y el objeto donde el primero tomaría el lugar del Yo, como se ha usado en las concepciones clásicas de la epistemología que dieron origen a la psicología. Mientras que para el psicoanálisis se pugnaría por hablar de un desconocimiento como parte de la función yoica que se involucra con la contra cara que da margen a una concepción del Sujeto.

Dicho esto, puede pensarse desde Lacan que la ciencia forcluye la verdad pero el psicoanálisis devolverá esa verdad por medio de su apuesta por la subjetividad, tal como lo menciona Lacan en La Ciencia y la Verdad de 1966. [23]

Retomando las ideas de Lacan con respecto a la fundamentación del psicoanálisis partiendo de la ciencia, éste comenta en El Sujeto por fin Cuestionado (1966):

“Sólo se prepara una teoría adecuada a mantener el psicoanálisis en el estatuto que preserva su relación con la ciencia”. (…) “Que el psicoanálisis nació de la ciencia es cosa manifiesta. Que hubiese podido aparecer desde otro campo es inconcebible” [24]

A lo anterior puede sumarse lo ya visto desde Freud quien pondría el acento en la división del Yo, ante la verdad propia de los procesos singulares de cada sujeto en su artículo sobre El Yo y el Ello (1923). [25]

Lo real de todo Sujeto, es que éste sólo existe en la división. Precisamente para escapar de esta división del sujeto aparece el fenómeno de la escisión como condición necesaria en tanto él mismo está tomado por el lenguaje. El Sujeto nace de un corte y no es más que este corte entre el significante que lo representa y el Otro como dador de significante que autentifica esta representación. Está dividido en su ser entre un Sujeto del deseo, producto de este corte lenguajero, y su relación con el objeto @, donde parte del cuerpo erótico será cedido para servir de garantía a la verdad, tras la falta en el Otro de un significante último que responda por su valor. En suma, está dividido entre un Sujeto inconsciente de la enunciación que se manifiesta vedadamente desde la pulsión, y un sujeto del enunciado en el que se representa por medio del lenguaje.

La distinción de los registros de lo real, lo simbólico y lo imaginario permite a Lacan ubicar una parte del Yo freudiano dentro de la función imaginaria, diferente del Sujeto, efecto de lo simbólico, pues con la presentación del nudo borromeo, Lacan describe la estructura del Sujeto como efecto de la escisión, pero también bajo un anudamiento específico de los tres registros. Por el contrario, la ausencia de escisión entre estos tres registros, su puesta en continuidad, constituiría lo característico de la paranoia, es decir, del fracaso en la subjetivación.

Por lo tanto, se puede afirmar que la importancia del estatuto científico en la noción lacaniana de Sujeto radica en su emparejamiento con la idea de una racionalidad ilusoria del dominio omnipotente y unitario causando una escisión, constituyente de dicha categoría epistémica, que tendrá como resultado el espejismo persistente del Yo (moi) de lo imaginario que se toma como Yo (je) de lo simbólico, poniendo en evidencia la carencia de las explicaciones científicas de la psicología cifrada en la parte imaginaria de los procesos anímicos. Veámoslo ahora desde el inicio de la ciencia, desde su génesis partida del descubrimiento.

EL PROBLEMA DEL DESCUBRIMIENTO CIENTÍFICO

Hace ya algún tiempo se ha detectado una sustancial diferencia entre la lógica que implica el presunto descubrimiento científico y aquella que sostiene los pensamientos que dan cuenta de la demostración científica. No han sido pocos los pensadores que han puesto de manifiesto este hecho. Cabe retomar, los análisis de Feyerabend (1992) [26] , para quien la razón no ha estado presente en el momento del descubrimiento, sino que a lo largo de la constitución de las ciencias, en lo que respecta a sus grandes hallazgos, se acerca más al arte.

En todo caso, parece sorprender la falta absoluta de información al respecto del descubrimiento científico; no ha sido un tema que ha preocupado ni a los expertos en ciencias ni tampoco a aquellos que se dedican a investigar sobre la actividad psíquica. Hay que aceptar que el tema no es de fácil investigación; sin embargo, se podría tener la impresión de que no se le quiere atribuir alguna particularidad significativa que pueda mostrar la distancia extrema entre la fecundidad del descubrimiento y el rigor de la razón demostrativa, relegando a ésta a un proceso azaroso que determina a la conducta.

No deja de llamar la atención que cuando hablamos del momento del descubrimiento estamos haciendo referencia nada menos que a los orígenes del pensamiento científico y de su relación con la verdad. Por ello la importancia de su estudio. Tal vez se pueda decir que el error de K. Popper según Nosnik y Elguea (1985) [27] , se sitúa en atribuirle al pensamiento una homogeneidad a lo largo de su desarrollo, desde el momento en que se postula una idea nueva hasta que la comunidad de sabios la acepta, es decir, desde las primeras conjeturas hasta la refutación que pueda surgir de la misma. Dicho proceso podría muy bien suponer tres momentos diferentes, a saber: el pensar del descubrimiento (conjetura), el pensar de la contrastación (demostración) y, finalmente, el pensar de la falsación.

Es aquí donde entra a jugar el psicoanálisis debido a su abordaje sobre los modos de pensamiento considerados de naturaleza inferior por el racionamiento científico (tal es el caso de las formaciones del inconsciente). He aquí un desconocimiento por descalificación; sería sencillo suponer que las investigaciones psicoanalíticas solamente agregan elementos no tomados en cuenta anteriormente. En realidad, progresos realizados sobre estas formas de pensamiento desvalorizadas han mostrado que los mismos terminan determinando las otras, entendidas como más avanzadas. Dicho de otro modo, resulta que casualmente la riqueza del pensamiento se encuentra allí en las formas originarias, más que en los pensares de los siguientes momentos. El problema planteado no deja de abrir una brecha significativa al interior del método científico ya que se encuentra cuestionada entonces su unidad, independientemente del campo en que se aplique y aunque se sostenga la necesidad de su adecuación según la ciencia en cuestión, hecho que para Nosnik y Elguea (1985), el mismo Popper proponía distanciar de la práctica teórica de la ciencia dentro de la búsqueda de un postulado del surgimiento del pensamiento científico.

Pero más aún, parece que la aplicación del método científico resulta viable y produce resultados reconocidos cuando la realidad material opone los estándares de objetividad. Caso similar ocurre cuando se efectúan abordajes del psiquismo humano, por medio de nociones de corte humanista que objetivan al Sujeto. Por ello, se antepone la advertencia lacaniana con respecto al cogito cartesiano y su relación con el nacimiento de la categoría Sujeto del Inconsciente. Debido a que, para Lacan, existe una fractura central a partir de la frase “Pienso luego existo” donde se constituye la confrontación, y después unión entre el Sujeto de la ciencia y el Sujeto del inconsciente, ya que el segundo parte del primero en tanto se aleja de la relación Yo – conciencia atribuida a la categoría de Hombre.

Lacan, en el Seminario 11 en la clase del 22 de abril de 1964 refiere:

Prenderé la función del cogito cartesiano del término feto u homúnculo. Ya que viene ejemplificada por la caída, que no ha dejado de producirse en la historia de lo que se llama el pensamiento, que consiste en tomar ese yo del cogito por el homúnculo que, desde hace tiempo, es representado cada vez que se quiere hacer psicología -cada vez que se explica la inanidad o la discordancia psicológica por la presencia-, en el interior del Hombre, del famoso hombrecillo que lo gobierna, que es el conductor del carro, el punto llamado en nuestros días de síntesis. Este hombrecillo ya fue denunciado en su función por el pensamiento pre-socrático. Por el contrario en nuestro vocabulario, simbolizamos por S tachada ($) al sujeto, en tanto que constituido como segundo con respecto al significante” [28]

Este análisis resulta fundamental, partiendo de que el cartesianismo se encuentra en la génesis del pensamiento científico, ubicando una postura con respecto a la crítica que se ha realizado a los abordajes de la psicología con base en las humanidades.

En conclusión, y de acuerdo nuevamente con Escobar (1999) [29] podrá entonces decirse que el Sujeto se objetiva a sí mismo en un Yo, al que el psicoanálisis debe deconstruir para mostrar la dimensión fundante del deseo y por consiguiente dentro del marco de lo simbólico.

Del mismo modo, hablamos de un nuevo espacio de interrogación sobre la subjetividad, donde se parte de la ruptura de la relación mente/ conciencia/ Yo; dando paso a la aparición del terreno del Sujeto relacionado con la mente inconsciente, es decir, la redifinición del terreno de la antropología filosófica tras la desaparición de la moderna figura del Hombre.

CONCLUSION  

Dado lo anterior, se da paso al debate desprendido de la propuesta de orientar futuras reflexiones dentro de la teoría psicoanalítica, tanto en su relación con otras ciencias de la subjetividad como en la búsqueda de su propia clarificación al adoptar una posición frente al comportamiento humano complementaria a la psicología.

A lo largo de este trabajo se ha tratado de fundamentar desde las tesis lacanianas la categoría de Sujeto con la única finalidad de apuntarlo como principal directriz de todo estudio del psiquismo humano, para de este forma sostener una propuesta de análisis de la disciplina psicológica, retomando del psicoanálisis sus principales aportaciones en materia de la construcción de la subjetividad, dado que éste permite hablar de una verdad directa sobre los procesos que rigen el comportamiento en los seres humanos, por lo menos en lo que concierne al enfoque de un aparato psíquico constitutivo de los procesos psicológicos conscientes pero tomando como referencia el factor inconsciente como orientador.

De este modo, se consolida un proceso crítico de la racionalidad como mecanismo básico de la concepción de la ciencia sobretodo en lo que respecta a su categoría empírico-racionalista, es decir, desde los procesos ajenos a la razón podrá ejercerse una liberación de los discursos ideológicos sobre los que se cifra la psicología al proclamarse como ciencia, buscando un basamento empírico demostrativo, el cual no ha logrado desentrañar esa otra parte que corresponde al deseo, y en general a la emotividad que cae dentro de lo irracional.

Ejemplo de lo anterior se encuentra en las palabras de Michel Tort (1987) cuando se refiere a las aportaciones de la epistemología psicoanalítica, pues para él, el freudismo dimanó objetivamente en el estallido del racionalismo crítico por efecto de las ciencias humanas posteriormente convertidas a la subjetividad. [30]

El psicoanálisis se ha caracterizado en la historia de las ideas como una disciplina que se encuentra bajo una reflexión constante de sus propios términos y conceptualizaciones, este hecho da paso a una serie de cuestiones con respecto a las disciplinas autodenominadas como científicas, donde el carácter ideológico que las precede trata de ser borrado mediante el paso de la historia y de los avances tecnológicos de los que se mencionan poseedores.

Sin embargo, los temas abarcados desde el psicoanálisis, partiendo de Freud y Lacan no son lo únicos que tratan la problemática de la construcción de la categoría de Sujeto dentro del psicoanálisis, ya que ésta fue propuesta como una perspectiva de análisis y de unificación entre dos escuelas del psicoanálisis, que si bien están cerca desde sus inicios, como puede observarse en las multicitadas referencias lacanianas a la obra de Freud, cada una confiere a la estructuración del aparato psíquico cualidades diversas. Este mismo factor puede ocurrir al tratar de unificar a las demás escuelas psicoanalíticas. No obstante, la propuesta de agrupar y relacionar los presupuestos teóricos de las disciplinas afines queda bajo la categoría de Sujeto.

De esta forma podría plantearse que esta disciplina va más allá de la concepción de ciencia clásica, logrando dar cuenta de cómo los procesos ideológicos impactan al aparato psíquico y se manifiestan en el orden social, este hecho facilitaría futuras intervenciones de corte teórico bajo un enfoque innovador que promueva nuevas lecturas rigurosas en aras de comprender, o por lo menos de buscar una verdad en lo que respecta a los procesos de subjetivación.

 Por otra parte, el presente trabajo busca abrir espacios de diálogo dentro de la disciplina psicológica (en la que la mayoría de los analistas en formación han encontrado su inicio profesional) con la intención de lograr una clarificación de los postulados que la han hecho crecer en su trascendencia social. Disertaciones sobre su objeto de estudio, el método de abordaje de este objeto, sus aplicaciones clínicas, son algunos de los mecanismo teóricos que han quedado exentos de cualquier tipo de debate entre los especialistas en el ramo, el desinterés por la propia disciplina subsume a la psicología en un espacio de anacronismo. La separación de ésta disciplina con la filosofía ha llevado a la primera a mantenerse fundamentada en una praxis lejana del cumplimiento de sus propias tareas.

Como conclusión, se busca erigir al psicoanálisis como una rama de la psicología que puede rescatar a ésta de un bache reflexivo bajo la propuesta general de entablar una revisión de la historia de las ideas en la psicología, así como de la práctica terapéutica de la misma, desde donde se puedan aportar diversas voces que permitan destrabarla de un estancamiento que difícilmente se logrará con el aumento de investigaciones enfocadas a la fabricaciones de diversos métodos que alejen al Sujeto de la propia singularidad que lo caracteriza en aras de una generalización estadística con ínfulas de cuantificación difiriendo en demasía con las pretensiones que Freud, y posteriormente Lacan, conferirían al psicoanálisis, en este punto debemos retomar el concepto de Ética.

Pareciera que la disciplina psicológica actualmente añorara la re-flexibilidad perdida al distanciarse de la filosofía, convirtiéndose en una más de las “ciencias” de la salud. El alejamiento trajo consigo una sumisión a los estándares sociales de normalidad, donde la campana de Gauss se constituye como conformadora de verdades científicas, bajo un discurso ideológico que evita toda ruptura epistémica tachada de psicopatológica. Es de esta disciplina que todo analista que comience a encaminar sus pasos hacia la clínica debe mantenerse aislado, pues muchas veces detrás de la facilidad de la técnica se enmascaran discursos que degeneran al proceder psicoanalítico, ya sea desde la ignorancia de la subjetividad o desde la angustia que se produce en las primeras intervenciones clínicas del psicoanalista novel que, apelando a su formación inicial, se disfraza con el manto de la escucha.

Sin embrago, a manera de instigación al discurso, terminaré con lo siguiente…

Debido a la deuda, próxima o lejana, que pueda tener el psicoanálisis con la psicología, es que éste romperá la escucha en momentos en que la intervención sea pertinente, aunque al parecer la ciencia psicológica busque silenciarlo, ya sea por un descarte apresurado o por la reacción de amenaza que toda interpretación representa para una disciplina que se observa a sí misma en un espejo que refleja la cara de un neurótico.

REFERENCIAS

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[1] Licenciado en Psicología por la Universidad Veracruzana. Becario del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana Tel. (P) (228) 815-66-67. Xalapa, Ver. E-mail: jemaraes@gmail.com

[2] Deleule, D. (1972) La psicología. Mito científico. Anagrama. Barcelona

[3] Cfr. Ibidem. p.73

[4] Canguilhem, G. (1956) ¿Qué es la psicología? (En red) Consultado Marzo 13, 2006. Disponible en:: www.elseminario.ar

[5] Pereyra, C. (1979) El sujeto de la historia en: En teoría 2. julio- septiembre de 1979. Zona Abierta editores. Madrid. 6-7 p.p.

[6] Escobar, H. (1999) Sujeto y psicoanálisis. Hacia una arqueología de los discursos psicológicos (En red) Consultado Marzo 13, 2006. Disponible en: www.cartapsi.org

[7] Feyerabend, P.K. (1992) Adiós a la razón Tecnos , Madrid. p. 55

[8] Freud, S. Obras Completas. Biblioteca Nueva. Editorial Losada.  Buenos Aires

[9] Ibid.

[10] Lacan, J. (1966) Escritos  Vol. 2 Siglo XXI Editores México p.p. 834-856

[11] Freud, S. (1933) Nueva Lecciones Introductorias al Psicoanálisis. Obras Completas. T. 23 Biblioteca Nueva. Editorial Losada. Buenos Aires p.p. 3191-3192

[12] Braunstein, N. Pasternac, M, Beneditto, G. y Saal, F (2003) Psicología, ideología y ciencia 21ª. Edición. Siglo XXI. México p. 43

[13] Lacan, J. (1964) Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis Paidós México p.239

[14] Tort, M. (1987) Freud y la filosofía en: Interpretación freudiana y psicoanálisis. Paidós México

[15] Ibidem.

[16] Freud, S. (1933) El por qué de la guerra  versión basada en la Standard Edition. Versión hipertextual. Folio Views editors. S/F

[17] Lacan, J. (1967) Seminario XIV: La lógica del fantasma. Versión hipertextual. Folio Views editors. S/F

[18] Evans, D. (1997) Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano  Paidós México. p.p. 184-185

[19] Ibidem. p.239

[20] Lacan, J. (1965-66) Seminario XIII: El objeto del psicoanálisis. Versión hipertextual. Folio Views editors. S/F.

[21] Ibidem.

[22] Eidelsztein, A. (2001) Las estructuras clínicas a partir de Lacan vol. I Editorial Letra Viva. Argentina.

[23] Ibidem.

[24] Lacan, J. (1966) Escritos  Vol. 1 Siglo XXI Editores México p. 221

[25] Freud, S. (1923) El Yo y el Ello. Obras Completas. T. 19 Biblioteca Nueva. Editorial Losada. Buenos Aires p.p. 2701-2728

[26] Ibidem.

[27] Nosnik, A. y Elguea, J. (1985) La discusión sobre el crecimiento del conocimiento científico en el cuento de la filosofía de la ciencia. (en red) Consultado: 13 Marzo, 2006. Disponible en: http://www.hemerodigital.unam.mx/ANUIES/itam/estudio/estudio02/sec_5.html

[28] Ibidem. p. 147

[29] Ibidem.

[30] Ibidem. p. 165