Del odio al acto

 Saúl Hernández Rico

En este trabajo pretendo mostrar como el fenómeno de los campos de concentración ocurrido durante la segunda guerra mundial, responde a una situación social cultural de un país que lleva a cabo el exterminio y tortura de millones de personas, que en muchos casos, antes de ser asesinados fueron objeto de torturas propias del odio, y que muchas de ellas finalmente terminaron en la muerte, en su mayoría judíos. La culpa no es de una persona como pudiera ser Hitler o Eichmann, sino que en ella participa toda una sociedad. El fin de la guerra no acabo con algunas de las metas de esta, que se ven reflejadas en las sociedades actuales a través de una cultura de odio, la cual no se encuentra muy lejos de vivenciar un hecho de similar apariencia pero con mayores atrocidades, Así, la segunda guerra mundial se nos presenta dice Carl Amery, en su libro Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? Como “una anticipación primitiva de una opción posible del siglo que comienza”[1] Mostraré además a través de Robert Antelme sobreviviente a los campos de concentración como vivenciaron el odio, tanto en los campos como en su transportación por trenes a ellos.

Durante el servicio social los compañeros nos vimos involucrados en el estudio de bibliografía que comprendía algunos testimonios de sobrevivientes de los campos de concentración, entre ellos Primo Levi, Jorge Semprún, Robert Antelme, Paul Celan y Jean Amery; así como escritos que hacen un estudio referente a la segunda guerra mundial. De esto les presento un resumen de la óptica de Carl Amery sobre las causas de este desastroso evento.

Nos presenta a Hitler como un líder de una autoreferencia absoluta, un sujeto incapaz de empatía, monologador obsesivo; ya que desde su juventud no conoció el intercambio racional de argumentos, lector de Nitzsche, Chamberlain, Ranke, Treitschke, Marx y más. Finalmente “Su ideología, su metafísica se alimento de los residuos del espíritu de la época de Viena y de Munich”[2]

En ese entonces Alemania era el pueblo más culto y alfabetizado de Europa, y es eso mismo lo que permite que en ese lugar se haya llevado a cabo la creación del nazismo. Ya que en ese entonces el antisemitismo era ya algo común y de todos los días , esto combinado con el desarrollo del conocimiento científico, que aportaba un darwinismo social materialista, la teoría genética, ayudados de la filología y craneometría, en una sociedad impregnada de imperialismo, ansia de poder y racismo explicito, crean como producto final un racismo científico, que Hitler obtuvo, y que además lo supo leer en la sociedad y plasma en su libro “mi lucha” cuyo contenido no se encontraba fuera del discurso común del pueblo alemán, es decir, Hitler en su libro refleja el sentir del pueblo, por supuesto que con sus variantes y con sus opositores pero que una ves instalado en el poder supo dominar, manejar o bien reprimir. Resulta entonces que la propuesta de Hitler no esta muy alejada de lo que la sociedad alemana vivía por así decir en el aire.

Más aún, lo que une a Hitler con otros fascistas que llegaron a tener cierto éxito como Mussolini, o Franco, con los intentos fascistas de Pilsudski, Pétain, Salazar, Antonescu, o como se llamen todos, esta claro: “Un desprecio radical de la democracia mayoritaria, la aniquilación del derecho objetivo, y en consecuencia, la desposesión de todo derecho del enemigo político, junto con el poder paralelo ejercido por formaciones militares y paramilitares. Pero todos estos dictadores entendían y practicaban este tipo de política entendiéndola como fortalecimiento del estado, erigiendo, o recuperando, su carácter excelso y su poder basado en el terror.”[3] Sin embargo también existe lo que diferencia a Hitler de estos fascistas y es la idea de Especie o más bien su concepción de ella. Para él solo existe una raza civilizadora, la Aria, así divide la existencia humana en tres categorías: la Aria como creadora de cultura; animal de carga, aquellos que no son Arios y que no son Judíos; y por último la Bacteria, lugar que le correspondía a los judíos, a quienes consideraba como elementos destructivos, saqueadores concientes, traidores a la patria, en fin seres que ponen en peligro a la raza creadora de cultura y por ello había que exterminarlos.

Con todo esto y otras cosas más en las que no voy a adentrar como son la nordificación del pueblo alemán, la eugenesia y la apropiación de mayor territorio, es que comienza lo que Amery califica como “el genocidio masivo mejor organizado y más frío de la historia”[4] Cuya finalidad principal volcó en la conservación de la especie más que en la de estado.

Cabe señalar que los primeros en ingresar a los campos de concentración no fueron judíos, en el caso de Auschwitz fue gente de la inteligencia polaca. Sin embargo durante los doce años de régimen del tercer reich en los que aplico una política de poder, retomando la expansión del suelo, siempre se mantuvo y nunca se alejo de su meta principal, la exterminación física de los judíos. Que tomo mayor fuerza en 1942.

Pero esto no ocurrió totalmente así, al menos no de forma inmediata. Ya que el judío no era asesinado en su captura, este era sometido a un proceso clasificatorio, que ya mucho sabemos de ello, la separación de sus familiares, filas de hombres y mujeres, división por edades, el despojo de sus bienes, el corte de todo cabello, la desnudez, el cambio de un nombre por un numero el cual les era tatuado en alguna zona de su cuerpo, generalmente el antebrazo. Muchos murieron en su primer encuentro nazi, pero la mayoría fue deportada a los diferentes campos de concentración, estos traslados llegaron a ser tan terribles como los campos de concentración, al grado que nada tenía que envidiarse el uno al otro. Y si bien es cierto que en los campos de concentración se asesinaba a la gente en forma masiva, rápida y dolorosa; también se dieron muchos los casos en que la eliminación no llegó, o que más bien se iba dando poco a poco, y otros que no llegaron a ella porque que finalmente fueron rescatados, algunos de ellos han dejado su testimonio escrito y podemos ver que el plazo a la muerte estaba acompañado de terror, de sufrimiento, de experiencias a las cuales hemos llamado límite, donde lo que se manifiesta no es la urgencia por terminar con la existencia de los judíos, sino también y de alguna forma el ejercicio del odio.

Y para mostrar un poco más esto les presento algunos pasajes que escribe Robert Antelme, sobreviviente de los campos de concentración nazi. Que cabe señalar no es judío, pero que como parte de la resistencia francesa fue capturado en 1944 a sus 25 años de edad y liberado en 1945 Fue deportado en Buchenwald (3 meses), Gandersheim (7 meses) y Dachau (1 mes) dos años después de su rescate publica su libro “La especie Humana” en el cual da su testimonio en los campos de concentración en los que estuvo.

En su testimonió no habla de su estancia en Buchenwald, comienza describiendo su estancia en Gandersheim, y aunque me gustaría relatarles con detalle su experiencia, me tengo que limitar solo a ciertos pasajes que muestran el sufrimiento que se vivía en esos lugares, de los cuales comenta “El horror allí no es gigantesco. En Gandersheim no había ni cámara de gas, ni crematorio. Allí el horror era oscuridad, falta absoluta de referencias, soledad, opresión incesante, aniquilamiento lento.”[5]

Respecto al hambre:

“Hoy de noche, habrá que ir a dormir así, mañana también, con esta bolsa en medio del cuerpo, que chupa, que chupa, hasta la mirada. Con los puños cerrados, solo abrazo el vació, siento los huesos de mi mano. Cierro las mandíbulas, sólo huesos, nada para triturar, nada blando, ni la más mínima partícula para poner entre ellas. Mastico, mastico, pero es imposible masticarse a sí mismo. Yo soy el que mastica, pero lo que se mastica, lo que se come, ¿dónde existe?, ¿cómo comer? Cuando no hay nada, ¿no hay realmente nada? Es posible que no haya realmente nada. Sí, es eso lo que significa: no hay nada. No hay que divagar. Calma. Mañana de mañana habrá pan, no es para siempre que no hay nada; hay que calmarse. Pero ahora, es imposible que sea de otra manera, no hay nada, hay que admitirlo. No puedo crear algo que se coma. Eso es la impotencia. Estoy solo, no puedo hacerme vivir a mí mismo. Sin hacer nada, el cuerpo despliega una prodigiosa actividad solo en gastarse. Siento que eso se desprende de mí, no puedo detenerme, mi carne desaparece, cambio de envoltura, mi cuerpo se escapa de mí.”[6]

Respecto a los piojos:

Están en la camisa, en el calzón. Los seguimos aplastando. Las uñas de los pulgares están rojas de sangre. A lo largo de las costuras duermen racimos de liendres, hay más, más, es grasiento, inmundo. Tengo sangre en la camisa, en el pecho colorado de picaduras despellejadas. Empiezan a formarse cascaritas, me las arranco y sangran. No puedo más, voy a gritar. Soy mierda. Es cierto, no soy más que mierda.”[7]

Respecto al nivel de sufrimiento:

“Aquí habremos conocido las estimas más íntegras y los desprecios más categóricos, el amor por el hombre y el horror de él, con una certeza más completa que en ninguna otra parte.” [8]

Antelme nos cuenta el dolor por el cual pasaron al abandonar Gandersheim, debido a que las fuerzas aliadas se encontraban cerca “los SS huyen, pero nos llevan con ellos”[9] Caminaron cargando las pertenecías de los alemanes durante diez días, dos de ellos con tres cuartos de bola de pan y los demás a base de croquetas para perro, las cuales les causaban problemas de diarrea.

“Cambio la valija de mano. Me estoy ahogando, es eso, busco aire, ya no soy más que muecas. Si me detengo vienen los golpes. Si caigo, una ráfaga. Puede ser muy rápido. Dejo la valija de nuevo. Es SS no me vio. Me escabullo a la derecha de la columna y no oigo hablar más del asunto.

Ahora se que un esfuerzo como ése, si se hubiera prolongado, habría sido suficiente para matarme. Ya me sentía en las últimas, no podía cerrar la boca, no distinguía a los compañeros unos de otros. Mis fuerzas se agotan enseguida; la cabeza puede forzarse todavía, decir “tienes que”, “tienes que”, pero no mucho tiempo, ella también se agota, no quiere nada más. Aguante nueve meses. Si, además, me obligan a cargar una valija, estoy liquidado.” [10]

En su traslado a Dachau por tren, el viaje duró trece días, los cuales estuvieron prácticamente encerrados todo el tiempo, acompañados de los piojos, calor y frió, desorientados del tiempo, alimentados por un poco de pan dos bolas y un pedazo más, un plato de sopa, y algunas semillas que lograron recoger; con un mínimo de agua que les llegaba más de forma afortunada que propiciada. Todo eso durante trece días. De los 450 presos que salieron de Gandersheim a Dachau solo llegaron unos 150. Los demás murieron en la carretera y el tren.

“No sabemos todavía cuanto tiempo estuvimos en el vagón. Todo esta unido. Separamos solamente la luz y la oscuridad. El tiempo era el hambre, el espacio, era la rabia.”[11]

Al ser liberado, pesaba 35 kilos y sufría de delirio toxico por tifoidea

Hay muchas más cosas que puedo mostrarles, y necesitaría horas para decírselas, ¡solo las de un hombre!, pero mi intención no es sensibilizarlos a dolor al cual estuvieron sometidos, más bien es lanzar una pregunta ¿Por qué tenían que sufrir todo eso? Cual era la razón si se supone que se trataba de matarlos, ¿Por qué hacerlos sufrir? Esto no concuerda con los planes del régimen, a saber: la eliminación física de los judíos. La respuesta que encuentro a ello es el odio. El odio de una sociedad encontró el camino por el cual deleitarse (los deportados). Ya que en palabras de Lacan “Si el amor aspira al desarrollo del ser del otro, el odio aspira a lo contrario: a su envilecimiento, su pérdida, su desviación, su delirio, su negación total, su subversión”[12] Y me pregunto ¿no es acaso eso lo que encontramos en las experiencias de los deportados, ya sea en los campos de concentración o en muchos de los casos durante su transporte a ellos?

Una de las misiones nazi era matar, y mataron, pero hubo un lugar donde antes de matar se odio, y ese odio finalmente se llevo al acto, es decir se mato, y es aquí donde encuentro un problema, ya que ”el odio no se satisface con la desaparición del otro […] el odio, como el amor, es una carrera sin fin”[13] Es decir el odio necesita de otro, sin este otro no puede existir, problema que queda marcado e la actualidad, y es que, el movimiento nazi muestra al mundo: como se puede pasar del odio a la eliminación del otro en la muerte, y esto a través de un mecanismo ¡la sociedad!

El odio practicado en los campos de concentración no es un odio que se dé, de uno a otro, es el de muchos enmascarado, respaldado, por un régimen por un aparato piramidal, donde la responsabilidad va pasando de mano en mano hasta llegar a uno (Hitler) y de ahí ser devuelta a todos “Pero es una vida, nuestra verdadera vida, no tenemos ninguna otra que vivir. Pues es así mismo que millones de hombres y su sistema quieren que vivamos y otros lo aceptan”[14]

Así que nombrar a Adolf Eichmann, como lo fue en su juicio, culpable , como enemigo del genero humano, que por sus actos no merece ser considerado hombre, me parece que no es del todo falso, pero si insuficiente, ya que eso no asegura que no vuelva a ocurrir algo similar al holocausto, porque como ya lo he tratado de decir, la culpa o responsabilidad es de toda una sociedad. Y Eicchmann como parte de este mundo aporta lo suyo a los demás, que si no culpable y a la vez sí, al menos mostrador de una posibilidad, que Amery localiza en la justificación al plan nazi: la preocupación por el crecimiento geométrico de la población que llegaría a superar la base alimenticia. Idea que en nuestros tiempos esta mucho más cerca de la realidad, así para Amery la posibilidad de que ocurrá una crisis hitleriana en el siglo XXI existe en tanto exista la posibilidad de una crisis material, es decir, el mundo de hoy ha cambiado la idea de especie de Hitler, por la idea de materia. Además de que según Amery «Este mundo del bienestar esta mucho menos preparado para rechazar la oferta básica de la formula hitleriana de lo que lo estaba la sociedad de 1933”[15] continuo citando “entonces quedará claro qué clase de acontecimiento histórico fue Auschwitz; no una catástrofe natural sin vinculo alguno con el devenir ordinario de la historia, sino una anticipación aún primitiva de una opción posible del siglo que comienza.”[16]

Y ya para terminar cito nuevamente a Lacan “hoy, los sujetos no tienen que asumir la vivencia del odio en lo que éste puede tener de más ardiente. ¿Por qué? Porque ya de sobra somos una civilización del odio”[17] Así que pregunto, si es cierto que hoy en día estamos menos preparados para rechazar una propuesta hitleriana como la llama Ameri, y si es cierto que vivimos en una cultura de odio, como lo señala Lacan, y si ya vimos que el odio puede llegar a matar, y a matar sin sentimiento de culpa, entonces ¿que sigue?


[1]CARL AMERY, “Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?” Trad. Cristina García Ohlrich, Edit. Fondo de cultura Económica, España 2002, Pág. 181

[2] Ibidem, Pág 52

[3] Ibidem Pág. 61

[4] Ibidem Pág. 9

[5] ROBERT ANTELME “La especie Humana” Trad. Laura Masello, Edit. Trilce, México D.F. 2002, Pág 23.

[6] Ibidem Pág. 175

[7] Ibidem Pág. 148

[8] Ibidem Pág. 117

[9] Ibidem Pág. 450

[10] Ibidem Pág 264

[11] Ibidem Págs.337 y 338

[12] LACAN, “seminario I” los escritos técnicos de Freud, Clase XXII, “El concepto de análisis”, Edit. Paidos Pág. 403

[13] Ibidem, Pág. 403

[14] ROBERT ANTELME “La especie Humana” Trad. Laura Masello, Edit. Trilce, México D.F. 2002, Pág. 159.

[15] CARL AMERY, “Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?” Trad. Cristina García Ohlrich, Edit. Fondo de cultura Económica, España 2002, Pág.  177

[16] Ibidem Pág. 181

[17] LACAN, “seminario I” los escritos técnicos de Freud, Clase XXII, “El concepto de análisis”, Edit. Paidos, Pág. 403