De continuidades mistificadas y esbozos de historización.

 Fernando M. González

DE CONTINUIDADES MISTIFICADAS Y ESBOZOS DE HISTORIZACIÓN

 

“El pasado tiene un futuro con el que nunca contamos”.[1]

 

“El problema de encontrar algo es que siempre hay algo más de lo que se encuentra”[2]

 

INTRODUCCIÓN.

Quisiera por este medio comentar el texto de Rodolfo Álvarez del Castillo – miembro del comité editorial de ésta revista –, contenido en el libro intitulado: Psicoanálisis, Nazismo, Historia e Institución: El caso Igor A. Caruso.[3] Libro colectivo coordinado por el citado, y que tiene un especial interés para mí, porque la problemática de la que trata me cruzó y me implicó de manera tal, que no era posible ni pensable el tratar de evitarla. Se me jugaba una cuestión ética ineludible – y afectiva –[4] que debía estar acompañada de una voluntad de aclarar lo no nominado hasta el 9 de octubre de 2012 día en que se hizo presente lo que no fue visible y pensable, sino a partir de ese momento.

Parte central de la cuestión era intentar dilucidar lo que había ocurrido en el caso del psicoanalista Igor A. Caruso – antes de serlo –, o sea, durante el periodo nazi en el cual se aposentó en Viena en los inicios de 1942, hasta el inmediato post nazismo, digamos hasta 1947 cuando cofundó con otros colegas que habían pertenecido al partido nazi – o fueron simpatizantes del régimen citado, salvo excepciones –, el Circulo Vienés de Psicología Profunda (CVPP). Institución de inspiración más bien junguiana e incluso crítica de Freud. O sea, que en los principios de lo que más tarde se constituiría como la Federación Internacional de los Círculos de Psicología Profunda, no existió lo que en 1969 conocimos en México tanto de Caruso así como de las ideas respecto de su obra que se nos transmitieron en esos años del inmediato posteriores a 1968 en México a los cofundadores jóvenes del Circulo Psicoanalítico Mexicano (CPM). Un claro ejemplo de esto último que no quedó en puro discurso es la cita de presentación del CPM del Dr. Raúl Páramo que fue uno de los dos cofundadores que se formaron en Viena con Caruso en los inicios de la década de los sesenta,

 

El Circulo Psicoanalítico Mexicano fue fundado por Armando Suarez y Raúl Páramo Ortega en la ciudad de México en 1969 […] Los fundadores sostienen la tradición de su maestro Igor A Caruso, esto es, enfatizar los aspectos socio-culturales de la teoría freudiana y su relación con la sociología (de sesgo marxista) y la etología.[5]

 

En dicha cita, se puede apreciar que el corte con ese pasado de tiempos del nazismo es perfecto, creo que Althusser lo hubiera envidiado. E insisto, no se trató sólo de discurso, hubo una voluntad de avanzar por esa línea en el CPM cuando menos en la década de los setenta. Y actos que la prueban.

Ahora bien, una vez que se hizo público para nosotros, lo que ya estaba explicitado desde tiempo antes en el Wikipedia, teníamos varias cuestiones a ser respondidas, entre otras: 1. ¿Que hizo específicamente Caruso durante su estancia de 8 meses en el Hospital Am Spiegelgrund en 1942; 2. ¿Por qué se cambió al instituto psiquiátrico Döbling (Marientheresien- Schössl) en 1943 y permaneció ahí hasta el final de la guerra, y que hizo en esa clínica?; 3. ¿Cuál fue la relación entre estas dos actividades con la posterior fundación del CVPP? Todo lo cual, introducía nuevas cuestiones a saber: 4. ¿Se podía establecer sin más una continuidad sin fisuras, ni cortes, entre los tres hechos señalados?; 5. ¿Existió acaso una obvia continuidad entre estos tres sucesos y la fundación en México en 1971 del CPM ocurrida en otro contexto y circunstancias, y dos años antes, entre el denominado Circulo Mexicano de Psicología Profunda (1969-70) y el Vienes?[6]; 6. ¿Los actos y compromisos de Caruso habrían acaso marcado con una mancha infamante al CPM, siguiendo sea el modelo judeocristiano del Pecado Original o aquel otro, muy católico instaurado en el siglo XV de la “pureza de sangre”? O por qué no, el muy nazi, que se puede sintetizar así: “si de judío procedes no queda sino hacerte cargo de tu identidad genealógica homogénea y yo te asesino porque amenazas con contaminar mi prístina sangre aria”. A estas tres maneras de encarar la cuestión de las continuidades genealógicas, un tal Sigmund Freud creo que judío, les envió un torpedo a la línea de flotación cuando escribió el Hombre Moisés (1934-38) y postuló que la identidad no era una sino dos o más, diciendo por ejemplo que Moisés no era Judío sino egipcio[7] y ciertamente, jamás homogénea. Y más allá de la posible o remota verificación de esta afirmación, lo que Freud introducía era un modelo heurístico para problematizar la cuestión de las genealogías, identidades y continuidades produciendo lo que Michel de Certeau, inspirándose en la Lectura freudiana denomina como la “continuidad equívoca”. [8]

  1. ¿Desde qué coordenadas pensar actos que no fueron contemporáneos a la fundación del CPM, y en los cuales ningún miembro tuvo que ver, pero que sin embargo fueron realizados por uno de los referentes fundacionales de la institución, que no su fundador? Porque como se podrá comprender, no se trataba de acciones que se habían realizado en los tiempos fundacionales del CPM o a lo largo de su persistencia en el tiempo, y menos aún que sabiéndose de antemano hubiera existido una voluntad de silenciarlas propositivamente, como si fue el caso por ejemplo con el sacerdote Marcial Maciel cofundador principal de la denominada Legión de Cristo, y sus actos violentos tanto sexuales como de poder. En dicha institución religiosa, el citado sacerdote fue protegido por sus huestes incluso más allá de su muerte, mediante una Omertá digna de la mafia siciliana.

En el caso del CPM, se trataba entonces de un pasado que se hacía presente en lo actual, pero la cuestión era ¿De qué manera y con qué estatuto? Para darse una idea de la especificidad de la cuestión quisiera aludir a la novela de Javier Marías citada más arriba, Así empieza lo malo, para precisar las diferencias contextuales y de estatuto que se dan entre algo que ocurre en los tiempos que resultan contemporáneos a los protagonistas[9] y lo que sucede antes de que se enteren o de su nacimiento. En la citada novela, la protagonista le confiesa al marido una infidelidad y este responde de la siguiente manera:

 

¿Y qué hace uno con eso? ¿Tachar su vida, cancelar retrospectivamente cuanto sintió y creyó? No es posible, pero tampoco conservarlo intacto, como si todo hubiera sido verdad, una vez que sabe que no lo fue. […] Pero tampoco renunciar a años que fueron como fueron, ya no pueden ser de otro modo,[10] y de ellos quedará siempre un resto, un recuerdo, aunque sea fantasmagórico, algo que ocurrió y que no ocurrió. ¿Y en donde colocar uno eso que ocurrió y no ocurrió?[11]

 

Y el punto está en esa “dialéctica” tan agudamente señalada por Marías en la cual algo ocurrió en un sentido y no ocurrió en otro. Incluso en ese caso como se pregunta el protagonista ¿todo lo vivido hasta entonces se puede reducir a un simulacro, y por lo tanto, habría que apostar por una cancelación retrospectiva de ello como si eso fuera posible? La respuesta a esto cae por su propio peso. Lo que si queda más o menos claro es que si se continúa en la relación como es el caso en la novela, ya no es posible vivir como si nada hubiera ocurrido porque se instaura un “resto” que genera un tipo de relación en el cual las cosas no puedan ser ya como antes. Y que puesto en palabras sería más o menos así: “ahora lo sé, no fue como lo había vivido y pensado, pero sin embargo…”. Lo cual, impide la desmentida franca. Pero tampoco elimina la posibilidad de no querer continuar en la relación. Pero creer que se puede anular lo vivido retrospectivamente, resulta ilusorio.

Pero el caso Caruso no se adecua tal cual a este ejemplo porque insisto, no fue contemporáneo al CPM, sino que ocurrió antes de su fundación. Lo que sí es contemporáneo a la fundación y a la continuación del CPM es el haber mantenido silenciada la información por parte del Dr. Raúl Páramo uno de los cofundadores mayores que fue de los dos que se analizó con Caruso en los inicios de los años sesenta. En cuanto al otro cofundador, el Dr. Armando Suarez, en 1985 tres años antes de morir dejó una línea escrita respecto a Caruso en la cual escribió: “Igor desempeña su primera actividad como psicólogo clínico en el departamento psiquiátrico infantil en Spiegelgrund durante 1942”. Lo que hace suponer que también lo sabía, no sé si con la contundencia del Dr. Páramo, pero algo ciertamente supo. Todo esto se podrá ver en el libro Igor A. Caruso Nazismo y Psicoanálisis de quien esto escribe.[12]

Lo llamativo fue que a ninguno de la primera generación del CPM – ni de las subsiguientes – se nos ocurrió interrogar al Dr. Suarez respecto a ese párrafo cuando lo leímos distraídamente, ni menos aún, ponernos a investigar por nuestra propia cuenta, hasta que gracias a una alumna del CPM, Cynthia del Castillo a la que se le ocurrió dar un teclazo en Wikipedia en inglés el 9 de octubre de 2102 para informarse respecto a la historia de Caruso, que el citado párrafo adquirió de pronto un densidad histórica que la escueta línea escrita por el Dr. Suarez, no mostraba a simple vista.

He aquí un caso nítido de que no basta explicitar algo para que sea visualizado y menos aún interrogado. Como ejemplo incontrovertible, la línea escrita por el Dr. Suárez y 26 años antes otra del mismo tenor escrita por una psicoanalista colombiana la doctora Rosa Tanco Duque.[13] A partir de ese momento, el asunto Caruso entre 1942 y 45 en Viena dejo de ser indecible pero no entró en la frecuencia de lo pensable. Volveré sobre esta cuestión. Solo adelanto una nueva interrogación: ¿Se puede acaso enmarcar este caso en el modelo que la psicoanalista uruguaya Fanny Schkolnik articula dentro de los problemas inter y transgeneracionales es decir, dentro del tipo de relaciones que se pueden entretejer entre lo indecible, lo impensable y lo innombrable?[14] A este respecto, no se puede responder rápidamente ni por la afirmativa ni por la negativa. Pero si es posible adelantar alguna consideración mientras lo trabajo más a fondo en otro momento.

Por lo pronto me parece que no habría que aplicar este modelo que está pensado más en consonancia para un universo familiar y no propiamente institucional, como si se tratara de cosas idénticas. Fundar no es lo mismo que engendrar. Aunque el modelo familiarista se haga presente en las fundaciones no puede dar cuenta de éstas.[15] Sin duda que este modelo de lo trangeneracional se puede extender a lo institucional pero teniendo cuidado de no extrapolar sin más el uno en el otro. Por ejemplo, en el caso Caruso podríamos hablar mínimamente de cuatro generaciones.[16] La del propio Caruso, en ella tenemos ejemplos de lo que este pudo decir y dejar de lado a lo largo de su vida como lo veremos más adelante. Y ciertamente ya ahí la noción de “indecible”, no es aplicable tal cual, habría que matizarla. Luego tenemos la segunda, la de sus discípulos, o sea la que pertenecen aquellos dos que cofundaron al CPM, uno de los cuales mantuvo la información indecible y el otro, aludió a parte de ella, es decir que entre los dos se podría hablar de simultaneamente indecible y parcialmente dicha. La tercera, en la que yo estaría, lo que así se transmitió lo viví(mos) como impensable y por lo tanto innombrable, hasta el 9 de octubre de 2012. Y la cuarta, precisamente la de aquella que representaría Cynthia del Castillo – la única por cierto – que al nombrarla permitió volverla pensable. Pero mientras esto ocurrió, no se detectaron síntomas que aludieran a algo “traumático” en el nivel institucional como si ocurre en el caso de muchas familias con los secretos.[17] 

Pero no se agotaban ahí las cuestiones, porque a raíz de la explicitación de la actividad de Caruso, en el Am Spiegelgrund, primero en Austria, sobretodo entre 1979 y 2008, surgió una inevitable polémica que implicaba tratar de aclarar lo ocurrido. Por lo pronto, las voces provenientes de Austria comenzaron a llegar a México hacia finales del 2012. Y como era esperable, también surgieron las reacciones “mexicanas” a lo ocurrido. Reacciones que a estas alturas ya conforman parte de esta historia que se está haciendo sobre la marcha. Y no sólo circularon diversas versiones, sino que también se llevaron a cabo diversos actos de deslinde.

Se comprenderá que tratar de responder a tantas cuestiones implicaba tiempo para poder corroborar y calibrar las cosas. Al menos claro está, que uno se conformara con lo que se decía en Wikipedia y lo diera sin más por bueno, y no sólo eso, sino aceptando que con la información recabada por ese medio estaba cubierta la información básica que importaba. En ese caso, sólo había que hacerla circular. Y los que así lo hicieron estaban en todo su derecho. Pero si uno partía de la serie de interrogaciones como las que he tratado de describir enmarcadas por una diferenciación entre lo que significa explicitar, visualizar y corroborar, que implican tiempos y tipos de elaboración diferente, entonces las cosas toman otra perspectiva y otro ritmo para lo cual, no hay modelo ortodoxo que rija. Elaboración que aleja de un tipo de apresuramiento que se da en muchos casos del periodismo de denuncia, el cual tiende a hacer pasar verosimilitudes por verdades, porque no se da el tiempo para comprobar lo que afirma, en la feroz competencia por ofrecer la primicia noticiosa.

Precisamente en el texto que me propongo comentar se hacen manifiestas estas dos maneras de enfocar las cosas. Sobre todo en los dos escritos de Cynthia del Castillo en relación a los míos. El primer texto de Cynthia del Castillo, ya había aparecido publicado precisamente en esta revista en el número 20 de enero de 2014, coordinado por Rodolfo Álvarez. Y como ya adelanté, a esta colega, le debemos la explicitación del caso Caruso en México, el 9 de octubre de 2012, y por lo tanto su invaluable aportación al lanzamiento de la investigación respecto a éste.[18] Cosa que es de agradecérsele, pero no un párrafo que provocó en mi caso una respuesta irónica en la presentación pública que hice con otros colegas en el CPM el 31 de enero de 2014. Hablaré de este específico párrafo al final del texto. 

Por otra parte, gracias a la publicación del libro aludido coordinado por Álvarez del Castillo, tenemos la posibilidad de confrontar, y exponer mínimo dos maneras de hacer historia, aunque ninguno de los que nos cruzamos en este caso lo seamos profesionalmente. Cosa no exenta de paradoja y que no dejará de provocar más de alguna suspicacia entre los historiadores de oficio que eventualmente se puedan interesar por el tema. Pero ya leeremos sus consideraciones en su momento si es que se interesan. Curiosidades de la publicación, las dos investigaciones que se han realizado, salieron con tres meses de diferencia en el 2015. O sea que finalmente se contó con un tiempo similar para investigar y llegar a conclusiones. Dicho lo anterior paso a describir los argumentos adelantados por Rodolfo Álvarez del Castillo que es el que propiamente realizó una investigación del caso Caruso en los puntos que describí más arriba. Los demás textos son más puntuales.

 

  1. ¿UNA INVESTIGACIÓN DOCUMENTAL PERO NO PROPIAMENTE UNA HISTORIA?

 

Este sería el presupuesto básico del trabajo de investigación que el citado Álvarez pretende ofrecer. Sin duda ni él ni yo, como ya lo adelanté somos historiadores de profesión, pero intentar cubrir bajo el título de “investigación documental” (p. 17) el tipo de selección de textos que ofrece y las interpretaciones que de ellos hace y se deducen, no creo que se pueda desprender fácilmente de una manera de historiar el caso que acomete.

Vayamos al punto. Me interesa sobre todo mostrar la manera en la cual presenta el caso Caruso durante el periodo que cubre los años 1942-1947 es decir, el periodo más problemático que finalmente provocó una serie de escritos y polémicas en una zona del pequeño mundo psicoanalítico.

Álvarez cuestiona una de las afirmaciones centrales de la historiadora y psicoanalista Eveline List – que fue una de las qué investigo la actuación de Caruso en los archivos de la municipalidad de Viena y la hizo pública en 2008 –,[19] cuando:

 

Denuncia, entre otras cosas, el supuesto silencio cómplice de Caruso acerca de su participación en los eventos de asesinatos de niños realizados durante el nazismo en la clínica de am Spiegelgrund, resultado de la aplicación de las políticas de “eutanasia” del régimen nazi (encuadradas bajo el programa denominado “Aktion T4”) y que lo implican tanto en la medida de su estadía de ocho meses trabajando como psicólogo en dicha clínica en 1942, como por la existencia de reportes diagnósticos realizados a los internos de la clínica y firmados por él. (p. 22).

 

Álvarez Del Castillo está en desacuerdo con este presunto silencio cómplice de Caruso ya que señala que Caruso:

 

En realidad había declarado públicamente su participación en am Spiegelgrund en varias ocasiones[20] antes de la transmisión de la entrevista radial [de abril de 1979], por ejemplo en la revista alemana Der Spiegel en 1964 o, como fue consignado en el trabajo de Rosa Tanco Duque […] en la Revista Colombiana de Psicología Profunda en el año 1959, ¡casi cincuenta años antes del articulo –denuncia!. (Ibid).

 

Si el lector se conformara con esto que suena como una contundente refutación de una de las razones esgrimidas por la Dra List para investigar a fondo y escribir su trabajo de 2008, y que se resumiría en buena medida para ella en una “aparente indiferencia” por parte de la comunidad analítica austriaca en relación al pasado nazi “de algunos de sus miembros destacados”, no valdría la pena continuar analizando las cosas. Casi podríamos cerrar el debate y remitirlo tanto a las razones personales de la citada Dra. List o a cuestiones contextuales en relación al Circulo de Viena y su “matrimonio” con la IPA en ese año de 2008, cómo no se priva de afirmarlo el Dr. Reichmayr en su corto texto intitulado “furor es error”. Texto en el que por cierto se apoya el citado Alvarez del Castillo para reafirmar su argumento. Ahora bien, ya el hecho de poner el énfasis principal en la explicitación, y no más bien en si participó en los asesinatos y de qué manera, puede terminar por introducir neblina en éste que es el asunto central.

Pero retomemos por lo pronto el o los argumentos que le dirige Álvarez a la Dra. List, con el fin de tratar de neutralizar sus afirmaciones ¿Realmente desde 1959 Caruso había abierto las cartas como señala Alvarez del Castillo? ¿Qué dijo realmente él en ese año? No lo sabemos, sólo queda consignado por la citada psicoanalista colombiana lo siguiente: “psicólogo clínico, Clínica Municipal Am Spiegelgrund (1942) en Viena”. No sabemos si se lo dijo Caruso directamente, ni tampoco si circulaba abiertamente la información entre los miembros, lo único que se puede deducir de esta escueta línea de “¿Casi cincuenta años antes del artículo!” de List, es que trabajó en la citada clínica, pero no hay ninguna descripción de su práctica efectiva.[21] Esto en todo caso es el primer paso para iniciar una investigación, es por eso que ya señalé que no es lo mismo explicitar, visualizar y corroborar. Si uno se queda en el primer paso, se entendería la falta de oficio en la investigación. Felizmente el citado Álvarez del Castillo no se va a conformar sólo con esto. Pero de todas maneras para la argumentación que sostendrá va a resultar central.

Por lo pronto ya tenemos para comenzar una supuesta descalificación de la investigación de List desde tres puntos de vista: 1. Las “razones subjetivas”; 2. Las “contextuales” del “matrimonio” Circulo Viernes IPA[22]. Y: 3. El claro que Caruso habló y hace “casi cincuenta años antes”. Desde esta perspectiva no se ve muy claro, cómo pensaba el Álvarez del Castillo evitar colocarse “más acá de la polémica del ajuste de cuentas […] o el ríspido juicio moral” (p. 16). Descalificación que sin embargo no le permite invalidar sin más, lo afirmado por la Dra List, aunque sea por el rodeo de los otros dos investigadores que también consultaron los archivos de la municipalidad de Viena, G. Benetka y Clarisa Rudolph. Como se verá más adelante.

Y digo que Álvarez del Castillo no se queda sólo en esos tres argumentos para tratar de descalificar a la supuesta “furibunda” Dra List, porque entre otras cosas, evita citar los aportes centrales de la Dra List que se refieren precisamente a los diagnósticos emitidos por Caruso, o su relación con su jefa psicóloga y los médicos psiquiatras, o a las posibilidades que tuvo para haberse negado a colaborar en el terrible contexto de esos tiempos, etcétera. ¿Acaso se trata de una de las maneras cómo – Álvarez del Castillo – entiende el arte de contextualizar? Pero en cambio dice que en 1964 Caruso se refirió a su actuación en el citado hospital Vienés centro neurálgico del T4 en la revista Der Spiegel, sin tapujos. Veamos entonces de qué manera. Buscando la cita del semanario alemán en el texto de Álvarez del Castillo, no lo localicé, por lo tanto me permito citarlo para que el posible lector se haga su propia idea del asunto Porque de otra manera sin la cita de la Dra. Tanco[23] ni la del Spiegel, el lector le tendría que creer bajo palabra a lo que afirma el colega de Monterrey. Caruso en Der Spiegel aparece aclarándole a un lector del semanario del cual no sabemos sus señas de identidad, lo ocurrido en el am Spiegelgrund.

 

Parece usted menospreciar la actividad de la Comisión del Reich para la comprensión científica de graves enfermedades genéticas y hereditarias, que se prolongó hasta 1945, aún después de la suspensión de la Action T4. De las escasas experiencias que tuve en 1942, como joven psicólogo de la institución pediátrica vienesa am Spiegelgrund, primero bajo órdenes del médico jefe, Dr. Jekelius (Prófugo desde 1945 ¿Quizás sea en parte un respetable dictaminador y pediatra?) y luego del presidente del Supremo Consejo Médico, doctor [Ernest] Elling (condenado a muerte por un tribunal austriaco y ahorcado), pude observar que si bien la actividad asesina de la “comisión del Reich” era engañosa y encubierta, sin duda era masiva. Viena, Prof. Dr. Igor a Caruso, director del Círculo de Estudios de Viena en Psicología Profunda.[24]

 

Veamos en que se diferencia esta forma de enfrentar las cosas esta vez en primera persona, respecto a 1959 en que aparece mediatizado por la Dra Tanco Duque. Por lo pronto, es el propio Caruso el que efectivamente sostiene que si estuvo integrado en el multicitado hospital. Ahora bien ¿de qué manera se sitúa en su testimonio respecto a esta integración? Porque si uno no se lo pregunta e intenta responder a esto, se desplaza fácilmente hacia la fórmula que simplifica las cosas y que se resume en que “lo había declarado públicamente […] en varias ocasiones, incluso casi 50 años antes de la Dra List.”. Y de nueva cuenta, para qué seguir investigando.

Primeramente, Caruso habla de que estaba enterado del plan nazi de exterminación por medio de “la actividad asesina de la Comisión del Reich”; segundo, que se trataba de un plan perfectamente orquestado, aunque en ese momento por obvias razones, no podía prever que duraría hasta 1945; tercero, que Él participó cómo joven psicólogo en esa actividad aunque fuera como actor secundario a las órdenes de dos médicos nazis, encargados de implementar el plan T4; Y que a partir de sus “escasas experiencias” como joven psicólogo – tenía 28 años y duro 8 meses –, se pudo dar cuenta de “la actividad asesina de esa Comisión [ y aunque] era engañosa y encubierta sin duda era masiva”. ¿Podía ser engañosa y encubierta cuando desde el primer momento se les informaba a los que participaban en ésta de que se trataba?[25]

Pero el punto neurálgico a mi parecer de ese testimonio en primera persona, es que Caruso habla que en efecto operó cómo psicólogo en el am Spiegelgrund, pero no dice de qué manera y menos aún, cómo se conectó su “escasa experiencia” con la actividad asesina que describe. Puesto que se coloca como si se tratara más bien del discurso de un antropólogo crítico, que agudamente y guardando una distancia con los hechos, da cuenta de lo que se pretende ocultar, para enunciarlo y denunciarlo. Y de esta manera, logra mantener la apariencia de una desconexión entre lo que observó a partir de su experiencia, lo que ocurrió efectivamente en cuanto a asesinatos se refiere y en lo que el contribuyó específicamente con respecto a esa “experiencia”. Según la Dra List, realizó mínimo 100 tests, en dicho periodo, de los cuales dice la citada psicoanalista vienesa, se pueden corroborar 14 asesinatos. Y todavía Caruso parece darse el lujo de señalarle a su interlocutor que tiende a menospreciar la actividad de la Comisión del Reich.

¿Era mucho pedirle a nuestro psicoanalista contextualizador que pretende rehuir toda polémica, que citara puntualmente el testimonio de Caruso para poder dar cuenta de las consecuencias y de las maneras de implicarse en lo que denomina como su “escasa experiencia”? Parece que sí. Recapitulemos, hasta aquí, tenemos a una “furibunda”, cuestionada, a una psicoanalista colombiana que sirve para que se asegure que desde mínimo 1959 Caruso habló claramente de sus prácticas, y ahora a un Caruso que más contundentemente no pudo haber dicho lo que …no dijo.

Pero lo reitero de nuevo, felizmente Álvarez del Castillo no se conforma en su actividad de investigación y contextualización con pocos datos, lo cuál habla bien de su voluntad de elucidar las cosas. El siguiente punto, es la salida del am Spiegelgrund de Caruso. Para dar cuenta de esto, cita en el Diccionario Internacional de Psicoanálisis de Alain de Mijolla[26] la entrada escrita por August Ruhs psicoanalista del Circulo Vienés de Psicoanálisis y que a la letra dice:

 

En 1942 Caruso se instala en Austria y trabaja algún tiempo como educador, al servicio de los niños en el gran hospital psiquiátrico Steinhof en Viena. Impresionado por las experiencias de eutanasia de los nazis, deja el servicio y encuentra trabajo de psicólogo en una pequeña clínica de neuropsiquiatría bajo la dirección del psiquiatra Alfred Auersperg… (p.39) 

 

Mínimo tres cosas a remarcar en esta cita. 1. Afirma Álvarez del Castillo, que al parecer sería la primera vez que saldría “fuera de la comunidad de lengua alemana en el año 2002, aunque de manera muy somera”, la cuestión del tema Caruso y la práctica de la eutanasia. Curiosamente el escrito es de un miembro del Circulo Vienés, que al parecer no se enteró aún de lo que ya había dicho Caruso supuestamente de manera tan clara “desde hacía más de 50 años”; 2. Por otra parte, al eufemizar las cosas al grado de escribir que Caruso trabajó un tiempo como educador al “servicio de los niños”, sin explicitar con franqueza que tipo de servicio les rendía, obtura precisamente la cuestión de los asesinatos. Y lo hace de manera doble, ya que no sólo eufemiza y desconecta el “servicio”, de los apoyos psicológicos que ayudaron a precisar a sus jefes psiquiatras la “necesidad” de asesinar a ciertos niños diagnosticados como no dignos de vivir, sino que Ruhs al poner el énfasis en la frase “impresionado por las experiencias de eutanasia de los nazis dejó el servicio y encuentra trabajo en…”, deja de nuevo a Caruso no como formando parte activa –a su nivel– de la operación de exterminio, sino como espectador al servicio de los niños que se “impresiona” por los asesinatos y que en cuanto puede decide salirse.

Se comprenderá, que al escoger esta cita sobre otras posibilidades que existen y que cambiarían substancialmente la perspectiva que aquí nos muestra Álvarez del Castillo, no parece resultar aleatorio. Hasta donde vamos, se acepta que Caruso estuvo ocho meses en el am Spiegelgrund, pero no se visualiza aun su práctica efectiva. En cambio, lo que aparece es un Caruso crítico con el nazismo y no colaborando de una manera específica con aquello que critica. Porque citar al propio Caruso diciendo que a “partir de las escasas experiencias que tuve…” o en palabras de A. Ruhs “impresionado por las experiencias”, el resultado es obturar la posición y las acciones del sujeto que no fue sólo observador. 

La cita de la “salida” de Caruso del Spiegelgrund, es reforzada por otra consideración a la relación de Caruso con el príncipe Auersperg, pero entre medio, Álvarez del Castillo, intercala una referencia central al texto de Rudolph y Benetka el que toma sin citarlo puntualmente pero si la idea, y en donde finalmente, hace referencia a la práctica de Caruso durante el periodo que va del 11 de febrero al 31 de octubre de 1942, en los siguientes términos:

 

El papel de Caruso en tanto psicólogo pedagogo (en algunos lugares se menciona su función como pedagogo y en otras veces como psicólogo), consistía en la elaboración de informes psicológicos de los niños”. Para ello usaba las técnicas de diagnóstico de la época: algunos tests y entrevistas.

[…] Realizó más de 100 estudios diagnósticos a niños, de los cuales catorce de ellos fueron asesinados. (p. 43).

 

Como introducción a la aparición de la práctica efectiva de Caruso, Álvarez del Castillo recrea, aquí sí de manera pertinente, el contexto de exterminio del plan T4. Una vez explicitada la práctica – o el “servicio”– y el contexto ¿cómo los relaciona? Cuando se podría esperar que se iba avocar al asunto en cuestión que había diferido, de pronto parece interrumpir momentáneamente esta posibilidad, al introducir inmediatamente la relación con su nueva inserción en 1943 en la clínica Maria Theresien Schlössl dirigida por el citado príncipe Auersperg, quien era miembro de la SS [escuadras de defensa], y que más tarde, señala el doctor Álvarez, formo parte del Circulo Vienés. Dato por demás relevante, que deja aparentemente suelto, pero páginas después lo retoma refiriéndose a una versión que indica que Caruso no fue aceptado en la postguerra en la reconstruida Sociedad Vienesa de Psicoanálisis “por su cercanía con Auersperg cuyo pasado nazi resultaba demasiado comprometedor. De ese Grupo [el de A. Aichhorn con la venia de Auersperg], nace en 1947 el Circulo Vienes de Psicología Profunda (CVPP)” (p. 49). 

Álvarez del Castillo parece decirnos: “seria de las SS pero el citado príncipe no participó de la política de eutanasia y por lo tanto qué mejor que invitarlo a formar parte más tarde del CVPP”.[27] El hecho de que no haya participado en la política de Eutanasia, Álvarez del Castillo lo afirma citando a Edith Frank- Rieser asistente de Caruso (p. 44).

Entonces, se comienza a entender mejor el sentido de esta aparente interrupción. Se trata de preparar el terreno para hacer la mejor presentación de la salida del Spiegelgrund con la llegada al mejor lugar posible para practicar la psicología en esos aciagos tiempos. Puesto en palabras podría decirse algo del siguiente tenor: “sí, me voy con un nazi pero no es asesino cuando menos en su propio espacio”. Y entonces, puede reintroducir la práctica de Caruso en el Spiegelgrund por intermedio del rodeo del Maria Theresien en los siguientes términos:

 

Caruso sabía de la necesidad de todos los psiquiatras de este tiempo [para que] elaboraran diagnósticos más leves, más optimistas, para que sus pacientes se mantuviesen lejos del sistema lógico de ´vida sin valor´. Y él conseguía seguir esto según consta en sus anotaciones. (p. 45).[28]

Si conectamos esta cita que sigue lógicamente a la de Rudolph y Benetka en la cual nos decía que “realizó más de 100 diagnósticos a niños…de los cuales catorce de ellos fueron asesinados”, ¿que nos da?. Por lo pronto, queda la impresión de que Caruso 1. Tomó al pie de la letra la “necesidad” aludida y que por lo tanto los 14 asesinados no tuvieron que ver con sus diagnósticos sino quien sabe con qué. O también: 2. Que gracias a que se esforzó por ejercer tal necesidad salvó a los más que pudo. Lo cual no sería descartable si se presentaran pruebas al respecto. Pero en el texto, ninguna de las dos posibilidades está tematizada así. Sólo aquella que “él conseguía seguir esto”, o sea que sin lugar a dudas logró alejar a sus pacientes del sistema de la “vida sin valor”. Y esto estaría constatado en sus “anotaciones”. ¿En cuáles? Porque de nueva cuenta no cita pruebas de tan contundente afirmación. Ahora bien, si se ponen sobre el papel la selección de diagnósticos que realizaron tanto la Dra List como los citados R y B, de cómo manejó la citada “necesidad”, las cosas toman otra perspectiva. Se puede dar en este último caso la posibilidad de que los autores citados sólo hayan seleccionado aquellos en donde para nada se nota la afirmación de que “él conseguía seguir esto”. Pero bastaría este contrapunto para que en elemental rigor no se dejara esta cita – de Frank Rieser – como la prueba fehaciente en donde Rodolfo Álvarez apoya la argumentación que le permite simultáneamente aludir a la participación en los asesinatos y eludirla a partir de una especie de acto digno de un mago.[29] Y con esto nos hemos situado en el corazón de la operación historiográfica y contextualizadora de Álvarez del Castillo.

Resumiendo de nueva cuenta, ahora tenemos una imagen de Caruso que se constituye como un observador crítico del nazismo que cuando actuó en el hospital, “impresionado” por la eutanasia nazi elaboró sus diagnósticos de tal manera que alejó al máximo a los niños a su cargo de las posibilidades de que fueran asesinados, y que salió del citado hospital en cuanto pudo para irse a refugiar al mejor lugar posible, con un nazi que no contribuía a los asesinatos directos. ¿Pero si indirectamente dado el hecho de su pertenencia sostenida antes y durante la guerra nada más y nada menos que a las SS?

Pero qué mejor que citar la versión que da el propio Caruso respecto de su salida del Spiegelgrund en la entrevista de abril de 1979:

 

Poco a poco fui aprehendiendo la espantosa realidad. […] hasta que ejecutaron a mi jefe [el Dr. Illing, después de la guerra] me di cuenta de que yo seguía siendo visto por él como un personaje poco fiable, indisciplinado, yo no encajaba de alguna manera con los nazis alemanes, me echaron a patadas (hinausgeben) y terminé en el Maria –Theresien Schlössel.[30]

 

O sea esto apuntaría hacia la hipótesis de que Caruso resistió como pudo a la labor en la que estaba sumergido. Más adelante retomaré el asunto. Pero por lo pronto citaré la versión de su jefe el Dr Illing en un informe confidencial que envió a la municipalidad de Viena con respecto a que lo “echaron a patadas”:

 

El doctor Caruso tiene buenos modales y es una persona agradable, pese a ser ajeno a nuestra raza (3/4 de ruso y 1/4 de italiano). Todavía enfrenta ciertas dificultades con la lengua alemana que se manifiestan en las pruebas psicológicas que realiza y en la formulación de los protocolos de dichas pruebas. Pero sin duda podrá desempeñarse muy bien como intérprete o profesor de idiomas.[31]

 

Tratándose de un informe confidencial escrito por un asesino profesional que supuestamente desconfiaba de Caruso, lo trata con suma amabilidad. Lo cual contrasta con la versión del que era para el nazi “¾ de ruso y ¼ de italiano”.[32] Si nos atenemos a la versión de B y R nos encontramos que para ellos el problema no fue el deficiente conocimiento del idioma sino el hecho de que Caruso no había entendido del todo lo que se le pedía como psicólogo ya que:

Tendía a imitar el discurso de los médicos con fórmulas como “demencia infantil con tintes esquizofrénicos “debilidad mental profunda de corte erótico” […] Como si su investigación se orientara más por las historias clínicas de los médicos que por los resultados de sus propias pruebas.

[…] Caruso, en efecto se acoplaba mal a las normas dispuestas por las instituciones del Am Spiegelgrund, pero no porque estuviera en desacuerdo con éstas.

 

Ahora bien, si recurrimos a la Dra List encontramos lo siguiente:

 

No hay ningún indicio de que alguna vez Caruso haya criticado o cuestionado su actividad de dictaminador, es probable que no se haya sentido muy cómodo […] se podría decir que Caruso “tan sólo cumplió con su deber”. [No existe…] ninguna señal de que Caruso tenía simpatía especial por el régimen, pero tampoco hay señal de que haya actuado de otra manera que conforme al sistema”.

 

En la manera en la cual Álvarez del Castillo busca dar cuenta de lo ocurrido o al menos, ayudarnos a contextualizar, se va a inclinar más por la versión del propio Caruso pero sin citar abiertamente lo de “echado a patadas”. Versión que le permitió desembarcar con “honor” en el territorio del príncipe nazi católico Alfred Auersperg. Al respecto B y R añaden que: “Caruso no enfrentó ninguna dificultad a causa de su despido al contrario, para su nueva ocupación, ni siquiera tuvo que cambiar de empleador y, además su puesto fue mejor pagado que el anterior”.

Del citado príncipe nazi, Álvarez del Castillo, dice que tenía una “actitud favorable” hacia el psicoanálisis (p. 45). Pregunta elemental ¿A qué tipo de psicoanálisis se refiere habiendo pasado lo que ocurrió previo a la partida de Freud y luego con la instalación del Instituto Göring? O: ¿Ahí no pasó casi nada y todo siguió casi lo mismo una vez que los miembros judíos fueron proscritos y el nombre de Freud y sus textos eliminados? O si se quiere una variante del casi nada, podemos citar la manera en como lo relata Caruso en su entrevista de abril de 1979? En ésta, después de aludir de nueva cuenta a la liquidación de los considerados por los nazis como no dignos de vivir, […] continúa su relato así:

 

Pero debo decir que gracias a Dios, los Nazis tenían otras cosas que hacer y la psicología permaneció relativamente tranquila (no lastimada), relativamente, ¿no es cierto? Prescindiendo de los colegas judíos, particularmente la psicología profunda del psicoanálisis. Serían diezmados […] y dejaron tras de sí un vacío un hueco, porque los más brillantes intelectuales y los descubrimientos de esos pioneros fueron desaparecidos de la ciencia. Eso no lo sabía. Se quemaron los libros… (págs.., 67-68).

 

Vayamos por partes desmenuzando esta cita que Álvarez no introduce en su texto pero que parece inspirarlo en parte de su argumentación. 1. “¡Gracias a Dios!” y a que los nazis estaban ocupados en otras cosas una vez eliminados los judíos psicoanalistas al conminarlos al exilio, y quemados sus libros[33], la psicología “permaneció relativamente tranquila”. ¿Cuál psicología gozó de tal tranquilidad? Obviamente, la que Caruso practicaba. Pero ¿A qué tipo de tranquilidad se refiere? ¿ A aquella en la cual se realizaban los diagnósticos que seleccionaban a la población de niños no digna de vivir, sin molestas interferencias que la intranquilizaran? Pero seamos justos, Caruso dice dos veces que permaneció “relativamente tranquila”. En la insistencia de la palabra tranquilidad, cabe todo incluso o principalmente, asesinatos. Caruso, para variar, vuelve a desconectar su práctica efectiva, para colocarse de nueva cuenta como observador que cuestiona. Bueno, relativamente ¿no es cierto? Se entiende la enorme dificultad para hablar al respecto. 2. Por otra parte, habla del vacío dejado por los que tuvieron que huir. Y aun así, Álvarez del Castillo, afirma sin pestañear que tanto el maestro de Caruso August Aichhorn y Viktor Von Gebsattel promovieron un grupo “psicoanalítico” en pleno nazismo.

 

Caruso participa en el grupo de analistas que se mantuvieron en Viena durante la ocupación nazi, trabajando con August Aichhorn con quien Caruso realizó un breve periodo de análisis, sin aceptar las directrices de colaboración preconizados por Ernest Jones y qué al terminó de la guerra, cuando las condiciones sociales fueron propicias refundaron la disuelta Asociación Psicoanalítica de Viena. (p. 28).

 

Escritas estas líneas, en una nota al pie de la misma página se corrige y dice que Caruso no se analizó con Aichhorn y que la afirmación parece obedecer:

 

A un trabajo de construcción de la “novela institucional” de los grupos de filiación “carrusiana” en tanto le agregan a la imagen construida de Caruso elementos legitimadores desde lógicas de trasmisión del psicoanálisis, ya que la figura de Aichhorn corresponde a la del discípulo de Freud analizado de Paul Federn que permaneció en la Viena ocupada por los nazis buscando mantener viva la llama del saber freudiano. (Nota 16, p. 28).

 

¿No aceptan las directivas de E. Jones pero sí las del Instituto Göering? Por otra parte, coincido con Álvarez del Castillo en lo del supuesto análisis de Caruso,[34] ¿Por qué entonces, citar en la misma página una afirmación y lo que la contradice? Pero lo que no se cuestiona es que el grupo en el que participó Caruso eran psicoanalistas al amparo de las directrices nazis así como el hospital del príncipe Auersperg, lo era frente a la política de eutanasia, y que incluso, el citado Príncipe era “favorable” al Psicoanálisis. ¿No está construyendo acaso el psicoanalista regiomontano otra ficción para sostener la leyenda de Caruso por otras vías? Está bien no se analizó con Aichhorn pero estaba en un grupo que mantenía viva la llama del psicoanálisis De nueva cuenta ¿De cuál psicoanálisis se habla?[35]

Por ejemplo, de Aichhorn escribe que el 21 de marzo de 1938, o sea un día después de que fueron retirados todos los miembros no arios de la Sociedad Psicoanalítica de Viena Aichhorn es notificado de su afiliación a la Sociedad Psicoanalítica Alemana y el 5 de mayo de ese año el citado se registra en el grupo de trabajo del Instituto Göring, mientras los hijos de Ernest Federn y Aichhorn son deportados al campo de Dahau Julio del 1938, aunque el 20 de septiembre es liberado el hijo del segundo (p. 37).[36] 

Ahora bien: ¿Si ya iba encarrilado en la línea de cuestionar una leyenda por qué se detuvo? Me refiero al hecho que al articular dos citas sin contextualizaralas cómo hubiera sido esperable que lo hiciera, se presta de nueva cuenta a inducir un tipo de interpretación que se puede cuestionar y no me privaré de hacerlo. Me refiero primeramente a la cita ya descrita en que afirma que en el grupo de Aichhorn “no se aceptaban las directivas de colaboración preconizadas por Ernest Jones” (¡), que la relaciona con una de la página siguiente en la cual Caruso muchos años después -1963-, ya investido en psicoanalista hace una dura crítica a la IPA, lo cual le deja el campo libre para entremedio hacer una afirmación que se presta a fomentar el equívoco que le otorgaría un prestigio al CVPP que está lejos de tener. Primero cito parte de la de 1963:

Es triste comprobar que la Asociación psicoanalítica internacional, llamada ortodoxa, en su espíritu antipsicoanalítico de totalitarismo y de institucionalismo se ha hecho completamente infiel al espíritu de Freud, quien consideraba que la pretensión de los médicos de hacer de ellos sólos el psicoanálisis era un error pesado y grave. (p. 29).

 

Unos podrán decir orgullosamente que precede a la rebelión de Lacan cuando éste a sus 64 años se enfrentó contra el imperio de la IPA.[37] Pero sin que esta posición de Caruso se demerite, al introducir la afirmación que a continuación describo se puede ver el sentido del encadenamiento de las tres.

 

Cuando la Nueva Asociación Vienesa le pareció a Caruso demasiado rígida y excesivamente médica, Caruso se separa de la misma para fundar el Circulo Vienes de Psicología Profunda, primera asociación freudiana no afiliada a la API (IPA) (p. 28-29).

 

Recuérdese lo dicho más arriba por Álvarez del Castillo respecto a que Caruso no fue recibido por su cercanía con Auersperg. Pero en este caso, no las coloca una al lado de la otra. Porque en su específica manera de “contextualizar” se trata de practicar el arte de la desconexión como ya he tenido la oportunidad de señalar.

Citar así: ¿A qué se presta? Primeramente a dejar la idea de que Caruso ya desde 1947 era un psicoanalista y además, freudiano, incluso desde antes, por aquello de la “llama viva” que supuestamente sus maestros mantuvieron durante la guerra. Lo cual es falso. Basta leer el texto del italo – ruso que le abre las puertas no del psicoanálisis sino de las iglesias que se intitula “Análisis Psíquico y Síntesis Existencial”, en el cual la critica a Freud es contundente en la supuesta primera institución no afiliada a la IPA para hacerse una idea al respecto. Pero no sólo se puede ver esto en el citado libro, sino la exaltación de Jung. Veamos una muestra:

 

Carl Gustav Jung se ha preocupado poco de las oscuras tendencias socialistas de Adler. Poco a poco, fue desentendiéndose de las alegorías energéticas que había en el fondo del modelo instintivo de Freud. […] lo suyo era penetrar hasta el tuétano del hombre, hasta el tesoro escondido en el trasfondo del alma, hasta llegar a aquella linde que encubre el misterio inefable de la última peculiaridad […] Jung hubo de constar que tras los velos de la inconciencia no solo se esconden las tendencias placenteras insatisfechas del niño, sino también las inmensas regiones de experiencias arcaicas del linaje humano.[38]

 

Resulta muy aleccionador saber que C. G. Jung que ofreció a los nazis en 1934[39]su nacionalizado “inconsciente ario” oponiéndolo al supuesto “inconsciente judío”, sea utilizado por Caruso como el que verdaderamente llegó al “misterio inefable de la última peculiaridad” (¡). Si alguien reconoce algo de Freud aquí, tendría que hacerlo saber. Quizá convenga citar a un discípulo directo del Dr. Caruso, al Dr. Armando Suarez cuando refiriéndose al libro de Análisis Psíquico… escribe lo siguiente: “este libro, no solo le valió un reconocimiento internacional, sino que consumó una no desdeñable hazaña histórica: romper el hielo entre el catolicismo y el psicoanálisis”.[40] Pero acota que por lo pronto se trató de un psicoanálisis “bautizado” de cristianismo y no podía ser para menos.[41] Es hasta los finales de la década de los cincuenta que Caruso se aleja de Jung y comienza a trabajar a fondo y a su manera, a Freud, Marcuse Sartre, Hegel etcétera. Y entonces, puede escribir lo que ya cité de 1963 frente a la IPA. Y además habría que recordar de nueva cuenta que Caruso quiso entrar en la inmediata posguerra con su deficiente formación junguiana espiritualista a la citada Asociación Vienesa y no fue admitido. O ¿Sería solo por su cercanía con Auersperg? No lo sé bien. Aunque la renacida Asociación no tendría tampoco de qué enorgullecerse especialmente, si analizamos la actuación de los psicoanalistas austriacos durante el nazismo. Es por esa razón, que el caso Caruso trasciende su singularidad posible y conecta con un contexto más amplio que implica de diferentes maneras al Psicoanálisis durante la guerra y posguerra.

Y habría todavía que añadir, con quienes formo el CVPP para terminar de desarmar el mito de la “primera asociación Freudiana”. Por haber eliminado los aportes de la Dra List al respecto, Álvarez del Castillo evitó citar lo que esta describe a propósito de la fundación del CVPP[42] y por lo tanto, puede avanzar en la construcción de un Caruso crítico del nazismo durante su estancia en los dos hospitales, crítico de la IPA casi desde el inicio, Fundador de la primera asociación “freudiana” frente a la IPA, marxista y psicoanalista y que además habló de su practica desde mínimo 1959. Demasiadas afirmaciones cuestionables presentadas en un tipo de continuidad un poco accidentada, que desde mi punto de vista presentan una versión tergiversada de las cosas. 

Último punto a analizar de este extenso comentario a la investigación realizada por Rodolfo Álvarez que tiene que ver con algunos de los efectos de la explicitación del asunto Caruso en México. Menciona tres casos en los que pretende hacer ver como el CPM quedó seriamente cuestionado. Veamos como describe las cosas. El lector puede sentirse tranquilo, ya que lo hace con el rigor ya mostrado a lo largo de su investigación.

 

II DESLINDES, RUPTURA Y EXPULSIONES.

 

En este apartado, hay una parte de la información que sólo puede contestar si así lo consideran pertinente los miembros del CPM, ya que tiene relación con su gobierno y su correspondencia interna. Por lo tanto, yo solamente podré hablar de lo que me compete directamente en relación a cada uno de los casos y de lo que puedo citar públicamente.

 

  1. DISOLVER PARA PURIFICAR(SE) ESTA ES LA CUESTIÓN.

 

Álvarez del Castillo, primeramente alude al descubrimiento de la información del caso Caruso por Cynthia del Castillo como ya ha sido dicho, y describe lo que denomina como una “conmoción institucional en el seno del CPM” a raíz de dicha información. Y coma de por medio, añade:

 

[Lo cual] derivó en la renuncia de cuatro miembros entre ellos dos expresidentes, por no haber de parte de la institución una manifestación pública de condena a Caruso y el deslinde de la institución con su obra y figura (p. 33). [43]

 

Como ha sido su manera de proceder a lo largo del texto,[44] no trató de contactar a la otra parte para calibrar y comparar las dos o tres versiones posibles al respecto. Me imagino que procedió así para tratar de situarse “más acá de la polémica” y como Caruso, describir lo más objetiva y distanciadamente la información…de manera unilateral.[45] Para poder hacer estas dos afirmaciones, prescinde de citar específicamente la reunión pública que organizó el CPM, el 31 de enero de 2014, en la cual se dijo públicamente el estado en que se encontraba la investigación hasta ese momento. Y en la cual cinco personas dieron su versión del asunto sin tener necesariamente un acuerdo unánime.[46] Lo cual contradice a los que supuestamente se fueron por las dos afirmaciones arriba citadas. Más aún, Álvarez del Castillo sabía de la investigación en curso y fue invitado como miembro del CPM a la reunión de marzo de 2013 en Chapala Jalisco, en la cual presente el primer borrador. Y fue invitado no sólo para oírla, sino para que a su vez el presentara su avance dado que había reunido la mayor cantidad de documentos acerca del caso Caruso, no se presentó. Como tampoco, los cuatro de Cuernavaca que abandonaron la institución en septiembre. En los inicios de septiembre de ese año, presenté un segundo borrador, e informé que salía a los pocos días a Viena para entrevistar a la hija de Caruso y a la Dra, Eveline List, lo cual hice el 1 y 2 de octubre. A esa reunión asistieron dos de los que pronto abandonarían la institución – Alejandro Salamonovitz y Leolinke Valle – y tuvieron acceso como todavía miembros del CPM al segundo borrador. Y se habló de nueva cuenta, que una vez terminada, se haría pública la versión del CPM. En dicha reunión los dos de Cuernavaca hablaron de la necesidad de disolver a la institución. Cosa que no fue el sentir de la mayoría y ya he adelantado alguna de las razones de por qué se consideró como no pertinente esto. Por otra parte, Álvarez del Castillo como ya señalé, no ignoraba lo que se estaba haciendo al respecto. Citar de esa manera sin introducir todo esto que vengo de integrar, es por decir lo mínimo, realizar un trabajo de contextualización muy poco riguroso.

Pero no se quedó ahí el asunto. Ya que los promotores de la disolución supuestamente purificatoria, realizaron un programa de radio en la UAM X, bajo la coordinación de Raúl Villamil, el 14 de mayo de 2014, en el cual denunciaron que existía en el CPM nada menos que una “cripta nazi” y por lo tanto había una razón más que poderosa para salir corriendo. Y de pasada, me denunciaron como aquel que por no publicar ya lo que llevaba escrito estaba contribuyendo a crear otra. Cito alguna de sus afirmaciones para que se puedan calibrar mejor las cosas.

Los psicoanalistas Salamonovitz y Fernandez Gaos, una vez realizada su crítica del capitalismo y el neoliberalismo y como ha permeado al psicoanálisis, añaden respecto al caso Caruso lo siguiente, dicho en voz de A.S:

 

Entonces, frente a esta crítica que venimos haciendo, surge de pronto, nos enteramos a partir de una investigación de Fernando González, y que viene a partir del comentario de una compañera que egresa del Circulo, Cynthia del Castillo, que [es la] que encuentra [en Wikipedia] esta temática de Caruso.

[…] que esta institución, a la que llegué porque el fundador de origen era Igor Caruso, un marxista psicoanalista, razón por la cual yo me acerco, de pronto me entero que era un nazi-junguiano. Con todo lo que significa Jung después de la muerte de Freud, que es cuando nos topamos con un Jung terrible, con conceptos como el de inconsciente racial.[47]

 

[…] Nosotros denunciamos en nuestra institución […] Y la pregunta era: ¿Qué tantos fantasmas, qué tantas criptas carusianas de la época nazi […] existen en la institución que están rezonando con la fuerza del neoliberalismo? [Por ejemplo] con nuevas prácticas de autentificación y verificación.

[Y] cuando quisimos hablar de ellas, la violencia vino contra nosotros, como si nosotros fuéramos Caruso. Era realmente imposible abrir la temática. Entonces, nosotros, los cuatro colegas de Morelos…decidimos salirnos ante esas criptas intocables.

 

Es difícil seguir la lógica de este razonamiento. Por una parte parece que es producto directo del neoliberalismo dar títulos y verificar el saber en psicoanálisis es más, incluso “acorrientarlo”, como si la “verificación” sólo pasara por los títulos o se pudiera recibir a cualquiera sin ningún filtro.[48] Incluso el Fernández Gaos afirma que:

 

Freud terminaría por integrarse al circuito de los saberes […] creo que ahí podríamos escuchar fuertes resonancias de lo que es esta ideología de la raza, en lo que todavía está sucediendo en el terreno del psicoanálisis y en muchos otros.

[…] Ahora, el imaginario social está invadido de ideología neoliberal, que es la que finalmente le hace el juego a esta forma de pensar, que no se origina en la ideología nazi, pero ahí tiene un punto de inflexión.

 

Si esta ideología neoliberal tiene un punto de inflexión en el nazismo y su noción de raza, ¿habría entonces conexión casi directa o al menos “resonancias” con éste cuando se verifica el saber? Y si se encuentran nada menos que una supuesta cripta nazi en el CPM, entonces, se daría algo más que resonancias. Salamonovitz completa el razonamiento de las resonancias cuando afirma lo de las criptas nazis en el CPM que están resonando con “la fuerza del neoliberalismo”. O sea aquí si algo más que una inflexión, línea directa. Y supuestamente por denunciar esto, los trataron “como si fueran Caruso”: Esto sí que resulta enigmático. ¿Qué quieren decir con esto? ¿Que Caruso fue tratado con violencia por el CPM y que ellos fueron identificados con éste? o ¿Cómo cripto-nazis? o ¿Cómo nazi junguianos?, o: ¿denunciándolos por haber contribuido a realizar asesinatos? O que ¿por querer denunciar lo de la “verificación” fueron rechazados? Que no fue el caso de Caruso el cual en otro contexto y circunstancia, no rechazó verificar la edad mental con la cronológica al servicio de sus jefes nazis. Todo lo contrario de lo que pretenden estos denunciadores marxistas y antiliberales. No entiendo.

Y entonces su entrevistador el Dr. Raúl Villamil pretendiendo seguir su confuso razonamiento aumenta la confusión argumentado:

 

Ustedes sacan el asesinato de debajo de la mesa, del closet, y hay una persecución institucional que inmediatamente los toma como culpables porque ustedes sacaron a flote esas cuestiones reprimidas.

 

¿Cómo es posible que sacaran el asesinato de debajo de la mesas si acaban de reconocer que supieron de éste gracias a la información que hizo pública Cynthia del Castillo a raíz de su inmersión en Wikipedia? Y además, no estaba reprimida, en todo caso impensada y por lo tanto, no visualizada. Y por otra parte el Dr. Villamil, les atribuye un mérito que no les corresponde, y como colofón coloca al CPM en la posición de perseguidor y represor implacable. Pero ellos no lo contradicen. En la era de la inflación de las víctimas, tenemos aquí una de tipo virtual. Y el Dr. Álvarez ¿nomás mirando para colocarse “más acá de la polémica”?

Finalmente, los citados colegas se dicen “marxistas”, como si esa referencia les otorgara patente de corso a estas alturas. Ya que al no aludir a los límites teóricos y políticos del marxismo –o de los marxismos-, ni tampoco a sus brillantes realizaciones totalitarias, y ya más en sus terrenos, a los cortocircuitos que se dieron en los diferentes freudo-marxismos, su análisis con pretensiones cósmicas, resulta por lo menos hemipléjico y simplificador.[49]

Para variar Álvarez del Castillo no cita el programa y no fue capaz de investigar que pensaba la contraparte, tanto el CPM como quien esto escribe al respecto.[50] Y por cierto, tuvo tiempo para poderlo citar y analizar antes de publicar su texto. Es decir, que el Dr. A del C no sólo práctica la desconexión entre los textos sino la sustracción de estos. En síntesis, aceptar la versión de los que se fueron de esa manera, sin añadir ningún comentario sabiendo que ya se trabajaba en el asunto con la finalidad de publicar un libro, y no decirlo, ni tampoco citar el programa de mayo de 2014 ¿Qué significa? Por lo pronto, intentar desaparecer como actor y dejar todo en manos de una parte de los implicados. O sea, arrojar la piedra y esconder la mano. Y no decir tampoco que los que se fueron también lo sabían, y que por lo tanto no se estaba ocultando nada, habla de una exquisita ética en ambos casos.

Como dato que puede constituir la cereza en el pastel, los “dos expresidentes” a los que hace alusión Álvarez del Castillo – Carlos Fernández Gaos y Alejandro Salamonovitz –, durante su gestión dieron muestras de una notable perspicacia analítica, y de sus notables recursos marxistas, ya que no descubrieron la supuesta cripta – o criptas – en el CPM. Me imagino que estaba tan oculta, que induce a pensar que a lo mejor una vez terminado el régimen nazi se torno tímida y en algunos casos como en el CPM, incluso bonsái. Pero sin perder su poder “contaminante”. Todo lo cual una vez “destapada”, los hizo salir en estampida.

 

  1. El SUPUESTO “CRÍTICO” A SU PROPIA INSTITUCIÓN “INJUSTAMENTE” ACALLADO.

 

Esta vez Álvarez del Castillo no trata de colocarse más acá de la polémica, sino en el corazón de esta. Pasemos al segundo y tercer caso en el cual están entreverados la descubridora de la información y el propio contextualizador, o sea Rodolfo Álvarez del Castillo. Al respecto escribe:

 

Además hay que agregar la expulsión del CPM del autor de estas líneas por publicar en la revista electrónica Carta Psicoanalítica de la cual soy miembro del consejo editorial, el ensayo de Cynthia del Castillo incluido en este libro, y que contiene afirmaciones que molestaron a “algunos miembros” del CPM, ya que en dicho artículo, la autora cuestiona a la institución, sin que yo como editor, haya expresado una postura crítica al respecto, abalando [avalando] con mi silencio, según el CPM, lo afirmado por ella. No recuerdo haber leído como requisito para ser mimbro del CPM el abstenerse [de] hacer críticas a la institución, osa que de ser así por supuesto que nunca hubiera solicitado mi admisión. (p. 33)

 

A la luz de todo lo anterior que he citado en cuanto a su manera de operar como contextualizador hubiera sido quizás más prudente no tratar de investirse en paladín de la libertad de palabra ni del espíritu crítico. Pero de todas maneras, habrá que tratar de tomar en serio su reclamo y revisar sus argumentos. El contexto de la publicación del citado artículo se da aproximadamente tres meses después de que a la Colega Cynthia del Castillo se le ha reiterado la invitación para publicar un texto respecto a su descubrimiento y a lo que ella hubiera continuado a investigar.[51]

Todavía en los inicios de septiembre, cuando le hago llegar el segundo borrador, ella en un mail me escribe que no quiere quedar relegada con su descubrimiento en una nota al pie de página como yo la había puesto, y me dicta como quiere aparecer en el texto, lo cual me pareció de mínima justicia, y le prometo que en la publicación final aparecerá como ella lo escribe. Cosa que cumplí y se puede constatar en la p. 29 de mi libro.[52]

Es decir, que ella sabía que no existía la voluntad deliberada de retrasar lo ocurrido con la información de Caruso. Por otra parte, el Dr. Álvarez me llama por teléfono –por noviembre de 2013(?)- y me pregunta si yo tendría inconveniente de que se republicará un texto mío de 2005, intitulado “Contribución al análisis del Mito Fundacional del Circulo psicoanalítico Mexicano”.[53] A lo cual yo accedo. Pero se cuida de decirme que la Dra. Del Castillo publicaría el escrito que contiene afirmaciones que “molestaron a algunos miembros del CPM”. En todo caso no sólo del CPM sino a un investigador del IISUNAM, o sea, yo.[54] No decirme lo que estaba cocinando, sabiendo que estaba metido en el tema a fondo, y republicar un texto de 13 años antes en el cual yo no sabía lo que ahora discutimos, ¿que implicaba? Como mínimo, una aparente pasividad perfectamente calculada para que quedara claramente establecido la diferente manera de encarar el pasado del CPM en el cual el asunto Caruso estaba implicado Y entonces la descubridora de la información pudiera escribir sin problemas[55]que al enfrentarse a ésta con “asombro, angustia y resistencia”, ante la información de wikipedia respecto a uno de:

Los padres fundadores de los Círculos, y del CPM, ubicándolo en lugares donde no se le conocía que hubiera estado [Y que] no se le conocía al parecer por la mayoría de los integrantes de la Institución. [Su reacción fue] la de compartir […] con los pares tal acontecimiento, así como la determinación de que en la institución se hablara de los que por alguna extraña razón se desconocía desde hacía cuarenta años. Esta es una de las principales preguntas que lo encontrado me genera. ¿Por qué hasta ahora’ ¿Por qué asimismo nuevamente hay una demora de más de un año para procesar un trago que ciertamente tiene su nota amarga? ¿Justo porque da amargura? (p. 131)

 

Si Álvarez del Castillo me hubiera invitado a escribir mi versión respecto de cómo se estaban procesando las cosas en el CPM, sabiendo él lo que iba publicar de Cynthia del Castillo, las cosas hubieran sido más equitativas. No fue el caso. ¿Tenía obligación de hacerlo?, ciertamente, no. Pero hubiera sido elementalmente delicado y más siendo el todavía miembro del CPM. Como hubiera sido delicado que tanto el Director de Carta Psicoanalítica. Julio Ortega[56], que hasta donde entiendo sigue siendo de CPM así como el otro miembro de la citada revista el Dr. Felipe Flores – en cuyo seminario salió la información del caso Caruso, y por el cual yo me enteré de éste –, hubieran escrito una mínima aclaración respecto de la afirmación que “molestó” a varios en el CPM. No lo hicieron. Están en su derecho, sin duda.[57] De nueva cuenta, son cuestiones de delicadeza.

Ahora bien, como en mi caso felizmente no tengo poder para correr a nadie de no importa dónde, sólo me queda este medio y a este recurro con la esperanza de entablar un debate en donde se revisen los argumentos de una y otra parte.

Si se lee con atención el párrafo citado de la Cynthia Del Castillo, hay una interrogación muy pertinente que se sintetiza en la cuestión de por qué se desconoció una información de esa envergadura durante un poco más de 40 años en el CPM.[58] Pero existe una segunda cuestión que obvia datos al presentarla de esa manera. Y que tiene que ver con la formulación “¿Por qué así mismo nuevamente, hay una demora de más de un año para procesar un trago que ciertamente tiene su nota amarga?”.

Vayamos por partes. Que significa ¿“Nuevamente” en este caso? Porque en la primera interrogación simplemente no hay información conocida y visualizada[59]que se haya “demorado” 40 años para ser “procesada”. Lo cual hubiera implicado guardar una información a ciencia y conciencia de nuestra parte. Pero en otro sentido, si se puede decir que se “demoró”, precisamente porque se desconocía. En cambio, decir ¿Por qué así mismo nuevamente…”, Es suponer o mínimo insinuar, que existe una voluntad deliberada de demorar el publicitar una información. Lo que lleva a sospechar de una voluntad de mantenerla bajo llave ¿Con que finalidad? Aquí la “demora” adquiere otra connotación. Pues una vez que se supo, se buscó corroborar y contextualizar ¿que habría que haber hecho según ella y según que periodización de tiempo?

Por otra parte, una vez que comenzó a circular en Wikipedia quien la podría “demorar” o en un caso más grave, tratar de suprimir o “convertir en un asunto privado? Imposible. A partir de ese momento, el problema comenzó a ser otro. Y ya he escrito más arriba, la serie de interrogaciones que surgieron respecto de la información. Y reitero que tratar de contestarlas exigía tiempo para procesarla y no sólo como trago “amargo”. Si se compara mi trabajo de verificación con el que vengo de analizar respecto de la investigación realizada por el Dr. Alvarez del Castillo, se podrá comprobar que no bastaba Wikipedia como fuente principal, aunque Cynthia del Castillo uso tres más, pero muy escuetamente- lo cual desde mi punto de vista, dejaba demasiados cabos sueltos.[60] Para ella al parecer, no. Está en todo su derecho, pero yo también lo estaba de no conformarme.

¿En que quedan las palabras “nuevamente” y “demora” una vez que apareció el libro ciertamente no en los tiempos que la descubridora de la información decidió que eran los “correctos” ¿Desde cuales criterios? Ahora bien, en caso contrario de no coincidir con los tiempos prescritos por la descubridora de la información ¿inevitablemente parecería que se estaría demorando porque entre otras cosas no se enfrenta el trago amargo de encararla? Pero cuando recibe mi segundo borrador en septiembre que implicó ahí la “demora”. Al menos que quisiera decir que también significaba tratar de publicitarlo más allá del CPM. Y parece que también apuntaba a esto cuando escribe que “Y a pesar de habérseles mostrado abiertamente y dicho su lugar de procedencia, deciden convertirlo, durante más de un año, en un asunto privado, interno y por lo tanto, político”. [61]

O esta otra en que aludiendo a la Comisión de Reapropiación de la Memoria que coordinábamos Alejandra de la Garza y quien esto escribe, se pregunta si:

 

Fue necesario […] esperarse durante más de un año para poder tener la certeza de que Igor Caruso había estado en Spiegelgrund, y, durante ese tiempo elaborarla primeramente de manera interna y privada como dirigentes. Sólo entonces poder abrirlo posteriormente y compartirlo a nivel institucional hacia el exterior, y todo esto “porque son psicoanalistas”. (p. 165).

 

No era ciertamente necesario si se hubiera tratado sólo de eso. Pero “celebro” la fuerza y la lucidez de que rápidamente tomó cartas en el asunto, lo soportó, lo hizo público y denunció la supuesta maquinación “política y privatizadora” de la información por parte de los miembros del CPM y de quien esto escribe. De aceptar este contundente juicio, no quedaría sino postrarse y exclamar con los brazos al cielo un ¡Mea culpa! Pero no es el caso.

Dije de ella que en este asunto del “nuevamente” y la “demora”, me parecía que estaba utilizando un modelo más próximo de Skinner que de Freud. Porque no existe creo un tiempo de reacción y de elaboración que nos asemeje a las ratas en estos asuntos. Sólo cuando se pone la luz verde en el semáforo no faltara el chofer del coche de atrás que tocará el claxon[62]. Pero en cuestiones más complejas, Skinner no cuenta como modelo explicativo. Por eso dijimos el: “porque somos psicoanalistas”.

Pero hablando de intenciones ¿Cuáles serían las supuestas intenciones políticas? ¿Porque me imagino que apunta más allá de la amargura? Ahora bien, una vez que salió el libro, suponiendo sin conceder que las hubiera ¿en que quedaron? ¿No sería prudente tratar de contestarlas una vez lanzada la acusación? Y a mí vez le hago a mi vez dos preguntas. Al publicar sus dos trabajos en el texto coordinado por Álvarez del Castillo [63] ¿ella avala la versión tal como la trabajó el citado? O en su defecto ¿Qué si y qué no? Ya que parece tenerlo todo tan claro desde el primer momento y que por lo tanto, ni “privatiza” ni hace “política” ¿que si hace al publicar en este texto?

Pero no puedo cerrar este comentario sin aludir a otro párrafo de Cynthia del Castillo. Afirma que la cito e incluye también al CPM, de

 

[de] forma falsa. Por lo tanto son sí, imposturas y calumnias para dar como hechos lo que él y los miembros del CPM –en su lectura- buscan articular incorrectamente – como las intenciones de la autora. No hay debate serio sobre el contenido real del mismo. (p. 175) 

Nada más y nada menos. Esto merecería una respuesta si no hubiera aparecido ya el libro citado, no sé si estará a la altura de lo que ella considera “un debate serio”. Pero por lo pronto las cartas están sobre la mesa.

Una cosa queda clara en este apartado de los deslindes: tanto la posición de R. A del C; como aquella de los de Cuernavaca – principalmente las de Alejandro Salamonovitz y Carlos Fernandez Gaos – y la de Cynthia del Castillo, no pueden ser amalgamadas como si apuntaran a lo mismo. Los citados coinciden en su contencioso de ida y vuelta con el CPM, pero no necesariamente en su manera de enfrentar el caso Caruso.[64] El primero realizó como ya dije una investigación de la que traté de mostrar lo que modestamente denomina como “algunas lagunas”; los segundos, tomaron la información de Wikipedia y sacaron sus rápidas consecuencias que conectaban en una continuidad sin fisuras, los actos de Caruso con el CPM y sus supuesta cripta, y la tercera, después de aportar la invaluable información, también aportó sus tiempos de reacción “correctos” –y en esto coincide con los segundos- y lo que ella considera su prístina y valiente transparencia informativa. Pero en cuanto a la historización del caso Caruso una vez el teclazo realizado, no encuentro nada nuevo al respecto en su segundo artículo. Aunque si reconozco que dedica una buena parte a mostrar su indignación porque en el programa del 31 de enero de 2013, la cite según afirma de “forma falsa”, con lo cual quedé (mos)[65] reducido a un calumniador mendaz. ¿Se dará por satisfecha con hacer circular públicamente esas cálidas y reflexivas expresiones? ¿O iniciaremos un debate que terminará por desplazar el caso Caruso hacia a los actores secundarios y terciarios. Me quedó con su afirmación y con ella me acaricio mi golpeada imagen narcisista de falsario y a continuación, me doy por muerto. Pero esta vez, sin demoras que valgan. Finalmente, también me queda más claro que entiende Álvarez del Castillo por “contextualizar” y tratar de situarse “más acá de la polémica”.

 

Posdata

El campo psicoanalítico constituido entre otras cosas por una lógica monoteísta es decir, tanto por la marca del nombre propio con sus específicos constreñimientos, y por la devoción a los libros sagrados tiende a evitar que en la obra de Freud Klein o Lacan, aparezcan elementos que aludan a contradicciones insolubles. Y también, que no se haga muy visible que entre los postulados teóricos y las formaciones institucionales que los transmiten, se manifiesten incoherencias y flagrantes imposturas. A diferencia de otras disciplinas, la mayoría del los psicoanalistas aludimos para nombrarnos al nombre de Freud Klein o Lacan. Sin terminar de caer en la cuenta de que se trata de un campo estallado desde hace mucho tiempo en analogía con la configuración de las sectas. Y que la lectura monoteísta de la voz y la letra de los amos teóricos que aspira como todo monoteísmo a lo universal, de entrada está minada, hay más de un dios y no necesariamente el último monoteísmo como en el caso del islamismo es la última palabra. Pero que difícil es aceptar en este campo polémico que el tótem teórico clínico de referencia, no cubre ni resuelve todos los problemas que se plantean. De igual manera, también está en entredicho el supuesto retorno a las fuentes primigenias para recuperar la verdad de lo escrito y lo dicho, en una apuesta literal. El texto del Hombre Moisés, como ya lo adelanté permite afrontar las nostalgias del retorno y la supuesta pureza del origen. Aunado a esto, el planteamiento de M. Foucault acerca de la diferencia entre los orígenes y los principios, termina por barrer dichas nostalgias.

Finalmente, el caso Caruso permite visualizar – si se le trasciende – las implicaciones del ejercicio del Psicoanálisis en situaciones límites, y mirar de una manera diferente la transmisión del psicoanálisis cuando se toma en cuenta su historia, sus silencios institucionales sus complicidades con los poderes fácticos, sus impensados etcétera. Y a la luz de esto, los psicoanalistas no podemos reclamar ningún privilegio de lucidez sobre otros grupos humanos cuando se trata de enfrentar nuestra historia. Más aún, la tendencia es utilizar las herramientas con las que contamos para tratar de banalizar, exorbitar y dislocar lo que vemos. Salvo excepciones que si las hay.

 

Fernando M González. IISUNAM.

  México D.F. agosto de 2015.

(Versión corregida por el autor de un texto entregado a Cartapsi en julio de 2015)

[1] Javier Marías, Así empieza lo malo, Alfaguara, 2014, p. 532.

[2] Rosa Beltrán Alta infidelidad, Alfaguara 2006. P. 31.

[3] Editorial Cuadernos Melanie Klein, abril de 2015.

[4] Transferencial con mis dos primeros analistas.

[5] Raúl Páramo, O. “México”, en Peter Kutter, ed. Psychoanalysis International. Guide to Psychoanalysis Throughout the world, vol. II, Frommann- Holzboog, Stuttgart, p. 154, traducción de Rodolfo Álvarez del Castillo. Esta cita, parcialmente da cuenta de lo ocurrido desde la fundación, porque para empezar el CPM a diferencia del Circulo Mexicano de Psicología Profunda (1969), se fundó en 1971; desde el inicio se manifestó entre los dos cofundadores mayores, una diferencia de orientación. En el caso de A. Suarez una clara tendencia de simpatía hacia el psicoanálisis Francés, de ahí entre otras cosas la promoción de Los Escritos de Lacan en los inicios del CPM – Suarez fue director de la colección Psicoanálisis y Etología de la editorial XXI-; Los escritos de Caruso como tales no fueron trabajados, en cambio sí y muy a fondo los de Freud, y la primera generación del Psicoanálisis Francés, así como los aportes de Levis Strauss, Foucault Althusser, la lingüística el análisis del discurso etcétera. En el caso del Dr. Páramo su orientación hacia el psicoanálisis alemán y austriaco fue clara. Ciertamente influyó la preocupación social de Caruso en la formación, pero creo que fue más determinante al respecto, la que vino del Cono Sur con el exilio a partir de finales de 1974. En el caso de las corrientes lacanianas lideradas por J. A. Miller y Jean Allouch- ya en la década de los ochenta-, al producirse un conflicto al interior del CPM –por diferentes razones- con dos de los que iban a ser representantes muy importantes en Mexico de dos miradas acerca de la obra de Lacan -los doctores, Nestor Braunstein y Marcelo Pasternak-, en el CPM se dio un neutralización de los textos de Lacan en la década citada. Historia a ser investigada y que a mi parecer tuvo menos que ver con los importantes aportes de Lacan y más con cuestiones internas e institucionales del campo psicoanalítico en el México de ese tiempo. En cuanto a mí, la critica que he hecho de algunos aportes de Lacan, ha pasado centralmente por su incoherencia y disociación entre su creativa y original doctrina, y su manera de llevarla a cabo en relación a la organización institucional mientras vivió, por ejemplo: en relación a la cuestión del Pase y a la denominada sesión de tiempo escandido –en donde utilizó a una parte de sus analizantes y los conminó a mentir-; también con la manera en que se colocó cuando se publicó la revista Scilicet, revista en la cual sólo el nombre de Lacan podía figurar; o por la manera autoritaria de disolver “su” institución, y luego por la inmediata carta para crear otra, en la cual se volvía a poner en el centro como si no acabara de darse cuenta del simulacro de autocritica que venía de realizar con la “disolución”; O finalmente, por los usos de la transferencia y de lo que algunos consideran “actos analíticos” o “anécdotas”, que fueron francas violencias a ciertos pacientes. Pero aparte de eso –que ya es bastante me parece-, sus aportes teórico clínicos me parecen dignos de consideración y algunos de ellos invaluables. Parte de esas críticas, se pueden encontrar en mi libro La Guerra de las memorias, Psicoanálisis, Historia e Interpretación. IISUNAM, Plaza y Valdés, 1999. “Lamento” decir que no soy antilacaniano para algunos colegas que me tiene así catalogado, y que confunden el no recibir unos aportes de manera beata y colonizada, con lo ant, dicotomías simplificadores mediante. 

[6] E incluso ¿entre el CMPP y el CPM?

[7] Cosa que por cierto tampoco agrado a más de alguno de sus congéneres de origen judío.

[8] Para una lectura más precisa de este punto de vista se puede consultar el texto de Michel de Certeau: acerca del Hombre Moises, en L´Ecriture de l ´histoire, Gallimard , Paris, 1975. Y mi texto intitulado “El acontecimiento y la parte caníbal de la historia”, en el cual intento a partir de un juego de relevos relacionar las posiciones de Michel de Certeau, Michel Foucault y Sigmund Freud respecto a la peliaguda cuestión de las continuidades y discontinuidades. Texto publicado en la revista electrónica del IISUNAM, Cultura y Representaciones Sociales, año 9, núm., 18, 1 de marzo de 2015, D.F o en versión más sintética: “Caruso y el Nazismo”, aparecido el mismo mes en la Revista de la Universidad de México.

[9] Como el que vengo de citar acerca de la Legión de Cristo.

[10] Salvo indicación en contrario las cursivas me corresponden. FMG.

[11] Javier Marías, op, cit, p. 99.

[12] Aparecido en Tusquets México, enero de 2015. El valioso testimonio del Dr. Raúl Páramo se puede leer, en las páginas, 58 y 113 a 116. En dicho libro contribuyen con sus escritos tres colegas del CPM: Katia Weissberg Glazman, Claudia Brinkop y Eloísa B. Rodriguez e Iglesias.

[13] Lo veré más adelante.

[14] Ver Fany Schkolnik “Efectos de los Traumático en la subjetivación”, Revista Uruguaya de Psicoanálisis, Núm., 100, 2005.

[15] Ver al respecto mi artículo “La cuestión del padre y la del fundador. Entre lo inconsciente y lo impensado en las instituciones”, Rev. Carta psicoanalítica. Núm., 1 junio de 2002.

[16] Y me quedo corto.

[17] Un caso al respecto lo trabajé en el epílogo de mi libro intitulado La guerra de las memorias. Psicoanálisis, Historia e Interpretación. Editoriales, UIA; IISUNAM, Plaza y Valdés, 1998.

[18] El primer texto publicado en México respecto al caso Caruso, fue realizado por el citado Dr. Álvarez del Castillo intitulado: “Igor Caruso: una entrevista y un debate” el cual apareció en la revista Cuadernos Melanie Klein, Núm. 2-3 septiembre marzo, 2013 Monterrey. No estoy seguro de que se hubiera hecho público tal cual el mes de marzo. Pero lo dejó así porque carezco de información al respecto.

[19] Eveline List, Warum nicht in Kischniew? Zu einem autobiographischen tondokument Igor Caruso“, Zeitschrift für Psychoanalytische Theorie un Praxis, vol, 23, núm, 1-2 2008. Los otros dos investigadores que también trabajaron al respecto son: Gehard Benetka y Clarisa Rudolph “Selbstverständlich ist viels damals geschehen”, Igor A. Caruso am Spiegelgrund, Werkblatt, 60, 2008.

[20] Todos los subrayados salvo aclaración son míos, FMG.

[21] Un testimonio en contrapunto es el que ofrece el Dr. Arturo Fernandez Cerdeño, compañero de formación tanto de Rosa Tanco como de Raúl Páramo y Armando Suarez en los inicios de los sesenta en Viena, cuando en una llamada telefónica -1 de agosto de 2013- le pregunté si se hablaba durante su formación respecto a Caruso y el Spiegelgrund me contestó así: “no se hablaba nada al respecto”. ¿Un testimonio anula al otro?, No necesariamente. Simplemente pasamos de la cuestión de un solo testigo a dos. Y como son tan opuestos los testimonios, nos deja un nuevo enigma.

[22] Para tratar este asunto, cita lo siguiente del Dr. Johannes Reichmayr: “no se puede escapar a la impresión de que el Circulo Vienés de Psicoanálisis sólo puede conducirse “desnazificando” y con un nuevo socio, para poder encontrar su lugar en la imaginadas salas sagradas del grupo API. Ahora había una oportunidad para exponer la maldad del padre fundador del Círculo como asesino de niños, y tratarlo con la fuerza necesaria de los rituales de limpieza autoimpuesta y sacrificios. La cooperación entre Bettina Reiter como redactora de la revista [Zeitschrift für Psychoanalytische Theorie und praxis Julio 1 de 2008] y Eveline List como autora era, al menos para la sincronización armoniosa, un éxito […] Esto plantea la cuestión de si los cuentos de hadas psicoanalíticos, como los de librar al mundo del mal, son inherentes al contexto político de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y si la Revista para la Teoría y la Praxis Psicoanalítica proporciona un foro”. Citado por Rodolfo Álvarez, (p. 25). Del texto “¡Furor es error! Carta al editor sobre el artículo de Eveline List acerca de Igor Caruso”. O sea, que más acá del furor ¿De quién en este caso? Tenemos que el matrimonio entre el Circulo de Viena y la IPA implicaba nada menos que proceder a una versión inspirada en el modelo de Tótem y Tabú, pero esta vez, recurriendo a un suceso efectivamente ocurrido dentro del nazismo en donde supuestamente había que ofrecer el cadáver del padre fundador como prenda para purificarse. Afirmar esto sin dudarlo un mínimo habla de una manera de hacer historia desde una de las perspectivas psicoanalíticas, que el Álvarez del Castillo parece dar por buena junto con su colega austriaco, sin aparentemente interrogarse acerca de la historia de la IPA durante el nazismo, historia que desde mi punto de vista, vuelve muy problemática este tipo de interpretación. O ¿se trata solo de contextualización? A cada quien sus purificaciones y totemismo de por medio. En mi caso, yo hice mi investigación sin ninguna pretensión “matrimonial”. Por lo tanto, en un contexto substancialmente diferente al vienés.

[23] Tampoco el de Rosa Tanco lo encontré citado.

[24] Año, 1964, no se precisa ni mes ni día. Está citado por Christian Schacht, en “Sobre afirmaciones y omisiones unilaterales. Observaciones sobre el artículo de Eveline List y el actual debate sobre Caruso”, Revista de Teoría y Práctica psicoanalíticas, Salzburgo (entregado a la redacción el 23 de junio de 2008).

[25] Ver por ejemplo Ernest Klee, Euthanasie im Dritten Reich. (2010).

[26] Akal, 2007, p.228.

[27] La fundación del CVPP con nazis o simpatizantes del nazismo es todo un tema que retomaré.

[28] Toma la cita de C.J. Mallmann “Historia e genealogía do CPRS e do CBP” Estudos de Psicanálise, No. 41 Julho 2014. Que cita a su vez a Frank –Rieser, (2013).

[29] Los diagnósticos recabados y seleccionados por List y Rudolph y Benetka , se pueden consultar en mi libro en el apartado VI. I págs., 118 a 130.

[30] Igor A Caruso, “Entrevista radial autobiográfica”, citado por el Dr. A del Castillo, p. 66.

[31] Citado por E. List.

[32] Para alguien que presumiblemente se creía de “raza” homogénea, las fracciones cuentan.

[33] O mandado alguno a los campos de exterminio.

[34] Si hubiera citado a la Dra. List tendría más pistas de ello.

[35] Páginas más adelante, Álvarez del Castillo cita el testimonio de Ernest Federn afirmando en un texto de 1990, que para poderse ejercer, el psicoanálisis depende de la libertad del individuo “sin temor a interferencias sociales económicas y religiosas” (p. 48). Y si, basta revisar la historia de esos tiempos para darse cuenta de la imposibilidad de realizar el análisis en relativa paz. Y esto lo reafirma el Dr. Alvarez cuando en la página anterior cita el testimonio de Marie Langer al respecto. Entonces al parecer solo había posibilidades para la psicología que iba en concordancia con la política del régimen.

[36] Este punto lo deja sin desarrollar. Se puede decir que en todo caso, Aichhorn tuvo una relación nada tersa con los nazis. Tema a investigar.

[37] Esgrimiendo otras razones, entre la cuales se jugó la llamada cuestión de la sesión de tiempo escandido, en donde hizo jugar a sus analizados un papel ciertamente nada elogiable. Pero también, desde una reflexión teórico clínica renovadora y original.

[38] Análisis psíquico y síntesis existencial, Relaciones entre análisis psíquico y los valores de la existencia. Herder, Barcelona, 1958., pág., 25-26. La primera edición en alemán fue publicada en 1952.

[39] Ver en mi libro el anexo 1, p. 289-90 el texto de Jung.

[40] A. Suarez, “Igor Caruso profeta desterrado”, p. 20

[41] En este punto conviene atenuar la afirmación del doctor Suarez respecto a la supuesta “hazaña histórica de Caruso”, basta leer el texto -producto de una tesis de doctorado- de Agnés Desmaziéres L´incosnscient au paradis. Comment les catholiques ont recu la psychanalyse, (Payot, 2011), para hacerse una idea de que Caruso en todo caso no fue ciertamente el actor central en esas complicadas relaciones que se dieron a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI. Claro que por obvias razones, el Dr. Suarez no estaba en posibilidades de conocer esto.

[42] Ver artículo ya citado de List. En mi libro sintetizo sus aportes al respecto, cap., VII, págs., 143-149

[43] La salida de los citados, llevó muy rápidamente a la creación de una nueva institución denominada Taller de Investigaciones Psicoanalíticas. Existe una polémica interna entre ambos grupos CPM y T de I. P. Psicoanálisis, con mails de ida y vuelta, pero por lo pronto eso entra en el orden de lo privado.

[44] Salvo excepciones que he tratado de señalar.

[45] Y de pasada ¿ahora si colocarse como alguien que si realizo “una condena pública de condena a Caruso”? ¿O sólo está describiendo el comportamiento de otros guardando su neutralidad ya probada?

[46] Se puede encontrar en la página Web del CPM.

[47] Como dato histórico, Jung no esperó la muerte de Freud para lanzar su noción del “Inconsciente Racial”. Lo hizo desde 1934.

[48] Y puede que en algunos casos este sea así. Pero aun ahí habría que ver de qué manera operan los filtros implícitos.

[49] A estos colegas se les puede aplicar lo que cita Tony Judt de Leszek Kolakoswski a propósito de su crítica a ciertos marxistas: “Una de las causas de la popularidad del marxismo en las gentes cultivadas, es su extrema facilidad bajo su forma simple; Sartre mismo observa que los marxistas son perezosos [ya que les ofrece…] un útil que permite dominar la totalidad de la historia y de la economía sin tener que estudiar ni la una ni la otra [y…] resolver los problemas de la humanidad de un solo golpe. [Al pretender poseer…] una teoría general que pueda explicar simultáneamente el presente y garantizar el porvenir”. Tony Judt, Le retour sur le XXe Siecle, Champs Flammarion, 2012, págs., 205 -nota 2- y 207.

[50] En mi libro se puede ver mi análisis a dicho programa, en el Cap., II, págs., 60 a 69.

[51] En ese momento todavía no se sabía si se publicarían uno o dos libros al respecto. Uno con mi contribución, el otro, con artículos de miembros del CPM incluido el de la descubridora de la información. Lo que si me quedaba claro hasta entonces, es que dado que yo tenía un contrato con la editorial Tusquets, mi investigación saldría por ese medio.

[52] Yo había puesto en primer plano que había recibido la noticia por medio del Dr. Felipe Flores, el 12 de octubre de 2012. Lo cual fue así.

[53] Aparecido en una revista editada por A del C, Grupo, revista de psicoanálisis, , No. 5-6, abril de 2005.

[54] Tengo que aclarar que si bien yo soy un cofundador del CPM, renuncie voluntariamente a mi pertenencia en 1998.

[55] Lo que no implica el que esté suponiendo que ella sabía de la comunicación de Álvarez del Castillo conmigo.

[56] Una vez que se enteró post factum de la publicación.

[57] Pero existe una diferencia substancial entre ellos dos. Felipe Flores ha presentado el libro de Caruso ya dos veces y además, ha encarado en foros públicos lo que vivió respecto a la noticia. En cuanto a otro miembro de Carta psicoanalítica el Dr. Luís Tamayo, no podría esperar ninguna aclaración en la medida de que tomó partido por los descubridores de la cripta virtual. Y que mejor que tener la inspiración del gran filósofo alemán M. Heidegger – como es su caso – para afrontar sin tapujos cuestiones referentes al nazismo.

[58] A la que traté de contestar en mi libro sin pretender ser exhaustivo.

[59] Salvo para dos personas que si la sabían y que tenían el contexto, pero jamás la dijeron tal cual.

[60] Cada quien sus exigencias de rigor y de precisión.

[61] Cynthia del Castillo, “Los avatares de deshilvanar una madeja…Reflexiones tras una publicación sobre Igor A. Caruso”. Publicado en el libro coordinado por Rodolfo Álvarez del Castillo, “Psicoanálisis, nazismo…” op, cit, p. 150.

[62] Y nosotros mismos cuando estemos en esa posición no es improbable hacerlo.

[63] Y antes el primero, como ya señalé en el número 20 de Carta psicoanalítica, coordinado por el citado.

[64] Y en dos de los tres casos, también en un contencioso conmigo.

[65] CPM incluido.