Soñar no cuesta nada: ¿qué psicoanálisis en la Cuba actual?

Enrique Guinsberg

Es probable, o seguro, que La pregunta del título sorprenda a quienes creen que el psicoanálisis desapareció de Cuba cuando los escasos analistas de la isla huyeron con el triunfo de la revolución y que nunca reapareció, desconociendo que hoy existen al menos dos grupos nacidos hace pocos años como producto de los numerosos Encuentros de Psicología Marxista y Psicoanálisis realizados en ese paìs en décadas pasadas. Que fueron organizados por la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, el Colegio de Psicólogos de ese país, y un Comité Internacional integrado por analistas de países latinoamericanos y europeos. No es este el lugar para reiterar otra vez las características de esas importantes reuniones, pero sería conveniente que el lector interesado se acerque en este mismo sitio web a un artículo donde se ofrece una síntesis de los mismos[1]. Importantes reuniones no sólo porque fueron organizadas por instancias universitarias oficiales cubanas –algo muy diferente a lo ocurridos en otros países del hoy desaparecido socialismo real- sino porque no hubo censura de ningún tipo y fueron la base del interés de psicólogos cubanos que luego decidieron constituir las indicadas instituciones analíticas (una en consonancia con la de la mayoría de los analistas que fueron a los mismos, y otra lacaniana), y que en el año 2006 organizan una importante mesa en Hominis, gran congreso internacional de psicología realizado en La Habana, donde aparecen como integrantes de la Sociedad de Psicólogos de Cuba. Tampoco es este el lugar para señalar los muy graves problemas y dificultades que tienen para su formación analítica[2], tanto la teórica como el análisis personal. Ante la carencia de profesionales en la isla. Pero sí indicar como ellos recalcan que su interés fue determinado por tales reuniones, a las que siguieron otras realizadas en ámbitos académicos cubanos por parte de analistas y. En parte, con el apoyo de organizaciones internacionales.
La pregunta acerca de: ¿Qué es del psicoanálisis en la Cuba actual? parte de la convicción de que es absurdo de que el psicoanálisis es uno en singular, sino de que existen muchos, y no sólo por diferencias teóricas conocidas de sus principales creadores y que dan nombre a distintas escuelas (Freud, Klein, Lacan, etc.), sino por sus propios objetivos y los sectores a los que se dirigen. Algo sin duda sustantivo y que muchos analistas aceptan y reconocen en todas sus significaciones.
Con base en ello, resulta evidente que en la Cuba actual, o sea la que mantiene las premisas centrales de su revolución socialista y que no parece que cambiará en lo básico de su estructura política, económica y social, nada tiene que hacer el psicoanálisis oficial y ortodoxo de la institución internacional, sino que deben crearse formas de trabajo y objetivos diferentes que no dejen de ser analíticos pero que se presten a las características de ese país. Algo por supuesto nada fácil pero de manera alguna imposible, aunque implica una gran capacidad creativa, lo que en general los cubanos han demostrado tener y por lo cual su proceso revolucionario continúa pese a todo lo que ha tenido en su contra durante tanto tiempo, incluyendo perspectivas teóricas que debieron ser cambiadas o modificadas.
¿Y por qué no algunas del psicoanálisis tradicional? Aunque no sean las centrales y constitutivas que le dan sentido y sin las cuales dejaría de ser lo que es, pero sí otras que fueron relegadas, aunque nunca olvidadas por pequeños sectores o autores minoritarios, Entre ellas la importancia del mundo social sobre los sujetos, los vínculos entre la cultura y los individuos, los objetivos de la clínica y los ámbitos de realización de esta, etc. En este sentido no olvidemos que el gran desarrollo del psicoanálisis en el mundo ha sido con base en la práctica en consultorios privados, y que muy poco se ha trabajado la incidencia de los factores sociales en la psicopatología, dándosele claro predominio a los sexuales, por supuesto importantes pero no únicos como siempre han resaltado los psicoanalistas de izquierda. Textos de Freud tan importantes como El malestar en la cultura entre otros, pueden ser el inicio de un gran trabajo acerca de perspectivas poco desarrolladas por este autor y los siguientes, aunque sí por Reich, Caruso, entre muchos más, y por escuelas disidentes del psicoanálisis oficial como la argentina de los sesenta y setenta
Es evidente que un psicoanálisis en Cuba tiene amplio terreno de estudio al respecto, tanto en general como en aspectos específicos de su propia realidad, sea respecto a las relaciones de los individuos con la sociedad y el Estado, con las formas productivas y de trabajo existentes, como con respecto al poder en general, incluyendo aquí las formas de acción de este poder y sus consecuencias en la gente[3]. Y, por supuesto, las características de los medios masivos de difusión, tanto para señalar sus evidentes carencias como para mejorarlos al menos en parte. Sin olvidar las características y peso en la islade importantes grupos religiosos no tradicionales, que no han desaparecido sino mantienen su fuerza y devoción popular.
Sin duda una tarea tan ardua como importante y urgente, que seguramente no gustará ni a los burócratas ni a los conspicuos defensores del poder constituido que lo podrán ver como temas cuestionadores, y que por tanto podrían atacar al psicoanálisis, de la misma manera que en todos lados lo hacen con sus versiones no domesticadas, buscando que los analistas se replieguen al cerrado ámbito de la clínica individual. Pero una tarea insoslayable del psicoanálisis crítico, y del cual todos sus defensores, Wilhelm Reich en orimer lugar, son claros ejemplos
Lo hasta aquí escrito explica el por qué del título principal de este artículo, Soñar no cuesta nada. Se comprende muy bien que no se trata de algo fácil, y con mayor razón en situaciones como la cubana, donde muchas críticas se hacen desde posturas claramente contrarrevolucionarias, lo que acrecienta el cuidado acerca de ellas y la búsqueda de impedirlas para defender el actual proceso. Al respecto los propios cubanos son conscientes de haber caído por ello en muchos casos en limitaciones de las que luego muchas veces se han autocriticado, y nada impedirá que vuelvan a caer. Pero recordemos que una adecuada crítica, no sólo consiste en señalar lo que se considera incorrecto o no justo, sino también en saber cómo debe realizarse. Y en esto también los cubanos han mostrado que conocen bastante, algo que deberían recordar los analistas. Así como mostrar que sus actos no buscan colaborar de ninguna manera con los enemigos de su país y de sus actuales formas de organización.
El otro gran campo señalado es el de la práctica clínica, y aquí las dificultades tampoco son menores. Más allá de las resistencias que en todos lados existen al respecto desde los sectores psiquiátrico y de otras corrientes psicológicas, la larga prédica anti psicoanalítica que existió –con los clásicos argumentos que se conocen existieron en los países del ex campo definido como socialista-, ha dejado su marca y seguramente no pocos clamarán contra el uso de algo que no conocen pero que le han dicho que es malo, reaccionario, etcétera, sin importarles que ahora los analistas tengan un relativo reconocimiento y o/al menos se los tolere. Dar explicaciones de que no existe un solo psicoanálisis sino numerosas vertientes, y que no todas pueden definirse como “domesticadas” sino cumplir objetivos diferentes, no es una tarea simple sino bastante compleja incluso en el mundo capitalista, donde muchas veces sectores que se definen como de izquierda tienen prejuicios similares que generalmente es difícil vencer.
Cómo lograr que, aunque sea e manera lenta, la clínica analítica pueda realizarse en Cuba, es complicado responderlo desde fuera de ese país, pero es de suponer que los nuevos analistas ya tienen algunas experiencias concretas en marcha y por tanto saben, o deben ir aprendiendo, cono ir superando dificultades y obstáculos Que, se repite, pueden ser grandes. Y demostrar con su práctica que no solo el psicoanálisis no es reaccionario y contrarrevolucionario de por sí, sino también válido y útil, así como que puede resolver situaciones que no logran otras posturas del campo psi. Y, de esta manera, ir ganando terreno, pero sobre todo la confianza de la que hoy se carece en el terreno profesional específico.
El trabajo clínico es muy difícil en situaciones como la cubana, pero donde también es mucho lo que puede hacerse. Es de imaginar que nadie puede pensar que en Cuba pueda ejercerse una práctica privada la que, de hacerse, estaría limitada a muy pocas personas de altos recursos económicos. (Aunque, seguramente algún analista pueda soñar con hacerla o incluso la practique en reducida escala), pero las condiciones actuales de la práctica de la salud en ese país ofrecen las posibilidades de un ejercicio psicoanalítico importante en ámbitos institucionales públicos, tal como en parte se han realizado en otros lugares del mundo, pero en condiciones mejores por no sufrir objeciones serias. En definitiva se trata de seguir lo que están haciendo hasta ahora los colegas cubanos, pero a mayor escala. Recuérdese que algunos países, Argentina entre ellos, llegó a tener y en parte tiene hoy, un importante servicio de atención clínica en hospitales públicos e instituciones similares, gratuito o con honorarios bajos, con excelentes servicios gracias a la cantidad de analistas existentes a los que podían acceder todo tipo de personas. Pero que quede claro: no se trata de que en Cuba se fomente un consumo analítico similar al argentino (el más alto del mundo), sino que se utilice un sistema parecido o mejor, es decir que el psicoanálisis salga del circuito elitista. Algo no tan difícil de hacer, aunque venciendo los obstáculos que seguramente podrán los sectores tradicionales de la psiquiatría y de la psicología. También aquí se trata de una batalla más a largo plazo.
Quienes estuvimos y organizamos en La Habana los citados Encuentros éramos todos parte de lo que me gusta definir como un psicoanálisis crítico y no domesticado, y no perteneciente a las instituciones analíticas tradicionales ortodoxas Por el contrario, todos propugnamos algo distinto consecuentes con las propuestas alternativas que tuvo su máxima expresión en los movimientos Plataforma y Documento de décadas atrás. Así como en un muy importante movimiento psi que realizó tantas actividades teóricas como prácticas congruentes con sus objetivos. Cuba abrió un inesperado ámbito de replanteo de esas posiciones, que ahora se reabre con la existencia de un inicio de psicoanálisis que, se reitera, no debería repetir los conocidos errores anteriores.
El título “Soñar no cuesta nada” de manera alguna hace referencia a algo imposible o de total ficción, sino algo que se reitera que se considera difícil por las causas apuntadas, tanto del mundo psiquiátrico-psicológico cubano en general, muy penetrado con posturas de origen soviético estalinista de las que se están librando, pero también por lo novedoso de una experiencia analítica diferente. Es cierto que los nuevos analistas cubanos conocen el análisis a través de colegas críticos y de izquierda, pero lo básico de tal conocimiento lo tienen a través de las obras clásicas de Freud y pocos otros: es conocido que disponen de muy escasa bibliografía –les es difícil acceder incluso a textos clásicos, que compran cuando salen al exterior o les llevan amigos- y por tanto saben de una postura alternativa más por comentarios que reciben que por lectura directa. Aunque el sistema de salud cubano tiene sus méritos pse a las consecuencias que le trae la crisis actual, y les sirve como modelo de una forma de actividad diferente. Y además pueden apoyarse en la experiencia de colegas que intentaron realizar una actividad distinta en sus países cuando las condiciones políticas de éstos lo permitieron.
No se trata entonces de un sueño imposible sino todo lo contrario, y sobre el que hay que comenzar a pensar. Sí rompe los esquemas de una praxis tradicional sin duda hegemónica en la mayor parte del mundo, pero también tiene antecedentes importantes que no es posible desdeñar de manera alguna, y que pueden y deben ser la base de un nuevo tipo de ejercicio práctico. Los problemas planteados para su puesta en práctica son producto de una realidad inocultable, pero se sabe que problemas y dificultades siempre habrá, tratándose de ver como pueden resolverse.
Tales son entonces los principales desafíos a los que deben enfrentarse los nuevos analistas cubanos, que si por un lado tienen ante sí una práctica mundial tradicional que no pueden realizar, por el otro reúnen algunas condiciones que deben aprovechar para la formulación de un psicoanálisis no solo adecuado para su país sino que podrá servir para muchos otros.
México, octubre 2007.

[1] Guinsberg, Enrique, “Los Encuentros entre psicoanalistas y “psicólogos marxistas”, en el libro digital Escritos desde un psicoanálisis no domesticado, que puede verse en la sección Biblioteca de este sitio Carta Psicoanalítica.
[2] Guinsberg, E., “Psicoanálisis en Cuba hoy”, revista Subjetividad y Cultura, México, Nº 24, 2006.
[3] En uno de los Encuentros antes citados agradó mucho lo que expuse respecto a la salud mental en el neoliberalismo, pero muy poco, excepto a gente joven, cuando indiqué que en Cuba lo que debería estudiarse son las formas específicas vigentes en ese país