Notas del seminario «El sexo del amo» presentado por J. Allouch en la ciudad de México

Luis Tamayo Pérez

Del 16 al 18 de febrero del año en curso se desarrolló el seminario El sexo del amo en la Casa de la cultura de San Angel de la ciudad de México.

Dicho seminario estuvo dividido en dos secciones: lo expuesto por Jean Allouch y lo presentado respecto al tema por algunos miembros de la elp (école lacanienne de psychanalyse) en México 1. En este trabajo reseñaré solamente aquello que mi escucha pudo aprehender de lo sostenido por J. Allouch con la esperanza de que los otros trabajos presentados puedan ser publicados también en Carta psicoanalítica. 2

La lectura de J. Allouch del Kant con Sade de Lacan

A. El doble fracaso del Kant con Sade

1. Kant con Sade no fue publicado.

Con el Kant con Sade ha ocurrido la misma problemática que se ha presentado con otros escritos de Lacan: el texto de 1966 hizo creer que era posible olvidarse del texto que le dio origen, en este caso, del Kant con Sade publicado en 1963 y que estaba destinado a servir de prólogo a la Filosofía del tocador del Marqués de Sade publicada por elCercle du livre precieux. Tal versión, sin embargo, no aparece en el prólogo a la obra mencionada sino al final, en letras más pequeñas, en la sección de crítica.

Pero Lacan no había elaborado una crítica. El había escrito un prólogo, con las consideraciones y restricciones que un prologuista se autoimpone.

Esta no colocación del texto de Lacan en el lugar para el que fue destinado permite afirmar a J. Allouch que tal obra «no fue publicada».

2. Kant con Sade no fue leído.

Sumada a la problemática anterior, y quizás derivada de ella, ocurrió que el escrito de Lacan fuese «leído» de una manera sesgada.

Al respecto Allouch señala tres malentendidos:

*que el Kant con Sade de Lacan junta a Kant con Sade.

Esto es falso desde dos puntos de vista: desde el extrínseco lo es dado que no fue Lacan quién afirmó la unidad Kant-Sade sino los filósofos Adorno y Horkheimer. Desde el punto de vista intrínseco también es falso pues si bien en el texto, en un primer momento, Lacan enlaza a Kant con Sade lo hace tan sólo para separarlos inmediatamente y luego, incluso, para ir, él mismo, más allá de Sade.

*que el Kant con Sade era el «gran texto» de Lacan sobre la fantasía (fantasme 3) perversa e, incluso, sobre la fantasía en general.

Falso. Basta estudiar con cuidado el matema presente en el texto para percatarse de la falsedad de tal afirmación.

*que el Kant con Sade era un texto sobre el sadismo y, por tanto sobre la perversión. Falso. Ese texto pone más bien en cuestión el concepto de «sadismo», el cual emerge de una vinculación cristiana de la obra y la vida de Sade el cual, dicho sea de paso, era muy poco libertino.

B. La apuesta del Kant con Sade

El objetivo del escrito: acotar la función acordada a la fantasía.

Insistentemente el psicoanálisis se aferra a la «fantasía inconciente» como a su boya salvadora; se considera que la fantasía es algo que regla la vida. Pero el Kant con Sade de Lacan muestra que Sade no era engañado por su fantasía, pues el rigor de su pensamiento pasó a la lógica de su vida. Al señalar en el texto los límites de la concepción de la fantasía, Lacan resalta que el problema que tal noción aborda aún no se encuentra resuelto.

Debido a no tomar en cuenta los cambios textuales entre la versión de 1963 y la de 1966 de Kant con Sade múltiples autores llegaron a conclusiones falsas respecto a este punto. J. A. Miller, B. Basse, C. Millot y M. Tort encuentran al texto de Lacan como destinado a esclarecer sea a la fantasía, sea a la perversión. Pero no es eso lo que pretendía Lacan al escribir su Kant con Sade. Como señala Lacan, asi como A. le Brun en su biografía de Sade titulada Soudain un bloc d’abîme, Sade, lo que más contaba en Sade era la rigurosidad de su pensamiento, un pensamiento ateo y revolucionario que contribuyó a la conformación de la modernidad.

Para estudiar el Kant con Sade de Lacan, Allouch plantea un adoquinado de nueve elementos interdependientes pero no centrados en ninguno de ellos.

C. El adoquinado

Primer adoquín: el acontecimiento Sade

El objeto de estudio del texto de Lacan no es Kant con Sade sino simplemente Sade; un Sade que es antecedente de Freud y Lacan. Kant le sirve a Lacan simplemente para poder hacer pasar la máxima sadiana, la cual es una invención de Lacan. Hacerla pasar por le tamiz kantiano daba honorabilidad a tal máxima.

Segundo adoquín: la máxima

En la versión de 1963 la máxima reza:

«Tengo el derecho de gozar de tu cuerpo, diré yo a quien me plazca y lo ejerceré sin que ningún límite me detenga».

En la de 1966:

«Tengo el derecho de gozar de tu cuerpo, puede decirme cualquiera y lo ejerceré sin que ningún límite me detenga».

La variación entre las dos máximas ocurre debido a que entre a mbas versiones ocurrió la invención del objeto a.

Como puede apreciarse el texto de 1966 posee una índole más lógica que el de 1963. Asimismo en el de 1963 es el atormentador quien habla, mientras que en el de 1966 lo es la víctima.

Por otra parte la formulación «Tengo el derecho» es paradigmática del desinflamiento de la reciprocidad. El atormentador no es recíproco de la víctima. Esta no reciprocidad revela a la máxima sadiana -constituida de la misma pasta que la kantiana- más honesta, pues la kantiana «obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal» 4 hace de la segunda persona un reflexivo del yo. Kant no es tan honesto como Sade.

Tercer adoquín: el objeto sadiano

En el texto sadiano el atormentador es el objeto, el atormentador es el instrumento ¿el instrumento goza? O, incluso, ¿la voz del fenómeno elemental (en la alucinación) goza? Eso no esta excluido. Aunque el psicoanalista no está obligado a asentir tal creencia del psicótico. Hay que señalar, también, que ahí está excluido el placer.

Cuarto adoquín: el placer sadiano

El instrumento, el atormentador, no viene a la experiencia sadiana a ser siervo del placer. No hay razón para afirmar que el atormentador termine siendo siervo del placer, pues recordemos que el placer en Freud es la disminución de la tensión y ello es lo opuesto al goce. Al respecto Lacan escribe: «en el tiempo del goce el placer estaría fuera de juego si la fantasía no interviniese para sostenerlo en la discordia donde sucumbe». Lacan hace valer ahí un saber referencial, donde se muestra que en la fantasía se trata de un deseo timorato, de un deseo de reducción de la tensión erótica (el placer no es el gozar). Es un deseo que comienza ya vencido. Estamos en las antípodas del sadismo (se puede apreciar que el Kant con Sade de Lacan no es un texto sobre el sadismo).

Quinto adoquín: La fantasía sadiana

En el esquema de la página 754 (Escritos II, SXXI, México, 1984) Lacan escribe la experiencia sadiana en tanto focalizada en el desvanecimiento de la víctima, el cual es también el momento en el cual el goce del atormentador se congela en placer.

El atormentador se realiza como sujeto duplicado, a nivel del Otro, retrospectivamente como placer.

Tal esquema excluye la intersubjetividad. Cualquiera que sea el número de participantes en la experiencia sadiana sólo hay un sujeto, un objeto a, una voluntad y un deseo.

No hay guerra entre el atormentador sadiano y su víctima, la víctima de la violación sadiana no puede quejarse porque sólo existe la ley del atormentador. En otro tipo de violación, como la presente en la violencia nazi, puede haber guerra, revancha, maldad infame y no goce, y la víctima (o la «humanidad») puede entonces exigir juicios y obtener reparación.

El matema que escribe el esquema servirá a Lacan para poner de relieve que no es la fantasía la que regula ni el pensamiento ni la vida de Sade. Sade sufrió una psicosis carcelaria en la cual él, en su locura, contaba todo. En sus 30 años de prisión contó cuántas veces se autodsodomizó. Para tal efecto, pedía a su mujer que le consiguiera consoladores cada vez más gruesos. Se autosodomizó 5,650 veces. La psicosis carcelaria de Sade era más bien reaccional, era una consecuencia del encierro.

Volviendo al esquema debemos afirmar que la voluntad en Sade no tiene nada de yoico, no hay elección posible; lo que hay es el sometimiento del atormentador. En el ejercicio de la voluntad, el atormentador sadiano está sometido, debe congelarse en tanto instrumento, realizarse en el nivel del placer.

En el esquema que Lacan plantea en la página 758 (Escritos II, SXXI, México, 1984) se presenta ¼ de vuelta el cual tiene ciertos problemas para funcionar. Al realizar el cuarto de vuelta, el punzón que liga al sujeto y al objeto a se pierde, en su lugar aparece una «V» que refiere a la voluntad pero también a la «vel» (la disyunción: o).

Este matema revela, por ese cuarto de vuelta que el matema de la fantasía sadiana, en un mismo movimiento, hace saltar el punzón y la voluntad se vuelve patológica. El cuarto de giro cifra el affaire (proceso) Sade, en él la fantasía de Sade ya no interviene. Y es ahí donde se encuentra la lección de Lacan con Sade: nos indica hasta dónde cabe poner a funcionar una fantasía y el hecho de que, cuando ésta ya no funciona, tenemos que ver con el real.

Sexto adoquín: El proceso (affaire) Sade

La noción de «sadismo» se construyó por una confusión entre la vida y la obra de Sade, implica, precisamente, una negación del ¼ de giro presente en el segundo esquema. Con su Kant con Sade Lacan estaba rompiendo con la noción tradicional de sadismo… ¿lo sabía Lacan? En su seminario, Allouch apostó a que sí y espera obtener una comprobación posterior de su planteamiento en la lectura del seminario de L’ angoisse de Lacan.

Séptimo adoquín: El objeto, el deseo, la ley

En el segundo esquema la voluntad, «la V», ya no es la racional kantiana sino una patológica, implacable e impotente. En la ética kantiana el deseo no es concebido como «deseo del otro». En Kant el objeto de la ley se pierde, y Lacan correlaciona ese objeto que se pierde al inasible objeto de deseo de Freud. En la ley moral kantiana no queda fuera sólo el sujeto sino también el objeto. Para Lacan eso no se sostiene, considera a la ley moral kantiana como fracasada y se burla de ella al referirla como el «egoísmo de la felicidad».

Y es en tal punto donde ocurre el aporte de Sade. Él cambia el eje de la ética al colocar, en vez del derecho al placer, el derecho al goce.

Octavo adoquín: La obra de Sade

El matema expresado en los esquemas antes referidos permite a Lacan situar a la obra de Sade ya no como una expresión de su fantasía. Si hay alguna enseñanza que Sade nos pueda brindar, ella se encuentra en sus problemas familiares, sociales y políticos. Cuando Lacan hace el inventario de la obra de Sade el balance no es muy halagador: «Hay demasiados sermones, las historias son grises, hay demasiados elementos poco desarrollados, y situaciones forzadas…». Para Lacan lo valioso de Sade se encuentra mas bien en su vida.

Noveno adoquín: Los límites de Sade

A diferencia de lo planteado por M. Blanchot en su estudio sobre Sade, Lacan sostiene que la vida de Sade no sigue la lógica de la maldad; que por no haber podido colocar la maldad en el lugar del Otro no pudo «tachar» al Otro. Sade habría tenido que hacer un esfuerzo para ser verdaderamente sadiano, su deseo se quedó corto dado que aún pretendía actuar conforme a una ley.

Pero de esta falta de Sade Lacan no discurre en su escrito, con lo cual se reafirma la tesis de que el Kant con Sade de Lacan no es un tratado sobre el deseo, uno que versase sobre la fantasía (fantasme) sadiana o preversa.

Para concluír, Allouch deriva la lección de Kant con Sade para los psicoanalistas: «saber situar, en un estudio monográfico, la intervención de la fantasía en tanto esa intervención crea un límite. Y más allá de ese límite, donde la fantasía no interviene más, con lo que tenemos que ver es con el real del sujeto.»

Ciudad de México, 16 de marzo del 2001.

Notas

1 Ello se realizó en tres mesas, en la primera se discurrió sobre la obra de P. Quignard y realizaron presentaciones Josafat Cuevas y Rodolfo Marcos-Turnbull. Al final de la misma Lucía Rangel presentó un comentario al «Estadio del espejo revisitado» de J. Allouch. En la segunda mesa Beatriz Aguad y Gloria Leff discurrieron sobre la obra de D. Halperin y, al final, Patricia Garrido comentó la «Introducción al sexo de amo» de J. Allouch. En la última mesa, que giró alrededor de la obra de L. Bersani, intervinieron Juana Inés Ayala y Susana Bercovich. Al final de dicha mesa Marcelo Pasternac intervino sobre «La intensificación del placer (Foucault) es un ‘plus de goce’ (Lacan)» de J. Allouch.

2 Ya escrita esta crónica, me he enterado de que ya esta prevista la publicación de dichos trabajos en el número 4 de la revista Me cayó el veinte.

3 En este ensayo se traducirá de esta forma el vocablo fantasme.

4 Kant. Crítica de la razón práctica. Porrúa, México, 1983, p. 112.