La vuelta a los clásicos

 José Eduardo Tappan Merino

Son varios los autores que pretenden destacar un problema que consideran grave: el ser humano que conocemos está desapareciendo, no es una broma ni tampoco una actitud alarmista, hoy en día un gran número de académicos e intelectuales se han expresado así, entre todos ellos, distinguimos dos voces que son las que más alto han dirigido su grito de inconformidad: el sociólogo y politólogo italiano Giovanni Sartori[1] y el sociólogo y filósofo francés Gilles Lipovetsky[2]. El estado de alarma actual fue vislumbrado con anterioridad por diversos autores, que en su periodo fueron acusados de exagerar las cosas.
Pero dirijamos nuestra atención a los aspectos modernos de esta conflictiva. El primer fenómeno que quiso denunciarse era la relevancia adquirida por los medios de comunicación masiva, en especial la televisión, que irrumpían en las viviendas —que eran el único lugar que nos ofrecía un resguardo y privacidad—. Hoy en día, muchas casas tienen incluso varios aparatos de televisión y los temas de conversación más recurrentes entre la familia son los programas y los personajes que allí aparecen. Estos protagonistas alcanzan una fama increíble que, en nuestra sociedad, se puede convertir en prestigio, poder político y económico, entre muchas otras posibilidades. Otro fenómeno social que comenzaba a mostrar un rostro mortífero era lo que llamaban entonces la naciente cultura y sociedad de consumo, revelaban que las formas de vida y los valores sociales, constituidos a lo largo de varias generaciones, se estaban transformando rápidamente. Esto era debido a la creación de nuevas necesidades orientadas al consumo de bienes suntuarios y mercancías cuya vida era muy breve, y que empujan a la continua sustitución por los nuevos modelos. Dentro de este esquema, en particular, las ropas exponían de manera explícita sus marcas, y son esas referencias (marcas) las que comenzaban a transformarse en emblemas del fracaso o éxito social. Hoy, lo descrito en las líneas anteriores, representa lo cotidiano, ya son varias las generaciones que han sido impactadas por estos fenómenos.
Los procesos de globalización, comprendidos como la estandarización de mercados, son la otra gran deformidad que ha influido en la cultura de manera determinante, con efectos colonialistas. Este mercado global prefiere colocar un producto primero a nivel internacional y después a nivel nacional. Se trata de una estrategia eficiente que busca modificar el mercado regionalizado cambiando sus demandas culturales particulares. De todas maneras, no debemos descuidar lo que la telefonía celular, las computadoras personales y la internet han contribuido para desdibujar el rostro social y cultural que conocíamos. En la actualidad, hablar en un contexto Occidental de cultura de consumo es redundante ya que la cultura hegemónica se encuentra apuntalada por la fuerza del consumismo. Como tampoco podemos hablar de necesidades creadas, ya que en realidad son éstas las que nos gobiernan. Sin embargo, se impone una pregunta ¿cuáles han sido las consecuencias sociales y culturales de estos cambios dramáticos en nuestra forma de vida? Y, exactamente, eso es de lo que trata esta ponencia, sumándome al grito desesperado por la denuncia de la destrucción del “viejo” pacto humano, que se desarrolló alrededor del fuego y del logos; es la palabra que se encuentra eclipsada, desapareciendo, que ha dado lugar al homo videns como el que propone el politólogo italiano Sartori.
El problema rebasa el orden de la cultura para entrar de modo directo en lo que podríamos llamar crisis del proceso civilizatorio occidental, se perfila como una característica que separa al homo sapiens del homo insapiens. El homo insapiens (necio, compulsivo, impulsivo, orgullosamente ignorante, hombre-masa) siempre ha existido pero, ahora resulta el modelo, esa es la novedad; siempre del lado del confort, de las facilitaciones. A esta vida aspiran los jóvenes quienes mantienen ligas sociales pobres por las avenidas de la alta tecnología. Conceptos como solidaridad, amistad y amor son remplazados por competencia, individualidad, uso sexual, etc. Esto es un verdadero culto a lo desechable. Una reorganización ontológica del hombre debido a la resemantización del mundo que conlleva necesariamente cambios profundos en las relaciones sociales.
Aunque siempre han existido los pobres de mente y de espíritu, ahora se multiplican, se exaltan, pues como se idealiza esa manera de durar que carece de cuestionamientos, la cual supone que la felicidad se encuentra al seguir las coordenadas que establece la sociedad de consumo, sobre todo las modas. La sociedad poco a poco termina por legitimar estos nuevos parámetros culturales. Antes, los modelos se establecían a partir del intento de copiar la vida de las clases hegemónicas. En cambio, ahora, las culturas subalternas son el ideal ya no las hegemónicas, se busca en particular lo que es fácil de vender. En general, ya no se codicia el capital cultural de las clases hegemónicas sino simplemente su poder adquisitivo, únicamente su poder de compra.
La tesis de fondo de la presente ponencia es que un hombre que pierde la capacidad de abstracción se transforma en un ser incapaz para sostener y alimentar el mundo y las instituciones construidas por el homo sapiens. Numerosas civilizaciones han desaparecido sin dejar huella, el hombre occidental ha superado innumerables caídas. Sin embargo, a la luz de los teóricos este homo sapiens era el resultado de la lucha dialéctica entre las fuerzas constitutivas del Eros y Tanatos, del combate entre lo salvaje y toda forma de lo arcaico contra lo social y cultural. Estas pugnas hoy se trasladan desde el orden del logos en la poiesis (creación) hacia la porne(abuso y destrucción). El homo insapiens no se enfrenta a lo pornográfico, no lo vive como su opuesto, ni lo concibe su enemigo. Antes bien, teje ligas con la pornografía para generar un nuevo ser en el mundo a partir de lo salvaje, lo incivil, el abuso y la destrucción, etc., así éstos representan los opuestos reales del homo sapiens. Paradójicamente, en el homo insapiens aparece una condición de domesticación, de moral del rebaño, de estar sin ser, de permanecer en el mundo sin mayores complejidades existenciales, haciendo de la frivolidad la moneda de intercambio social.
Algo es pornográfico porque refiere a un abuso, algo arrancado del territorio de eros, del filos y de la poiesis; así, lo pornográfico implica lo banal, lo trivial, la forma descarnada del contenido, lo que ha sido desmetaforizado. Sin embargo, no es metonímico, lo que se encuentra en el registro únicamente del semblante, de la apariencia. Algo semejante como cuando el cadáver es sólo una excrescencia; no un cuerpo que apele a nuestros sentimientos; la cópula sexual vivida como inercia, como compulsión alejada del afecto, de la pasión.
El querer sepulta al deseo en un frenético consumismo a fin de sobrevivir de una manera “sana” y adaptada a los estándares y arquetipos de la cultura de consumo. Esta manera alienada de vivir con lo desechable, sin construir lazos sentimentales con los objetos ya que pronto serán remplazados por los nuevos modelos. Que establece una primacía de la intensidad de alguna emoción en detrimento de su calidad; de la acción como puro arrebato sin concertación con la imposibilidad para detenerse. Esta alienación dificulta el discernimiento pues mantiene juicios poco o nada reflexivos, con una falta de perspectivas personales y ligas sociales endebles, donde las personas y las relaciones son prescindibles: todo esto es vivir de modo pornográfico. Estamos frente a algo mucho más complejo que un simple fenómeno cultural, estamos hablando de un hombre nuevo, un personaje inédito para la historia, ¡vivir la vida tal como se muestra en los programas de televisión! Se trata de nuevos estereotipos, recipientes imaginarios incapaces de contener y dar forma al viejo orden simbólico. Ellos son los estudiantes que hoy ingresan en las escuelas.
Como profesores es ineludible preguntarnos sobre las necesidades sociales, y la manera en que nuestra práctica profesional puede atenderlas. Ante esta problemática, elaboremos diagnósticos de cada situación para explicar la coyuntura histórica en la que nos encontramos. De todas maneras, existen infinidad de estudios, muchos de ellos son análisis muy valiosos, simplemente hay que leerlos. Es un inmenso caudal de saber que ofrece un conjunto de directrices que nos ayudarán a la actividad docente para enfrentar estos problemas; con los recursos y herramientas disponibles desde esa larga tradición de grandes pensadores. No se trata de un enfoque moderno, ni posmoderno, sino de acudir a los clásicos, subirnos de nuevo en sus hombros. Ya que han sido los gigantes de todos los tiempos, quienes se han atrevido a emplear el tiempo para pensar y resolver infinidad de problemáticas, cuyas fuentes han atravesado a los seres humanos a lo largo de la historia. También son quienes han sugerido soluciones claras y directas. Por ello, es necesario como un remedio como una medicina: el abrir el diálogo con una rica tradición y recuperar el talento tanto de los clásicos como de la historia.
La sociedad de consumo ha impactado el ámbito académico, de investigación y educativo cuyo devastador efecto ha sido generarnos la falsa idea, de que hoy en día nuestros conocimientos son efecto de un progreso y cambio tan acelerado que hacen caducos los descubrimientos de los pensadores en un periodo de cinco a diez años. ¡Nada es tan falso como eso! Se cae en un simplismo y consumismo ramplón. Los autores clásicos lo son porque dan cuenta de la condición humana. La ideología sostenida en la cultura de consumo tiende a confundirnos entre la calidad y la cantidad, además de incluir una cultura de lo desechable, aun en el mundo de la ideas. Lo caro siempre será mejor que lo barato, y propone que lo moderno y lo novedoso será necesariamente superior a lo antiguo. Nos invita a deshacernos de costumbres y tradiciones. En suma, dirijámonos con determinación a los autores que hoy consideramos clásicos.
Vayamos directamente al motivo de la presente ponencia: tiene que ver con las complicidades que como profesionales de la educación tenemos en la participación y agravamiento de los problemas expuestos. En general, han sido señalados, primero, sobre la nula introducción de valores en los jóvenes. Segundo, cuando se nos apunta como colaboradores de la sociedad de consumo al no orientar correctamente a los alumnos. Tercero, cuando se nos muestran los bajos rendimientos escolares. Como consecuencia de lo anterior, intentamos eludir nuestra responsabilidad y buscamos distraer a nuestros críticos, desviando su atención a fin de que la dirijan sobre otros fenómenos. De todas maneras, sabemos que las propuestas pedagógicas son tan variadas como expectativas sociales existen, así como también cambian con la moda lo que pudiera esperarse de una persona bien educada y bien informada.
Así, pongo un especial énfasis en el conjunto de fenómenos extra pedagógicos que intervienen en la labor docente, que la facilitan o dificultan como son: el carácter del profesor, su tolerancia, su capacidad empática frente al grupo, su sensibilidad, su humor, su forma de vivir la vida, su pasión por el conocimiento, aquello que podríamos llamar el legado del homo sapiens, etc. Aun cuando suponemos que estas características son importantes, los profesores no las abordan de manera directa necesariamente. En general, en la práctica profesional se quiere trasladar la responsabilidad de la eficacia educativa a los métodos y a las técnicas, a fin de que los maestros aparezcan sin ninguna responsabilidad frente a los problemas, ¡situación cómoda! Pero cuando se plantea el asunto del lado de la creatividad del maestro, su responsabilidad no puede evitarse.
Las distintas teorías y técnicas pedagógicas no tocan estos fenómenos, antes bien, se dirigen de modo exclusivo a las metodologías y a las técnicas, generan una visión instrumental de la operación educativa, casi nunca se dirigen a las personas y mucho menos a los profesores. En general, representan propuestas que ignoran la figura de los profesores, sin tener en cuenta sus frustraciones, sus malestares, sus deseos y sus capacidades. Estas teorías pedagógicas proponen que se puede mejorar “el desempeño escolar” con la condición de seguir de modo ciego un manual de procedimiento, un conjunto de instrucciones precisas, que aceptan un buen número de consejos del todo artificiales y sobre todo descontextualizados.
Por esto, centro mi interés en algunos de los fenómenos constitutivos de la condición humana, y en el pacto que conduce a la cultura y a la organización social. Por lo demás, si distinguimos los dos actores que participan en el proceso de enseñanza-aprendizaje, primero, el profesor que desempeña un papel destacado al construir las condiciones que faciliten o impidan dicho proceso, y, segundo, el alumno que por lo general sufre un desencanto o actúa simplemente como un “burócrata pasa materias”. Por lo que el profesor debe saber dirigir sus esfuerzos hacia lo esencial para el alumno, diríamos: promover el logos. Y, para el profesor, problematizar su propio lugar, o sea, identifiquemos que su práctica debe orientarse dentro de tres pares de coordenadas: eros-tanatos, filos-fobos y porne-poiesis. Bajo claras reglas del juego que diferencien: el pensar y el intelectualizar.
Para sorpresa de los fervientes admiradores de los autores contemporáneos, todo esto se encuentra en los clásicos. El culto a la actualización siempre pierde de vista que “el hombre siempre quiere decir algo nuevo, como si el mundo estuviera acabadito de hacer y el hombre nunca hubiera tenido tiempo de pensar”. La compleja naturaleza humana y su devenir ha sido el tema de muchos de los pensadores más importantes de todos los tiempos. Por ello, como decíamos, hay que subirse en los hombros de los gigantes para llegar más lejos y ver desde más alto. No confundamos que los autores contemporáneos por fuerza son más hondos y complejos que los clásicos, ésta es una idea efecto de la sociedad de consumo, que apuesta de forma compulsiva a remplazar lo viejo por lo nuevo, como si en la novedad se encontrara condensado y superado lo anterior, no sólo resulta simplista sino también falso.
Esta ponencia se encuentra dirigida únicamente para aquellos profesores que busquen generar en los alumnos un deseo auténtico por el conocimiento y por mejorarles sus condiciones de existencia, afectarlos por el afecto que podamos desplegar. Sartori propone denominar homo videns a todo el que carece de proyecto y de lazo social que le uniría con el logos, o sea, con la posibilidad de hablar y de pensar las cosas. Entonces si no hay logos, estamos en el reinado de la imagen, de lo que podríamos llamar los reptiles o de los mamíferos inferiores. Con alguna semejanza al homo videns, los miembros de una sociedad de gorilas reconocen a su líder (macho) gracias a características físicas que éste posee, a las características empíricas, que pueden distinguirse a simple vista.
Sartori opina que el elemento para dar cuenta de esta crisis en lo que ha sido nuestro proyecto civilizatorio está aunado con la televisión y la cultura de consumo. Asimismo afirma que, frente a la dificultad de ser a partir del diálogo con puntos de vista sostenidos mediante argumentos, sin ninguna clase de pirotecnia elocuente. Es la inclinación por las modas que le facilitan al individuo la tarea de clasificar y de encontrar referencias a partir de marcadores o de indicadores empíricos de su nivel socioeconómico, medidos por su capacidad de compra, por lo que exhiben una imagen estereotipada. En cambio, las marcas en la época de logos no eran tan importantes, ya que quien interesaba era el ser humano. La persona valía dentro de un acuerdo social, y obtenía aprecio por su historia, por su prestigio, por su capacidad de sostener un diálogo o una discusión. Hoy lo importante se traslada a la imagen, al parecer, exhibir una camisa con una marca de prestigio, de tal suerte que sólo sea la imagen, estereotipando ideales y formas de vida, que se busca proyectar a cada uno de los otros.
Así podemos diferenciar entre sectores y grupos, en tanto se crean prototipos y arquetipos que se distingan fácilmente. Eres un chico Armani, eres un chico Carrera; así las marcas asignan y representan al supuesto usuario de la marca. Los sociólogos enfrentaron una crisis paradigmática en los años sesenta para dar cuenta de las nuevas tendencias de la sociedad, por desconocer los efectos de la sociedad de consumo sobre las personas. Obviamente, en este milenio ya podemos conocer con cabalidad lo que serían los efectos de lo que estamos viviendo que llamó Fukuyama[3] “El fin de la historia”, pues se ubicaban nuestras referencias ideológicas, nuestras utopías, en una dirección y en una meta para ser mejores a fin de combatir la injusticia y la pobreza que, de hecho, coincide con una de las características que han querido articular al concepto de posmodernidad. Se trata de un periodo en el que las certezas construidas a lo largo de la historia nos daban la ilusión de explicar el mundo. En realidad nos llevaron en la dirección equivocada. Lo cierto es que la crítica de Fukuyama mostró la fantasía proyectada sobre nuestros análisis que distorsionaban una realidad, a fin de vivir en los espejismos que creábamos sin darnos cuenta de ello, vivíamos verificando nuestras propias alucinaciones.
Pero recordemos el fenómeno de la unificación de mercados a partir de la estandarización del consumo mundial en un gran proceso llamado globalización, que aporta grandes beneficios pero también acusa varios problemas. Por ejemplo, en la industria discográfica no apoyará a una minoría de aficionados locales; buscará grupos que pueden venderse en Chiapas, Veracruz, Monterrey en Centroamérica y Suramérica. Así, proscriben elementos culturales fuertemente arraigados en las comunidades, en sus formas de ser; estarán sometidos a una apuesta diferente que transforma sus formas de vida, como efecto de la apuesta cultural implicada en la escucha de este tipo de música globalizada y de sus comportamientos asociados.
Estamos hablando de algo que ustedes pueden constatar en los noticieros deportivos, en donde cada vez adquieren mayor relevancia cubrir “los deportes” de alto riesgo, compuestos de simples actividades porque en estricto sentido no son un deporte. Transmiten actividades donde la gente arriesga su vida. Los llaman de ese modo, ya que frente al vacío y la vacuidad de una existencia sin mayor sentido, la adrenalina llena esos huecos de una vida acelerada.
Algunos programas de TV son el más alto monumento a la descomposición social, en particular por la calidad de su programación, en la que se presenta entre otras cosas abominables, por ejemplo: —a unos muchachos que azuzan a otro para tomar un carbón al rojo vivo, mientras lo filman para la TV, otro que mete la mano en una pulidora de pisos, al mismo tiempo que se escuchan las risas de sus “amigos” que tienen la cámara para grabar ese testimonio; o bien, en un zoológico se introducen en la jaula de algún animal peligroso para luego salir corriendo. Muestran también a unos tipos sentados en una cubeta con cohetes encendidos, a fin de ver qué pasa con la explosión. Todo como si fuera gracioso, como si lastimarse públicamente fuera un espectáculo. Eso exhibe la crisis del proyecto de civilización que conocemos, éstos son síntomas claros de la vacuidad, que renuncia a la calidad de la experiencia por la estridencia de la misma. “En el mercado, la invocación subyacente es: consumir, agotar y consumir de nuevo. La destrucción material es sólo un tipo de desperdicio palpable que celebra la cultura de consumo. La publicidad proporciona un espectáculo perpetuo de otra variante del tema; el «mensaje comercial» representa en sí mismo la normalización de esta idea de consumir vinculada a la destrucción, en un sentido pesimista es señalada en los´30 por Walter Benjamin quien advirtió que la «autoenajenación» de la humanidad «ha alcanzado tal grado que puede experimentar su propia destrucción como un placer estético de primer orden».”[4]
Desde el punto de vista del acuerdo civilizatorio, que solía regir las relaciones, había un conjunto de rituales que podríamos llamar prácticas icónicas, cuya importancia representaba a un grupo; por ejemplo, el cortejo, la amistad, la solidaridad, entre otros acuerdos. Hoy frente al sentido de vacuidad generalizada, frente a la transformación del deseo en necesidad, con la claridad de que únicamente se puede ser alguien a partir de caber en un sistema de referencias e índices de éxito. En una sociedad donde todo es anónimo con la certeza de que sólo es posible existir en un mundo lleno de prisas, de estrés, se buscan medios muy inmediatos y triviales, por lo cual, el pacto amoroso se ha tergiversado del todo. Hoy es verdaderamente excepcional en los contextos urbanos que la persona que tiene 20 años apueste a un concepto de pareja. El concepto de pareja y compañero desaparece a fin de entrar al mundo del consumo donde todo es momentáneo, esto es, hacia prácticas de lo desechable. El reemplazo del modelo viejo por el nuevo comandan las formas de relaciones de pareja.
Hoy sabemos que el futuro no va a ser mejor. Antes podíamos pensar que en el futuro las cosas iban a ser mejores. Hoy tenemos la certeza de que las cosas llegan a ser peores; sabemos que la sobrepoblación es un fenómeno exponencial, sabemos que las macrociudades se están convirtiendo en megaciudades. Sabemos del hacinamiento que se vive en los nuevos departamentos, pues son cada día más pequeños. Y las ciudades son cada día más inseguras e inhóspitas; en este sentido, necesitamos un ethos, un espacio vital para sentirse cómodos sin estresarse, el cual los urbanistas eluden al igual que el mercado —que tampoco ofrece ninguna alternativa—. La delincuencia y el narcotráfico están ganando la guerra. Las condiciones que se viven en las ciudades representan un lugar inadecuado para la vida, alteran todo tipo de acuerdos. Nuestros lazos se ven amenazados, vivimos todo el tiempo en una agresión inmensa con la certidumbre de que el futuro es incierto.
Pero regresemos al motivo de la ponencia, la ilustración nos trajo la ilusión de que la educación era la clave para mejorar nuestras formas de vida, que era aquello que podría separarnos de la barbarie, que nos hacia entender que quienes ignoraban “los altos productos de la cultura” tendían a formas arcaicas o brutales. Sin embargo, los movimientos nacionalistas, en especial el Nacional Socialismo, han mostrado que pueblos muy educados en esos parámetros son capaces de las mayores atrocidades conocidas por la historia de la humanidad. Mostró como las elites culturales, las universidades y los maestros de los diferentes niveles de instrucción escolar se transformaron en esos bárbaros que, supuestamente, despreciaban. Mostró que los educadores se hicieron cómplices de una ideología uniforme y cruel pues eliminaban las diferencias; arremetieron contra las distintas maneras de ver un problema y contra la dignidad humana. Se hicieron cómplices de programas educativos creados por el gobierno racista y discriminatorio.
Quizá uno de los secretos para comprender esto, sea analizar el abuso en esas formas educativas en el sentido de: concebir la disciplina como valor en sí mismo y fomentar la obediencia así sin más. Permitir una obediencia a cualquier autoridad sin impulsar un pensamiento crítico, una propuesta creativa e imaginativa; esto es, la posibilidad de tener puntos de vista diferentes. Es muy peligroso cuando algún grupo cree representar y defender lo que suponen son los más altos ideales de la humanidad, y que éstos se encuentran alejados de nuestros sentimientos más íntimos, como el de solidaridad, amor, tristeza, culpa, miedo, compasión, etc. Con lo que se puede observar que la labor del docente no es únicamente de la instrucción, sino que aspira a ser algo más: un formador a partir de la diferencia, de la posibilidades de disentir, de aprender a argumentar, de ver que la vida ofrece distintas opciones que pueden transformarse en posibilidades reales para cada uno de los alumnos. Tras la educación recibida, una opción distinta a la que le ofrecía su horizonte cultural. A fin de que en cualquiera de sus elecciones entre en juego el deseo de los estudiantes, sus ganas de apostar en una dirección determinada.
Esta es una de las razones por las que el psicoanálisis no cree en las técnicas reeducativas, el nivel en el que opera la educación no actúa sobre la condición humana, ya que le parece que es necesario cavar más hondo, hasta los mismos mecanismos inconscientes que se encuentran en la base de nuestras determinaciones. Únicamente modificando esos operadores cardinales podremos salir de los automatismos; poco puede hacerse desde la conciencia. El hombre nuevo que podía producirse a partir de programas educativos integrados como lo soñaron Hitler y Stalin arribó, como sabemos, en el fracaso más estruendoso. Hay que advertirse de los errores, de los equívocos de la historia en la cual los maestros han abusado de su poder; sin respetar ningún acuerdo, sin apelar a un logos, ni muestran su vida ni su creatividad ni mucho menos amor por lo que hacen.
El maestro portador del veneno, de la subversión, de la enseñanza de la vida mediante la cual se adquieran elementos para el análisis, donde se busque documentar cada idea, cada posición tras lo cual se despertará en los alumnos la constitución de un criterio propio para que no obedezcan el llamado de la manada. Esta forma en que se presenta el maestro es propiamente la vieja forma del “magíster”, o sea, un mago que atrapa la atención, genera curiosidad y deseo de conocimiento.
En cambio, cuando sólo de buscan mejoras económicas, en particular, fue la causa del fracaso al proyecto cardenista que imaginó al maestro como agente del cambio, el representante de la comunidad del pueblo para defender y mejorar a sus pobladores. La historia nos muestra que fueron ellos los que se transformaron en caciques y aprovecharon sus privilegios para consolidarse en el poder. Esto era facilitado por la transformación del papel del maestro en una operación de programas que miden sus éxitos y sus fracasos en criterios esencialmente cuantitativos, ver y actuar en el mundo quedaba sepultado por la burocracia. El maestro se ha convertido también en una persona sin pasión ni vocación por la enseñanza. Mientras su opción por el magisterio fuera debido a razones económicas, es decir, resolver sus problemas de sobrevivencia y generarse una vida distinta a la del campesino o el obrero, como una posibilidad para escalar en los sistemas de clase, una mejor opción laboral frente a las otras posibilidades.
Con la finalidad de señalar como el lugar del maestro permite que la información y los datos sean abordados a partir de su experiencia de vida, tras su propia lectura. Es la parte erótica del proceso de transmisión del conocimiento en donde el maestro teje los conocimientos, y mediante esta acción agrega su singular experiencia, su punto de vista y eso es más que datos. Si lo que se busca es la transmisión sólo de los datos, el maestro estará realizando una labor pornográfica. Me sorprenden los maestros cuando dicen que no hay como hacer que a los muchachos les entusiasme estudiar. Entonces uno pregunta: “¿A ti te entusiasma enseñar?” “¿tienes amor por el conocimiento?”.
El entusiasmo es como el bostezo, contagioso; si yo bostezo ustedes empiezan a bostezar y lo mismo sucede con el pacto al eros. Si el maestro pacta con el eros, si está felizmente en esta tarea de transmisión del conocimiento, sólo ahí es posible que el estudiante establezca un vínculo alrededor de la visión amorosa hacia la vida y el amor al saber. O sea, el eros alrededor de su conocimiento. A condición de que los maestros construyan esta serie de redes para encontrar una calidad erótica en su conocimiento, a eros como el principio de vida, que podremos entonces edificar un eje de coordenadas dentro del acuerdo de lo que conocemos como un discurso amoroso, emocionante y apasionado.
El maestro dejará de ser un simple portador o recipiente de información para convertirse en una persona; de lo contrario, sería lo mismo que estar frente a una pantalla de computación. Incluso debe representarse más allá de una persona, (persona – máscara), mucho más allá, un ser humano que está pensando lo que dice, quien muestra una posición pero permite otras. Que disfruta lo que hace; donde todo su proceso de información le estará atravesando su vida. Así que lo que transmitirá a sus alumnos sobre todo serán esas experiencias de vida. Desde luego, es una tarea dialógica, ningún maestro tiene la capacidad de hacerlo solo. Sócrates nos enseñó a inmiscuir el diálogo de modo continuo, ya sea con los colegas, con los compañeros, mediante las asesorías con los alumnos, con los textos, motivado por la curiosidad, por el deseo de aprender.
Es importante pensar que el alumno no es un recipiente dispuesto a ser llenado, no es un cuaderno en donde le vamos a dictar lo que debe escribir. El alumno sufre ansiedades, miedos; además pregunta y se encuentra aprendiendo sobre la vida. Cuando los alumnos se van creando necesidades que están orientadas hacia el consumo, mediante las cuales, él será la víctima que deviene como un Hommo videns. Quiero decirles que se publican reportes en distintos países que muestran muchachos seriamente lastimados porque sus padres no les pudieron comprar tenis de una determinada marca de moda. Ya que el no portarlos les estigmatiza dentro de su ambiente escolar, que genera dificultades para interactuar con otros chicos.
Entonces hay que hacernos cargo de que, tanto los estudiantes como los maestros padecen miedos y ansiedades. Es necesario discutir sobre las metas: ¿hacia dónde vas?, ¿qué quieres?, ¿por qué buscas lo que buscas? Esto es muy importante porque oímos mucho por los pasillos de que los estudiantes son cada vez más irresponsables. La pregunta al maestro es: ¿tú le das posibilidad de que sean responsables? Cómo abordar la irresponsabilidad de los alumnos; en particular, si los maestros construyen un sistema de compromiso a partir del cual los alumnos puedan responsabilizarse o no. Se sorprenderán al constatar que no es tan difícil que los muchachos se responsabilicen. Y, a partir de ahí, caminar con ellos.
La educación es mucho más que esta actitud abusiva de “informar”, la educación no tiene que ver con informar o capacitar, sino mostrar proyectos de vida alternativos pero, ¿cuáles son estos proyectos de vida alternativos? Aquellos que van construyendo los diferentes maestros. Un muchacho tendrá la ventaja de distinguir diferentes apuestas sobre las diferentes formas de vida de cada uno de los profesores que le ofrece su formación académica. Será significativo un diálogo entre las apuestas de los maestros y las de los alumnos.
Por otra parte, si pensamos en particular ¿qué fue necesario para salir de la esclavitud?, ustedes pueden revisar la historia y se darán cuenta de que los procesos necesarios para quienes lograron salir de la esclavitud fueron a partir de la experiencia. Un esclavo no fantasea con ser libre porque no conoce el logos, carece de la palabra libertad, simplemente, no se le ocurre. Se supone ontológicamente esclavo. Así, la libertad por fuerza se construye desde fuera; es un logos que se introduce, se incluye. La libertad comenzó con un maestro que se llamó Espartaco, quien sacó a los esclavos romanos de esa condición. Pero, ¿por qué el esclavo Espartaco fue tan perspicaz, y se imagino el concepto de libertad? Porque Espartaco no era un esclavo, sino que fue esclavizado. Tras su condición de hombre libre, luego esclavizado, tuvo la oportunidad de saber lo que significaba la diferencia entre ser esclavo y estar esclavizado.
La mayoría de los maestros tenemos esta convicción, somos personas que hemos luchado en el mercado laboral; nos hemos expuesto ante diferentes circunstancias. De alguna manera, tenemos una idea de las dificultades que se atraviesan cuando se está en el ámbito profesional. Estas son experiencias de vida únicas para los estudiantes. Ciertamente, de eso estamos hablando, de que en el sentido del eros, nos encontramos con esa experiencia degustada. No encontramos con el conocimiento más allá de la información que deviene sabiduría; esto es, un saber que ha sido saboreado y que a fin de cuentas nos da la pauta para eludir el cúmulo de datos sin el sabor de cada una de nuestras experiencias. La sabiduría es casi inevitable cuando hay un pacto con eros.
En la actualidad se intenta ignorar este hecho fundamental, el lugar del maestro en la educación, pues se ha trasladado la problemática a un asunto de métodos y teorías. Prácticamente, los profesores se transmutarán en gestores poco a poco, en operadores que son capacitados en las técnicas adecuadas para implementarlos. La información con la que cuentan los maestros es la mínima indispensable para desplegar un conocimiento específico, a fin de enseñar una pequeña parte del todo; se trata de una fragmentación del conocimiento, los especialistas en la parte. Se quiere fomentar la idea de profesionales anónimos que buscan como mayor propósito ser más eficientes. Los maestros como hombres como seres humanos se disuelven en una mar de burocracia oficial, sindical, de la meritocracia que les mecaniza poco a poco. Como si su única y mayor aspiración fuera mantener su puesto, un nombramiento.
Lo que nos lleva a preguntarnos, ¿el maestro es una especie en extinción? Eliminarlo es la tendencia general, al transformarlo en un operador que deberá seguir paso a paso un método de manera mecánica; también se cree reemplazar al maestro con la internet y los sistemas de educación a distancia, para suponer que la cercanía y el contacto con las personas carece de sentido en la dinámica educativa. Sin embargo, para aquellos que deseen luchar contra la corriente de la historia, y que opten por dejarse tocar por la vida y por el sentido crítico para transformar hondamente su existencia. Y, por lo tanto, su praxis magisterial, existe alguna oportunidad pero únicamente luchando contra las tendencias.
Freud, Sigmund, “EL malestar en la cultura” en Obras completas, Vol. XXI, Buenos Aires, Amorrortu 1979.
Sartori, Giovanni, Homo Videns, la sociedad teledirigida, Madrid, Taurus, 1998.
Lipovetsky, Gilles, La era del Vacío, Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Barcelona, Anagrama 2003;
———El imperio de lo efímero La moda y sus destinos en las sociedades modernas, Barcelona, Anagrama 2004;
———el lujo eterno. La era de lo sagrado al tiempo de las marcas, Barcelona, Anagrama 2004.
Fukuyama, Francis, El fin de la historia y el último hombre, Barcelona, Editorial Planeta 1992.
Tappan Merino, José Eduardo, Una oscura claridad. Ensayos sobre psicoanálisis, México, Escuela Libre de Psicología 2007. (Colección Gradiva)
http://www.etica.org.ar/wortman.htm

[2] . Como Halperin no duda en nombrarlo, en David Halperin, Saint Foucault, Toward a Gay Hagiography, Nueva York/Oxford, Oxford University Press, 1995. Título irónico que implica una práctica contradiscursiva y un modo de ejercitar el discurso en el sentido inverso al establecido. Este autor nos hace ver cómo es que Foucault forja su teoría crítica frente a todas aquellas perspectivas de fabricar una teoría de la sexualidad. Teoría crítica que forma parte de una tentativa estratégica más basta para escapar a esas teorías que pretenden dar con la verdad de la sexualidad. Se trata –nos dice- de desnaturalizar y desrealizar (desubstancializar) la sexualidad con el propósito de impedir servir de fundamento positivo de una teoría de la sexualidad, de impedirle responder a las exigencias funcionales del discurso que debe producir su verdad. Tentativa de destruir la circularidad establecida entre verdad, sexualidad y poder, como esfuerzo por arrancar la sexualidad de las manos de los expertos, y así formar una fuente donde incitar una serie de contra-prácticas para la investigación y la política.
[3] Inserto aquí una nota virulenta que apareció en el texto de Jean Allouch Erotologia de Pasaje (página, 171) y que él mismo nos índica se encuentra en la introducción de Amy Richlin a su Garden of priapus, sexuality and agresión in Roma humor, Oxford, Oxford university press, 1992: Allí se declara que Foucault no cree en la existencia de la sexualidad antes del siglo XIX, que confunde los mundo helenísticos y romanos, que tiene una posición ascética en cuestión del sexo, que es constructivista (opuesto al esencialismo de la autora según el cual hay una esencia femenina) que perjudica a las mujeres, que lleva a la ética a un punto muerto, que es espectador y no partidario, que olvida la experiencia del penetrado (Kinaidos) que mezcla el oprimido y el opresor en una idea casi sadeana, en resumen, y ésa es la conclusión , que es un desalmado.
[4] L’émergence de la sexualité. Épistémologie historique et formation des concepts. Bibliothèque Albin Michel Idées. París, 2005..
[5] Michel Foucault, Siglo XXI editores, México, 1966.
[6] Michel Foucault, Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. Tomo I, Siglo XXI editores, México, 1976
[7] Estudios a los que los psicoanalistas no deberíamos ser indiferentes, cuando menos porque dirigen críticas inteligentes al psicoanálisis. ¿Qué son los estudios gays y lesbianos? Son estudios que se desprenden en una gran mayoría de las ideas promovidas por Foucault y no siempre estando de acuerdo con ellas. Otros estudios se desarticulan y se apoyan fundamentalmente en el pensamiento generado a partir de la revisión metodológica realizada por los grupos feministas y su concepto de género. Estos estudios no se reducen a las tribulaciones y sus reflexiones sobre la homosexualidad, la heterosexualidad es también un tema de controversia como los son los estudiosos S/M, las categorías psicopatológicas, lo que concierne al deseo, a la identidad, al placer y al goce (como se ve, temas nada ajenos al psicoanálisis) su perspectiva sociocultural, histórica es todo un pensamiento de hace una veintena de años, que se encuentran promovidos principalmente en los países anglosajones, integrados casi todos a las universidades estadounidenses más prestigiosas. Por supuesto hay grupos independientes, tales como: Queer Nation, vinculado al grupo anti -sida del grupo ACT UP, etc.
[8] M. Foucault, Historia de la sexualidad. La voluntad del saber. Siglo XXI Editores, México, 1976. p. 14. Las negritas son mías.
[9] M. Foucault, Sei to Kenryoku.  (Sexualité et Pouvoir). En Dits et Écrits, París, Gallimard, T III, 1994, p. 552-570
[10] M. Foucault, Op. Cit., 553
[11] M. Foucault, Une interview: sexe, pouvoir et la politique de l’identité. En Dits et Écrits,  T. IV, París, Ed. Gallimard, p. 735-752
[12] Sei to Keinryoku. Op. Cit., Pág. 560
[13] Le sexe et l’effroi.   Paris, Ed. Gallimard, Folio, 1994.
[14] M. Foucault, Op. Cit. , p.563
[15]J. Allouch, « Pour introduire le sexe du maître », L’opacité sexuelle. Le sexe du maître. Rev. L’unebévue, Nº 11, Paris, E.P.E.L., OTOÑO, 1998, P.77 (En español, El sexo del Amo, Editorial Epeele, México, , 2004).
[16] El analista jamás supone lo que es bueno para el otro. Se distinguirá de las philias  y de las caritas. Pues la philia  es el amor que uno a los hombres en el saber sobre el bien común que todos tenemos y la caritas implica el saber sobre la salvación y la gracia. El psicoanálisis no tiene como fundamento estas partes ideales de nosotros mismos gracias a los cuales podemos dominar nuestro destino o alcanzar nuestra salvación. Para la philias, Cf. Aristóteles en la Ética nicomaquea, Ed. Porrúa, México
[17] Lacan señala que Freud rehuía con horror el mandamiento “Amaras a tu prójimo como a ti mismo” Freud también decía que no era lo suficientemente sádico para basar su tratamiento en la compasión por el sufrimiento de su paciente. Cf. Sigmund Freud, en “El malestar en la cultura” Obras Completas, Amorrortu Ed. T. XXI, B. A. 1976.
[18] En Dits et Ecrits. T. IV, Editions Gallimard, París, 1994. p. 383-411 y 609 a 631.
[19] Historia de la sexualidad. Op. Cit. , p.72
[20] Ibíd., p. 73. Las negritas son mías.
[21] M. Foucault, Généalogie…. Op. Cit., p. 400
[22] J. Lacan, Lituraterre  (1971) En  Ornicar?  Nº. 41, 1987. p. 13.
[23] Varios autores convergen en decir que en los últimos tiempos Foucault se centró más en la ética. Para Alan Schrif “Concebir la ética desde el punto de vista de las prácticas de sí mismo, permitió a Foucault un enfoque en el que la constitución del sujeto pasa desde la voluntad agustiniana a la idea de la vida como obra de arte. En  Pour considérer le sujet comme un processus de soi: de Michel Foucault a Judith Butler.  L’Unebévue. « Les communautés électives I. Une Subjectivation queer ? Nº 15, printemps, EPEL, París, 2000.
[24] J. Lacan, en « La place de la psychanalyse en la médecine » . Cahier du Collège de Médecine, 1966. p.761-774.
[25] M. Foucault, en Á propos de la généalogie de l’éthique un aperçu de travail en cours. Op. Cit., p. 388
[26] Ibid, p. 401
[27] Entrevista de René de Ceccatty, Jean Daner y Jean Le Bitoux. En Foucault live (Interviews, 1966-1984) , Sylvére Lotringer Ed. Semiotext(e), 1989, p. 206-215
[28] Ibid., p. 206
[29]En el argumento para un Seminario dictado en Córdoba, Argentina en el año 2000.
[30] Citado en el mismo Argumento Op. Cit Esta sesión del Seminario de J. Lacan se localiza en L’envers de la psychanalyse. (1969-1970).( También publicado en español con el título El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós libro 17, Barcelona, 1992. p. 122)
[31] Frank Browning, The culture of Desire: Paradox and perversity in Gay lives today. N. Y. Crown Publisher, 1993, p.103

[1] Se dice de la suspensión, paralización, inmovilidad, en lo moral y/o en lo físico
[2] Término Lacaniano que remite a sustituir el deseo materno (reintegrar simbólicamente al hijo(a) a su vientre) por el deseo paterno (establecer un corte entre la madre y el hijo(a) para entregarlo a la cultura)
[3] Unidad abstracta que comprende el conjunto de grafías de una letra
[4] Objeto “a”: Plus de goce, agalma, resto, fantasma, etc., aparece como el operador que le permite a Lacan elaborar un gran número de articulaciones teóricas y clínicas apoyado en el álgebra, la topología y la lógica.
[5] Término lacaniano que denomina la representación imaginaria del pene y su asociación simbólica con el poder