Eleazar Correa Gonzalez

9.e) La voz: la pulsión invocante

El lenguaje no se reduce a la palabra ni a la voz. El lenguaje lingüístico no existe sin la palabra ni sin la voz. No hay palabra sin voz pero la voz puede ser expresión de frases, enunciados, palabras, interjecciones, es decir, de la voz es una vía de expresión de los significantes.  

La voz del otro (madre, padre, Otro) es el medio por el cual el cachorro humano deviene Sujeto del Lenguaje. La voz, que es una expresión del lenguaje, tiene agentes que hablan y/o vociferan, y aún más, la requiere de Sujetos que la soporten, emitan y escuchen. Por medio de la voz, los significantes designan el lugar que ocupará el Sujeto en el orden genealógico de las familias, en el orden de la diferencia de sexos y del orden de la cultura.

Nominé considera que “El sujeto que tiene la intención de hacerse escuchar debe interiorizar la ley del lenguaje, eso implica que sacrifique una parte de su ser gozante”. El resultado de ese sacrificio es que la voz devendrá un objeto, objeto de la separación que opera en la separación del Sujeto al Otro. Este objeto será siempre buscado, ya sea por medio de su propia voz o la voz que venga de otro. El carácter de la voz como objeto significa que la voz está en el o un inter, es decir, en el espacio que está inter, entre el Sujeto y el otro (Otro). Aunque la voz alguien la emita, -desde la razón psicoanalítica- su verdadero fundamento está en un entre dos, su realidad es social no individual ni instintiva, la voz es lo que une, lo que en sí mismo está des-unido. O sea, la voz no es del Sujeto sino el medium del lazo social, hablar es un acto posible porque se ha cedido ante el otro, hablar es un acto social, usar la voz es un acto social y el medium del lazo social. 

Al estar en el inter, la voz es eso perdido en el ser del Sujeto, por eso al hablar, la significación es lo que dará el sentido a la voz, por ello la voz está entre el Sujeto y el Otro, quien otorga significación. La voz así, no pertenece ni al Sujeto ni al Otro, sino a ese espacio social, cultural que es el del hablar/escuchar. Además, lo central para el psicoanálisis, es que la voz se sostiene en la lógica pulsional, ahí en donde la pulsión hace su necesario recorrido en la cultura o lo social. Sólo así se puede entender que la voz del que habla solo, sólo lo hace fenomenológicamente, pero que en realidad, y de manera estructural, lo hace siempre hablando para otro. Así, toda voz en el soliloquio o monólogo, es una voz dirigida a otro concreto, aunque sea imaginario, o a un otro más simbólico, como es el que en psicoanálisisi se  llama el Otro.  

La voz está ligada esencialmente al lenguaje, y por ello, a la pulsión. Es la pulsión invocante un objeto de la pulsión parcial. La pulsión invocante es la fuerza constante, el empuje dirigido a encontrar la voz que la satisfaga. En el caso del bebé, esta voz se inicia en los padres que representan al Otro del lenguaje, después el niño se apropia de la voz –la incorpora-, deviniendo monólogo interior, medio para un diálogo, y hasta la forma en que ella deviene voz del superyó, o también puede devenir voz ‘externa’ en el delirio.

La voz no es instrumento, es símbolo 

Para algunos teóricos, la voz es el instrumento lingüístico, oral, que sirve para hablar. Para el psicoanálisis, la voz es mucho más que eso, es la evidencia simbólica del atrapamiento del Sujeto en el Lenguaje. La voz es símbolo que ha aparecido en el lugar de la ausencia del objeto perdido. Aparece pero no pertenece al Sujeto, pertenece a una relación, por ejemplo, bebé/mamá, bebé/papá, en breve, bebé/Otro del lenguaje.  La voz es mucho más que una función del aparato fonoarticulador, ella es una expresión de la fundamental dimensión simbólica del lenguaje. La legalidad simbólica del lenguaje requiere del uso y eficacia de la voz para sus operaciones simbólicas.

La voz y la mirada son objetos de la pulsión

La voz como la mirada, sólo surgen en su génesis, en un espacio en donde mínimo existen dos Sujetos habitados por el lenguaje, sólo aparecen en un espacio relacional, pulsional. Por esta razón no pertenecen a ninguno de los dos, aunque claro, está, hay un punto en donde el Sujeto reconoce su propia voz, es decir, el punto de emisión. O el que escucha una voz y que puede reconocer que no es la suya. Eso se trata de un vínculo sobre todo de carácter imaginario, la posesión y propiedad de la voz como de la mirada no está aquí en discusión, sino la raiz o la relación que tiene con lo simbólico del lenguaje. 

Freud y después Lacan, mostraron cómo la voz y la mirada (al igual que otros partes del cuerpo) son consideradas como objetos que nunca pertenecen al Sujeto sino a una relación mediada, y a la vehiculación de las pulsiones parciales. La voz es pulsión no sólo que evoca algo sino que principalmente invoca, no anuncia algo, sino llama al Otro. La mirada no sale de dentro, el Sujeto mira porque ya ha sido mirado por el Otro. La mirada y la voz, son objetos para las pulsiones. Hay una pulsión que obtiene satisfacción en la mirada, al mirar y al hacerse mirar, pulsión escópica se llama. Y hay otra pulsión –que se satisface en la voz, al hablar, al hacerse hablar y escuchar, y se llama pulsión invocante. Así mirada y voz son los vehiculos que sirven a la pulsión para satisfacerse.    

Pero la mirada es diferente a la voz. “Hay miradas que matan” dicen por ahí, pero una mirada no puede matar como si una vociferación, un decir pestes o lo peor contra alguien un maldecir, un decir y desearle la muerte a alguien. 

La voz del superyo

El Sujeto sabe del Otro por la voz, y junto con ella, y vinculada al superyó, aparece la exigencia de gozar, o sea el superyó que ordena gozar, la voz superyoica que no viene del exterior, sino de la misma interioridad del Sujeto. Esta voz del superyó es sonoridad muda, voz que está vaciada de lo sonoro, es una voz que no tiene que emitir algún sonido ni tiene que ver con umbrales o decibeles, sino con el sentido, con la significación y con la fuerza con se impone e impone gozar al Sujeto. Aquí se trata de una voz –originariamente externa- que regula en mucho la vida del Sujeto. No puede escapar a esta voz, no puede no escucharla, es más, en ciertos casos lo atormenta lo persigue o no deja dormir.

El que habla poco escucha su propia voz.

En otro plano difente al descrito un párrafo arriba, la voz es escuchada por el mismo Sujeto que habla. Esto permite una cierta regulación o modulación de la voz, de su volumen, etc. pero hay mucho de la propia voz que uno no conoce ni puede identificar. Los otros escuchantes si pueden reconocer similitudes entre el estilo o tonalidad de la voz entre los integrantes de una familia. O también el acento de una región geográfica. Con la llegada de las grabadoras, aquellos que llegaron a escuchar su propia voz saliendo del cassette o de la televisión o de la radio, no fueron pocos ni son pocos los que se sorprenden gratamente o no, de su propia voz. Como si ahí reconocieran su voz como un resto que no les pertenece en ese momento, como si fuera una experiencia de lo real en donde la voz aparece como un desecho o aquel objeto a descrito por Lacan. 

  

La voz y el grito.

Es el psicoanálisis quien ha logrado dimensionar el valor simbólico y eficaz de la voz, “cuando tu hablas se hace la luz”, le decía el niño a la mamá quien tenía miedo en la oscuridad. La voz atempera la ausencia angustiante de la corporeidad. El Sujeto recurre a la voz silente o en ‘voz alta’ para calmar su angustia. Canta para alejar sus miedos, canta recio para espantar los fantasmas que lo puedan venir a inquietar, más de lo que ya está. Y cuando ya grita, ya no es voz. Comenzar a vociferar, es empezar a perder suelo, es “estar fuera de sus propias casillas”, del vociferar al gritar no hay más que pequeño pasito. El grito es presencia de lo real que lo imaginario y simbólico no pudieron ganar terreno en la realidad y experiencia del Sujeto. El que grita espantado no tiene más soporte imaginario o simbólico para enfrentar aquello que lo espanta. 

 

La voz que dura

La voz tiene su propia temporalidad, es diferente a la temporalidad de la mirada. Para entender esto hay que partir de la diferencia entre un término que puede ser el instante versus duración. La mirada opera a través del instante, y la voz dura y perdura. En el inconsciente podemos señalar que ahí opera un cruce de voz y mirada, por ejemplo, en la idea que se transmite en esta expresión: “una mirada que dice mucho más que mil palabras”. En este caso vemos cómo aquí la voz cobra primacía sobre la mirada. En el caso de la paranoia, «la paranoia es un pegoteo imaginario, es una voz que sonoriza la mirada, es un asunto de congelación del deseo«.

La voz y el cuerpo

La voz, para que no provoque horror o espanto en quien la escucha, requiere que no sea repentina, grotesca, gritona, chillona, y que esté vinculada a alguien, que salga de la boca y regulada por la respiración, la nariz, la garganta… por todo el aparato fonoarticulador –aunque circule por la Web-. Hay un cuerpo, textura, musicalidad y tonalidad de la voz, o mejor dicho, la voz es ya música. 

No hay voz sin cuerpo, no hay voz sin subjetividad ni sin Sujeto. De hecho la voz está en ese inter, entre el cuerpo y el Sujeto. La voz aparece por efecto de un desciframiento-lectura del cuerpo que hace el Sujeto. Si la voz es hacer musicalidad el cuerpo, el grito es cuando aparece el cuerpo en su cruda opacidad.

Cuando se escucha sólo una voz, sin referencia a una imagen, a un radio, tv, o a un altavoz, esa voz está en una descontextualización, sino hay un contexto la voz aparece como surgida del ultramundo, -se decía en algunos tiempos- es voz del más allá –dirían otros-. Cuenta la leyenda que el espanto que provoca “la llorona” es por dos razones, primero, que no habla sino llora, segundo, que grita “ay mis hijos”. No cabe duda que en torno a la voz se puede desplegar tanto la angustia como el estar al amparo. Relata la biblia que cuando Moises se encontró con la zarza ardiente escuchó una voz que le decía “yo soy  Yahve tu dios”. La Llorona y Yahve, son figuras ‘¿personificadas?’ que por medio de la voz y el grito, anuncian a quien la escucha, la angustia y/o el sentimiento de lo siniestro, la experiencia terrible de lo ominoso. 

La voz bella, ominosa y que encanta.

La voz es musicalidad y es el efecto de la lectura que hace el Sujeto de su corporalidad, de su cuerpo amado, amable, erotizado, a veces abyectado. Además, una voz puede ser dulce, tierna,  bella, es dulce a los oidos, una melodía que acaricia los oidos del que escucha por no decir que “acaricia el alma”. Pero también puede ser fea, ruda, raspa los oidos, desarmoniza el ambiente. Una voz igual puede ser ominosa, o quizás grotesca. Pero lo interesante que el psicoanálisis anuncia es que la voz grotesca como la voz bella pueden ser ominosas y conducir a aquel que la escucha a tener una experiencia extraña, un momento extrañador, es decir, puede ser una voz que seduce al Sujeto y lo aleja de si mismo momentáneamente. De hecho en la hipnosis eso sucedía, una voz ronca o gruesa, fuera de lo común, es decir, casi siniestra, acompañaba el repetido ondulamiento y movimiento de un objeto, así como de una mirada particular que el hipnotizador utilizaba para seducir al que se quería dejar hipnotizar. El canto de las sirenas tenía tal fuerza que lograban imponerse a todo aquel que lo escuchaba. 

La voz y el canto

El canto es musicalidad acompañada de voz. Una voz “afinada” concierta calma a aquellos que la escuchan, una voz desafinada desconcierta. Nuevamente la experiencia de lo imaginario, real y simbólico. Un canto afinado da solaz y esparcimiento a aquellos que encuentran en dicha voz, la musicalidad, tonalidad, regulación… que su dimensión imaginaria y simbólica se los permitan. Una voz desafinada arranca al escuchante de su serenidad y lo conduce al sobresalto, a una experiencia en donde un rastro de lo real, hace su aparición. Por eso la voz está más cerca del amor, y el grito más cerca del arrebato y odio.

La voz cantada, acompañada de ciertos textos o ideas, conducen al Sujeto escuchante a vivir un mundo de sentido, que puede ser nostalgia, recuerdo, rememoración, anhelos. Pero también una dulce voz o una voz  o canto grotesco pueden conducir a una experiencia de lo real, es decir, a un momento de ruptura, de arrebato, o sea, un instante en el que el Sujeto no es más él, sino queda atrapado e identificado en aquel Sujeto que emite el grito y el arrebato. 

La voz y la sexualidad

La experiencia de la sexualidad, cuando se acompaña de cierto uso de la voz, le da un toque especial a tales cálidos momentos. La opinión popular habla de que “verbo mata carita”, es decir, que es mejor “saber hablar bonito”; y de que en el momento en que se vive una excitación, ésta es más placentera cuando se hace acompañar de una “voz cachonda”. Cada quien sabe, de cómo una voz sensual, suave, con “palabras al oido” de la pareja, gana más voluntades amorosas y eróticas, que la voz equilibrada, firme, plana y prudentemente racional y afinada de la temperanza.   

La voz susurrada, el “dímelo al oido”, el murmuro, son actos simbólicos e imaginarios propios del erotismo que habita en el Sujeto. “Dulcifícame el tono de tu voz”! es la frase clave que abre –a la pareja- las puertas del lazo social cordial, del amor, del erotismo o del goce.  En el orgasmo desaparece la voz y surgen desde lo más profundo del cuerpo, acaso gritos, jadeos, exclamaciones de todo tipo, quizás con cierto ritmo pero sin modulación… al parecer, cuando el Sujeto vive una experiencia del máximo goce sexual, la voz se ausenta. Después sólo se puede hablar haciendo otra musicalidad, esa voz que se acompaña de gozosos suspiros.   

La voz en los mass media

Las estaciones de Radio saben bien que toda su fuerza está en una instrumentalización de la voz, saben del ratting que les deja cierta voz, y buscan que sus conductores tengan una voz especial. En la televisión tambien recurren a modulaciones, exageraciones o exhaltaciones, o timbre de la voz. Esto se trata de la instrumentalización de la voz. Es lo más valioso para las empresas y también es un instrumento muy poderoso en quien la escucha.  

 Sin sonoridad de la voz, musicalidad de la voz es la razón de ser la radio. La televisión le apuesta más a la imagen. Con voz e imagen, se seduce a los auditores y espectadores. Pero la televisión reune a ambas, aspira a ser más poderosa. Por la voz y la imagen el ser humano muestra su dependencia al Otro y a los otros. Escuchar la voz, atrapa al Sujeto, y la imagen vista, lo paraliza. El espectador y el auditor, son presas de objetos a, objetos amables, deseables para las pulsiones parciales. Sentir placer al ver y oir, es placer y/o satisfacción pulsional y goce del Sujeto. 

La voz en el internet

Es impresionante que la voz de los usuarios puede circular por el ciberespacio, uno puede hablar y en milésimas de segundos y desde el más lejano lugar, el otro escucha. Requiere un microfono y altavoces o bocinas. Se puede ‘subir’ a la Web sólo la voz de alguien y vincularla a una imagen o no. El que habla a través de la Web, por ejemplo en el Messenger o en el Skype, se escucha, y puede pronto aprender a callarse para que el otro hable. Hay un proceso en el que se trata de aprender a “respetar turnos” como dirían en Pragmática del lenguaje. 

La voz de alguien en el Internet, es voz separada del cuerpo, la voz es transmitida por los dispositivos tecnológicos de lo virtual. Este dispositivo organiza una ubicuidad (omnipresencia)  y desdoblamiento del cuerpo y voz.

La comunicación con el Otro o los otros a través del Internet, contiene más posibilidades y/o ventajas que comunicarse por teléfono. La comunicación en el Internet permite chatear al mismo tiempo, enviar imágenes, textos, videos, etc. incluso estar viendo al otro, pero a través de la camara, el otro está presente virtualmente pero a condición de la cámara, telepresencia le llaman. La comunicación a través del Internet parece avanzar hacía la gran diversidad de las experiencias sensoriales e ir más allá de sólo una experiencia visual y auditiva, ver y/o oir. 

Aquello domesticado o suprimido de la voz en el internet

La tecnología aspira a trasmitir con toda efectividad la voz y la mirada, sin embargo, dado que no está la presencia física, cara a cara, se prescinde de toda la riqueza de las expresiones y despliegue de la complejidad y enigmas de la subjetividad humana. En la comunicación via la red, no hay espacio para lo negativo de la voz, es decir, para la dimensión real que ‘forma parte’ de la realidad del Sujeto. Es facil ahí, evadir el desacuerdo, la agresión, el silencio entendido como mutismo o el no querer decir nada. Frente a alguno de estos fenómenos humanos, es fácil que suceda una falla técnica, que no hay buena señal, que “aun no conozco como funcionan estas computadoras o estos dispositivos tecnológicos del Internet”. 

Es decir, la tecnología cibernética –sobre este tema- sólo está para impulsar la funcionalidad de la comunicación humana, de la voz y de la visualidad. La tecnología cibernética es instrumento para el hombre que le sirve para regular su relación y comunicación con el otro y con los otros. El humano deviene se convence de ser amo del tiempo para comunicarse, escribir mails, chatear, skypear… pero desconoce que esta tecnología lo va poco a poco introduciendo en una dependencia, hasta que termina por transformar el tipo de vínculo, comunicación y lazo social. 

A viva voz” en el Internet.

Las tarjetas digitales de sonido, los mejores micrófonos, bocinas, grabadoras o programas de grabación y reproducción de voz, que existen ligados a las redes sociales (facebook, msn, myspace, skype…) o correos electrónicos (yahoo, Hotmail…) son impresionantemente, eficaces vehiculos y reproductores de la voz. Graban, transmiten y reproducen la voz con toda su musicalidad, tonalidad, ritmo, modulación, afinación, belleza, sensualidad… y además el rasgo unario de la voz, ese rasgo que permite reconocer que es la voz de alguien y no de otra persona. 

En el Chat de voz (msn, skype…) se trata de platicar con el otro “a viva voz”.  Las tarjetas de sonido son capaces de fragmentar al Sujeto de su voz. Su voz rodará, circulará por aquí y por allá, una voz viviente en el mundo virtual. No es exagerado ni parece ser errone afirmar que ya no es el Sujeto son la tarjeta de sonido  a viva voz”. ¿Quién puede reclamar el uso comercial e intrumentalizado de la propia voz?.  

La voz virtual 

Es esa voz que se agrega como acompañante de ciertos videos o cualquier programa en el ciberespacio. La marca “Virtual Singer afirma que no pretende reemplazar a lo voz humana natural, sino solo acercarse a ella al máximo”. 

La voz virtual es la evidencia del proyecto de la ciencia, conocer para controlar tanto la naturaleza como todo aquello de lo humano. La ciencia, maravilla del ser humano, pero también peligro siempre latente para el mismo ser humano. ¿Por qué peligro? Por la instrumentalización que hace de sí mismo el hombre  a través de la ciencia moderna.

Aquello que del ser humano es lo que muestra su ser y/o lo más intimo de su ser, aquello que paradójicamente es lo más propio y lo más ajeno, o sea la voz, es objeto de estudio y de control de la ciencia. La ciencia y la tecnología, tecnifican la voz, la instrumentalizan, la comercializan y con ello la pervierten, por ejemplo están los programas “emuladores de voz. 

La voz digital  “sobre protocolo de Internet”

Las voces que están al servicio de la palabra y que soportan una comunicación entre dos hablantes, estando de por medio y a través de la Web, son voces que adquieren un nuevo status. Estas voces adquieren el nombre de  “Voz sobre protocolo de Internet”, recibe nombres también como “Voz sobre IP”, “voz IP”… lo esencia es que se envía la señal de voz en forma digital, en paquetes de datos, en lugar de enviarla en forma analógica a través de circuitos utilizables sólo por telefonía convencional. Por tanto, no son voces frente a frente, ni son voces vía telefonía, sino voces que están mediadas y tecnificadas o instrumentalizas por la tecnología de protocolo de Internet, es decir, digitales. 

Hablando vía el Internet

En otro apartado hemos desarrollado la tesis lacaniana de la voz entendida como objeto de la pulsión,  y cómo la voz deviene la experiencia más radical de los diversos objetos a (mirada, heces, falo…), objetos a que ni son del Sujeto ni son de los otros o del Otro, sino que se encuentran en el inter de esas relaciones. Ahora bien, con la llegada de la tecnología y la instrumentalización de la voz, ésta deja de estar al servicio de la palabra y hace surgir el flujo de la pulsión?  ¿En algo se modifica el estatuto que el psicoanálisis le da a la voz? ¿Cómo se puede problematizar ‘la voz’ a partir de coordenadas psicoanalíticas?

Hablar a través del Chat, skype u otros programas, es una práctica que ha fascinado a muchos usuarios del Internet por la inmediatez en la comunicación, por  evitar escribir en el Chat, por la magia y el encanto de la musicalidad que tiene hablar y escuchar interlocutor “de viva voz”.   

Hay que comenzar por señalar que la “voz digital” es el resultado del poder de la técnica y de los diversos segmentos  de caracteres acústicas particulares y con duración típica en que se puede dividir la secuencia sonora, es decir, los fonos. Voz digital, resulta de la técnica y de los fonos. En donde cada fono, se caracteriza por un espectro de frecuencias características y un tiempo de emisión. Un fono no es un fonema, aquel es una realización física y fonológica, el segundo es una entidad mental.  Pero para la “voz digital” debe ser abordada desde otra perspectiva. De la voz no digital, hay también distintos acercamientos.

Acercamientos a la voz

Al especialista en fonología, -es decir en el estudio de la voz- quizás le interese centrarse en un análisis espectográfico de la voz que le permita descomponer las ondas sonoras del habla en una superposición de ondas más simples de frecuencias fijas, o realizaciones físicas medibles sometidas a variabilidad sistemáticas (entorno fonológico) y variabilidad accidental (no sistemática, ni regular y dependiente del volumen, tono y voz del hablante).    

Al cierto lingüista le interese también la voz pero quizá se centre no en los fonos, sino en los fonemas, es decir en la dinámica, genética, estructura de entidades mentales. Al logopeda le interesa la voz desde la perspectiva de la fonoaudiología y/o patología del habla.   Al músico o especialista en solfeo, seguramente le interesará la voz desde un punto de vista de la musicalidad, en relación con una estructura de algunas escalas tonales o de tonalidades.

Pero finalmente, al psicoanalista, le interesa la voz, -ya dijimos en otro apartado-  como objeto de la pulsión, es decir, la voz en relación a la dinámica pulsional e inconsciente del Sujeto. En otras términos, cómo la voz da cuenta de la posición subjetiva del Sujeto en relación al discurso del Otro, o sea al Lenguaje. 

La voz ligada al logos. 

La voz es la concretización de la unidad de la expresión (fono) y de la sustancia acústica (sonoridad). Pero la “voz digital” es además la presencia de la técnica y la desaparición del logos. El logos era para los griegos tenía un sentido filosófico, la gran unidad de la realidad, o el logos como sinónimo del ser. Por ejemplo para Heráclito era la inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir de los cambios, la totalidad reunida del ente mismo,  la reunión constante, la totalidad reunida y en sí estante del ente, es decir, el ser. En el nuevo testamento, logos se relaciona con el principio de la creación: por ejemplo el evangelista Juan decía “en el principio era el logos y el logos era con Dios, el logos era dios”, o incluso que “el Logos es cristo”, otros hablan de Logos como la razón de Dios, o aquello que existía desde el principio. En la actualidad, hay varios significados, por ejemplo, el logos es el sentido de la existencia.  

Heidegger añade una serie de consideraciones a la caracterización de la esencia del logos pensado por Heráclito, de las que las más importantes son estas: 1. «El decir y el oír sólo son justos cuando, en sí mismos y de antemano, se dirigen al ser, al logos. Sólo donde éste se patentiza, la voz llega a ser palabra…; por eso los que no captan el logos no son capaces de oír ni decir (fragm. 19 de Heráclito). No pueden utilizar su existencia dentro del ser del ente. Sólo los que pueden hacerlo dominan la palabra: los poetas y los pensadores… (los demás) continuamente cultivan el ente, pero el ser les sigue siendo oculto» (p. 170). 2. El ser tiene predominio y jerarquía, puesto que, entendido como logos, es reunión originaria y no amontonamiento y mezcla; eso es así porque la reunión jamás es confusión y acumulación; el logos tiene el carácter de una fuerza íntima y dominante, es decir, de la fisis.

En breve, el logos, es eso que está presente en la voz como valor absoluto que da cuenta del ser.  A modo de cierre de este apartado se puede indicar según lo dicho arriba, cuando la voz es resultado de la fusión de la técnica con la fone, no hay más palabra, se ha excluido al logos. Así, el radio, el teléfono, el audiovisual, el cine, remplazan la palabra o el logos, imponen una voz digital o tecnificada, legitiman esta voz como una gran fuente de autoridad, esto es lo se llamó el fonocentrismo, en donde éste, liberó a la voz de su complicidad con el logos. La voz como unión de la fone con la técnica convierten a la voz humana como exiliada, como una voz espectral. 

La voz digital y el exilio de la voz.

La voz que produce la técnica digital es una voz arrebatada al que habla, es una voz exiliada, fuera de su campo originario, por ejemplo, la voz en las películas o filmes, aquella es una voz diseminada en el espacio virtual o ciberespacio. 

En el Chat de voz, aparentemente, la voz  está ligada al que habla e incluso a la imagen del que habla, imagen proyectada por la cámara del mismo que habla. Pero más allá de la apariencia, en realidad, la voz está separada del que habla. Una tarjeta de sonido y una cámara, son tecnología que re-crea otra voz y otra imagen. La voz virtual y la imagen virtual, ambas son digitales y artificiales, ambas son -podríamos decir-  una imaginarización del sonido y del cuerpo o rostro.  Solo en el imaginario del que habla existe la creencia y/o convicción de que la voz e imagen que emite la tarjeta de sonido y la cámara,  “pertenecen” al que habla y proyecta su imagen en la cámara. Es la absoluta confianza a la técnica la que soporta la creencia de que la voz y la imagen, son de quien hace uso del Chat de voz y cámara Web. Incluso se sostiene la creencia de que aquella voz e imagen artificial no pierde su proximidad ni con el propio cuerpo ni con el propio ser. Aquella voz e imagen tan perfectamente digitalizada, instrumentalizada, diseminada en el ciberespacio y artificial, convence de que permanece siendo “nuestra voz”.  Hay en el Sujeto que usa el Chat de voz, un despliegue de lo imaginario y un retiro de lo simbólico, en otras palabras, persiste el fantasma que insiste imaginariamente en unir la voz al cuerpo.  

La voz digital desde el psicoanálisis.

Aquella voz digital e imagen digital, están desligadas del peso del cuerpo, es una voz instrumentalizada e artificial, deviene un objeto digital como otros.  Es una voz que habita no más en el lenguaje o en lo simbólico ni en el espacio vocal, sino en  espacio del ciberespacio, en donde se disemina de manera autónoma, independiente de nosotros.

Hasta que punto esa voz e imagen digitalizadas, instrumentalizadas pueden generar situaciones  amenazantes para el Sujeto que ha “hablado” y ha proyectado su imagen en una cámara Web? ¿Hasta que punto esa voz e imagen objetivadas, llevadas al status de objetos digitales, pueden ser terroríficas?    

El Chat de voz y la cámara Web, no sólo son servomecanismos tecnológicos neutros, sino que llevan delante de sí, una voz no sonorizada que diría: “Escucha su voz, míralo o ve su imagen” ,  “háblale, muéstrate!”. ¿Imperativo o invitación? Optemos por decir que se trata más bien de una interpelación, -concepto que ya hemos desarrollado en otro apartado-. El micrófono y la cámara interpelan al fascinado Sujeto cibernauta.  

El Chat de voz y la cámara, hablan sin sonorizar, son ya discurso, interpelan y provocan. Provocación es un llamado, Lacan decía que Provocación significa en sentido propio, «por la voz». Así, provocar es llamar –por medio de la voz- por la voz, es invocar, pedir, y de manera un poco más forzada, propongo significarla por interpelar.  

Es necesario dar un salto conceptual y entender ahora que el Chat de voz y la cámara, al ser objetos y partes del discurso del poder político, del discurso del mercader y del discurso de la ciencia, cuyo rostro converge en el Otro, provocan al Sujeto. Así el Otro interpela con esos servomecanismos, provoca con una voz no sonorizada al Sujeto en su falta, en su deseo, en su subjetividad y necesidad de reconocimiento.    

El Sujeto, para verse reconocido, requiere de aquella voz o provocación, o encuentra en aquella interpelación de aquel Otro del discurso del amo, del mercader y del científico, aquello que le calme su falta en ser, su angustia, su castración. Esos Otros, establecerán un tipo de relación, empezarán a comandar su subjetividad y terminarán regulando y manipulando la economía psíquica del deseo del Sujeto y de lo social.   

La interpelación de aquellos servomecanismos que instrumentalizan la voz y la imagen provocan a su vez, la voz del Sujeto, que el Sujeto aporte su voz, que se exprese, que hable y dialogue, que chatee, que haga lazo social virtual. Hay detrás de esta modalidad impuesta de lazo social, un correlato: renovar un “contacto” al Otro cuyos actuales rostros son los del amo poderoso, del capitalista o mercader y del científico.  Tal contacto lleva la sombra de aquel contacto con el Otro maternal, este sirve como modelo relacional: un Otro que evita el desamparo, la falta y la castración, el horror del verdadero silencia. Estar conectado al Internet o ser parte de las redes, es estar arcaicamente conectado con el cordón umbílical. El poderoso político, el mercader y el científico, manipulando la falta del Sujeto-  controlan -a través de sus servomecanismos-, la necesidad del Sujeto, su deseo.  Le provocan, le hablan y le dicen, cual es la mejor forma de vivir, qué es lo que hay que consumir, y qué es lo que hay que devenir o en qué tipo de Sujeto hay que imitar.  

En el Internet, ahí incluido, el youtube, las redes sociales, el Chat, el Chat de voz o Messenger, está en juego, la voz, la mirada y la voz escrita. El Internet –en tanto producto o servicio que suple- está sostenido por los propósitos o finalidades del discurso del amo, del mercader y del científico, estos Otros, provocan al Sujeto para que éste haga circular objetos de la pulsión: mirada y voz, las cuales, además, son transformadas en objetos digitalizados (voz digital e imagen) pero que aún así, logran generar discurso, una cierta subjetividad o economía del deseo y del goce, tanto a nivel del Sujeto como una nueva erótica en el campo social. En breve, el Internet es discurso y produce cierto discurso y cierto goce, basado de alguna manera, en la pulsión escópico (mirada) y en el goce de la pulsión invocante (voz).

En el hecho de servirse del Internet hay tres consecuencias o condiciones: primero está el acto de comprar o consumir el producto o servicio Internet, segundo: el vivir en una política dominada por los imperativos de toda Sociedad red o de la información; y tercero, el estar al acecho, provocación o imposición de modelos del hombre contemporáneo neuronal, neuroeconómico, consumidor y neoliberal, hombres postmodernos acordes y adaptados a las imposiciones que dicta la ciencia moderna. En el primer caso, encontramos el imperativo del mercader, en el segundo, el imperativo de la democracia neoliberal del poderoso político y el qué tipo de hombre ser y qué hay que saber o conocer, en el tercer caso que es el discurso de la ciencia.