Introducción a la Intersubjetividad

Diana Cover van Putten

Ya estamos aquí juntos y es imposible regresar a nuestro estado anterior. Habiendo leído las primeras palabras de este escrito han comenzado a entrar a la desconcertante experiencia de convertirse en sujetos que no habían conocido antes y, sin embargo, si reconocen. El escucha de estas palabras tendrá que crear una voz con la cual hablar (pensar) las palabras (pensamientos) que lo constituye. El escuchar, también en el espacio psicoanalítico, no es sólo una cuestión de considerar, sopesar, o aún tratar de reproducir las ideas del que presenta lo escrito o hablado. La escucha involucra un encuentro de mayor intimidad. Ustedes, los escuchas, tendrán que permitirme que ocupe sus pensamientos, su mente ya que no tengo otra voz con la cual hablar más que con la  suya. Si deciden escucharme/leerme, tendrán que permitirse pensar mis pensamientos mientras yo consentiré en volverme sus pensamientos y, en ese momento, ninguno de nosotros podrá reclamar el derecho sobre los pensamientos como una creación exclusiva. La conjunción de mis palabras y sus voces mentales no representan una forma de imitación, sino que estamos ante un evento humano de más interés y complejidad. Como dice Thomas Orden (1998): ha nacido un tercer sujeto desde la experiencia de la lectura con la escucha que no es reducible ni al que escribe ni a aquel que escucha. La creación de un tercer sujeto (que existe como sujeto separado en una especie de tensión entre aquel que escribe y el que escucha) es la esencia de la experiencia del que escucha, y la centralidad de la experiencia psicoanalítica.

En su lectura generará una voz desde mis palabras que crearán en un sentido más amplio que el que yo misma podré crear. En ese proceso ustedes y yo nos habremos creado como un sujeto que hasta este momento no existía. Lo que hoy se diga aquí será transformado. Tal vez hasta sea destruido y a partir de esa destrucción, o en esa destrucción, aparecerá un sonido no totalmente conocido. El sonido será una voz, pero no una voz reconocida, ya que no me destruyeron previamente, ya que se tropezaron conmigo en su escucha de mi texto.

Lo que estoy tratando de describir es el texto de «Sujetos de Análisis» que escribiera Thomas Ogden (1998), en donde el autor menciona que lo que juntos experimentamos hace unos momentos es una de las experiencias más misteriosas y, al mismo tiempo, de las experiencia más comunes. Es la experiencia de la lucha con nuestra identidad estática a partir del reconocimiento de una subjetividad (un Yo humano) que es de igual forma distinto a uno mismo: la alteridad. La confrontación con la alteridad no nos dejará descansar; esa percepción del yo/otro una vez percibido no nos dejara permanecer quien fuimos y, por consiguiente, no podremos llegar a aceptar la intrusión de quien éramos hasta antes de ser interrumpidos por ello.

Haber entrado juntos a esta experiencia es un ejemplo de lo que ocurre en el espacio analítico entre analista y paciente. El analista tendrá que prepararse para destruir y ser destruido por el mundo subjetivo del paciente y para escuchar un sonido que pueda emerger desde la colisión de subjetividades que es familiar y distinto de cualquier situación escuchado con anterioridad. Esta destrucción no debe de ser completa ya que si eso sucediera el par habría caído en el abismo de lo autista o lo psicótico. Es preferible que el analista escuche, desde el filo, el grito de la destrucción o creación, desconociendo siempre en qué lugar esta la certidumbre del filo.

Es cierto que el término intersubjetividad es usado de varias formas en la literatura psicoanalítica, de ahí que sea importante aclarar algunas de las posiciones más relevantes que se han manifestado en los últimos años. Robert Stolorow y George Atwood han sido, de alguna manera, quienes por vez primera presentaron el concepto de intersubjetividad en el psicoanálisis. Este desarrollo ha tenido al menos cuatro movimientos, cada uno puntualizado por una investigación. En el primero Faces in a Cloud (Stolorow y Atwood, 1979) demuestran, a través de estudios psicobiográficos, que la metapsicología psicoanalítica deriva enormemente del mundo subjetivo y personal de sus creadores. Los autores establecen una perspectiva des-centralizada con el propósito de integrar varias teorías de la personalidad tomando en cuenta su inevitable subjetividad, así como para demarcar los límites de cada teoría. Llevan a cabo estudios psicobiográficos de Freud, Jung, Reich y Rank en donde demuestran la relación que existe entre el mundo interno de cada autor y los principios motivacionales de cada teoría. Discuten sobre las abstracciones metapsicológicas de cada teoría asumiendo que ellas son defensivas o reparaciones internas de la psicodinamia de cada autor.

En su segunda investigación: «Structures of Subjetivity» (1984), los autores exponen el concepto del campo intersubjetivo como un sistema formado por la organización de distintos mundos subjetivos recíprocos que interactúan como un constructo teórico fundamental. En la tercera «Psychoanalytic Treatment» (1987), con la participación de Bernard Brandschaft, los investigadores aplicaron el principio intersubjetivo a varios temas clínicos importantes como por ejemplo: el análisis de la transferencia y la resistencia; la acción terapéutica y el tratamiento de fronterizos, así como a los estados psicóticos. En la cuarta investigación: «Context of Being» (1992), ambos autores llevan a cabo un importante retorno a los cuatro pilares fundamentales de la teoría psicoanalítica, a saber: lo inconsciente, la relación entre mente y cuerpo, el trauma y la fantasía, reubicándolos desde una perspectiva psicoanalítica. En este libro comentan: «Tal como repetidamente hemos destacado, los fenómenos psicológicos no se pueden comprender aparte de los contextos intersubjetivos en los que toman forma». Para ellos no es la mente aislada, sino el más extenso sistema creado por el mutuo interjuego entre los mundos subjetivos del paciente y el analista o del niño y su cuidador, aquello que constituye el dominio apropiado de la investigación analítica. Desde esta perspectiva, el concepto de una mente individual o psique es en sí mismo un producto psicológico cristalizado desde dentro de un nexo de relación intersubjetiva y al servicio de unas funciones psicológicas. El último libro «Working intersubjectively» (1997) retoman la práctica psicoanalítica con un amplio contexto filosófico que refieren como contextualismo.

Stolorow y Atwood no usan, como otros autores, el término como la adquisión del pensamiento simbólico (Daniel Stern) o del concepto de uno mismo como sujeto o de una relación intersubjetiva. Igualmente tratan de diferenciar en el estudio del desarrollo infantil, en el que la intersubjetividad es referida al dominio psicológico formado por campos de experiencia interactiva (Coderch, 2001).

Para Jessica Benjamin (1995), defensora de la corriente feminista del psicoanálisis norteamericano, la base de la mente humana es interactiva más que monádica. A su vez describe al proceso psicoanalítico como algo que tiene lugar entre dos sujetos más que únicamente en la mente del analizado. Aunque dice Benjamin que esto nos confronta con el temor de reconocer al otro como un equivalente de experiencias, ya que uno es confrontado constantemente en el psicoanálisis con el término objeto.

En la psicología del Self o sí-mismo y en las relaciones objetales, la relación de objeto tiene que ver con la internalización psíquica y a la representación de las interacciones entre el Self y los objetos internos. En estas teorías el otro queda descrito como «el objeto» y pierde todo elemento personal propio dejando únicamente la relación con el Self del otro (Coderch, 2001). El otro desaparece. Por lo que Benjamin (1988) describe: «Donde estaban los objetos han de devenir los sujetos». Así, para esta autora, la intersubjetividad, dentro de la situación analítica, busca luchar contra la sombra del sujeto bajo la noción del objeto. Concluyendo la idea de esta autora podríamos decir que para ella la intersubjetividad es un proceso dialéctico en que los interlocutores se reconocen uno al otro como un centro de experiencia subjetiva pero negando continuamente al otro como un sujeto separado. Es importante distinguir entre los dos extremos ya que si no se alcanza la mutualidad de reconocimiento del otro, como un sujeto separado y autónomo, es imposible que se establezca una relación de dominio-sumisión, mutuamente regulada. Creo que Joan Coderch (2001) acierta al decir que Benjamin tiene razón al pensar que cuando se alcanza la intersubjetividad en un proceso (por ejemplo, madre-bebé o en la díada analítica) substituya la relación sujeto-objeto, ya que cuando se logra la intersubjetividad, siempre habrá una tensión dialéctica con la relación sujeto-objeto (internalización psíquica y a la representación de las interacciones entre el Self y los objetos internos). Así como coexisten en tensión dialéctica la posición equizo-paranoide y la posición depresiva descrita por Melanie Klein

Aquí podemos igualmente hablar de la identificación proyectiva, debido a su carácter interpersonal, da lugar a una profunda transformación de la subjetividad de receptor y del proyector. Cada uno pierde su mismidad y hay un fenómeno en donde cada uno viven experiencias que no estaban en su mente. Es decir, el proyector convierte al receptor en alguien diferente al que era antes de la proyección, mientras él mismo se convierte en otro que ya no se encuentra enteramente dentro de su propia mente, siendo que una parte de ella ha sido exteriorizada.

Thomas Ogden considera que este proceso psicoanalítico, en donde es creada la figura del analista y la del paciente, es aquel en donde el paciente no sólo es el sujeto de una consulta analítica; el paciente debe ser al mismo tiempo el sujeto dentro de esa consulta, es decir, el creador de la consulta, ya que su reflexión es fundamental para la iniciativa psicoanalítica. De una forma similar, el analista no simplemente puede ser el sujeto observante de este esfuerzo ya que su experiencia subjetiva dentro de esta iniciativa es el único camino por el cual se adquiere conocimiento de la relación que está tratando de comprender.

Habiendo mencionado algo sobre la interdependencia del analista y paciente (como sujetos que crean y creados, destructores y destruidos por ambos). El autor introduce un tercer término, ya que sin él no podremos describir apropiadamente el proceso psicoanalítico, en el cual el analista y el paciente, como sujetos de análisis, se crean. Es aquel que define la naturaleza de la experiencia psicoanalítica que lo diferencia de cualquier otro evento intersubjetivo humano.

En el mismo momento que analista y paciente son creados aparece un tercer sujeto que es denominado el tercero analítico (Analytic Third) Es un término medio que sostiene tanto al analista como al paciente dentro del de un espacio de subjetividades. Es decir, en este proceso hay una negación de los dos integrantes de la díada en tanto que sujetos separados, el resultado de esta reciproca negación da lugar a que cada uno de ellos llegue a ser un tercer sujeto, esto es, el sujeto de la identificación proyectiva, alguien creado desde una experiencia distinta a la vez, del proyector y del receptor.

Para Daniel Stern (citado por Coderch, 2001) es la capacidad, adquirida a través del desarrollo, de reconocer al otro como un centro separado de experiencia subjetiva con el que se pueden compartir los propios estados subjetivos. Él considera que las expansiones del sentido del Self han dirigido el interés hacía el planteamiento de la relación intersubjetiva. Con la atención fijada en el hecho de que nuestra relación incluye el reconocimiento de los estados mentales subjetivos del otro, así como en uno mismo. Vemos claramente que este autor pone un mayor énfasis en el desarrollo infantil y la interacción entre el bebé y los padres.

Después de una introducción a algunos de los autores intersubjetivos podríamos describir a la intersubjetividad como:

  • Un conjunto de fenómenos psicológicos que no se pueden comprender aparte de los contextos intersubjetivos en los que toman forma.
  • Cualquier campo psicológico formado por mundos interactivos de experiencia, sea cual sea el grado de reconocimiento del otro.
  • Los procesos psíquicos como inseparables de una fuente relacional.
  • Un interjuego dinámico entre las experiencias subjetivas del analista y paciente en la situación clínica.
  • Actualmente constituye un reto epistemológico y clínico al «paradigma» clásico que se basa y esta orientada al positivismo científico.
  • Aquello que envuelve la noción que la formación del proceso terapéutico es derivado de una enmarañada mezcla de las reacciones mutuas subjetivas de los participantes en el setting analítico.
  • El nexo interaccional es considerado la fuerza primaria del tratamiento psicoanalítico.
  • La posición intersubjetiva se refiere a que el fenómeno mental no podrá ser lo suficientemente conocido si es abordado como una entidad que existe desde el interior de la mente del paciente, conceptualmente aislado del ambiente social de donde emerge.
  • La construcción de la información clínica/analítica es la co-construcción que tendrá lugar desde la interacción de la psique particular de cada uno.

En el proceso psicoanalítico la relación intersubjetiva se establece cuando cada uno de los participantes percibe al otro como un centro independiente y autónomo de sentimientos, deseos y fantasías parecidas al propio Self, a la vez que, en tensión dialéctica, intenta negar esta independencia. Retomando a Jessica Benjamin (1995) y tomando en cuenta lo anterior, ella postula que el otro ha de ser reconocido como sujeto a fin de que el Self pueda experimentar en su presencia la propia subjetividad.

Bibliografia

Atwood, G.E.; Stolorow, R.D. (1979). Faces in a Cloud. Intersubjectivity in personality theory. New Jersey: Jason Aronson Inc.

Atwood, G.E.; Stolorow, R.D.; Brandchaft B. (1987). Psychoanalytic Treatment an Intersujective approach. Hillsdale, N.J.: The Analytic Press.

Benjamin, J. (1995). Recognition and destruction: An outline of Intersubjectivity. Psyche Matters.http://psychematters.com/art.htm. 2003

Benjamin, J. (1988). Los lazos de amor. Barcelona: Paidós.

Coderch, J. (2001). La relación paciente-terapeuta. El campo del psicoanálisis y la psicoterapia psicoanalítica. Barcelona: Fundació Vidal i Barraquer. Paidós.

Ogden, T. (1998). Subjects of Analysis. New Jersey: Jason Aronson Inc.

Orange, D.M.; Atwood, G.E.; Stolorow, R.D. (1997). Working Intersubjectively. Contextualism in psychoanalytic practice. Hillsdale, N.J.: The Analytic Press.

Stolorow, R.D.; Atwood, G.E. (1992). Contexts of being. The intersubjective foundations of Psychological Life. Hillsdale, N.J.: The Analytic Press.

Ogden, T.H. (1997). Reverie and interpretation.sensing something human. London: Karnac Books.