Abstract

Herbert Graf, mejor conocido como “el pequeño Hans”, es abordado no solo como un caso clínico que proporcionó grandes aportes a la clínica psicoanalítica, sino como la creación de un nombre; el del director de escena apasionado por las obras de Wagner. Se realiza un recorrido desde su paso por la fobia, su entrevista con Freud, el fin de la fobia y el deseo de advenir director de escena. La pertinencia de subrayar los actores como fueron Freud, Max Graf, Olga Hoening, y el mismo Herbert en las escenas que el futuro director de escena montará en su brillante futuro. El lugar de cada uno de estos actores y cómo contribuyeron para que este pequeño niño de cinco años tuviera elementos para poder construirse desde un lugar otro que no fuera la misma novela familiar que la de 1903.

Palabras clave: Castración, anudamiento, nombre, Hans, sexualidad infantil, neurosis infantil, angustia, escritura, historia.

«Hay algo allí que puede ser el disenso, la diferencia,

que puede consistir en amar al otro en su

diferencia en lugar de tolerarlo o establecer códigos

de leyes para llevar de manera tolerable estas diferencias.

La nueva suavidad es el acontecimiento, es el surgimiento

 de algo que se produce que no es yo; que no es el otro,

que es el surgimiento de un foco enunciativo”.(Guattari, 1992,

entrevista personal

con Fernando Urribarri)

En 1903, año en el que nace Herbert Graf, la manera de expresión en la pintura, la música e incluso en la ciencia están siendo revolucionadas por un intento de romper con el conservadurismo del Imperio Austro-Húngaro; una revolución cultural que surge como acontecimiento que anuncia la caída del Imperio; Zizek  (2014), denomina un acontecimiento como la caída misma, la pérdida de unidad y  armonía primordiales que nunca existieron, y que no son más que una ilusión retroactiva (p. 53), definición que nos interesará abordar más adelante. Herbert Graf, será atravesado por su época, de ello dan cuenta tanto el psicoanálisis como el arte. Herbert, será reconocido en el psicoanálisis como “El pequeño Hans” y en el arte como Herbert Graf, director de escena que hizo un nombre propio a pesar de haber sido el pequeño Hans, con toda la resonancia histórica que esto conlleva. “Análisis de la fobia de un niño de cinco años” (1909) es sin duda un texto emblemático para el psicoanálisis, en este no sólo se publica el historial médico de Herbert, bajo el pseudónimo “del pequeño Hans”, sino que la misma historia que Max, el padre, [1] recupera de Herbert[2] , le permitirá a Freud pensar “Tótem y tabú” (1913-12) y algunas modificaciones para“Tres ensayos de teoría sexual” (1905). La publicación de este historial fue recibido en Viena, como todo lo que venía del psicoanálisis, con un gran escándalo, ya que era inaudito pensar la intervención clínica para un niño de cuatro años; a decir de Max Graf, las revistas médicas de la época señalaban que se trataba de un caso de neurosis grave y de la cual no se podría esperar nada bueno, [3] esta visión pesimista del historial marcó la forma de pensar a Hans durante mucho tiempo. Varias escuelas de psicoanálisis posteriores a Freud, dedicaron el estudio de este historial bajo una perspectiva que pone a Max en un papel deficitario. Psicoanalistas tratando de teorizar un caso buscando la forma en qué cosas pudieron haberse hecho de mejor manera, es decir, pensándolo desde el defecto; esta forma de ver el caso apunta a una resolución pedagógica e imaginaria que desde la teoría pretende encontrar una manera correcta en el desarrollo de un niño. En su libro “¿Inocencia violada? Sobre el caso Hans de Freud”, Dachet hace un reclamo fuerte a estas escuelas y sus psicoanalistas por haberse olvidado de Herbert, por no haber podido leer el historial desde otro lugar, por no haber escuchado sin la teoría para poder dar cuenta del lugar y nombre que Herbert logró; de la producción artística y de la posición creativa. Durante una entrevista realizada a Max Graf, éste comentó:

“este niño se volvió verdaderamente alguien y cuando hizo su entrada en la vida artística le dije «tu deberías visitar una vez al Profesor Freud para que vea quién eres y para que pueda convencerse que las cosas están en orden». Entonces él fue y el Profesor Freud se interesó mucho por constatar el éxito de este tratamiento y lo que ocurrió con el niño”(Graf, 1952, Entrevista personal con Eissler, Recuperado en: Fort-Da revista de psicoanálisis con niños. No. 10. http://www.fort-da.org/fort-da8.htm).

Herbert Graf, siempre estuvo rodeado por el círculo intelectual cercano de sus padres; su padre, Max Graf, crítico musical y su madre, Olga Hoenig, paciente de Freud con particular interés en el psicoanálisis, procuraban un ambiente rico culturalmente hablando. Eligieron como padrino para Herbert a Gustav Mahler. En casa eran comunes las visitas de Richard Strauss, Amold Schoemberg; así como asistir a las sesiones de los miércoles en casa de la hermana de Freud, Regina Deborah Graf-Freud, sesiones a las cuales acudían intelectuales involucrados con el psicoanálisis, donde se dedicaban a compartir opiniones y a estudiar a músicos como Wagner. Según Herbert Graf, su padre fue el primero en aplicar el método psicoanalítico al estudio del proceso creativo en un artículo al que nombró «Wagner im Fliegenden Hollander.“[1]

Tal como dice Lacan (2010), en tanto somos sujeto que piensa, estamos implicados de una forma muy diferente en la medida en que dependemos del campo del Otro, que estaba allí desde hace un buen rato antes de que viniésemos al mundo, y cuyas estructuras circulantes nos determinan como sujeto (p.254); la mesa estaba puesta con todos sus elementos para que Herbert se interesara por el arte, en particular por la ópera y que el psicoanálisis también atravesará su historia. Los elementos estaban dispuestos [4] para que Herbert encontrara posibilidades de resolución a su conflicto, posibilidades distintas de anudamiento. Lacan en la conferencia que daba en Yale en 1975, hablaría de la importancia de la historia y su escritura, haciendo una crítica severa a los historiadores del arte, que necesitan documentos escritos, exigen un texto, un trozo de papel, de lo contrario si no hay certificado por escrito no puede ser considerado como escrito. El psicoanálisis viene a mostrar que para escribir y contar una historia, no es indispensable que ésta sea escrita con papel y tinta; la escritura está ahí, en la historia de vida, en las formaciones del inconsciente; la historia de cada sujeto se escribe de mil maneras diferentes y dependerá de la significación que se le dé a esta historia y a su escritura, la singularidad de cada caso, no hay historias iguales, ni comienzos iguales; lo único que podríamos alegar al respecto del inicio de esta escritura, es que ya hay una historia que se ha comenzado a tejer desde antes que el sujeto cobre existencia en el mundo fáctico.

Revisemos, entonces, la historia de Herbert Graf. El mundo de Hans era maravilloso, idílico, feliz; sin embargo, este mundo cambió, algo se echó a perder, algo dejó de funcionar. Cuando el mundo de Hans cae, aparece en él, como consecuencia lógica, la angustia. El mundo de Hans cae y con la angustia caen los padres de su lugar de padres. Los padres, descolocados, reaccionan sin saber qué hacer frente a la angustia y miedos de su pequeño. El padre, que como hemos mencionado, era del círculo cercano a Freud decide, acudir a él por orientación[5] . Max hará las veces de secretario y se dedicará a aplicar la técnica psicoanalítica en su propio hijo, entregando reportes a Freud. En estos momentos del psicoanálisis Freud estaba tras la pista del complejo de Edipo; el fantasma freudiano que se presentaba en sus interpretaciones constantemente, todo articulado en torno al drama familiar sintomático puesto en escena, sin percatarse aún de la importancia que tiene el orden fálico.

Sin embargo, Dachet nos advierte que pensar el historial desde el Edipo o la castración es un obstáculo, ya que nos oculta la producción y creación artística. Entonces, ¿cómo podemos pensar la angustia? La angustia en Hans aparece ante la imposibilidad de reordenar su mundo, aquel mundo que al parecer no regresará y que como mundo perdido lo deja en un lugar desordenado y sin límites. Pensado así, lo que Hans muestra es miedo. Miedo como defensa ante la angustia. La angustia pensada como un lugar sin límites. El miedo entonces, posibilita la función de limitar el espacio que la angustia genera. ¿Cuándo cambió el mundo de Hans? ¿Cuándo apareció el acontecimiento que hizo que todo cayera?

Antes de los 3 años Hans mostraba ya interés por la parte de su cuerpo que designaba como “hace-pipí <>”(Freud, 1996,p.8); es por estas fechas que pregunta a su madre si ella tiene hace-pipí, ella responde afirmativamente[6] . Esta pregunta evidencia que en ese momento en el mundo de Hans no había una diferenciación, para él todos eran iguales, hombres y mujeres tenían hace-pipí. Por eso a los[7]  3 ½ años cuando su madre, al encontrarlo tocándose[8] , lanza una amenaza: Si haces eso, llamaré al doctor A., que te corte el hace-pipí. (Freud, 1996, p.9) la amenaza no genera efectos, en este momento Hans no ha topado con la diferencia.

Poco tiempo después pregunta a ambos padres si tienen hace-pipí, ambos contestan que sí, apareciendo también la primera vinculación al caballo: pensé que como eres tan grande tendrías un hace-pipí como el de un caballo (Freud,   1996, p.10). En este momento nace también Hanna; al ver las tinas con sangre el día del parto, desconfía de la teoría de la cigüeña y además expresa no querer una hermanita. Una semana después cuando están bañando a su hermanita observa su hace-pipí y reacciona con una desmentida: Ya cuando crezca se le hará más grande (Freud, 1996, p.12).

A los 4 ½ años mientras es bañado por su madre, Hans le pide que lo toque, a lo que la madre le contesta diciendo que es una porquería (Freud, 1996, p.18). Con este hecho, Hans comienza a constatar la propia insuficiencia, viviendo la experiencia de un propio pene incapaz de colmar a su madre. Lo que aparece y se devela es la imposibilidad de la completud. La castración se produce tanto en la madre como en Hans de manera simultánea, evidenciando que la madre está en falta. A los 4 ¾ años, comienza a aparecer angustia por las noches, expresándose en sueños. Por estas fechas en un viaje, Hans comenta a su madre: Tuve miedo de que un caballo me mordiera (Freud, 1996, p.22). Es decir la angustia ya encontró como objeto al caballo. O, mejor dicho, Hans ha depositado la angustia en este objeto representado en el caballo. Después de su cirugía de amígdalas el temor comienza a asociarse a la mordida, cuando le dicen que no pase los dedos por el caballo porque puede morderlo. Dirá Lacan (2019), el sujeto se entera en ella de si el mismo tiene o no tiene un falo real, sino en cuanto que se entera de que la madre no lo tiene. Tal es el momento de la experiencia sin el cual ninguna consecuencia sintomática (fobia) o estructural (Penisneid) que se refiera al complejo de castración tiene efecto. Aquí se sella la conjunción del deseo en la medida en que significante fálico es su marca, o la amenaza o nostalgia de la carencia de tener (p.661). El significante fálico dice algo escondiendo. La caída como pérdida de lugar.

El 2 de marzo de ese mismo año, cuando aún tenía 4 años, Max alienta a Hans para que se despeje, diciéndole que si sale de paseo probablemente desaparezca la fobia, o como él le llama “la tontería”, y le comenta que en ese momento es intensa porque la enfermedad no le permite salir de casa; sin embargo Hans responde: ¡Oh no!, es tan intensa porque me sigo pasando todas las noches la mano por el hace-pipí (Freud, 1996, p.27). Otro de los días, después de una noche de ansiedad, Hans relata a Max lo siguiente: Me he pasado el dedo un poquito por el hace-pipí. Entonces he visto a mami toda desnuda en camisa, y ella ha dejado ver el hace-pipí (Freud, 1996, p.27). El vestido algo des-cubre. Algo que tapa descubriendo. El caballo se instala en el lugar del objeto que produce la fobia. Por lo que el 5 de abril, cuando Hans presencia la caída del caballo y la carreta, lo que cae es el mundo tranquilo y feliz en el que vivía. Un mundo que era sostenido por la madre. Hans y su mundo caen. Queda brutalmente separado de la madre. Este acontecimiento reduce a Hans a esta caída, lo ubica en un lugar desconocido, lo que hace Hans a través de su fobia es tratar de delimitar un lugar que no está acotado, nombrar ese lugar sin límites, acotar ese mundo que perdió y lo ha dejado desamparado. La producción de angustia es un momento necesario para la construcción de la singularidad. Al nombrar el objeto fóbico, Hans logra ordenar su mundo y las relaciones con los otros. Hans adquirirá un esclarecimiento de la diferencia anatómica entre los sexos, una vez que ha topado con la castración. Cuando Hans comienza a hablar de la jirafa con cuello largo y la jirafa arrugada, evidencia una diferencia. Ya no todos son iguales, existe algo que los diferencia. En otras palabras, Hans comienza a construir lo fálico. El mundo que cayó, la pérdida de eso, le permite identificar la diferencia. Organizar su mundo y experiencia desde esta construcción fálica.

Esa tarde me visitaron padre e hijo en mi consultorio médico. […] El padre comenzó diciendo que a pesar de todos los esclarecimientos la angustia ante los caballos no había aminorado. […] era evidente que no se podía explicar a partir de lo que sabíamos. Pero al ver a los dos así, sentados enfrente, al tiempo que escuchaba la descripción de su angustia al caballo, se me hizo la luz sobre otro fragmento de la resolución, que me resultó comprensible que se le escapara justamente al padre. […] le pregunté si con lo negro alrededor de la «boca» quería significar bigote, y le revelé que tenía miedo a su padre justamente por querer él tanto a su madre. Él no podía menos que creer, le dije, que el padre le tenía rabia, pero eso no era cierto: el padre le tenía cariño, y podía confesarle todo sin miedo. Que hacía mucho tiempo, antes que él viniera al mundo, yo sabía ya que llegaría un pequeño Hans que querría mucho a su madre, y por eso se vería obligado a tener miedo del padre; y yo le había contado esto a su padre. (Freud, 1996, pp. 36-37).

A partir de ese momento la mejoría comienza a ser notable para Hans, ya que puede comenzar a expresar sus sentimientos ambivalentes por el padre y puede comenzar a hablar de la diferencia anatómica de los sexos, la identificación con el padre es evidente; el padre pasa de ser un padre ausente y borrado a un padre potente con el cual puede identificarse y lograr salir de la fobia de esta manera; es conmovedor leer a Max Graf en la entrevista que le realiza Kurt Eissler cuando le pregunta sobre la reacción de Herbert al leer el historial: Después de haberla leído, me dijo que estaba muy agradecido. Estaba muy agradecido de que yo hubiera tomado la cosa en mis manos, en esa época. (Graf, 1952, Entrevista personal con Eissler, Recuperado en: Fort-Da revista de psicoanálisis con niños. No. 10. http://www.fort-da.org/fort-da8.htm).

El tema que nos interesa no es la salida de la fobia, sino lo que sucede después de esto, ¿cuáles son los efectos del análisis de Herbert?; a lo largo de todo el historial del pequeño Hans los significantes que se juegan en la fobia son importantes por las coordenadas que plantean, Giraff-Graf, Freud-Pferd, Wagen-Wegen. En la entrevista que da Herbert Graf a Francis Rizzo cuenta una historia fascinante, dando cuenta de dos momentos que cambiarían su vida para siempre:

La idea se me ocurrió un poco más tarde. Cuando se declaró la primera Guerra Mundial, las condiciones de vida en Viena eran bastante malas y empezaron a empeorar. […]ltn. Durante ese período, Max Reinhardt era director de nada menos que de tres teatros en Berlin, los cuales llenaba con una producción brillante tras otra.

Mi padre era un viejo amigo de Arthur Kahane, el Dramaturgo de Reinhardt, y me dio una tarjeta de presentación en la que, debajo del impreso «Max Graf» había escrito: «apreciaré le dé a mi hijo Herbert un pase para una de sus funciones». Pero luego de saborear por primera vez la magia de Reinhardt, quise ver mucho más que una sola función, de modo que, armado con un montón de tarjetas, repetí mi pedido con mi mejor imitación de la letra de mi padre. Como Kahane nunca dijo que no, llegué a ver casi tres meses de producciones de Reinhardt.

Los actores eran sobresalientes, pero lo que más me impresionó fue el manejo realísticamente detallado de las escenas de multitud en obras épicas tales como Julio César y Danton de Rolland. […]    r., ese verano de Reinhardt fue el momento decisivo de mi vida. Sentí que era mi misión hacer por la ópera lo que Reinhardt había hecho por el teatro.[2] Tenía entonces dieciséis años y estaba preparándome para graduarme en la escuela, lo cual casi no logro; tan embebido estaba en mi sueño de convertirme en director de escena que no podía concentrarme en los estudios. En cuanto volví a Viena, pedí permiso para montar en el gimnasio de la escuela la escena del foro de Julio César, pero como le presté mucha menos atención a los matices de los grandes discursos que a los abucheos y silbidos de la turba romana, el director pronto puso fin a toda la empresa: el ruido estaba empezando a interferir con las clases. De un modo u otro, pasé mi Matura y me gradué, pero no sin comentarios sarcásticos por parte de los profesores y compañeros de clase. En el libro anual de 1921, bajo el título: «Estupideces del Año»; puede leerse: «Herbert Graf quiere llegar a ser director de escena de ópera.»  Rizzo, Francis (Febrero, 1972) Recuperado en: Fort-Da revista de psicoanálisis con niños. No. 10. http://www.fort-da.org/fort-da8.htm

Los dos acontecimientos que se señalan, son justamente ese encuentro con el propio deseo, que como bien sabemos, el deseo siempre es el deseo del Otro y es por eso que tres significantes serán de suma importancia para esta tesis: Wagen (vagón de carga), Wegen (ser capaz), Wagner. Llama la atención que estos significantes estén todo el tiempo ahí, no sólo en el historial de Hans, sino podríamos pensarlos en Max y también en Freud. ¿Qué carga tienen Herbert, Max y [9]  ¿son capaces de soportar esa  ¿son capaces de hacer algo con la  vayamos un poco más despacio frente a esta elaboración. Parece que para Herbert la carga del vagón está relacionada con la llegada de Hanna y los celos por compartir a la madre; en cuanto a Max, podríamos pensar que su carga es justamente ese difícil matrimonio con una mujer con un pasado complicado que la tiene deprimida e irritable[10] r; y nuestro querido Herr Professor carga con el nombre de su gran adversario Wagner-Jauregg. Sin embargo, más que centrar la atención en la carga, el análisis del caso nos requiere preguntarnos qué se hizo con estos significantes y de qué forma cada quien los resolvió.

Herbert desarrolla una fobia a modo de hacer algo frente a su angustia, fobia que posteriormente olvida por completo, recuperará esta escena de su historia gracias a que encuentra el historial en el estudio de su padre y al leerlo, puede reconocer lugares y nombres vagamente. El análisis ha sido un éxito, ha sido olvidado. Todavía lo podemos corroborar en un segundo momento, ese segundo acontecimiento del que hablamos; la burla que recibe en el anuario escolar, se le es tachado de “tontería”, significante clave en el historial. Tal vez, si su análisis no hubiera sido un éxito, este nuevo señalamiento sería suficiente para angustiar de vuelta a Herbert, sin embargo, no fue condición para que él renunciara a su deseo. Tanto Max como Freud, se dedican a investigar la obra de Wagner en las reuniones en casa de Freud, aunque cada uno escribe acerca del músico en tiempos diferentes, como ya se mencionó Max, escribe “Wagner el holandés errante”; mientras que Herbert se dedica a devenir director de escena, su tesis se tituló: “Wagner director de escena.” Una respuesta a esa broma escrita en el anuario escolar: Herbert Graf quiere llegar a ser director de escena de ópera.[3] Herbert se ha potenciado, nos dice Lacan (2009), el falo es el significante privilegiado de esa marca en que la parte de logos se une al advenimiento del deseo (p.659), el falo como significante dá la razón del deseo (Lacan, 2009, p.660). El hecho de que Max haya logrado a través de su trabajo con Herbert, que éste pudiera hablar de su rivalidad con él  y que al mismo tiempo pudiera aceptar su propia castración, tuvo efectos importantes. Del mismo modo, escucha a su hijo preguntándose por la formación de un sujeto en tanto artista y creador. Herbert, se suma al pensamiento revolucionario que caracterizó el inicio de su vida, transforma el mundo de la ópera poniendo en escena los dramas, que, si lo pensamos bien, puede pensarse como el drama familiar, la novela del neurótico. El análisis así como la producción artística tiene que ver según  Attal (2012), con:78

“esa capacidad de producir otros paradigmas estéticos esenciales, pero si la subjetividad se produce sobre un modo narrativo, permanecerá la mayor parte del tiempo trabada en un ritornelo redundante. Se trata más bien de que advengan los «focos de producción mutantes de subjetividad» –fuera de todo relato. El relato, la historia, la narrativa comportan un término. El contenido narrativo empuja a una captura, a un rapto”(p.108).

Herbert Graf, nos muestra que su análisis tuvo tanto éxito que logró hacer un nombre propio; lo cual nos lleva a preguntar, ¿no será fortuito que el psicoanálisis se haya olvidado del nombre de Herbert Graf detrás del nombre del pequeño Hans?, se apuesta a que justamente el que Max Graf haya roto relaciones con Freud y su círculo dos o tres años después de terminada la fobia de Herbert contribuyó a que quedara en el olvido de los psicoanalistas para recordar siempre a Hans y preguntarle incesantemente al historial sobre el defecto; tal vez si esto no hubiera sido así, Herbert Graf hubiera quedado capturado por los significantes Das Kleine y Hans y la historia hubiera sido otra. La teoría puesta al servicio de la creación musical, propone una forma artística de producir el tejido inconsciente. Posibilidad de otra estética analítica.

Pensar el caso desde la transferencia nos abre posibilidades de lectura en el caso. La transferencia como creadora de algo nuevo: el padre como intermediario entre Freud y Hans, lejos de haberlo violado en su inocencia, lo habría conducido en el camino del arte. Despatologizando el caso podemos ver otras posibilidades de Hans como artista y sujeto creador. Leer y escuchar el caso desde otro lugar. Leer el caso con puntuación, música y ritmo, para dar cuenta de la creación artística.

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Zizek, Salvo (2014) Acontecimiento. España: Sexto Piso.


[1] Wagner el holandés errante.

[2] Las cursivas son nuestras

[3] Ibid.


el padre de Herbert,

su hijo

;

Todo estaba servido

Creo va mejor así. No sé que pienses.

era del círculo cercano a Freud, decide acudir a él por orientación.

respondiendo ella, afirmativamente.

Tal vez quitar Por eso, y sólo dejar:

A los 3 1/2 años…

los genitales

En función de la carga, estoy haciendo alusión al vagón de carga, de cada uno de los implicados en estos tres significantes.

Si, esta información está en un artículo de la revista Fort-Da

No. 10 Noviembre de 2008

Referencia a Olga Hoening, madre de Herbert Graf, en una carta de Freud a Flies.