Del das Unbewusste de Freud a L’une bévue de Lacan

Marcelo Pasternac

Sin Freud no habría hoy psicoanálisis ni una posibilidad para su existencia, aunque esa experiencia se halla siempre amenazada de extinción. En Freud hay algo de esas posadas españolas donde, según se dice, cada cual puede encontrar allí su sustento… a condición de que él mismo aporte lo necesario. Todo depende de cuál aspecto subraye el lector en la obra monumental del fundador. Así, en los Estados Unidos pudo ocurrir que algunos se ocuparan de destacar la dimensión yoica conduciendo a una forma de degradación de la práctica analítica. Depende, entonces, de los psicoanalistas hacer que la supervivencia del psicoanálisis sea posible. La irrupción lacaniana resultó crucial en este sentido.

El mismo Freud realizaba constantes relecturas de su propia obra y la sometía a las transformaciones que la práctica le sugería en los puntos de atascamiento, los más fecundos, por otra parte, dado su carácter revelador.

Así, cuando se produjo el «affaire» Reik acerca del llamado psicoanálisis lego o profano, Freud publicó el célebre texto en el que subrayaba la amenaza que constituía para el psicoanálisis el carácter infundado e inculto, ése sí lego y profano, de la intervención medicalizada. Pocos lo siguieron entre los propios psicoanalistas y Freud pudo decir, con fundamentos, que era como un general sin ejército.

El psicoanálisis está a menudo prensado entre, por un lado, un éxito aparente que generaliza en la sociedad fórmulas que entran en el lenguaje común al precio de su desnaturalización o de su utilización salvaje fuera del contexto de la experiencia analítica y, por otro lado, la apariencia elitista o el hermetismo, no siempre necesario pero a veces ineludible, propio del respeto por la rigurosidad doctrinal (que también corre el riesgo de deslizarse hacia un dogmatismo fundamentalista). La apuesta que se le plantea hoy, por lo tanto, al psicoanálisis es que esta práctica sobreviva con su especificidad al triunfo ideológico de sus deformaciones y a la consecuente circulación de las falsificaciones caricaturales más variadas que se presentan bajo su nombre o a la caída en el hermetismo esotérico de ciertas formulaciones teóricas cuando están desvinculadas de la experiencia clínica que le es propia. No resulta fácil atravesar el estrecho desfiladero entre esas dos trampas: la desnaturalización o la pedantería pretenciosa.

La referencia a Lacan aparece frecuentemente atribuyéndole una caída en el segundo riesgo. Algunos le reprochan escribir innecesariamente en «chino básico» (sic), otros lo vulgarizan e introducen una moda consistente en una serie de clichés vaciados de su articulación. Pero en realidad a nadie le está vedado el acceso a sus aportes si realiza el esfuerzo de hacer el recorrido correspondiente. Con toda evidencia, es necesario primero que se considere esa tarea como algo necesario para el campo analítico. Hay en efecto una dimensión ineludible: el respeto por ciertas conceptualizaciones es imprescindible para dar cuenta de la especificidad de la experiencia clínica cuando ella es del orden del psicoanálisis. Este respeto debe ir acompañado de la convicción de que ciertos hermetismos sólo son tales para quienes no abordan adecuadamente el problema. Si se hace el camino necesario, cada opacidad terminológica puede ser esclarecida en sus articulaciones y podrá verse justificada como el relevo de la empresa freudiana en los puntos en que su desarrollo choca con sus límites por agotamiento o por obstáculos originados en sus contradicciones teórico-clínicas, como las que el mismo Freud afrontó con la reacción terapéutica negativa y la compulsión de repetición, que encontraron su respuesta con la producción del concepto de la pulsión de muerte, elaboración que muchos psicoanalistas de su escuela decidieron no compartir y entonces se refugiaron a largo plazo en una medicalización degradante del psicoanálisis, en la que podrían sostenerse apoyados en ciertas discordancias del propio texto del fundador.

Lacan hizo también su propia lectura del texto freudiano, evidentemente sesgada por su visión clínica, pero se apoyó en otros recortes, en otras selecciones. Así ocurre con esa referencia al texto de «Más allá del principio del placer» y la tantas veces mencionada viñeta del niño que juega con el carrete, acompañándose con la cadencia de la oposición fonemática o-a que Freud lee como «fort-da«. Hay un camino que va, desde las formulaciones freudianas que, al remitirse a la oposición «superficial/profundo», se adhieren (con consecuencias) a una topología que, por sus características, aprisiona al psicoanálisis y lo conduce hacia una práctica caracterizada por interpretaciones dominadas casi exclusivamente por el orden de la traducción. Este estilo de interpretar que en la terminología del ternario lacaniano RSI está localizado en la «playa», en el espacio que en el nudo borromeo formado por tres aros, circunscriben los del simbólico y el imaginario (figura 1), implica una práctica en la que el psicoanálisis termina por consistir en una especie de transposición de un lenguaje manifiesto a otro supuestamente latente que el paciente suficientemente adiestrado terminará por manejar por su propia cuenta como en una traducción simultánea, un lenguaje superpuesto, sin movilidad de la problemática que lo condujo a la búsqueda de un tratamiento analítico.

                                                                          

Figura 1

Encontramos la referencia a lo profundo, y a su psicología, en diversos textos freudianos. Así, por ejemplo:

 

Cuando el análisis de los sueños permitió inteligir los procesos anímicos inconscientes y mostró que los mecanismos creadores de los síntomas patológicos se encontraban activos también en la vida anímica normal, el psicoanálisis devino psicología de lo profundo y, como tal, susceptible de aplicarse a las ciencias del espíritu. 1 [itálicas de Freud]

Hay otras referencias en la misma dirección en otros textos de Freud, que omito aquí por innecesarias para esta exposición. 2 Es notable que ni Strachey ni Etcheverry hayan incluido en los índices de palabras o materias que figuran en el último volumen de las Obras completas una entrada para la expresión profundo o profundidad, ni para psicología de lo profundo. Como detalle interesante, digamos que López Ballesteros traduce » psicología profunda» donde Etcheverry vierte «psicología de lo profundo». ¡No es lo mismo que en el primer caso el psicoanálisis sea considerado como una psicología cargada por el calificativo de «profunda» que, con mayor respeto del texto freudiano, se trate de una psicología que se ocupa de lo profundo!

Sea como fuere, Lacan prefiere en este punto subrayar en Freud las referencias a las formaciones del inconsciente, esos observables en el texto de los discursos o los testimonios clínicos o directos de la vida cotidiana, es decir en esos productos de sustitución en los que el inconsciente freudiano se manifiesta. Pero para él lo latente no está en alguna supuesta profundidad sino en la misma superficie de lo que se presenta al analista en el discurrir del analizante.

Así, en su seminario del 24 de enero de 1962 (La identificación), Lacan afirma:

 

Hay algo que les digo […] que el sistema del inconsciente, el sistema psi, es un sistema parcial. Una vez más repudié […] la referencia a la totalidad, lo que no excluye que se hable de parcial. Insistí en ese sistema sobre su carácter extrachato, sobre su caracter de superficie, sobre el cual Freud insiste con todo vigor, todo el tiempo. Uno no puede sino sorprenderse de que esto haya engendrado la metáfora de la psicología de las profundidades. 3 [itálicas mías]

Freud no insiste en esto tanto como le gustaría a Lacan. Pero éste defiende su versión de Freud pues dice:

 

Es totalmente por casualidad que hace un rato, antes de venir, encontré una nota que había tomado de «El yo y el ello»: El yo es ante todo una entidad corporal, no sólo una entidad totalmente de superficie, sino una entidad que corresponde a una proyección de una superficie. […] cuando se lee a Freud, -dice Lacan- se lo lee siempre de una cierta manera que llamaré sorda. [itálicas mías]

Frente a la oposición «superficial/profundo» Lacan apela a otra topología que la de esa especie de huevo con un ojo aplicado que Freud esquematiza en la conferencia «La descomposición de la personalidad psíquica» de 1932-33. 4 En esta topología diferente (en variadas formas, desde la aparentemente simple de la banda de Moebius (figura 2) hasta la botella de Klein) se prescinde de la mencionada oposición: aquí se puede sostener que la profundidad está en la superficie. Tomando la expresión más didáctica, la banda de Moebius permite situar esa oposición como algo a la vez visible pero sólo aparente según la dimensión que se aborde pues no deja de ser cierto que tiene dos lados y dos bordes si se lo considera sincrónicamente, pero un solo lado y un solo borde si se los recorre, o sea, diacrónicamente. Entonces, el primer abordaje es capaz de hacer corresponder a un término del discurso «manifiesto» de un lado, uno «latente» del otro lado sincrónico que lo sustituye metafóricamente (lo que Lacan hará corresponder a la condensación freudiana). Y también, si se lo recorre, en el curso de la cadena significante, entonces se desplaza hasta la producción de una nueva significación… siempre en la superficie.

Figura 2

Hemos visto más arriba cual es la posición que Lacan sostiene sobre la cuestión de lo profundo del inconsciente, ese sistema extrachato, como él dice. Habrá de culminar estas consideraciones desde el título mismo de su seminario del año 1977 donde en una redacción endemoniada juega con las transliteraciones para decir que «L’insu que sait del’une-bévue s’aile à mourre» [literalmente: Lo no sabido que sabe de la una metida de pata se ala a morra], legible en otra distribución fonética como «L’insuccès de l’Unbewusste c’est l’amour» [literalmente: el fracaso del Unbewusste -del inconsciente- es el amor] de los que en otra parte produje doce versiones de transcripcion-traducción-transliteración entre francés y castellano. 5

Aquí solamente comentaré algunos aspectos y lo que está en juego para el psicoanálisis. En el título oficial, «l’insu que sait» se traduce como «lo no sabido que sabe » lo que podría ser entendido como una alusión al saber del inconsciente, no sabido por el yo. ¿Dónde está ese saber? Pues, muy simplemente, en «l’une-bevue«, en la metida de pata típica, el acto fallido de la psicopatología de la vida cotidiana, tal como la que recuerda Freud, retomándola poco antes de morir en su artículo de Londres 6, en 1938:

Compruebo -dice el presidente de la Cámara de Diputados- la presencia en el recinto de un número suficiente de señores diputados, y por lo tanto declaro cerrada la sesión.

Hay un saber no sabido en la equivocación, en la metida de pata, acerca del deseo de ese funcionario con relación a que la sesión tenga o no lugar.

Pero, por otra parte, la transliteración de esos mismos sonidos en otra escritura permite superponer lo no sabido que sabe… con el fracaso del inconsciente [Unbewusste] que se superpone con la «una metida de pata » [une-bévue]. De tan complicada manera, hermética si no se recorre el discurso que está en juego, Lacan habla (escribe) como el inconsciente, es el inconsciente en acto, con sus dispositivos de transformación del discurso destinados a que en la superficie esté oculto pese a que está a la vista el otro discurso, el llamado contenido latente.

Justamente, la transliteración es junto con la transcripción y la traducción un conjunto de tres operaciones que pueden situarse en el ternario lacaniano real simbólico imaginario y despliegan los recursos del inconsciente tal como los entiende Lacan sin tener que recurrir a la mitología metapsicológica, tal como la llamó Freud. Jean Allouch trabajó este dispositivo en su libro Letra por letra y localiza esas operaciones que permiten observar en la clínica la producción de nuevas significaciones en el despliegue del discurso:

 

La traducción se caracteriza por promover lo que sería una preeminencia no sólo del sentido sino, más exactamente, del sentido único, del un-sentido. […] La transcripción es esta otra manera de regular lo escrito que toma apoyo no ya sobre el sentido sino sobre el sonido. […] La transliteración es el nombre de esta manera de leer que promueve el psicoanálisis con la preeminencia de lo textual. 7

Podremos notar la intrincación de estas operaciones y la producción de significaciones en un fragmento de discurso que presentaremos y que nos permitimos transcribir en la medida en que no se trata de una viñeta con finalidades de designación psicopatológica ni de alguna ejemplificación nosográfica, sino de mostrar cómo en la ramificación de la cadena de los significantes del discurso se producen las interpretaciones por los caminos metafóro-metonímicos de esas tres dimensiones.

«Ella» comenzó su análisis hablando el español de México, luego tuvo una serie de sesiones en francés y más tarde, en momentos privilegiados, pasaba de una lengua a otra, cometiendo «errores» en ambas, formas intermedias en las que dudaba sobre la lengua a la que pertenecían, expresiones que funcionaban como señales que indicaban de un modo exquisito ciertas formaciones del inconsciente. Relata un sueño sostenido, con un halo transferencial notorio, por la presencia del analista quien interviene solamente con su silencio:

 

«Sueño que un familiar me habla de mi ex-analista. Estoy perseguida por dos mujeres. No las veo, pero se me ocurre que son mi mamá y esa analista [aquí asocia e interpreta acordando un sentido, o sea que traduce]. Luego estoy como encarcelada. Siento angustia. El espacio se hace cada vez más chico. Al fin estoy en un baño chiquito. Logro salir por una hendidura, pero esa mujer viene y me vuelvo a meter en el agujero y me hago chiquitita para que no me agarre ni me toque. Ella mete su mano y me llega a tocar y entonces la muerdo… [ríe] … no sé por qué me da gracia [si ríe es porque algo entendió aquí, o sea que existe una traducción no formulada]. La muerdo y como trozos de… se me ocurre en francés, de pain d’épice. Veo mi cara asomando de un agujero que tiene el mismo contorno de mi cara. Yo miro hacia afuera. Tengo, en el sueño, la asociación con Frida Kahlo con su tocado de tehuana, que le hace aureola y pienso en esa imagen de mi cara en el agujero y se me ocurre, en el sueño, que es como yo era cuando estaba en la panza de mi madre [hay aquí una vasta traducción de una metáfora de parto-nacimiento]. Recuerdo, en el sueño, otro sueño mío que trata de una mujer que va a dar a luz por cesárea, será su quinto hijo .Yo soy la cuarta en mi familia ¿Cuál es el sexo de ese quinto hijo? Pienso que cesárea quiere decir castración [Ella interpreta aquí por traducción] y relaciono «Frida Kahlo-su accidente-invalidez-su cuerpo mutilado-castración» y en ese momento entre dormida y despierta… pienso que de esa prisión me quiero delivrer [liberar, en francés] pero en inglés es delivery[transcribe-translitera] que, pienso, quiere decir «parto» … yo estoy aprisionada en el cuerpo de mi madre y entra un pain d’épice, un pene [transcribe-translitera]… ah, ¡por eso me daba gracia! [el recorrido metonímico la conduce a interpretar con una transliteración metafórica]… ese panqué de especias y almendras, muy francés, que me gustaba tanto en mi infancia.¿Cuál es el sexo del quinto hijo? Ésa es una pregunta sobre mi propio sexo. ¿Por qué no una niña? Yo tengo la sensación de que es como si yo hubiera sido un hombre castrado, esa sensación de castración, de mutilación, esa mano que muerdo, ese pain, suena como pene [traduce, transcribe y translitera] ¿Qué sexo querían mis padres que yo tuviera? Tengo la sensación corporal… de que me gustaría… que cuando yo naciera… (ríe [o sea que oye el chiste que implica su lapsus de conjugación: translitera pues hay un efecto de puntuación en el discurso, y entiende, o sea, traduce tácitamente]… ¡Hablo como si pudiera volver a nacer!… que me gustaría que me recibiera un hombre en sus manos… el contacto de un hombre fuera de la panza de mi madre (pienso en usted)… para que yo pueda decirle esto como necesitando mucho afecto e indulgencia de su parte…» (figura 3)

Figura 3 – TRANSLITERACIONES

  • Del das Unvewusste de Freud a
  • l’une bévue de Lacan
  • délivrer
  • deliver
  • pain d’épice
  • pene

Como vemos, la trama del sueño y la de las asociaciones metonímicas y metafóricas muestran en su despliegue superficial las significaciones producidas en el sistema extrachato del inconsciente, el discurso del Otro, como dice Lacan, otro discurso en el mismo discurso explícito, presente en el mismo plano de lo dicho.

Notas

1 Sigmund Freud, «Psicoanálisis» (1922), in Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, traducción Etcheverry, tomo XVIII, pp. 247-248.

2 Sigmund Freud, «¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?» (1918), Obras completas,tomo XVII, p.170; «Psicoanálisis» (1926), Obras completas, tomo XX, pp. 252-253; «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (1938), Obras completas, tomo XXIII, p.284.

3 Jacques Lacan, L’identification, seminario inédito, sesión del 24 de enero de 1972, establecimiento y traducción míos.

4 Sigmund Freud, «Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis» (1932-33), Obras completas, tomo XXII, p. 73.

5 L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre
L’insuccès de l’Unbewusste c’est l’amour
Lo no sabido que sabe de una metida de pata se ala a morra
El fracaso del inconsciente es el amor
El frac, as o delinco, siéntese el amor
El no éxito del inconsciente es el amor
Él no hesitó: delinco, siéntese el amor
Él no, exit o delinco, siéntese el amor
El no exito de una equivocación es el amor
Él no es hito de una equis vocación: es el amor
El no saber sabe una equis vocación: es el amor
Él no osa ver, sabe una equis vocación: es el amor

En esa ocasión he expresado mis conclusiones de esta exploración de los procedimientos mencionados: «Lo que advertimos en definitiva y que hace tan difícil esta traducción del título del seminario al español en cuanto debe responder a la letra y al sentido doctrinal es que en el texto de Lacan en francés el sentido no está en una sino en las dos expresiones transliteradas en las que se distribuyen los elementos que vehiculizan ese sentido. En la escrita «abiertamente»: 1) lo no sabido que sabe [l’insu que sait]; y 2) la metida de pata [l’une-bévue], equivocación; y en la otra «latente»: 1) el fracaso [l’insuccès], 2) el Unbewusste-inconsciente y … 3) el amor [l’amour]. Sí, el amor en efecto, porque si como dice Lacan «no hay relación sexual», el amor es ese fracaso imaginario del inconsciente en que se da lo que no se tiene a quien no lo es (se trata de la dimensión fálica). La vida misma de cada humano puede verse como el recorrido de las realizaciones más o menos fallidas de ese fracaso.

6 Sigmund Freud, «Algunas lecciones elementales sobre psicoanálisis» (1938), Obras completas, tomo XXIII, p. 286.

7 Jean Allouch, Letra por letra, Buenos Aires, Edelp, Traducción M., N. y S. Pasternac, 1993, pp. 68-69.