La presencia de Igor A. Caruso en Brasil *.

 Eliana Rodrigues Pereira Mendes

 

Igor Caruso nace en Rusia, en una familia noble de ascendencia italiana, llegó a ser un renombrado psicoanalista en Viena, especialmente en el periodo posterior a la segunda guerra mundial. Fue uno de los principales representantes de la corriente de psicoterapia existencial y fundador del Círculo Vienés de psicología Profunda en 1947, además de uno de los fundadores de la Federación Internacional de Sociedades Psicoanalíticas (IFPS) en 1962. En Brasil ayudó a consolidar el Círculo Psicoanalítico de Minas Gerais (CPMG), en 1963 y participó en la fundación del Círculo Brasileño de Psicoanálisis (CBP), que congrega Círculos federados en varios estados brasileños. Importante en la creación y desarrollo de otros círculos de trabajo psicoanalítico en América Latina, no se alineaba a los rígidos patrones de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) y quería darle al psicoanálisis

… una orientación intelectual, espiritual y filosófica. Lo consideraba, a la luz de la fenomenología, como un método de edificación de la personalidad humana (o personalismo), destinado no a adaptar al sujeto a los principios de realidad, sino a resolver las tensiones resultantes de su relación conflictiva con el mundo. (Roudinesco; Plon, 1987. P. 104)

El presente escrito tiene como objetivo reavivar su memoria, en ocasión de los cincuenta años de existencia de la Federación Internacional de Sociedades Psicoanalíticas, conmemorados en 2012, y de los cincuenta años del Círculo Psicoanalítico de Mina Gerais, que en 2013 cumple también su cincuentenario, homenajeando a quien fue uno de nuestros primeros maestros.

Igor Caruso estuvo en Brasil en dos ocasiones: la primera en 1956, cuando fue fundado un grupo de estudios psicoanalíticos en Pelotas, en Rio Grande do Sul; la segunda, fue en Belo Horizonte, en los años 1968 y 1969.

La primera invitación a Caruso fue hecha por Monseñor Malomar Lund Edelweiss, sacerdote de la Iglesia Católica, que, junto con el matrimonio de Gerda y Sigfried Kronfeld, fundó el grupo de estudios psicoanalítico de Pelotas (RS).

El profesor Edelweis en 1956 era Director de la Facultad de Filosofía de Pelotas. Quien le presentó el nombre de Caruso fue el psicoanalista húngaro Belá Székely, naturalizado argentino, que le habló acerca de la nueva orientación carrusiana: “…de cierto modo existencialista, pero en cierto sentido cristiano y humanista.” (Amoretti, 1992. P. 116) Le fue presentado tanto desde el punto de vista de su capacidad intelectual, cuanto como un profesional psicoanalista. Belá Székely mostró a Edelweis el primer libro publicado por Caruso –Psychoanalyse und Synthese der Existenz-, traducido al español como Análisis Psíquico y Síntesis Existencial. Esas referencias condujeron al profesor Edelweiss a Viena, donde realizó un análisis con el propio Caruso y, a su retorno a Brasil, fundó el Círculo Psicoanalítico de Psicología Profunda, de inspiración carrusiana. En la misma época, fundó también el Instituto de Psicología anexo a la Facultad Católica de Pelotas. La invitación inicial fue para una visita a la ciudad, pero Caruso fue también a Porto Alegre para hablar en la Universidad Católica de ahí. Caruso permaneció casi cinco semanas en Brasil dando cursos, sobre los cuales se publicó el libro Bios, Psyque, Persona, que presentaba la evolución de su pensamiento en relación al ser humano, considerado desde el punto de vista tanto filogenético como ontogenético. En esa ocasión fue muy apreciado y aplaudido. Fue también a São Paulo para dar conferencias.

¿Cómo se dio la opción de Caruso para ser maestro y padre intelectual de los primeros analistas de ese grupo? La verdad, era más fácil hacer una formación analítica en esa época, en Buenos Aires, por la proximidad geográfica con Rio Grande do Sul. Ya había analistas destacados, como Pichon-Rivière, Marie Langer, Angel Garma, entre ortos, que yaimpartían formación psicoanalítica. Pero el grupo prefirió apostar la formación con Caruso. Por ser un grupo de orientación católica, fue importante la visión carrusiana humanista y cristiana, que podría ser también pastoral y religiosa.

Al final de la década de 1930, el gobierno austriaco, controlado por los nazis, promovió duras persecuciones al psicoanálisis, que acabaron por llevar a Freud a exiliarse en Inglaterra.

“En ese periodo, la Iglesia Católica, poderosa en Austria, fue tal vez la única institución de envergadura que pudo ofrecer cierta resistencia, no exenta de riesgos, a los nazis, permitiendo también un relativo abrigo a los profesionistas de la salud mental que no deseaban colaborar” (Amoretti, 1992, p. 119)

Incluso en la pos-guerra había cierto clima de hostilidad en Viena, principalmente hacia Freud y sus discípulos. Así que, fue natural, que –cuando Caruso creó el Círculo de Psicología Profunda buscando mantener viva la llama del psicoanálisis-, hubiese aproximación e inclusión de muchas personas con fuertes vínculos católicos, entre ellos, el barón Viktor Von Gebsatell, psicoanalista cristiano, que fue analista de Caruso de 1944 a 1945. El propio Caruso había hecho su formación en Lovaina, en Bélgica, en una universidad católica.

En esa época, sus escritos dan a percibir una crítica que se dirige más consistentemente a la “visión de hombre” delineada por la teoría freudiana, particularmente a través de la teoría de las pulsiones y de la sexualidad. A ella se contrapone una visión de la totalidad de la persona humana y particularmente de una jerarquía de valores, en la cual los valores religiosos y la creencia y la fe en Dios ocupan el lugar primordial. Su primer libro Análisis psíquico y síntesis existencial trata de esos asuntos, además de resaltar la importancia del método freudiano de análisis psíquico, al cual no había que objetar.El libro revela eclecticismo teórico, observándose que Jung es muy citado en él, tal vez mas que Freud, y Dios, religión y vocación predominan en el índice de conceptos sobre los contenidos psicoanalíticos clásicos. La orientación psicoterapéutica de Caruso era denominada psicoanálisis personalístico. Caruso no se consideraba freudiano, ni junguiano, ni adleriano, tampoco se alineaba a ninguna otra vertiente psicoanalítica.

Sería considerad carrusiana una escuela que se caracterizase por un conjunto de elementos como la inserción de la teoría en el marco de la fe y de los valores cristianos, con cierto eclecticismo teórico, aunque no explícitamente reconocido por Caruso, con una crítica a aspectos teóricos diversos del psicoanálisis. Tal vez por todo eso Caruso había rechazado ese su primer libro e impedido la traducción al portugués. Más tarde el mismo solicitaría a sus pares que no se dijeran “carusianos”, ya que él se veía, como un “freudiano”.

Siguiendo su trayectoria de pensamiento, en el peridodo de pos-guerra, la crítica a cualquier ortodoxia o dogmatismo existentes transforman el Círculo de Psicología Profunda en el centro de una variada riqueza de estudios, donde psicoanálisis, psicología analítica y psicología existencial, ecumenismo, etología, antropología, filosofía y psicopedagogía atraerán la atención y la participación, en mayor o menor grado, de personas como Konrad Lorenz, Jean Piaget, Jacques Lacan, entre otros. En esas circunstancias, los pensadores de la Escuela d Frankfurt comenzarán a ser estudiados (adorno, Horkheimer, Erich Fromm) y después Herbert Marcuse, Norman Brown, Jean-Paul Sartre, Ernest Bloch, lo que llevó a Caruso a confrontarse con los textos de Marx, Engels, Lukács, Reich y otros marxistas. La trascendencia vertical –Dios-, que daba sentido a la existencia humana, se transforma, en un movimiento de rotación, en la esperanza de una trascendencia horizontal, es decir, histórica: en la historia de los hombres concretos, que con esperanza y a través de la praxis, tendrán que conquistar su liberación y dar sentido a su vida. El reflejo de esa riqueza de contenidos incorporados va a manifestarse en la extensa obra escrita de Caruso, que abandona gradualmente la actitud ecléctica en relación a la teoría y la práctica psicoanalíticas, tornándose progresivamente materialista freudiano. Simultáneamente, Caruso desarrolla una intensa clínica en Viena, además de asumir un papel importante en la difusión del psicoanálisis en el mundo latinoamericano: primero participando en la fundación del Círculo Brasileño de Psicoanálisis (CBP); después en los Círculos de Colombia, de México y de Argentina. En ese periodo también funda la Federación Internacional de Círculos de Psicología Profunda, la Federación Internacional de Sociedades Psicoanalíticas (IFSP), en las cuales el común denominador, según Caruso, es la técnica psicoanalítica clásica freudiana, junto a la apertura a todas las cuestiones sociales.

En los años 1960 Caruso viajó por segunda vez a Brasil. El profesor Edelweiss fue invitado por un grupo de psiquiatras de Belo Horizonte a fin de hacer análisis didácticos para la formación de analistas. Ese grupo, del cual deriva el Círculo Psicoanalítico de Minas Gerais, invitó a Edelweiss a radicar en Belo Horizonte, y efectivamente el Círculo fue creado en 1963, cumpliendo cincuenta años en 2013. El profesor Edelweiss era el analista de todos los candidatos, además de dar cursos sobre la teória psicoanalítica y cuidar a la sociedad incipiente. En el intento de proporcionar una formación más integral a ese grupo, dar la oportunidad de realizar análisis personales y supervisión con alguien de la estatura de Caruso, este permaneció con nosotros entre 1968 y 1969. En esa ocasión impartió un curso titulado La filogénesis y la ontogénesis de la personalización, que fue ofrecido a todo público interesado de Belo Horizonte, inclusive profesores y alumnos de las universidades de la ciudad, además de otras personas deseosas de adentrarse en el tema. Su presencia oxigenó al Círculo naciente y fue muy importante en ese primer momento, para consolidar sus bases psicoanalíticas y la convivencia entre pares.

Bajo su inspiración fueron formados Círculos en otras ciudades brasileñas, como Rio de Janeiro, Salvador y Recife. Caruso influenció tanto como fue influido por su experiencia en Brasil.  Coincidentemente, el año de 1968 fue un periodo de recrudecimiento de la dictadura militar en nuestro país, durante la cual la libertad política sufrió duras restricciones. Ciertamente, el hecho de vivenciar esa agitación a través de sus analizados le trajo más inquietudes existenciales, exactamente en el momento en que sus convicciones estaban en cuestión.

Por amor a la verdad de su causa, Caruso abandonó una posición cómoda que le daba importancia y proyección internacional como el mayor líder mundial de un psicoanálisis con matiz religioso e hizo una autocrítica digna de admiración a ese respecto en 1971, cuando, entre otras cuestiones pregunta: “¿No será la religión, necesariamente, una infantilización del hombre? ¿Será que el hombre puede, aún, cumplir su misión específica que consiste en humanizar integralmente a la naturaleza, a la sociedad, al Cosmos, y seguir creyendo que existe una Razón extrahumana?” (Amoretti, 1992, p.121).

Ese radical cambio de orientación ideológica de Caruso, coincidente con el periodo pos-fundación del Círculo Brasileño de Psicoanálisis, permite asumir el impacto y las contradicciones vivenciados por los integrantes del amanecer de ese grupo y la posibilidad del sentimiento de haber sido sometidos a un engaño, cuestión que, en tanto, sólo podría ser respondida por ellos. Ya los más nuevos podrían tal vez resentirse de una posición que no fue estrictamente frreudiana en la concepción inicial de Caruso, o que los volvería ‘menos psicoanalistas’ en frente de los nuevos modelos teóricos kleinianos, winnicottianos y después lacanianos. Para quien no está en el centro del mundo (como nosotros, en América Latina), existe una gran necesidad de estar actualizado con lo que se configura como los últimos modelos teóricos de un momento dado.

Lo que acabo ocurriendo fue que, a lo largo del tiempo, hubo un abandono completo del estudio de los libros y trabajos de Caruso, principalmente después de su salida de Belo Horizonte. Puede haber contribuido para eso el hecho de que, en su conjunto, la obra de Caruso, extremadamente rica, se volvió compleja y de difícil comprensión. Ya que lleva consigo una contradicción interna, que resulta de las diferencias profundas de perspectiva entre cada una de sus diferentes fases. Es necesario hacer un inventario completo de su obra con un análisis específico de contenido de cada texto, de cada libro, además de un análisis en conjunto. Tal procedimiento podrá mostrar una teoría para el análisis sistemático de las ideologías y de las contradicciones, que no se ven en ninguna otra escuela psicoanalítica. Eso evidencia también una harmonía interna en esa trayectoria, aspectos permanentes de su identidad personal e intelectual, de acuerdo con el concepto “carusiano” de personalización (permanencia y superación). Caruso entendió que el ser humano, independientemente de sus ideologías, no pierde ni gana valor por sus creencias. Ellas son solamente las herederas del narcisismo infantil, ahora modificado, en “libido narcisista” fuertemente investida en la constitución del ideal del yo y expresada a través de múltiples ideales, lo que coloca todo el sistema de creencias e ideologías en contexto con un abordaje metapsicológico y pulsional, por tanto esencialmente freudiano, sin, con todo, excluir la influencia de la dialéctica permanente de la socialización.

Como herencia cultural de Caruso, en su primera fase de 1966 a 1971, (Amoretti, 1992 p.122) Amoretti comenta que ocurre una experiencia única en Brasil, de aproximación del psicoanálisis con la religión. Por interés mutuo del Círculo Psicoanalítico de Rio Grande do Sul y de la Iglesia Católica en difundir al psicoanálisis con el objetivo de una renovación teológica, fueron organizados cursos para padres y monjas de aquellas comunidades, y esos religiosos comenzaron su análisis personal. Es cierto que muchos de esos padres y monjas abandonaran su orden religiosa. Algunos hicieron formación psicoanalítica, pasando a integrarse al Círculo Brasileño de Psicoanálisis hasta que, finalmente, en 1971, esos cursos fueron prohibidos por un obispo conservador. Hay evidencia aún de que la realización de los cursos continúo repercutiendo en las órdenes religiosas, y las nuevas ideas fueron diseminadas por todo Brasil, particularmente a través de religiosos que más tarde se alinearían al movimiento de Teología de la Liberación.

Personalmente, quiero recordar que la Iglesia Católica tuvo mucha importancia en ese momento de fuerza de oposición a la dictadura militar. Varios otros líderes  derivados de ese movimiento llegaran a ser parte del entonces naciente Partido de los Trabajadores, que se opuso al gobierno militar hasta que la dictadura fue derribada.

Caruso tuvo traducidos al portugués dos libros: Psicoanálisis y dialéctica y La separación de los amantes, una fenomenología de la muerte. Escribió varios artículos para revistas que fueron muy leídos y bien aceptados en esa época.

No puedo dejar de hablar de mi experiencia personal con Caruso. En 1968, cuando su estancia en Belo Horizonte, mi ciudad natal, fui a tomar su curso La filogénesis y la ontogénesis de la civilización, dictado en francés. En esa ocasión, era todavía una estudiante universitaria, pero algunos de nosotros, universitarios, tuvimos la oportunidad de participar de esos cursos porque nuestra profesora de psicoanálisis era una de las organizadoras del curso. Mi interés por el psicoanálisis aumentó más lo que inspiro a seguir la profesión de psicoanalista. El profesor Caruso gustaba salir después de clases con el grupo de universitarios, encuentros de los que participé muchas veces y mantuvimos animadas conversaciones. Su alta posición intelectual no nos alejaba de él, un hombre sensible y amable. Sin duda, era una persona compleja y profunda. Lo mismo “no siendo transparente, permitía ser descifrado por quien se aproximase afectivamente a él.” (Correa, 1981, p.34). Comenta también que como amigo era acogedor y, rompiendo su estilo reservado, conseguía expresar afecto y cariño a través de pequeños gestos.

Fue con alegría y satisfacción que vine a ocupar, por casualidad, con un grupo de colegas, como nuestro primer consultorio psicoanalítico, exactamente el apartamento que Caruso uso en su estancia en Belo Horizonte. Siempre considere esa coincidencia un buen augurio para mi vida profesional y personal.

Referencias

Amoretti, R. (1992), “Labirintos da identidade: fragmentos da história do Círculo Brasileiro de Psicanálise (CBP)”. En: Estudos de Psicanálise, São Paulo, n. 14, 1992, p. 113-123. Publicação do Círculo Brasileiro de Psicanálise.

Corréa, C. P. (1981), “Obituário de Igor Caruso.” En: Estudos de Psicanálise, Salvador, n. 10, 1981, p. 33-35. Publicação do Círculo Brasileiro de Psicanálise.

Roudinesco, E.; Plon, M. (1997), Dicionário de psicanálise. Rio de Janeiro: Zahar.