Editorial #23

Julio Ortega Bobadilla

La revista Carta Psicoanalítica ha llegado a su número 23, y no ha sido fácil arribar hasta este punto. Debo una disculpa a quienes nos siguen, pues entregamos con demora este número, que debió salir el año pasado. Diversas complicaciones no previstas, contingencias desafortunadas, y cierta galbana de quien esto escribe, han sido la causa de nuestro retraso ¿Pero quién no tiene derecho a perderse un poco en los laberintos de la vida?

Pero, cómo lo habíamos señalado desde el principio, nuestro proyecto sigue fiel a su espíritu y está abierto a diversas opiniones y rutas teóricas, nos interesa la pluralidad y el sostenimiento de la imagen de una plaza abierta, que siga siendo un espacio para compartir ideas y discutir conceptos. No sólo nos apoyamos en un nombre o una campaña de marketing, en un mundo que se basa más en las promesas vacías y el reflejo de las cuentas de vidrio, tenemos detrás un trabajo que nos respalda, que compartimos con ustedes y al que los invitamos a participar.

Convertirse en psicoanalista no es fácil, les anticipamos a quienes empiezan a interesarse por nuestra disciplina, es comprometerse con un camino que no tiene un fin último del todo y la única manera de reconocer a un psicoanalista es por su práctica verdadera, las curaciones que ha efectuado, y el reconocimiento de sus pares, más que por títulos, diplomados, promesas o insignias de escuela. Muchas personas brindan una enseñanza verdadera, sin tener que ofrecer esas supuestas garantías, que en algunos casos, no son sino pura tramoya vacía. Desde luego, existen las instituciones analíticas, no son muchas de todas maneras, y son ampliamente conocidas y reconocidas por su trayectoria.

Hay un psicoanálisis mexicano – no es una religión, porque el psicoanálisis es una disciplina crítica contraria a los dogmas – es una corriente heterónoma, múltiple, sin verdades inmutables establecidas, ni falsas imágenes de certeza; con diferencias en sus criterios, pero con un espíritu indiscutible de investigación. Los psicoanalistas si algo debemos tener es abiertos los oídos, y sostener la intención de dialogar con honestidad y cortesía, con quienes protagonizan las actividades que dan fuerza al corazón de este movimiento, ateniéndonos a nuestra propia historia y desarrollo.  No cabe el aislamiento en los tiempos de intercambio y comunicación que vivimos. Por otro lado, el movimiento psicoanalítico mexicano está hoy involucrado con un problema, intenta ocuparse del horrible malestar social y la espantosa situación de violencia que estamos viviendo de unos veinte años para acá, creo que es un interés que no debemos abandonar porque tenemos mucho que aportar a la comprensión de este malestar y al cambio. Se trata de sacar al psicoanálisis del diván.

En ésta marcha continua de la que ha sido protagonista principal Carta Psicoanalítica, trayendo al público interesado los materiales e ideas que puedan considerarse formativos en nuestro campo, hemos ido cambiando a través de los años, integrándonos a las redes sociales y tratando de aprovechar el impulso a la comunicación que éstas proporcionan, no sin desdeñar también, el hecho de que la información no puede transmitirse objetivamente nada más y que la confusión es parte del espíritu humano.  

Es así como llegamos al día de hoy, volviendo a de dar continuidad a nuestro proyecto y mostrando una renovación total en su plataforma, que esperamos haga más atractivo el uso de nuestras herramientas y material. Conservamos los contenidos a los que ustedes están acostumbrados, pero procuramos crear una imagen que dé lugar a otros proyectos sin hacer nunca promesas falsas, no somos una institución, somos varios analistas de diferentes pertenencias y corrientes que trabajamos juntos por la difusión del psicoanálisis. Fuimos pioneros y creamos una tendencia, hoy volvemos a renovar nuestro cuerpo y esperamos también que nuestra alma, brille de nuevo con la luminosidad que logramos en el primer número.